Secuelas de una noche
Nadie puede afirmar que conoce su propio "YO". El alcohol ayuda a liberar esos instintos, y también nos lleva a cometer actos que dejan consecuencias; convirtiéndose en secretos que guardamos como un gran tesoro.
SECUELAS DE UNA NOCHE
SALIENDO DEL TRABAJO:
- Finalmente son las 5:30 del viernes! dijo Ray en tono jocoso.
Muchas bromas rodaban en la oficina respecto a la influencia de los "viernes culturales" y la metamorfosis que van sufriendo los empleados asalariados que durante el ciclo de trabajo semanal, pasan de ser unos zombis malhumorados de lunes, convirtiéndose en el resignado empleado del martes, luego en el eficiente del miércoles, pasando al ansioso del jueves y finalmente al radiante y feliz que el viernes cuenta las horas para salir a su descanso, beber unas cervezas con los amigos y confiar a su buena suerte el curso de la noche.
Todos rieron del buen humor de Raymundo, y este se estiró y friccionó sus manos entre sí, en señal de que estaba listo para lo que seguía. Ray tenía fama de ser muy fiestero y era sabido que todos los viernes asistía con su inseparable amigo Andrés a algún bar, a compartir unos tragos para cerrar la semana. Generalmente convidaban a algunas de las chicas, y aunque se escuchaban rumores de uno que otro lío sexual que hubiera sucedido alguna que otra vez, fuera verdad o mentira, esto siempre había sido un secreto. La versión oficial era que después de los tragos, cada uno iba para su casa. A fin de cuentas, con excepción de Mariana todos los del grupo eran casados y no se podían permitir chismes. Y hasta la misma Mariana estaba comprometida, lo cual la mantenía incluso más por fuera de las escapadas de viernes culturales.
Espero que hoy sí nos puedas acompañar Mary, es la cuarta vez que te invitamos y ya estamos por pensar que te caemos mal. comentó sonriente.
No seas trágico Ray, sabes perfectamente que me caen muy bien, simplemente que los viernes me encuentro con mi novio.
Pues igual deberías acompañar un día a tus compañeros de trabajo. Total, dentro de poco vas a tener a Javier contigo por el resto de tu vida, y ahí vas a desear haber salido más veces con los amigos. Yo se como te lo digo!
De verdad que les agradezco mucho muchachos, y les aseguro que un día de estos los acompañaré dijo Mariana riendo del comentario.
Los muchachos no insistieron y se despidieron amigablemente. Salieron los 2 amigos, acompañados de Carolina, que ese día dijo tener un poco de tiempo antes de irse a casa, ya que su marido llegaría un poco tarde de un viaje de negocios. Mientras los veía alejarse, Mariana dudó. Ella sabía que esa noche no se vería con Javier, porque él también estaba fuera de la ciudad, pero simplemente no lo había dicho para no sentirse presionada a salir. Sin embargo, finalmente se decidió y apagó rápidamente el computador, recogió sus cosas y salió caminando con la intención de alcanzar al grupo en el estacionamiento. Después de todo, tenía bastante tiempo de no relajarse y un par de cervezas le caerían bien.
Esperen muchachos! les grito cuando ya estos se alejaban.
Vaya, vaya ... ¿será que hoy se nos hace el milagrito? dijo Andrés.
Acabo de recordar que Javier tiene que reunirse a estudiar con unos amigos hoy y va a llegar un poco atrasado mintió para tener una excusa para poder retirarse temprano así que voy a acompañarlos un rato.
Excelente! dijo Ray vamos a tomarnos unas cervecitas y relajarnos un poco. ¿Hasta que horas estás disponible?
¿Tú hasta que horas te quedas, Caro? preguntó Mariana.
El vuelo de mi marido llega a las 10:00 y él debe estar en casa a las 11:00, osea que mas o menos hasta las 10:30 los acompaño.
Pues justamente, a esa hora me dijo Javi que estaría en casa, osea que nos vamos juntas. agregó pensando que tenía la excusa perfecta.
Todos concordaron. Carolina y Mariana no tenían auto y Andrés todos los viernes dejaba el suyo en casa, pues era costumbre salir con Ray en un solo auto, así que se acomodaron todos y salieron de los predios de la empresa. Eran las 5:45 de la tarde.
EN LA DISCOTECA:
Aunque Ray había pensado ir con Andrés al calmado bar de siempre, al sentirse acompañado de las 2 chicas pensó que tal vez tendrían la oportunidad de un poco de diversión extra. Carolina era bellísima, con una cara perfecta y un cuerpo no tan voluptuoso pero sí muy armonioso, era una de las chicas más envidiadas de la compañía; tenía 3 años de casada y había rumores de que follaba con el Gerente, pero nadie había jamás confirmado estos rumores. Mariana era mucho mas voluptuosa, con unas tetas grandes y firmes, unas nalgas redondas, amplias caderas y delgada cintura; toda una joya del deseo; pero también mucho más recatada y siempre profesaba su amor a su novio ante cualquier insinuación del sexo opuesto. Como mujeres, eran 2 banquetes a los ojos de cualquier hombre, y por eso Ray había escogido aquella discoteca bastante bulliciosa pero igual de oscura. Las pocas luces eran siempre dirigidas a la pista de baile y en flash, dejando las mesas en la oscuridad. Aunque cuando llegaron a las 6:15 de la tarde la discoteca estaba vacía, el volumen un poco bajo y bastante iluminada, con el pasar del tiempo el lugar se había ido llenando, el volumen aumentando y las luces disminuyendo. A Andrés no le había costado trabajo entender el plan de Ray, y solo esperaban contar con un poco de suerte para facturar la noche.
Hacia las 8:30 de la noche, ya habían bebido suficiente cantidad de alcohol como para estar bastante desinhibidos. Mariana se sentía diferente, sabía que el alcohol estaba haciendo su efecto y pensaba que tal vez su partida debía ser antes de las 10:30, pues al ritmo que iban no aguantaría mucho antes de estar ebria. Sin embargo, se sentía alegre y dispuesta a divertirse; sentía que sus ideas ya no eran tan organizadas como siempre y los muchachos le parecían mucho más agradables que lo acostumbrado en la oficina. Carolina por su parte, se sentía completamente dispuesta a permanecer un rato más. Era el tipo de mujer que pierde el control con poco alcohol, y desde la tercera o cuarta rodada de tragos, Andrés había comenzado a rozar ligeramente la mano sobre los muslos de ella, al ver su risa alegre y su mirada perdida.
Después de un rato las parejas estaban definidas, la coquetería y los roces corporales se hacían evidentes y el alcohol seguía rodando a mares; el estado de las chicas era de total disposición, pero los chicos mantenían absoluto control de la situación. A una señal de Andrés, Ray invitó a Mariana nuevamente a la pista de baile. Comenzaron a bailar una música algo excitante, con lo cual sus cuerpos se rozaron y Mariana comenzó a sentirse diferente y sensual. El baile continuó, y Ray la atrajo con una mano sobre su cintura, pegándola a su cuerpo. El alcohol seguía haciendo su efecto en Mariana, quien sin quitarle la vista lo miró desafiante. Ray se acercó raudo y la besó en los labios, metiendo su lengua entre la boca de ella y explorándola a fondo; ella sorprendida, respondió al beso sin saber exactamente qué estaba sucediendo y sintiendo su cabeza dar vueltas. Luego ella sintió una mano apretando fuertemente una de sus redondas nalgas, al mismo tiempo que el pene rígido de Ray se encostaba contra su vientre bajo. Un calor recorrió su cuerpo y respondió con más ímpetu al beso; él siguió masajeando descaradamente sus nalgas, ahora con las 2 manos. Ella también se aferró a las de él, moviendo sus caderas en suaves círculos y restregando su zona pélvica contra el bulto de su pantalón, mientras las lenguas se fundían desesperadas en un beso desbordado y las manos de Ray acariciaban esas nalgas firmes y redondas, por debajo de la mini-falda. A ella no le preocupó más lo que sucediera, pues sentía que no era a ella a la que le estaba sucediendo y comenzó a dejarse llevar en un toqueteo de nalgas y tetas abusado y descarado. Sin embargo, en un rayo de lucidez pensó que no estaban solos y de golpe se separó y le sacó las manos a Ray de debajo de su falda, permitiéndole que las apoyara en sus caderas.
No más. No te olvides que Andrés y Carolina están aquí.
No me olvido, cariño. Pero ellos tampoco están preocupados con nosotros.
Es que no está bien lo que hacemos. Ni siquiera sé lo que estoy haciendo...
Relájate linda, es bueno que todos nos mantengamos relajados para pasar una buena noche de viernes, como nos merecemos.
¿Todos relajados? repitió ella con su mente nublada y medio perdida.
Sí, todos estaremos relajados, con excepción de este aquí le dijo Ray, al tiempo que le tomaba una mano y se la colocaba sobre su pene, haciendo que ella lo atrapara sobre su pantalón y restregándosela morbosamente sobre el falo. Al mismo tiempo, hundió su mano sobre la parte delantera de la falda, hábilmente introdujo la mano desde la parte superior de la tanga, la deslizó hacia abajo sintiendo una vulva carnosa y con unos pelitos cortos y muy suaves, y sin ningún tipo de preámbulo le hundió el dedo central dentro de su húmeda vagina. Ella instintivamente hizo ademán de retirarse, pero sin soltarle el pene; Ray metiendo el dedo más a fondo y agarrando el resto de la vulva con su mano extendida, la retuvo y comenzó un movimiento rápido y circular dentro de la vagina de Mariana, mientras volvía a enredar sus lenguas en un fogoso beso. Al lado de ellos, otra pareja los miraba embelesados intentando comprender si lo que sus ojos veían a través de las ráfagas de luces de flash, era en realidad una mujer aferrada a la polla de un hombre, y siendo follada a dedo.
Vamos a sentarnos le dijo Ray
Pero en la mesa están Caro y Andrés!
No te preocupes, ellos lo entienden perfectamente.
Sin terminar de entender las palabras, pero también sin ideas coherentes dentro de su cabeza ni frases inteligentes para pronunciar, ella se dejó llevar hasta la oscura esquina del fondo, donde en su mesa de cómodos muebles acolchados los esperaban sus amigos.
EL COMIENZO DEL FIN:
Mariana nunca supo como comenzó lo que estaba sucediendo cuando llegaron a la mesa, pues jamás tuvo el valor de hablar con Carolina de lo sucedido. Ray lo supo al día siguiente por boca de Andrés, y a su vez le comentó a su amigo como también había logrado tomar ventaja de la ebria Mariana.
Ray la llevó hasta el sillón que les correspondía, enfrente al de su pareja de amigos. Antes de que ella se acostumbrara a la oscuridad, él comenzó a besarla y a masajearle sus grandes pechos. Ella se resistió un poco intentando recordarle que allí estaban sus amigos, a lo que él respondió indicándole por señas y con una sonrisa en los labios, lo que estaba sucediendo en el sillón de enfrente. Andrés estaba sentado de frente con las piernas estiradas; junto a él, sentada de medio lado estaba Carolina inclinada sobre las piernas de Andrés, aferrada con manos y boca a la verga que asomaba por el zipper de los pantalones de su compañero. La cabeza de Mariana seguía sin razonar muy bien, mientras que la de Carolina subía y bajaba a un ritmo que pocas consiguen mantener, devorando la polla de Andrés, haciéndola desaparecer dentro de su boca cada vez que bajaba, y succionándola cada vez que subía. Todo esto, acompañado de una masturbación a dos manos, simultanea con el ritmo de la mamada. Andrés estaba bastante sereno, con absoluto control de la situación y tomando pausadamente otro trago de cerveza, mientras Carolina seguía chupando desesperada. La levantó un poco jalándola por los cabellos Mariana pudo ver la mirada perdida de su compañera, con signos de estar completamente borracha. Andrés le ofreció un trago de cerveza y Carolina se levantó para tomarla, al tiempo que miraba a la pareja de recién llegados, un poco sorprendida pero sin el menor pudor.
Te dije que no nos estaban extrañando le dijo Ray a Mariana, pasándole un brazo por la espalda y otro por la frente, al tiempo que le agarraba ambas tetas y se las apretaba.
Que pena! dijo Carolina, aunque su expresión demostraba que no sentía absolutamente ninguna.
Tranquila Caro, ya he visto que en la pista Mariana tampoco está aguantando el calor sonrió Andrés.
Los hombres se miraban maliciosos, comprendiendo que las 2 chicas estaban completamente en su poder. Mariana, aunque ligeramente menos ebria que Carolina, tampoco era consciente de sus actos. Por eso no supo en que momento apareció en escena el pene de Ray, sino hasta que él la hizo inclinarse sobre sus piernas igual que estuviera antes Carolina. Ella sin entender, pero también sin resistirse, creyó que él le restregaría el rostro sobre la parte delantera de su pantalón, tal como había hecho con su mano. La sorpresa fue cuando sintió una mano obligándola a bajar más la cabeza, al tiempo que la punta de una verga presionaba su boca. Simplemente la abrió y dejó el falo deslizarse entre sus húmedos labios, y enseguida la mano tras su cabeza la obligó a subir y bajar a un ritmo rápido, más rápido que el que estaba acostumbrada cuando había chupado las pollas de sus novios de adolescencia, y sobre todo cuando chupaba la de Javier, cosa que casi nunca sucedía porque aunque a ella le gustaba, su prometido lo consideraba poco digno de una muchacha de bien.
Siguió chupando solo con su boca, sin ayuda de las manos. Los ojos permanecían abiertos porque ella aun no comprendía en su totalidad lo que estaba sucediendo en ese momento. Se sentía como en una película, o como en un sueño confuso. Ray le ladeó la cabeza para incrustarle la punta de la verga en un lado de la cara, y hacer que su mejilla se abultara por fuera con la forma de la cabeza de la polla, obligándola a quedarse estática en esa posición. En este momento pudo ver como Andrés se reía burlón de la gracia de su amigo, e inmediatamente tomaba a Carolina que había estado recostada con los ojos cerrados, y de un jalón la obligaba a inclinarse metiéndole la verga en la boca y haciendo la misma maniobra de incrustarle la cabeza por dentro de la mejilla y dejarla ahí. En un fugaz instante, las mujeres cruzaron sus miradas ebrias y perdidas, sin terminar de entender que no era un sueño extraño sino la realidad; que cada una estaba inclinada con un trozo de verga de un compañero de trabajo atravesado en la boca, mirando perdida a otra compañera de trabajo que también estaba con un trozo de verga atravesado en la boca.
Después de seguir con sus vergas dentro de las bocas de ellas, agitándoles las cabezas arriba y abajo durante un buen rato, Ray le dijo a Andrés:
Vamos a follárnoslas!
No creo que se pueda aquí
Claro que sí! insistió Ray ¿quien va a vernos en esta oscuridad?
Yo no puedo! atinó a decir Carolina tengo que irme.
Tú te quedas un rato más, Caro. Tu marido debe estar viajando aun le dijo su compañero.
No se puede follar con un pantalón de jeans dijo ella riéndose tambaleante
Pues te lo quitas, cariño. Nadie se va a molestar.
Vamos Mary - le dijo Ray a Mariana quítate la tanga y levántate esa falda.
No!, yo no puedo. Tengo novio.
Y yo soy casado, así que estoy peor que tú y no me preocupo tanto.
Y siguió la conversación. Las pollas de los hombres seguían afuera, palpitantes, mientras ellas las masajeaban suavemente mientras conversaban, casi sin darse cuenta. Tampoco se daban cuenta de que con el transcurrir de los minutos, ellos seguían suministrándoles fuertes cantidades de alcohol y las hacían seguir chupando las vergas, sacándoselas de sus bocas solo para insuflarles otro trago de bebida.
LA LOCURA:
Hubo un instante en el que Carolina estaba embelesada comiéndole la verga a Andrés, tragando hasta donde le cabía. En una de su bajadas, él le empujó la cabeza fuertemente hacia abajo obligándola a tragársela toda, con lo cual ella sintió que la punta le llegaba hasta la garganta y tuvo una pequeña arcada que la hizo levantarse a toser. En ese momento, miró a la pareja de enfrente y vio que mientras Ray seguía sentado con la verga asomando por el zipper al igual que Andrés, Mariana estaba a su lado pero ahora arrodillada en cuatro patas sobre la poltrona con la falda recogida sobre sus caderas, las piernas ligeramente separadas y sin la tanga. Mientras ella continuaba chupando a un ritmo acelerado, él tenía un brazo estirado sobre su espalda y le estaba metiendo dos dedos en la concha, al mismo ritmo que ella le mamaba la verga. Carolina se recostó en el sofá a beber un trago de cerveza y se quedó mirando el espectáculo. Vio que Andrés se levantó, se dirigió al sofá de enfrente caminando con la verga asomada por el pantalón y se sentó detrás de Mariana; le hizo una seña a Ray para que sacara sus dedos de la concha de su compañera, a lo que este los retiró risueño. Andrés encajó dos dedos en la concha de Mariana y empezó a meterlos y sacarlos a gran velocidad, al tiempo que con la otra mano se masturbaba. Mariana intentó protestar, pero Ray le agarró la cabeza con ambas manos y la obligó a chupar a mayor velocidad y con mayor profundidad.
Carolina miraba a todos lados, pero en medio de su borrachera comprendió que los chicos habían escogido un lugar estratégico, pues nadie pasaba cerca de ese rincón que además era el más oscuro del lugar. Siguió bebiendo, sin percibir en que momento exacto los muchachos intercambiaron sus lugares; solo percibió un ligero intento de protesta de Mariana, pero igual que hubiera hecho Ray, Andrés le agarró la cabeza y le clavó la verga en la boca sin darle mayor tiempo de reaccionar. Entonces Ray se arrodilló detrás de Mariana y luego de darle unos brochazos con la cabeza de su verga sobre la raja de la concha, la acomodó en la entrada y la metió de un empujón. Carolina percibió como el rostro de Mariana se descompuso soltando la verga de Andrés y girando la cabeza hacia un lado, y entre la música ensordecedora, pudo percibir un fuerte lamento de su amiga. Ray se quedó quieto esperando que Mariana se calmara, mientras que Andrés intentaba acomodar la cabeza de la chica de nuevo frente a su verga. Una vez que Mariana se acomodó a la nueva situación, enderezó su cabeza y solita volvió a tomar la verga entre su boca, mamándola a un ritmo mas lento. Detrás suyo, Ray comenzó a follársela a un ritmo lento, pero embistiéndola fuertemente cada vez que la clavaba. Carolina veía a su amiga aumentar el ritmo de la chupada, al tiempo que Ray aumentaba el ritmo y la fuerza de la clavada, haciendo brincar morbosamente las nalgas de Mariana en cada nuevo empellón. Estuvieron dándole verga por boca y concha en esa posición durante un rato hasta que Ray se salió y dejó a Mariana solo con la verga de Andrés en la boca, y moviendo las caderas como pidiendo más. Ray se acercó entonces a Carolina y sentándose a su lado la jaló por la parte de atrás de la cabeza y la acercó a su cara.
¿Quieres seguir participando?
No ... yo comencé con Andrés ... no soy una puta.
¿Y te parece que él está contigo?
Tengo que irme!
Ven nena ... solo un poquito.
Es tarde ... mi esposo va a llegar a la casa.
¿Es verdad que estás follando con el Gerente de Ventas?
Solo dos veces respondió ella risueña, sin comprender su confesión.
Ven acá ... cómete esto ...
Sin soltarle la nuca, Ray se recostó en la poltrona y la inclinó sobre sus piernas. Ella sin oponer mayor resistencia, comenzó a mamarle la verga. Notó que era mas gruesa que la de Andrés, pero percibió el sabor diferente debido a los jugos vaginales de Mariana. Siguió chupando con los ojos abiertos y la cabeza ligeramente ladeada, para poder ver como Mariana se había sentado sobre Andrés con las piernas apoyadas sobre los cojines, y de frente a él había comenzado a cabalgar sobre la verga. Le parecía mentira que fuera la Mariana tan recatada de la oficina, la misma que estuviera clavándose su segunda verga de la noche, después de haberlas chupado las dos. Alcanzó a pensar que debía estar muy borracha para hacer todo eso pues ella no era así. En su cabeza, le causó gracia cuando cayó en cuenta que mientras cuestionaba mentalmente a su amiga, ella también estaba comiéndose su segunda verga de la noche, y aunque no la estaban follando, tal vez una mujer casada chupando dos vergas era igual de malo que una comprometida clavándose las mismas dos. La idea le causó un poco de risa mientras seguía mamando sin pausa.
Pasaban los minutos, y en la mesa de enfrente Mariana se sentía en la gloria. Seguía pensando que no era a ella a quien le estaba pasando, así que lo mejor era disfrutarlo sin preguntar nada. Andrés le insinuó que cambiaran de posición, y cuando ella se bajó para volver a ponerse en cuatro, vio que mientras ella había estado cabalgando sobre la verga de Andrés de espaldas a sus compañeros, la acción también había avanzado bastante por allá. Recordaba haber visto a Carolina chupando la verga de Ray cuando ella se subió sobre la de Andrés, pero no había percibido cuando Carolina se había quitado el pantalón de jeans. Allí estaba su amiga casada, desnuda de la cintura para abajo y acostada boca arriba sobre el cómodo mueble, abierta de piernas y recibiendo las embestidas de Ray que acostado sobre ella la follaba fuertemente. Solo entonces percibió que los gemidos que escuchaba no eran parte de la música sino que era Carolina que chillaba. Parecía que hace un rato estaban dándole verga así, pues Ray se la clavaba con mucha fuerza y muy rápido, como queriendo acabar. Mientras pensaba en esto, Mariana se acomodó en cuatro patas e inmediatamente sintió la verga de Andrés que volvía a clavarla. Era menos gruesa que la de Ray, pero igual de fuerte cuando se la enterraban hasta el fondo. Definitivamente, las dos vergas eran mejores que la de Javier.
El cuadro era espectacular. Las dos mujeres estaban siendo folladas de una forma increíble. Mariana recostó su cara sobre el mueble levantando completamente las caderas y dejando su mejor postura a disposición de Andrés, que desde atrás seguía embistiendo con fuerza como queriendo atravesarla. Carolina acostada en el mueble, había encaramado una pierna sobre el espaldar y la otra la levantaba ayudándose a alzarla con su mano sujetándola por debajo del muslo. Estaba completamente despatarrada, y Ray inclinado sobre ella y apoyado sobre sus codos, también la taladraba inmisericorde.
Unos minutos mas tarde, Mariana no entendió por qué la habían dejado vacía por segunda vez, pero cuando no sintió la verga de Andrés se incorporó y vio que él estaba con la pareja de enfrente. Ahora era Carolina la que estaba en cuatro y Ray se había sentado para que ella siguiera chupándole la verga, dejando disponible la concha para que arrodillado desde atrás, Andrés la clavara. Le estaban haciendo igual a como le había hecho a Mariana unos momentos antes. Mariana se sentó en la silla y se dedicó a ver como usaban a su amiga. Vio que los muchachos tenían un estilo similar para follar, embistiendo con mucha fuerza, como queriendo partir a las chicas. También pensó que Carolina parecía ser muy buena chupando verga, pues lograba hacerlo rápido y a fondo, al tiempo que los pajeaba. Mientras tomaba otra cerveza y veía el ritmo desenfrenado y salvaje con el que se estaban follando a Carolina, pensó que sin duda los dos chicos estarían cerca de su eyaculación. Sin embargo, de repente Ray se levantó y cruzó de nuevo a la mesa de Mariana. Sin mediar palabra, le empezó a desabotonar la blusa y muy hábilmente se la quitó. Con la misma rapidez, pasó los brazos por detrás y le abrió el sujetador, quitándoselo de un tirón y las grandes tetas de Mariana saltaron libres. Ella se dejaba hacer sin ningún tipo de protesta, completamente abstraída. Ray inmediatamente se abalanzó sobre ellas y comenzó a chuparlas y a mordisquear los amplios pezones oscuros. Se inclinó quedando de pie frente a ella y agarrándola por la cabeza en un movimiento brusco, le volvió a meter la verga en la boca y la obligó a chupar a un ritmo rápido, como el de Carolina. Mientras chupaba la verga, Mariana sentía las manos de Ray amasando sus tetas por ambos lados y moviendo las caderas para llegar hasta la garganta. La dejó chupar un rato y de pronto se la sacó, y de un movimiento rápido pero sutil, hizo que Mariana se acostara sobre el sofá; entonces él apoyó una pierna sobre el mueble pasándola por encima de ella, con la otra apoyada en el piso. Descendió y le colocó la verga en el medio de las tetas, agarró las manos de ella y las llevó a las tetas, colocándole una por cada lado y haciendo que con sus propias manos, Mariana apretara la verga entre las tremendas tetazas grandes y redondas, cubriéndola y dejando aparecer solo la cabeza, cerca de la barbilla de Mariana. En esa posición, sus pezones se veían más grandes. Ray le dio el ritmo, para que ella comenzara a mover sus tetas adelante y atrás, en sentido contrario a las caderas de Ray, con lo cual estaba masturbándolo con sus tetas. Él la agarró por la parte de atrás de la cabeza haciendo que la levantara un poco y continuó follándole las tetas un rato, mientras ella desde su posición solo veía la cabeza de la polla aparecer y desaparecer frente a su cara. De repente lo sintió acelerar el ritmo y sacándole la verga del medio de las tetas, comenzó a pajearse con su mano frente a la cara de ella. Sin previo aviso, sendos chorros de esperma caliente comenzaron a caer sobra la cara de Mariana. Ella intentó tapar con las manos y girar la cabeza de medio lado, y él dirigió los próximos sobre las tetas; con una mano le apartó las de ella y disparó dos veces más sobre su cara ladeada.
A Mariana nunca se le habían derramado en la cara y no supo como sentirse, pero ya había pasado. Él se chorreó abundantemente sobre su cara y pechos, y después le metió la verga de nuevo en la boca e hizo que se la limpiara. Mientras terminaba de chupar lentamente la verga de Ray que ahora comenzaba a ablandarse, Mariana miró hacia el frente y vio que Andrés estaba sentado de frente con las piernas separadas, y arrodillada en el suelo entre las piernas de él, Carolina le estaba haciendo una nueva mamada a una gran velocidad y pajeándolo con ambas manos. Justo en ese momento, Andrés le agarró la cabeza y la obligó a permanecer con la polla dentro de la boca, levantó las caderas y sus gestos indicaron que debía estar eyaculando dentro de la boca de su amiga. Después aflojó la cabeza de ella, que siguió chupando a un ritmo muy lento, y Mariana entendió que se la estaba limpiando, igual que ella acababa de hacer con Ray.
LLEGANDO A CASA:
A las 11:00, dejaron a Carolina en la puerta de su casa. Las luces estaban encendidas, por lo que supusieron que el marido ya estaría en casa y tal vez tendría algunos inconvenientes; así que de forma muy responsable, los dos muchachos dejaron a Mariana en el auto, se bajaron con Carolina y la acompañaron para explicarle al esposo que estaban celebrando el cumpleaños de otro compañero de trabajo con algunos traguitos, pero nada más. El hombre agradeció el gesto de los buenos compañeros y dio a su hermosa esposa un enorme beso de bienvenida, mientras Ray y Andrés se miraban maliciosos y esperando que el tipo o percibiera ningún sabor extraño. El esposo de Carolina hizo una broma, haciendo alusión al hecho de que tenía una semana de no estar con su mujer, y que aprovechando que ella estaba tan alegre, esa noche "se desquitaría" en el lecho matrimonial. Ray y Andrés celebraron la broma, y ambos se excitaron con la sola idea de saber que Carolina se iba a llevar su tercera verga en una misma noche, como en efecto sucedió.
De regreso, Andrés se montó en la parte de atrás con Mariana y mientras Ray dirigía, la puso a que le hiciera una nueva mamada. Fue una mamada rápida y sin ningún tipo de preámbulo; Mariana simplemente se dedicó a mantener un ritmo fuerte y parejo con boca y mano, hasta que sintió los chorros de leche inundando su boca, se la tragó toda y limpió la verga. Cambiaron de posición y Andrés dirigió, mientras Mariana después de tomarse otra cerveza, volvía a chupar verga, ahora la de Ray. Fue igual de rápido y metódico.
Al llegar a su dirección, Mariana se dirigió tambaleante hasta la portería del edificio donde quedaba su apartamento. Ya les había confesado a los chicos que su novio no estaba, por eso ellos no se tomaron el trabajo de acompañarla y se marcharon enseguida.
Señorita Mariana, nunca la había visto en ese estado! comentó desde dentro de la garita de vigilancia el portero del edificio.
Nunca había estado así, señor García respondió ella.
Está usted bastante ebria!. El señor Javier va a preocuparse mucho si la encuentra así.
El señor Javier no vendrá esta noche señor García, y le agradeceré si él no se entera de que llegué así.
El hombre guardó silencio entendiendo que no debía meterse en lo que no le importaba, pero para su sorpresa, la muchacha en su estado, lo interpretó como un reto.
Venga, señor García ... si me promete que no le dirá nada, le daré ahora mismo la mejor mamada de verga de su vida!
¿Cómo dice?
Por favor ... no le diga nada!. Guárdeme el secreto y sabré recompensarlo. Le aseguro que no se va a arrepentir de la chupada que le voy a hacer. Soy muy buena...!
El hombre quedó perplejo ya que eso no tenía nada que ver con lo que él estaba pensando cuando hizo su comentario, pero antes de decir nada más, ya Mariana estaba arrodillada entre sus piernas intentando torpemente sacarle la verga por el zipper del pantalón; el viejo la ayudó a lograrlo, y segundos después ella se la estaba comiendo. Estaba completamente borracha y nada podía detenerla.
A MANERA DE EPÍLOGO:
Mariana y Carolina nunca volvieron a comentar el tema ni entre ellas ni mucho menos con Ray ni Andrés, y aunque las dos recordaban con claridad todo lo sucedido, internamente cada una guardaba la falsa ilusión de que el alcohol hubiera borrado la memoria de la otra. Jamás volvieron a salir juntas ni en ningún grupo en el que estuviera uno de ellos dos, y tanto entre ellas como hacia ellos, evitaron al máximo cualquier tipo de acercamiento en la oficina. Ray y Andrés siguieron con sus viernes culturales escogiendo víctimas aleatorias, pero aunque algunas veces lograron algunas conquistas, jamás tuvieron otra experiencia similar a la de Mariana y Carolina.
Un mes después Mariana se casó con Javier, pero ninguno de los compañeros de aquella noche fue invitado al matrimonio. Solo con el señor García quedó obligada a seguir teniendo encuentros frecuentes debido a su propia imprudencia aquella noche, pero afortunadamente para ella, el viejo nunca se molestó en penetrarla y siempre se dio por bien servido con que ella se la chupara y lo dejara llenarle la boca de semen. Cuando tuvo la oportunidad, Mariana convenció a su esposo para mudarse del edificio, y el señor García tampoco tuvo interés en seguirla chantajeando. A partir de ese día, finalmente logró serle fiel a su hombre.
Carolina, por el contrario, siguió follando cada vez más a menudo con su Gerente y también con uno de los obreros de la fábrica, aunque ninguno de los dos sabía de la existencia del otro. A ella se le hizo una costumbre morbosamente excitante siempre que tenía sexo en la calle, llegar a casa y hacerlo también con su marido.