Secuestrada y violada.
Mujer rica es secuestrada por una banda una tarde. Durante 4 meses es sometida por sus secuestradores.
Ni me di cuenta que un coche había parado a nuestro lado en el semáforo, tampoco le di importancia cuando un motorista toco el cristal de Juan Pedro, mi chofer.
Juan Pedro no sabía si había algún problema por lo que abrió la ventanilla justo antes de que una pistola entrase por ella y le apuntase a la cabeza. Del coche parado a nuestro lado se bajaron dos hombres que en menos de dos segundos abrieron mi puerta y tiraron de mi hasta meterme en dicho coche.
Me pusieron entre ambos hombre en el asiento trasero, el que iba a mi derecha me puso un gorro de lana que desenrolló hasta tapar mis ojos. El de mi izquierda ató mis muñecas con cinta americana haciéndome tumbar sobre sus piernas.
No habían pasado ni cinco minutos cuando el coche paró y en el asiento del copiloto se subió el que debía de ser el motorista.
Estuvimos en el coche más de media hora hasta que paramos en un garaje y me hicieron entrar a través de una puerta en una vivienda conduciéndome una vez dentro escaleras abajo. Me tumbaron en una cama y esposaron cada una de mis muñecas a la cabecera del camastro. Me quitaron en gorro de lana para que pudiese ver a un hombre enmascarado que se alejaba. Miré alrededor y vi que estaba encerrada en una especie de sótano sin ventanas y una única bombilla que del techo colgaba.
Pasé horas horrorizada sin saber que hacer.
La puerta se abrió y el encapuchado entró en el cuartucho.
- ¿Paca Rodríguez? – yo no contesté, el hombre me miró con unos ojos penetrantes – bueno, da igual, es obvio que es Paca Rodríguez la mujer de Federico Román. Como creo que es obvio la hemos secuestrado y vamos a pedir un rescate por usted a su marido. Si no intenta huir, cosa decididamente muy complicada, no le pasara nada. Solo buscamos dinero y no somos asesinos – yo seguía sin hablar.
Los días pasaban sin gran novedad, yo me negaba a hablar con aquellos cabrones a pesar del calor que pasaba en aquel cuarto. Ni siquiera me dirigía a ellos cuando necesitaba ir al baño, eran ellos los que entraban cada 4 o 5 horas y me soltaban para dejarme hacer mis cosas en el wáter del que disponía la habitación.
- cuando quieras ducharte nos lo dices – me dijeron en varias ocasiones.
Cada vez que me levantaba para ir al baño me mataban los músculos de estar todo el día tumbada. Llevaba 15 días tumbada en aquel cuartucho y aparte de dolorida me sentía sucia.
- necesito ducharme – dije cuando entró el enmascarado.
- Coño, si resulta que Paca sabe hablar.
- Necesito ducharme – insistí.
- Pues de haber hablado, te podías haber duchado cada día. En fin. En 5 minutos vuelvo con toallas y champú – y diciendo eso salió del cuarto, cerró la puerta y no volvió hasta 10 minutos después
Dejó la toalla al lado del plato de ducha situado en una esquina del sótano.
El enmascarado se acercó a mi, soltó las esposas y me ayudó a levantar. Me ayudó a llegar al wáter. Me baje el ya roñoso pantalón, me bajé las impresentables bragas y me senté en el retrete. Ese cabrón me había visto tantas veces sentada ahí que no me daba el más mínimo pubor.
- metete en la ducha, cierra las cortinas desnúdate y dúchate. Tienes 10 minutos.
Me metí dentro asegurándome que las cortinas lo tapaban todo. A pesar de ser champú y gel de hipermercado la ducha me sentó mejor que nunca. Salí envuelta en una toalla dispuesta a volver a poner mi sobada ropa tapándome con la misma, me sorprendió encontrar unas bragas de algodón, unos shorts, un sujetador de deporte y una camiseta de los publicidad. Me emocionó tanto ver ropa limpia que me dio igual si aquel canalla me veía el culo o no.
A partir de ese momento cada día pedía una nueva ducha y el secuestrador me daba muda nueva con olor a recién lavada, aunque mal planchada.
Intenté un poco más comunicativa con mi carcelero, pero entonces fue el que se limitaba a hablarme lo mínimo.
Hacía ya de dos meses de mi secuestro y por fin abordé el tema con el enmascarado.
- se puede saber que coño pasa con el rescate – pregunté un día desesperada, no esperaba contestación.
- Tu marido se niega a pagar.
- ¿Se niega a pagar?
- Si, se niega, no te debe querer demasiado.
- ¿Pero que burrada pedís?
- Un millón.
- ¿Queeeeee?, ¿me dices que el hijo de puta por un millón de euros no acaba con esto ahora mismo?. ¿Me dices que un hombre con cientos de millones no paga un millón de mierda por el bienestar de su mujer?
- Pues eso parece. Pensamos en pedir algo asumible para acabar con esto rápido, pero tu marido desde el principio se ha cerrado en banda. Al principio hubo mucho revuelo, pero poco a poco ni la prensa se interesa del asunto. A este paso ni la policía va a acabar interesada.
- Me dejas boquiabierta. Déjame un magnetofón y grabo un mensaje, necesito salir de aquí.
No me trajeron un magnetofón, me trajeron una grabadora digital en la que después de 20 pruebas de mensajes en las que en 19 de ellas empezaba “Federico hijo de la grandísima puta…” y que acabo en “amor mío esto lo puedes solucionar con 1 millón de euros que nos sobran”. EL secuestrador me hizo repetir el mensaje una y otra vez hasta que quedó creible.
En vez de mandárselo a casa, lo mandaron al diario EL Mundo, donde fue primera pagina y se distribuyó por lo visto en todos los periódicos nacionales a través de sus paginas web.
Los secuestradores me colocaron una esposa a una cadena y la cadena amarraba al cabecero de la cama, de manera que pudiese moverme por el cuarto y no se me agarrotasen los músculos.
Pasaron dos semanas más sin noticias de mi marido, pero en las que mi situación mejoró. Ya podía ir al baño sola, me dejaban ducharme sin su presencia, me trajeron incluso una tele.
El secuestrador de ojos penetrantes entró en el cuarto cegándose en todo. Jamás le había visto perder la calma y ese era el momento.
- ya sé porque el hijo de puta de tu marido no paga el rescate – me grito.
- ¿cómo?
- Si, el hijo de puta ha salido en un video en un programa de cotilleo de Tele5 saliendo de un hotel con una tía.
- ¿cómo?
- Si por lo visto es una empleada de sus empresas con la que según el programa lleva más de un año liado. Según decían las comadrejas de los colaboradores, a tu marido le viene de fabula que tu estés aquí.
- Menudo hijo de la gran puta. El follándose a esa zorra seguro que en mi propia cama mientras yo estoy aquí atada.
- Te debería soltar ahora mismo.
- Ni lo sueñes, no te voy a sacar un millón, te voy a sacar 10. Ese hijo de puta se va a enterar de lo que valgo – el secuestrador se quedó con los ojos como platos – me puedes soltar esta muñeca porque te aseguro que no me voy a escapar
El secuestrador soltó mi muñeca.
- ¿necesitas algo?
- Si, necesito una botella de ron, un pack de seis coca colas, un vaso y hielo. Me muero por tomar una copa. Ah, también me vendría bien que me trajeseis un vibrador. Una lleva aquí a dos velas tres meses y a falta de macho, un pollón de goma me vendrá bien. Que sea de los gordos y largos por favor.
- Lo tendrás a lo largo de la tarde. Aun así no te puedo dejar salir de aquí – me dijo el secuestrador después de mirarme en silencio durante un rato.
Nos sabéis la alegría que sentí al sentir caer por mi garganta la primera copa en tres meses, al diablo que la dieta y las calorías. Necesitaba una copa.
El vibrador aunque lo abrí lo reservé para la noche. Una cosa es que supiesen que iba a meterme un zepelín en el coño y otra que lo oyesen.
Aquella noche colocada a cuatro patas permití que aquella joya de goma traspasase los pliegues de mi coño. Cuando aquello se incrustó en mi interior y con mi mano empecé a moverlo un universo de placer retornó a mi vida. Me corrí como una adolescente dejando mi vibrador, mi mano y el colchón tremendamente empapado con mis flujos. Me quedé tirada en la cama pero quería más. Dejé a un lado el vibrador, pero estando en la posición que estaba empecé a tocar de nuevo mi hipersensible clítoris. Al principio poco a poco, pero enseguida con ansias. Me estaba matando de placer y a punto de volver a coger la polla de goma la puerta de la habitación se abrió. No me dio tiempo a mucho. Una desgarradora polla se metió en mi interior viniendo desde atrás. Yo creí ver las estrellas. En menos de un segundo tuve que decidir si resistirme y gritar en contra de aquella violación o relajar mis músculos y sentir a un hombre de verdad me desgarrarse interiormente.
Pasé mis manos por detrás cogí mis nalgas con mis manos, las abrí y mostré mi ojete hambriento a la vista de mi follador.
Aquella polla entraba y salía de mi hambriento sexo como un ariete golpeando la puerta de un castillo. Me mataba de gusto, pero quería ser tomado a lo misionero.
Saqué el obús de mi coño, me di la vuelta y abriéndome de piernas volví a pedir mi ración de polla. El hombre calzaba un buen rabo que volvió a penetrar mi vagina sin ningún miramiento. Yo en aquella posición me quité la camiseta y sujetador quedando desnuda de cintura para arriba. El secuestrador me sobaba las tetas con fuerza mientras no dejaba de bombear mi agradecido coño.
Me estaba dando duro con nuestras caras a menos de dos dedos el uno del otro, fue un acto reflejo que me pudo costar la vida, pero sin pensarlo absolutamente nada, le quité el pasamontañas y le besé si apenas mirarle a la cara.
El secuestrador me follaba duro sin importarle si su cara estaba a la vista o no. Follamos horas, le comí la polla, el me comió el coño y no paramos hasta que ambos envueltos en semen y sudor no podíamos con nuestros cuerpos.
Cuando me desperté por la mañana el secuestrador dormía desnudo a mi lado, la puerta estaba abierta. Si quería escapar ese era el mejor momento. Me agaché y me metí su flácida polla en la boca. Todavía no había despertado cuando ya había crecido en mi boca. Le di los buenos días como sabía de sobra que a un hombre le gustaba.
- ¿te quieres dar un baño en vez de ducharte hoy? – me dijo el secuestrador.
- Déjate de baños y trae la cámara de video.
Esa mañana gravé un desgarrador video en el que acusaba a mi marido de no pagar mi rescate por tener una amante, de que los secuestradores ahora pedían dos millones y amenazaban con matarme.
Una vez grabado volvimos a follar y el secuestrador salió de la casa para mandar el video a los principales medios de comunicación del país dejándome sola.
Esa noche cenamos comida recién cocinada. El secuestrador me contó que se llamaba Luis. Era ingeniero de caminos en paro. Había preparado el secuestro con tres amigos los cuales solo participaban en la operación pero que era él el único que se encargaba del día a día del mismo. El resto tenía compromisos laborales y familiares. Me contó que era la primera vez que hacia algo así y que con un poco de suerte no tendría que volver a hacerlo. Me cayó bien.
Nos tomamos unas copas juntos en el salón de la casa viendo las primeras reacciones al video enviado.
La verdad es que Luis era una pasada de tío. Intelectual, simpático, culto y sobre todo muy buen amante.
Lo único que hacíamos cada día era follar y preparar videos a cada cual más sobrecogedor y desgarrador.
En 15 días la opinión publica ponía a caldo a mi marido y su negativa a pagar a los secuestradores, teniendo dinero más que de sobra. Paralelamente a eso, al bribón de él le pillaban cada poco tiempo saliendo de un hotel con la zorra de su amante o incluso a ella saliendo de nuestra casa.
Acabábamos de grabar un ultimo video cuando me empezó a picar el coño de nuevo. Necesitaba hacer locuras.
- Luis, me voy a bajar al jergón del sótano y quiero que bajes en un rato allí a follarme.
- ¿Pero hace cuantos días que no bajas?
- Ven en un rato y fóllame.
Bajé al sótano y me quité la ropa. Me puse una venda y esposé mis muñecas al cabecero del jergón. Espere paciente mientras mi coño se derretía y mis pezones se ponían en punta.
Oí los pasos que entraban en la habitación e inmediatamente como una cabeza se hundía en mi descuidada vagina. Luis empezó a lamer con ansia mi caliente coño y yo empecé a combulsionarme de placer. Me volvía loca sentir como su lengua áspera recorría todo la extensión de mi sexo. Las esposas se clavaban en mis muñecas lo cual me excitaba muchísimo. Creo que alcance dos o tres orgasmos antes de que mi captor retirase su boca y metiese su polla en mi boca, la cual lamí como una loca.
Luis metió nuestro ya muy usado vibrador en mi coño y subiendo mis caderas empezó a empujar su rojo capullo en mi expectante ano.
Cuando el vibrador y la polla de Luis se encontraron en mi interior creí morir de gusto. Luis bombeaba con saña mi entrada trasera mientras con su barriga metía y sacaba la polla de goma en mi coño. Había probado el sexo anal, nunca había recibido dos penetraciones a la vez, y me encantaba.
Sacudidas de placer recorrían mi columna cuando un fuerte ruido se oyó en varias partes de la casa. En pocos segundo tres policías vestidos de Rambo entraron en el sótano apuntando con sus armas. Agarraron a Luis desmontándolo de mi culo, rápidamente lo esposaron tirándolo en el suelo mientras me intentaban tranquilizar . Cuando me quitaron la venda pude ver como se llevaban a Luis desnudo escaleras hacía arriba. Ni se molestaron en buscar las llaves de las esposas, con un corta fríos me cortaron las mismas y me cubrieron con una manta. Disimuladamente que quité el vibrador de mi aun calado coño.
Me sacaron de la casa envuelta en la misma y me llevaron directamente a un hospital a hacerme una revisión.
Federico, mi marido pasó a verme al hospital, pero mi abogado le esperaba en la puerta de la habitación negándole el acceso y anunciándole una demanda.
La prensa al día siguiente describía con detalle la operación policial, describió que cuando la policía entró yo estaba siendo violada por uno de los secuestradores. Como habían detenido a los distintos compinches en sus lugares de trabajo y como todos habían ingresado en prisión.
Fue una semana en la que solo se habló de nosotros en la prensa. Contaron mis condiciones de vida, la vida padre que se había dado mi marido, de mis video y de la investigación policial. Me quedé perpleja al saber como habían dado conmigo. Por lo visto desde el primer día la policía escaneó las direcciones de IP desde las que se leían noticias sobre mi secuestro. UN ordenador iba analizando desde que IP’s todos los días se leían las noticias sobre el caso en todos los medios de comunicación. Al principio era muchísimos, pero con el paso de los días el numero se iba reduciendo pues se desechaba quien un día no buscaba noticias. También se fueron desechando IP’s de zonas desde donde se enviaban mis videos ya que la policía asumía que los secuestradores nunca usarían un internet café cercano al lugar de los hechos. Tardaron meses pero finalmente dieron con el único punto que durante los cuatro meses había entrado en las noticias todos los días.
Mis abogados antepusieron una demanda de divorcio en la que pedía a mi marido el 50% de sus propiedades, a algo que su equipo de abogados se negó pero era tal el escandalo y la obviedad que se estaba follando a otra mientras yo estaba secuestrada que le sacaron hasta los ojos en el juzgado.
Con la sentencia de divorcio en mi mano y ya con los bienes puestos a mi nombre hice una rueda de prensa donde declaré que no es que perdonase a mis secuestradores sino que declaré que todo había sido una farsa y que en realidad nunca había habido secuestro. Inmediatamente mis abogados se hicieron cargo de la defensa de Luis y sus amigos.
EL juzgado ordenó dos días después la puesta en libertad de los chicos cambiando la acusación de secuestro a simulación de secuestro, de lo cual yo también fui acusada. Aunque la posible sentencia tenía pena de cárcel, era bastante improbable que nos cayese gran cosa al no haber cobrado ningún rescate. Mis abogados me aseguraron que ninguno entraríamos en prisión.
Mi chofer fue a recoger a Luis a la salida de la cárcel, no le costó convencerle que le acompañase hasta mi casa.
Una doncella le abrió la puerta de la mansión, le indicó el camino hasta mi alcoba donde el esperaba. Le dio un sobre indicándole que lo abriese justo antes de abrir la puerta.
Antes de poner la mano en el pomo de la puerta abrió el sobre.
- acabemos lo empezado.
Cuando la puerta se abrió me encontró esposada al mismo camastro que dejamos en el sótano, completamente desnuda, con una venda en los ojos y con el vibrador metido en mi coño. Luis se acercó a mi puso sus manos en mis tonillos y levantando mis piernas y no sin cierto esfuerzo profano de nuevo mi ano hasta que la tuve dentro. Aquel fue el primero de muchos polvos que desde entonces Luis y yo hemos y seguimos echando.