Secuestro
Una chica es secuestrada y es torturada, violada y humillada por sus secuestradores, despues su familia la vende como esclava sexual en una casa de putas, con imagenes.
Secuestro
Patricia Galindo había cursado todos sus estudios en el Colegio de las Monjas Devotas de Santa Erudiges. Hacía tres meses que había egresado y ahora estaba trabajando en una tienda. Regresaba a su casa, como todas las tardes, cuando de pronto se detuvo un auto a su lado, bajaron dos hombres que la tomaron de los brazos y la introdujeron en el interior del vehículo que arrancó raudamente. Se había consumado el secuestro de la joven de 19 años. El auto tomó rumbo al oeste. Allí comenzaban las primeras estribaciones de un plegamiento rocoso muy vegetado. Grandes árboles rodeaban el camino. Los dos hombres, sentados a cada lado de la joven, le mantenían los brazos agarrados con una sus manos. Con la otra ambos comenzaron a desabrochar la camisa de Patricia que imploraba que la dejaran libre. Una vez abierta la camisa y retirado el corpiño, dos hermosas tetas aparecieron a los ojos de ambos, quienes dirigiéndose al conductor del vehículo le indicaban que había tenido buen ojo al decidir levantar a esta joven. El conductor, Damián, preguntó: ¿Tiene los pezones bien duros?. A mí me gustan así, si no buscamos otra. Eduardo, uno de los mantenía inmovilizada a Patricia respondió.
¡Son unos pezones espectaculares!. Ideales para lo que a ti te gusta hacerles. Mientras tanto Patricia hacia denodados esfuerzos por soltarse mientras imploraba que no la manosearan. Martín, el tercero de los hombres, decidió amordazarla. M: Esta boluda de tanto gritar me está dejando sordo. Dame la bola de goma así no molesta más. Luego Patricia apenas podía emitir un tenue sonido. Doblaron por caminos secundarios, de bosques muy cerrados. Patricia perdió control de dónde se encontraban o para dónde se dirigían. Ahora sentía las manos de Eduardo y Martín que empujaban entre sus piernas comino a su bombacha. El auto se detuvo frente a una casa completamente aislada. Los dos hombres la bajaron del auto y la arrastraron al interior. Mientras Martín y Eduardo la mantenían inmovilizada, Damián se ocupó de los pezones. Los tomó entre sus dedos y los apretaba y retorcía. Eduardo: No perdamos tiempo. Vamos a desnudarla. Muy poco después Patricia perdía su última prenda, unas bragas blancas, inmaculadas. La condujeron a una cama dónde la acostaron amarrando cada una de sus extremidades a los barrotes del mueble. Le quitaron la mordaza. -¡Suéltenme, no me violen!. ¡Soy virgen, no me lastimen!- imploró. Damián: ¡Es virgen!. Ese es un extra que no teníamos calculado. Tenemos que acordar, entonces, quién le abre la concha. Martín: Juguemos a los dados. El que gana la desvirga y los otros siguen después. Estuvieron de acuerdo. Patricia asistiría a un juego cuyo ganador tendría el honor de romper aquello que ella tanto había cuidado. Se sentía impotente. No podría defenderse y alguno de los hombres allí presentes sería el que acabaría con su virginidad. Gemía, imploraba y gritaba en vano. Los dados corrían sobre la mesa. Finalmente Martín resultó ganador. Damián: Martín que tengas buena suerte. Clávasela bien adentro. Pocas veces hemos tenido la suerte de desvirgar jovencitas. Si chilla mucho, alguna bofetada la calmará. Eduardo y Damián se retiraron del lugar. Martín con los ojos encendidos miraba la conchita de Patricia. M: Vas a ver cómo te la meto bien adentro. Es la primera vez que rompo un himen. Si te duele te callas la boca y te la aguantas. Quiero concentrarme en las sensaciones de una desvirgada. Patricia lloraba en silencio.¡Tanto cuidado que había tenido con su himen y ahora se la cogían sin ningún miramiento!. Martín se bajó los pantalones. Una enorme picha, dura, levantada, apareció a la vista de Patricia. Era la primera vez que veía un pene excitado. Se estremeció pensando que "eso" se metería en su conchita. Las piernas de Patricia estaban muy separadas. No sería difícil embocarla. Se acercó para mirar bien de cerca la entrada de la vagina. Miró y tocó tanto como quiso. Luego apoyó la glande contra los labios exteriores y comenzó a empujar. Un grito de dolor partió de la joven cuando la penetró. Ya estaba hecho. La acababa de desvirgar. Sintió el movimiento de vaivén y la respiración entrecortada de Martín. Ella misma comenzó a agitarse. Poco después sentía el líquido pastoso y caliente que invadía su vagina. Todo el peso de Martín apoyaba sobre su cuerpo, mientras notaba que el cilindro que tenía metido se iba achicando. Finalmente Martín se incorporó y gritó a sus compañeros. M: ¡La puta fue desvirgada!. Ya se la pueden coger ustedes. Mientras se vestía entró Eduardo. Que se preparaba a bajarse los pantalones. E: ¿Qué tal coge esta ramera?¿Gozó la desvirgada?. M: no sé si gozó o no. Pero me vino bien descargar la leche. Ya no podía más. Que te aproveche. Patricia quiso cerrar sus piernas. Había olvidado las ligaduras en sus tobillos. Eduardo le puso las manos sobre las tetas y comenzó acercar su cuerpo al de la joven. Ubicó la punta del pene y de un golpe la mandó al fondo. Patricia dio un grito mezcla de dolor y sorpresa. Ya estaba empalada otra vez. Parecía que Eduardo no tenía apuro en acabar. Bombeaba, se detenía, bombeaba otra vez, se detenía. Para Patricia ésta era una agonía que se prolongaba. Veía cómo gozaba su violador mientras ella era vejada. De pronto sintió otra vez un chorro caliente en su vagina. Ahora le esperaría el tercero. Pero ¿y después que?.
Damián entró en la habitación fijando su vista en los duros pezones que sobresalían de las tetas. Los tomó con sus dedos y comenzó a jugar con ellos. Primero moderadamente pero luego apretando más y más hasta que Patricia emitió un quejido. Era el momento de clavarla. Poco después la picha oscura, enorme de Damián dejaba su carga también en la concha de Patricia. Ahora le dolía no solamente la concha por la desvirgada y el embate de los penes sino también sus pezones por las apretadas de Damián. Entraron los dos jóvenes que estaban fuera de la habitación.-Para empezar está bastante bien- dijo Eduardo. -Si era virgen de conchita también lo será de culito y de boquita. El que salió segundo en el juego de dados se la mete por atrás y el tercero en la boca.- Estuvieron todos de acuerdo. Desataron a Patricia de la cama y, a pesar de su resistencia, la condujeron a un caballete donde la amarraron, doblada sobre el travesaño superior. Sus extremidades atadas a las patas del caballete. El semen comenzó a salir de su vagina para deslizarse por los muslos. Le tocaba a Eduardo usar el ano de Patricia. Sin embargo prefirió primero darle unos azotes para calentar sus glúteos. Luego separando sus nalgas lubricó con vaselina la entrada del agujero y apoyó su picha, dura nuevamente. El culito de Patricia era estrecho. Eduardo debió hacer bastante fuerza para clavarla. Patricia gritaba con desesperación, pero no pudo evitar se penetrada por la totalidad del pene de Eduardo. Luego siguieron Martín y Damián. Después de haber acabado Damián en el culo de Patricia, tomó una vara que ya tenían preparada y comenzó azotar el culo y los muslos de la joven. Ninguno de los tres se privó de darle unos azotes. Luego la dejaron hasta que se calmara. Cuando volvieron fue para permitirle ir al baño, comer un sándwich y conducirla a la habitación donde quedaría encerrada. Era una habitación con una cama con colchón y cobijas. Patricia dormiría desnuda. Cerraron la puerta con llave y desde el exterior apagaron las luces. La oscuridad era total. Cuando despertó por la mañana estaban los tres hombres en la habitación. Debió levantarse y mostrar su cuerpo desnudo a los tres que hacían comentarios obscenos respecto de sus partes intimas. Antes de desayunar fue violada por los tres nuevamente. Luego de hacerle limpiar la cocina y lavar los utencillos la condujeron nuevamente a la habitación donde había sido violada por primera vez. La ataron nuevamente a la cama y le colocaron un aparato para mantener su boca abierta. Ahora recibiría la leche por allí. Damián.: Ahora es mi turno. Voy a estrenar una parte inexplorada de esta puta. Quiero acabar en tu boca y que te tragues el semen. No quiero ni una gota fuera de tu boca. Sacó su picha y la colocó en la boca abierta de Patricia. Ésta hizo una mueca de asco pero no pudo evitar que la glande le tocara el paladar. Ayudado por los labios de la joven y sus propias manos, Damián descargó la leche en esa boca que se resistía a recibirla. Muy a pesar de ella tragó el semen. Todavía recordaba los azotes que había recibido el día anterior. Siguieron Martín y Eduardo. Las tres mamadas fueron a parar al estómago de Patricia. Sentía la boca pastosa aunque todavía debía permanecer abierta por el aparato que le habían puesto. Martín.: ¿Qué les parece que le demos unos azotes en el vientre y las tetas?. Tenerla así y no hacerle nada sería una lástima.
Todos coincidieron. Damián fue en busca de un látigo. Cuando lo vio Patricia comenzó a gritar (en realidad a emitir sonidos ininteligibles ya que no podía modular. El primer azote fue a unos cinco centímetros por debajo del ombligo, el segundo sobre el pubis, el tercero justo debajo de las tetas, el siguiente justo sobre las tetas. Los gemidos se sucedían sin solución de continuidad. Se pasaban el látigo de uno a otro y con renovada fuerza la castigaban. A pesar que ya llevaban dos polvos esa mañana los tres sintieron una erección. No quisieron desaprovecharla y uno a uno penetró nuevamente a la joven que permanecía amarrada a la cama. Cerca del mediodía los tres quisieron conocer cómo se comportaba Patricia cuando era suspendida de sus tobillos. La desataron de la cama y luego de amarrarle los brazos en la espalda arrollaron una cuerda de algodón en ada uno de los tobillos y la izaron de dos cuerdas pendientes del techo hasta que su cabeza quedó a unos 30 centímetros del piso. Se acercaron al cuerpo que se balanceaba y comenzaron a magrearle el culo y la concha, mientras observaban las marcas que había el látigo en el castigo de esa mañana. Así estuvo largo rato. Luego la izaron un poco más para tener a una altura conveniente las tetas, sobre las cuales trabajaría Damián, ya era su especialidad el tratamiento de los senos de las secuestradas. Las aplastó con sus manos, tiró de los pezones, los retorció. Luego comenzó a colpearlos con el puño cerrado. Patricia estaba completamente indefensa, sólo, podía quejarse y gemir. La bajaron porque no resistiría más tiempo cabeza abajo. La aron entonces de espaldas a una columna con sus brazos amarrados por detrás de la misma. Las tetas estaban rojas de los golpes recibidos. Sin embargo Damián no había terminado. Ya llegando la noche desatada de la columna. Los tres estaban bastante calientes como para disfrutar de ese cuerpo nuevamente. Cuando le ordenaron que se acostara sobre la cama no opuso resistencia. Cuando Eduardo comenzó a bajarse los pantalones Patricia separó sus piernas. Sabía lo que le esperaba y no quería más castigos. Luego que los tres pasaron por su cuerpo, la condujeron a su habitación para pasar la noche. Esa noche debió dormir encogida. Una suerte de grilletes unían sus muñecas y sus tobillos. Por supuesto permaneció desnuda.
Por la mañana fue violada nuevamente y luego azotada en el culo. Apenas pasado el mediodía y luego de recibirla por sus tres agujeros, la suspendieron nuevamente de sus tobillos can las piernas separadas. Con un cepillo de cerdas duras frotaron reiteradamente la raya del culo y la concha. Patricia, entre gemidos, pedía que no la castigaran más. Cuando su concha ya estaba al rojo vivo, la bajaron y le ordenaron vestirse con las ropas que tenía la llegar pero sin las bragas. Estaba comenzando a oscurecer. La condujeron al auto y ahora Eduardo estaría al volante. Martín y Damián se ubicaron a cada costado de Patricia. Le vendaron los ojos y el auto arrancó. A poco de andar las manos de los dos jóvenes que la custodiaban comenzaron a recorrer todo su cuerpo, aun las partes más íntimas. Patricia, temerosa, dejaba hacer.. Así anduvieron un tiempo que no pudo precisar. De repente el auto detuvo la marcha. Damián.: Ahora te bajarás del auto y cuando ya no oigas nuestro auto puedes sacarte la venda de los ojos y volver a tu casa. Patricia.: ¿Dónde estoy?¿Dónde me dejan? Damián. No te preocupes. Es un lugar seguro y nadie te va a violar si eso es lo que temes. ¡Adiós! El auto partió raudamente. Patricia se quitó la venda de los ojos. Estaba a doscientos metros de una gasolinera. Se encaminó hasta allí y llamó a su casa para que un taxi viniera a buscarla. En las 67 horas que estuvo en manos de sus captores la recibió 17 veces por la concha , 5 por el culo y 7 en la boca. Cuando Patricia llegó y contó lo que le había sucedido, los familiares más cercanos entendieron que era imprescindible llamar a una reunión de familia para resolver qué hacer. Todos fueron citados para dos días más tarde. Una vez todos reunidos, Patricia relató lo que le había ocurrido. Alguno de los presentes quería detalles de lo ocurrido por lo cual debió contar paso a paso su aventura y mostrar las marcas que habían dejado los captores en su cuerpo. Su madre quería la opinión de todos (27 en total) para decidir qué hacer. Había cinco ponencias: Que se metiera a monja en una congregación de clausura. Que comenzara a trabajar en una casa de putas que fuera vendida como esclava Que fuera enviada al exterior para luego perder contacto con ella. Que quedara como un secreto en la familia. Se puso a votación entre los presentes. Ponencia a) 3 votos, la b) 8 votos, la c) 8 votos, d) 2 votos y la e) 6 votos Por el empate entre que comenzara a trabajar de puta y que fuera vendida como esclava, se discutió cual de ambas debía llevarse a cabo. Finalmente triunfó la b), que comenzara a trabajar en una casa de putas. Patricia sintió algún alivio. Ser vendida como esclava le daba un poco de temor. Tener que laborar de puta no sería tan duro. Se encargó al tío Manolo que se ocupara de ubicarla en algún prostíbulo. Había cuatro de cierta importancia en la ciudad. Manolo quedó en que pasaría a buscar a Patricia al día siguiente para ofrecerla. Luego de recoger a la joven de su casa se dirigieron a "Las Lilas", quizás el más importante de los cuatro. Manolo pidió hablar con el encargado mientras Patricia aguardaba en la sala de espera. Poco después salía Manolo del despacho. M.: Patricia, aquí no quieren putas. Ni siquiera pudimos hablar de condiciones. Vamos a "la Penetración". Allí Manolo demoró más tiempo, platicando con el encargado. Salió del despacho para llamar a Patricia. El señor Jorge es el encargado de La Penetración. Quería conocerte antes de dar una respuesta. J.: A ver Patricia. Desnúdate que quiero apreciar tu cuerpo. Patricia comenzó a quitarse la ropa. Una vez totalmente desnuda, Jorge la observó con detenimiento. Parpó sus tetas y su culo. J.: Están firmes las carnes. Se ve que es joven y no ha sido muy usada todavía. Podría ser, pero mejor que la pruebe uno de los muchachos de seguridad. Él es el que prueba a todas las putas. Entró uno de los jóvenes encargados de la seguridad, tomó de la muñeca a Patricia y la llevó a una sala contigua. M.: Ya le había adelantado señor Jorge que mi sobrina era una puta inexperta pero joven. Creo que tendrá buenos clientes. Hace solamente una semana que la violaron.. Jorge pidió nuevos detalles de lo ocurrido. Momentos después salía el probador de putas. -No sabe coger. Es una puta clase C que puede destinarla a distintos usos, incluyo aquellos que Ud. sabe...- J.: Lo único que le puedo ofrecer es que haga una pasantía aquí sin paga alguna por un mes para ver qué aceptación tiene de los clientes. Luego de eso, lo analizamos.
Manolo pidió un tiempo para pensarlo. Le parecía un poco abusivo trabajar un mes gratis. Por su parte Patricia sentía un fuerte dolor en el culo. Además de cogerla y acabar en su vagina, el varón que la examinó le había puesto un consolador en el culo. Fueron a " La Puta que lo Parió", prostíbulo muy frecuentado por jóvenes. Allí Manolo se encontró con Luis, el encargado, un viejo compañero del colegio que hacía varios años que no lo veía. Luego de ofrecerle a su sobrina y relatarle detalles del secuestro y violación, Luis se mostró interesado. L.: Te diré Manolo. Aquí tenemos dos clases de putas. Las putas comunes, que se dejan coger por dinero y las putas sumisas, que además de dejarse coger, dejan que los ocasionales clientes las zurren. Creo que Patricia podría entrar en esta categoría. Voy a probarla, Dile que pase. Patricia entró en el despacho de Luis. L.: A ver Patricia, denúdate y muéstrame las marcas que hicieron cuando te secuestraron y violaron. Patricia se quitó la ropa y mostró a Luis las marcas en el culo y en las tetas. L.: No está mal. ¿Te han clavado agujas en las tetas o dejaron caer cera derretida en la concha?. P: No señor. Nada de eso. L: Pasemos a la otra sala que quiero que pruebes mi vara de mimbre. Pasaron a la habitación contigua. Luis ató las muñecas de Patricia a una argolla fija en una viga del techo. La joven quedó cos sus brazos estirados por encima de su cabeza. Tomó una vara muy flexible de mimbre. Sin mediar palabra comenzó a castigar a la joven en el culo, el vientre, la espalda. Patricia gemía de dolor. Luis comenzó a excitarse con el comportamiento de la joven. Descargaba la vara con fuerza y las marcas se sucedían en la delicada piel de Patricia. Mientras era azotada recordó los días en el colegio de monjas y las enseñanzas que allí había aprendido. Esto era bastante distinto de lo pensaba sería su futuro. Mientras tanto su tío escuchaba los lamentos desde la habitación contigua. Estar en "la Puta que lo Parió" sería una situación intermedia entre trabajar de puta y ser vendida como esclava. Poco después comenzó a sentir la respiración entrecortada de su sobrina. Luis se la estaba cogiendo, quien poco después volvió a su despacho mientras de acomodaba la comisa. L.: Manolo, es una puta regular. Tal como pensaba sólo sirve como puta sumisa. Como te he dicho aquí vienen algunos hombres que luego de cogerlas quieren castigarlas. Para eso puede servir. Disculpa que sea tu sobrina pero realmente es una puta de muy poco valor. Me interesaría contratarla por un año. Le pagaría cinco dólares por cada cliente. No es mucho pero para empezar creo que es razonable. M: Es bastante poco, especialmente si luego de la cogida es azotada. Mira cómo la has dejado. Tiene marcas por todas partes. ¿Te parece que tan poco como puta vale mi sobrina?. L: Mira Manolo o lo tomas o lo dejas. Por esta puta no estoy dispuesto a pagar más. Manolo quiso pensarlo. Patricia quiso opinar pero su tío consideró que la opinión de ella era irrelevante. Se dirigieron a "Las Tímidas". El encargado del establecimiento sólo aceptaba mujeres que pasaran a su propiedad. Él compraba las putas que trabajan allí. Luego disponía de ellas a su gusto. M. ¿Y cuánto pagaría por mi sobrina? Encargado: Por esta puta me parece que poco. Parece que le gusta que la zurren. Veo que tiene marcas en las piernas. M: Acaban de hacerlo. Tiene marcas en todo su cuerpo. A ver Patricia, desnúdate para mostrarle al señor las marcas que te han hecho. Patricia nuevamente se quitó las ropas. El encargado luego de mirar detenidamente su cuerpo se acercó y tomó los pezones entre los dedos pulgar e índice y los retorció mientras los apretaba con fuerza. La joven no pudo contener un grito de dolor. Encargado: como le dije, esta puta vale poco. Ni siquiera resiste sin gritar cuando se le aprietan los pezones. No le doy más de dos mil dólares. Pasa a mi propiedad y podré hacer con ella absolutamente lo que quiera. Se retiraron del lugar. Con las cuatro propuestas, en realidad tres, ya que en Las Lilas no querían más putas, Manolo llamó a reunión de Familia. Una vez reunidos los 27 integrantes, Manolo expuso las propuestas. Todos coincidieron que lo mejor era que trabajara en La Puta que lo Parió. Todos esperaban, y así se lo hicieron saber a Patricia, que se esmerara para tener muchos clientes, para que al repartir entre los 27 lo producido con su trabajo, les resultara algo significativo. Uno de sus primos le dijo: -Patricia, es posible que den algunas propinas, sobre todo aquellos que pasen una fusta por tu culo. Queremos que también las propinas las traigas para el reparto. Nada de quedarte con algunas monedas.- Manolo: No debemos perder tiempo. Mañana mismo debe Patricia comenzar trabajar. Llamaré a Luis para ultimar los detalles. Mientras tanto creo que Patricia podría ofrecer su cuerpo a sus primos. Es lo mínimo que debe hacer por las molestias causadas. Los primos estuvieron de acuerdo y uno a uno pasaron por el dormitorio de Patricia. El horario de trabajo de Patricia en la casa de putas sería de martes a jueves de 5 de la tarde a 1 de la madrugada. Viernes, sábado y domingo de 5 de la tarde a 5 de la madrugada. Los lunes tenía descanso. En total debía permanecer 60 horas semanales a disposición de todos aquellos que quisieran cogerla y castigarla. Cuando regresó el primer domingo, luego de permanecer hasta las cinco de la madrugada en La Puta que lo Parió, podía verse la cara de cansada y el sufrimiento. Había comenzado el miércoles y en esos cinco días de trabajo había tenido que coger con más de veinte hombres, varios de los cuales luego de tener sexo la habían azotado en el culo, las tetas y la espalda. Uno de ellos se calzó unos guantes de boxeo y había descargado varios golpes en las tetas. Había reunido en total 173 dólares producto parte de lo que le correspondía por el trabajo y parte de las propinas. Estaba agotada. Se acostó a descansar. Debía recuperarse para iniciar la semana en buena forma. Había traído poco dinero y sus familiares se lo reprocharían. Debía mejorar. Temía que si no lo hacía, resolvieran venderla como esclava. Por algunos comentarios que había escuchado en el prostíbulo, la vida como esclava sería mucho más dura todavía. Se enteró, además, que Luis solía tomar una de las putas para su uso personal y las castigaba sin piedad. Confiaba en la amistad con su tío la librara de esos sufrimientos adicionales. El primer año en la casa de putas fue mucho peor que lo imaginado. Tanto los clientes como el propio Luis la habían castigado en todo su cuerpo. Tenía marcas de látigos, quemaduras, cuerdas y cadenas por todas partes. Por su concha habían penetrado los objetos más increíbles y de tamaños monstruosos. Su ano también se había visto delatado por diversos objetos. Había sido un año duro. Con motivo de la finalización del contrato, Manolo fue a ver a Luis para la renovación. Luis aceptaría renovar el contrato pero con una condición. Que Patricia se quedara vivir en La Puta que lo Parió para así trabajar los siete días de la semana. Como compensación por el alojamiento y comidas se le rebajaría la proporción a cobrar por cada servicio. Pasaría de cinco dólares a tres dólares con cincuenta. M: Pero Luis, eso es muy poco por esta puta. Todos esperábamos una paga un poco mayor. L: Mira Manolo, si no estás conforme, te llevas a tu puta y se acabó el negocio. M: ¿Tan mala como puta es que sólo eso vale? L: No me hagas perder más tiempo. O te la llevas o se queda a trabajar en las condiciones que te dije. Manolo. Respeto tu opinión. Se quedará aquí. Puedes hacer con ella lo que te plazca siempre que nos pagues al menos los 3,50 prometidos. L: Has hecho una buena elección. Trataremos a esta puta como se merece. Estoy seguro que no te arrepentirás. Para festejar el ingreso de Patricia vamos azotarla. Quiero que tú también participes. Patricia, desnúdate y ya sabes dónde ir para que te castigue. Patricia se retiró del lugar, se desnudó completamente y ella misma se fijó unas esposas con los brazos levantados dejando su cuerpo a merced de Luis, que entró poco después acompañado por su tío, portando un grueso látigo. Lo que siguió pueden imaginárselo.
Autor: Master Zero