Secuencias de un matrimonio: la propuesta del jefe

Este relato podia incluirse en intercambios, pero ya vereis como en realidad acaba volviendose una infidelidad.

Secuencias de un matrimonio: La propuesta de mi jefe

Paco y Laura es un matrimonio de treintañeros, sin hijos. Los dos trabajan, el de vendedor de coches en un concesionario y ella en una inmobiliaria. Cuando empezó esta aventura llevaban 7 años casados, con algún altibajo pero sin más consecuencias.

Aquella mañana él había ido a almorzar con su jefe, Pedro, y éste, entre copas de vino, le confesó que Luisa, su mujer, cada vez tenía menos ganas y que para recuperar la complicidad habían acudido a un lugar de esos que denominan swingers, de intercambios de pareja. Ante la curiosidad de Paco, su jefe fue dándole detalles de aquellos encuentros y le comentaba como desde entonces la vida sexual con su mujer había mejorado mucho y los dos estaban volviendo a recobrar sensaciones que ya estaban gastadas con el paso del tiempo y los dos hijos que tenían.

  • Y estabais los dos en la misma habitación? –decía Paco.

  • Puedes elegir –contestaba Pedro.- Nosotros preferíamos estar en habitaciones separadas, sin vernos el uno  al otro.

Aquella conversación con su jefe llevo a  Paco a comentárselo a su mujer, pero Laura también era reticente a ir a un local con más gente desconocida, no le gustaba la idea. Entones Paco se lo propuso.

  • Mira Laura que te parece si se lo digo a mi jefe y podemos hacer una cena aquí en casa, no?

  • Tu sales perdiendo… - me dijo riéndose – tu jefe para estar en los 50 aún está de buen ver… pero su mujer ya no tiene un cuerpo como el mío, ni parecido.

  • Eso es cierto, pero sería solo una iniciación al mundo de los intercambios – le contesté yo alegrándome porque, al menos, ella parecía no rechazar un encuentro con Pedro, mi jefe.

Y así fue, unos días más tarde, al insistirle a mi mujer sobre el tema me dijo q ese fin de semana que no teníamos nada, en concreto el sábado, podíamos hacer la cena, que se lo comentara a mi jefe y si ellos podían y estaban dispuestos, que los invitara. Así que al día siguiente en la oficina se lo comenté a Pedro y el enseguida se mostró encantado, él ya conocía a mi mujer y se notaba que le agradaba la idea de follársela y en mi propia casa.

Fueron pasando los días y por fin llegó el sábado, durante la tarde Laura, con mi ayuda, estuvimos haciendo todos los preparativos de la cena, luego pasamos a ducharnos juntos. Yo la provoqué en la ducha pero ella no me dejo que pasara a mayores, tan solo besos y roces. Pasamos a vestirnos, yo informal una camisa y sin corbata pero ella se puso su mejor vestido, sus mejores galas, medias negras y sus zapatos preferidos, no excesivamente maquillada. Y lo principal se había comprado ropa interior nueva, especial para esta ocasión.

A pesar de todo esto ella mientras acababa de acicalarse me comentó que aún tenía dudas sobre todo aquello. Yo la tranquilice y le dije que dejáramos transcurrir la cena y luego si no le apetecía hacerlo que nadie la podía obligar, simplemente que se dejara llevar. Y por lo que paso más tarde vaya si se dejó llevar. Mi jefe y su esposa llegaron algo más tarde de las 21h, los dos con sus abrigos, él de traje sin chaleco y ella con un vestido menos sugerente que el de mi mujer.

  • Que bien se está aquí –comentaba mi jefe- y que bien huele…

  • Laura es una buena cocinera – añadí yo.

  • Lo digo por su perfume hombre… - mi jefe rompía el hielo y Laura y Luisa le reían la gracia - Veo que la mesa está ya puesta, así que ¿por qué no hacemos que Laura y yo somos los anfitriones y os servimos la cena? ¿Os parece? – todos asentimos, a mí me parecía bien que ellos dos fueran cogiendo confianza.- Pues venga – seguía Pedro- vosotros sentaros en el sofá y Laura y yo vamos a la cocina.

Yo me quede charlando con Luisa y ella me pidió que nos sirviéramos dos copas de vino. De la cocina se oían risas a los 10 minutos vinieron con algunos de los platos para la cena. Me extrañó que Laura venía con la cara encendida, roja. Pero ellos no comentaron nada tan solo Pedro le dijo a Laura…

  • Vamos a traer lo que queda Laura, mira ellos ya están con el vino… te sirvo una copa?

Laura aceptó y con las dos copas se fueron otra vez a la cocina. Ahora no se oían risas. De hecho no se oía nada. De repente Luisa me dijo, - ahora se la está mamando.

Yo dije - no creo mujer, si ella tenía muchas dudas.

  • Se la está mamando –siguió Luisa- y ahora cuando salga te dará un beso en la boca.

  • Quieres decir que se corre con una mamada y ahí se acaba todo?

Luisa se rió – ahí empieza todo, Pedro lleva viagra para aguantar toda la noche.

Estaba con la polla durísima así que besé a Luisa con pasión, ella se apegó a mí. Me dijo que ya lo estaba esperando que siempre le había gustado y que quería que la follara. Sin embargo, yo le metí mano por debajo del vestido pero ella me paró la mano y me dijo que más tarde tendríamos tiempo para eso. Se volvieron a oír risas en la cocina y al momento vinieron los dos con lo que faltaba para cenar. Laura vino hacia mí, que estaba sentado aún en el sofá, y me metió la lengua en la boca, lengua con regusto a semen, y al acabar me dio las gracias. Nos sentamos a cenar, yo junto a Luisa y Pedro junto a mi esposa. Durante la cena cada uno solía hablar con nuestras parejas de esa noche pero la mano de Pedro se perdía por debajo del mantel. De hecho durante la cena note como Laura se corría una vez, aunque intentó disimularlo.  Noté que ella estaba bebiendo más de lo normal y tenía su cara encendida. Luisa mientras me hablaba de sus experiencias con los intercambios y me dijo que aquello era algo que había cambiado su vida.

Al acabar la cena, se fueron a por el postre los dos anfitriones aquella noche. Pero ya no volvieron al comedor. Se oyeron los gemidos de mi mujer desde nuestra habitación. Yo le pedí a Luisa que me disculpara, que iba al baño.  - Quieres verla verdad? Ve y echa un vistazo yo te espero aquí. – Habían cerrado la puerta del dormitorio pero se oía perfectamente lo que decían.

  • La mía es más grande que la de tu marido verdad?   Dímelo puta.

  • Si es más grande y soy tu puta, sólo tuya, por esta noche.

Él le contesto algo que no pude entender y regresé al comedor donde me esperaba Luisa con cierta ansia. Le dije que fuéramos a la otra habitación, era la de invitados porque como no pensábamos tener hijos la teníamos arreglada para una pareja con una cama de matrimonio, eso sí, con los muebles mucho más justos que en mi dormitorio, donde estaban mi mujer y mi jefe. Allí nos desnudamos y me folle a Luisa con muchas ganas, al observar cómo había reaccionado mi mujer.

Después del primer polvo y por efecto de la bebida, del vino de la cena, ella se quedó dormida. Oí como se abría la otra puerta y alguien iba hasta el baño luego volvió a entrar y  hablaban bajo. Instantes después salieron los dos y al pasar por mi puerta dijeron – están durmiendo ya,- y se rieron bajito. Fueron al salón, parecía que charlaban tranquilamente pero unos gemidos entrecortados de mi mujer  me indicaron que algo estaban haciendo. Así que arriesgándome me levante desnudo, ellos posiblemente también estaban desnudos los dos. Me di cuenta de que quería tener a Laura toda la noche “conectada”.

Laura puso música, no muy alta, y no se oía nada más. La puerta del salón estaba abierta de par en par,  pensaban que nosotros estábamos durmiendo y no tenían que molestarse en buscar intimidad. Me acerqué lentamente. Él la cogía por la cintura con la mano derecha y con la izquierda sostenía su copa de vino. Ella su mano derecha sobre los hombros de él  y en la izquierda su copa. Cuando se dieron un poco la vuelta me di cuenta… se la estaba metiendo. El empezó a decirle cosas al oído ella estaba de culo a mí y no puedo decir si sonreía, pero bajo un poco su mano de su cintura a su culo, primero dándole palmaditas en los dos cachetes y luego, empezó a meterle un dedo en el esfínter.

  • Quiero que ese culito sea mío. –ahora si podía oírles.

  • Pídeme lo q quieras, - decía ella – esta noche soy tu puta.

  • ¿Sólo esta noche…?

  • Solo esta noche, soy una mujer casada y no te puedo dar más.

  • ¿Como que no? –reía él … y la hacía reír a ella – voy a metértela en ese culito que tienes, mientras tu estas recostada en la mesa, quiero que cuando comas aquí con amigos o con tu familia, recuerdes esta noche donde te partía el culo mientras tu marido dormía plácidamente.

  • ¿Me la vas a meter ya, quieres que me ponga?

  • No tengas prisa quiero bailar un poco más contigo. – Sonrieron los dos y siguieron moviéndose. Se daban a beber uno de la copa del otro. Entonces el volvía a hundir la cabeza en el cuello de ella y ella hacia lo mismo y ya no oía lo q se decían.

  • Nooooo  - dijo ella en alto.

-Pero, ¿lo tienes? – quería saber él.

  • Si lo tengo aún…  -ella dejó la frase abierta, lo que le llevo a él a pedir…

  • Ves y póntelo      - Perooooo      - Nada de peros, recuerda q eres esta noche…

-  Vale voy a ponérmelo – yo al oír aquello volví a mi dormitorio donde Luisa seguía durmiendo. La oí pasar a mi lado separados por la puerta, iba caminando despacio. Pero, ¿Qué es lo que le había pedido que se pusiese? No importaba lo vería dentro de unos momentos porque  me había desvelado completamente y no tenía nada de sueño. Pasaron unos 15 minutos. Que largos se hacen de madrugada. Finalmente salió caminaba muy despacio y se oía como un siseo, como que arrastraba algo. Cuando calculé que ya estaban los dos en el salón otra vez, salí de nuevo.

Él le subía la cremallera del vestido de bodas. Ahí me di cuenta de que esto se podía estar saliendo de madre. Laura se recostó sobre la mesa, se recogió la falda del vestido mostrándole y dándole su culo. Él se acercó y se la metió de una hasta los huevos. Laura gritó, pero no protestó, aguantó su polla en su culito y empezó ella misma a hacer movimientos adelante y atrás y él igual le daba con furia. Cuando se corrieron los dos eran las 3 de la mañana. Se sentaron en el sofá.

  • Tengo calor, voy a quitarme el vestido, si?

  • Ha estado increíble, ya puedes quitártelo putita.

  • Sabes Pedro? – y siguió sin esperar respuesta – yo creí que nunca sería capaz de llegar a esto.

  • Tu eres una mujer por descubrir Laura y esta noche te estas descubriendo a ti misma. – Y la cogió, estiró y la tumbo a ella encima de él.

  • Joder q aguante tienes ya estas otra vez empalmado. Me encanta. Quiero tenerla toda la noche dentro de mí.  –Ven aquí y métetela tu misma. -No hacían movimientos bruscos, se movían suavemente. Ya me estaba quedando dormido sin darme cuenta cuando me despertaron los gemidos de Laura. Gemidos agudos y acabando como en una interrogación. Eran gemidos que solo le salían cuando estaba súper excitada y cuando lo está pasando genial, yo solo los había oído antes un par de veces. La tenia tumbada boca abajo en el sofá y él, encima de ella, le daba todo lo duro q podía. Estaba cansado de estar allí de pie, así que me volví con Luisa y al entrar a la cama ella se giró y nos dimos un largo beso y como estábamos desnudos los dos me subí encima de ella y le di todo el morbo que llevaba acumulado. Esta vez, al acabar, nos quedamos los dos dormidos.

  • Aauuuuuuu? Aaaaauuuuuuuuuu? Aaaaauuuuuuuuuuuuu?  - me despertaron sus gemidos-aullidos eran las  4:45 am. Presté atención y estaban en la habitación de al lado, en mi dormitorio.  Ahora cuando se corrieron los dos, primero lo hizo ella, se hizo el silencio y me dormí. Me desperté a las 6:15, fui al baño y entré a darme una ducha. Tenía hambre, fui a la cocina y mientras estaba picando algo pasó mi mujer desnuda, iba al baño y era urgente porque no se paró, pasó corriendo sin decirme nada. La oí ducharse también, salió con una toalla tapándole hasta sus muslos. La cogí por la cintura para darle un beso pero ella hábilmente me esquivó y me dijo –Es que viene él a ducharse y quiere que le enjabone. Iba a replicarle cuando paso mi jefe  por el pasillo hacia el baño y ella salió disparada detrás de él. Se oía el agua caer, y risas y comentarios en voz baja. Entendí que él le decía a ella, - Así que estaba en la cocina, ha dormido poco esta noche, menos hemos dormido nosotros, jajajajja – reían los dos. A mí después de la ducha me salió el cansancio de la noche, me metí de nuevo en la cama y me quedé dormido abrazado a Luisa.

Cuando desperté volví a oírlos: Aaaaauuuuuuuuu?    Aaaaaaaaaauuuuuuuuuuuuuuu? Me levanté y fui a la cocina, la tenía allí, sobre la mesa, dándole duro. Era ya de día, sobre las 11. Yo me quede quieto al lado de la puerta y mi mujer que me vio me dijo que pasara que no molestaba.

  • Voy a hacer café, - se me ocurrió decir. Por suerte Luisa no tardo en entrar y entre los dos preparamos el desayuno. Desayuno que nos comimos sólo los dos pues para la pareja era como que no estábamos allí, ellos seguían dándole, ahora la tenía recostada sobre la  mesa bocabajo y el dándole desde atrás. Mi mujer cuando estábamos preparando todo para desayunar había acallados sus aullidos. Pero ahora con el cambio de posición y viéndonos a Luisa y a mí allí con ellos comenzó a aullar de nuevo.

Luisa y yo nos fuimos al salón recogimos todo lo que aún quedaba en la mesa, y lo llevamos a la cocina. Pusimos el lavavajillas y ya nos quedamos en el salón hasta que quisieran acabar. Al rato se oyó que entraban al baño y más aullidos.  Cuando por fin entraron al salón, eran sobre las 12:30, ya vestidos los dos, me dijo mi mujer:

  • Paco, que ellos ya se van y voy yo a llevarles a su casa.

  • No mujer, yo les llevo y cuando vuelva te llevaré a comer por ahí.

  • No, déjame las llaves de tu coche que es más cómodo y les llevo yo. – Mi coche, el cabrón quería follársela en mi coche. Era una situación incómoda. Y no quise hacer un drama. Le di las llaves, nos despedimos y se fueron. Yo me quedé solo en casa y sentado en el sillón viendo la tv me volví a quedar dormido.  Me despertó sobre las 15:30 el sonido del teléfono, pero no era el mío, era el de Laura, se había dejado su móvil. El sonido venia de nuestra habitación la sintonía la reconocí era Rebeca, Rebe, quien la estaba llamando. Al contestar le dije que se lo había dejado Laura en casa, quería saber dónde estaba ella, le extrañaba que no estuviera conmigo, y eso le dije yo, que a mí también me extrañaba. Le dije que había ido a llevar  a unos amigos y aún no había vuelto. Me pareció intuir que Rebe sabía algo más sobre nuestra “fiesta” de intercambios. Me dijo que por favor le dijera que la llamara en cuanto llegase y le dije que así lo haría. Me fui al salón con el móvil de Laura y el mío. Me puse cómodo en el sofá y me dormí.

A las 18hrs me volvió a despertar Rebe, le dije que aún no sabía nada y que empezaba a estar preocupado por si le había pasado algo, ella me dijo que ahora venía a casa. Cuando colgué cogí mi móvil y llame a Pedro, mi jefe. Y como me temía el móvil estaba apagado o fuera de cobertura. A los 15 minutos le volví a llamar y recibí la misma respuesta. De repente llamaron al timbre, pensé que igual se podía haber dejado las llaves, pero no, era Rebe.

  • Me sabia mal que estuvieras sólo y preocupado, esperándola. –Dijo ella- te molesta que te haga compañía mientras viene?

  • Para nada Rebe, es más te lo agradezco. Y tu marido?

  • Se ha quedado con Fernando, mi hijo.

Yo le conté que unos amigos se habían quedado en casa y ahora Laura había ido a llevarlos. Pero hacía ya casi 6 horas desde que se fue. Fuimos a ponernos una copa, Rebe me cargo de alcohol la mía y me dijo que me ayudaría a relajarme. Cuando nos sentamos al sofá con las bebidas hice acopio de valor y le pregunte:

  • Tú ya sabias lo que íbamos a hacer este fin de semana, verdad?  - Ella guardó silencio, bajó la vista y encendió un cigarrillo.

  • Claro Paco, - me confesó – ya sabes que ella y yo nos contamos todo. Me contó que habíais quedado con tu jefe y su mujer para hacer un intercambio.

  • Un intercambio sí, pero llevan ya todo el finde…

  • Y como aguanta tanto el tío ese?    - Con viagra. – Rebe afirmaba con la cabeza. -Te importa? -Me dijo mostrándome su vaso vacío. Nos levantamos y nos servimos dos copas más. Yo puse música, la misma que esa noche había visto danzar a mi mujer. Me acerque a Rebeca y la cogí por la cintura con mi mano derecha, mientras que con la izquierda sujetaba mi copa. Ella me vio e hizo lo mismo, pero con su brazo derecho en mi hombro. Estábamos prácticamente igual salvo que ellos iban desnudos y él se la estaba metiendo, no sin dificultad. Le di de beber de mi copa, y ella me dio de la suya. Le pedí su vaso y dejé los dos junto al sofá. Ahora la cogí con las dos manos de su culo, al sentirlas ella pronunció mi nombre, Paaaaco! mostrando sorpresa. – Vas a follarme duro, lo presiento.  –Aún estas a tiempo de marcharte. - Creo que me quedaré a ver el show!

La desnude en el salón y ella me desnudo a mí, cogimos las copas y nos fuimos al dormitorio besándonos, riendo. Caímos en la cama, Rebeca estaba caliente, me decía que anoche casi no durmió pensando en la fiesta que teníamos montada aquí. Se la metí y entro lubricada. Empecé a darle duro y más duro. Moviendo mi polla en su interior a derecha e izquierda y haciendo círculos.  Después de 15 minutos se la saqué. Quedamos un momento descansando, ella dudaba si ya había acabado todo y me preguntó –te has corrido? – La cogí de la mano y me la lleve a la cocina, la senté sobre la mesa y empecé a darle otra vez. La puse bocabajo como estaba Laura esa mañana. Y se la metí por el culo. Instantes después me la llevé al salón. Y finalmente nos fuimos al baño. Al acabar, le dije que era mejor q se fuera a su casa, y yo le llamaría cuando volviera Laura. Que la cosa se había complicado entre los dos y que aunque quería que se repitiera otra vez, ella me dijo q estaba de acuerdo, y que se marchara, no antes de intercambiar nuestros teléfonos. Eran sobre las 21 hrs. Me puse a ver el partido de mi equipo y antes de acabar, sobre las 22:30 oí las llaves en la puerta y era Laura.  Intenté entrarle de la mejor manera posible. Le dije que había estado preocupado toda la tarde, que si le había pasado algo, yo ya sabía que algo si le había pasado, pero ella se negaba a hablar, que estaba muy cansada y que necesitaba descansar. Me dio un beso en los labios y se fue a dormir. Cuando la oí salir del baño y meterse en el dormitorio, donde cambio las sabanas, cuando ya no la oía, entonces llamé a Rebeca.