Secuestrada en la Mazmorra VI

Patricia hecha sumisa, es entregada a su Amo.

A

l despertar de los efectos de aquel sedante, todo el cuerpo me dolía

horriblemente mis intimidades y mis senos parecían explotar. sentía tanto dolor que no me preocupe por luchar

ya me daba igual lo que hicieran conmigo.

Intenté abrir los ojos, pero sobre mí habían grandes reflectores de luz blanca que me impedía ver

,

preferí quedarme con los ojos cerrados, recobrando mejor las sensaciones, entendí que estaba recostada en una

camilla

ginecológica,

mis brazos estaban atados a largo de cada lado, con agujas insertadas en mis venas, estaba completamente desnuda, con mis piernas en los pasadores de la camilla estaban atadas dejando una ve

z más mi vagina a merced de un amo,   pero sentía mucho dolor y me sentía muy mojada,

allí,

con poca anestesia y en condiciones de higiene desconocidas

para mi

,

fui intervenida pues estaba desg

arrada por mis violadores, tanto por la vagina y por el culo

; no sentí cortina quirúrgica, si hubiera podido abrir mis ojos, podía ver al medico operarme si así lo quería.

Allí me quede largo tiempo... sin moverme, fui entubada para ser alimentada y solamente me tocaban cuando era examinad

a

o limpiada

.

Una vez "dada de alta" me obligaron a levantarme, mi cuerpo estaba muy frágil y laxo, cada paso que daba era un tormento de remolinos en mi entorno.

S

olo podía ver el suelo, alzar la cabeza me provocaba fuertes mareos. No sabia que harían esta vez conmigo, y a decir verdad no me importaba

, andaba un paso ala vez para evit

ar

malestar, el camino me resultó bastante largo y cansado.

Me hicieron detenerme en una mazmorra que apenas era iluminada por una antorcha, aun encandilada por los reflectores del otro cuarto, el lugar era muy oscuro. Me quedé quieta, con los brazos estirados a los lados y la cabeza agachada, no tenia cabello y lo poco que pude ver de mi cuerpo, parecía una chica con problemas alimenticios y mis senos estaban apunto de desaparecer.

Unas manos oscuras y calientes, comenzaron a tocarme desde mis medio muslos y fueron subiendo poco a poco hacia mis caderas, pasaron por mi pubis, cruzaron mi vientre y llegaron a mis pechos.

Una boca tibia comenzaba a lamer y succionar uno de mis pechos, la debilidad que tenia no me permitía ni luchar, ni negarme a lo que ocurría

; las manos pasaron a explorar mi espalda, lenta y suavemente la recorrieron hasta llegar a mis nalgas, las cuales fueron magreadas a placer.

Mi aman

te

gimió y cuidadosamente, dejando un camino de saliva en mi pecho paso su boca de un pecho al otro.

Y mi boca comenzó a emitir sonidos débiles de placer.

Involuntariamente, mis piernas se separaron

un poco y mi pelvis buscaba frotar su falo. con esto, M

e guio a una cama que e estaba en el lugar y me acomodó sobre él; colocando sus manos en mis caderas, me guio a sentarme sobre un falo, erecto y caliente. Desde que sentí su glande en la entrada de mi vagina, y luego penetrándome poco a poco, mi cuerpo recibía espasmos leves y comenzaba a calentarse. Me sostuve del pecho de mi amante, fornido, y comencé a cabalgarlo. Ambos gemíamos por las sensaciones de placer que se sentían,

él apretujaba

mis pechos, y más ritmo le daba a mis movimientos, sentía sus manos recorrerme toda la piel alcanzable, media dedos en mi boca entreabierta, pero no podía continuar mucho, pronto me hizo falta el aire, y perdía fuerza en mis movimientos, ante esto comencé a llorar pues estaba entre querer detenerme y el deseo de continuar hasta el orgasmo.

Sentí que me abrazaban para cambiar de posición los cuerpos, ahora yo acostada en

el colchón

y él sobre mi, pasó sus brazos por debajo de mis  muslos, y desde atrás me tomó por los hombros para penetrar más y abrir más mis piernas, sentía su falo grueso tocar mi coño en cada embestida, ambos estábamos llenos de sudor, el cual no pude evitar lamer, y finalmente comencé a explorar

su espalda; Su ritmo era cada vez más frenético, yo quería llevarle el compás pero no tenía fuerzas. Mi garganta gemía y esto eran susurros excitantes a sus oídos

, me entregue al placer dejando en el todo el trabajo, sentía que me reventaba pero el placer era frenéticamente superior.

Las embestidas eran avasallantes, ya no

habían caricias por parte de nuestras manos, solo había instinto carnal del coito, las únicas caricias que habían entre nosotros era la fricción de su pene en mi vagina; mis ojos cerrados, mi boca entre abierta. Sus feroces penetraciones, que llegaban hasta el coño mismo, mi cuerpo convulsionaba y se pasmaba

al recibir la caliente leche que su falo derramaba dentro de mi quemando las paredes de m

is entrañas

, no saco su falo y no detuvo su vaivén hasta que mi cuerpo no se laxo de cansancio y mi conciencia se des

vaneció

.

Continuara...

Graicas por comentar...