Secuelas (03: El Trío)

La fascinante continuación de estos emproblemas personajes, desenbocan a que sus máximos protagonistas hagan un trío para "descargarse".

Secuelas 03: "El Trío"

Luciana estaba casi sentada sobre su entrepierna. Lo miraba con la misma sonrisa pícara que tenía desde hace unos segundos cuando entró en la habitación. Sus dos brazos rodeaban el cuello del muchacho y, así con los ojos abiertos, lo besó en los labios cómodamente.

  • ¿Qué? - preguntó Emanuel, de nuevo, sin poder dar crédito a sus oídos.

  • Lo que escuchaste... quiero que hagamos el amor ahora mismo.

La chica comenzó a besarlo con desesperación. Colocó sus brazos alrededor del cuello y se adjuntó tanto a su cuerpo que podía sentir sus pechos golpeándolo. Esto fue algo que lo puso a mil, y el dejarse llevar por la tentación del momento, causó que la tirara en la cama para estar sobre ella. Era lo que siempre estuvo esperando y ahora se estaba dando por primera y mágica vez. Luego de un momento... se detuvo. Apartó su lengua de la boca de Luciana y se incorporó de pie.

  • ¿Qué pasa? - preguntó ella.

  • No puedo hacerlo.

A ella se le cruzó una cara de terror por la cara.

  • Eres estéril?

Emanuel casi la mata por esa pregunta, pero se contuvo.

  • No... es que no puedo hacerlo. No estoy listo como para hacerlo contigo.

Luciana se levantó de la cama. Lo miró con odio infinito, al mismo tiempo que Ema bajaba la mirada hacia el piso. Luego, sintió como su novia le pegaba una fuerte bofetada. El chico no reaccionó al principio, sólo se quedó mirándola sin entender el por qué de ese golpe.

  • Claro... puedes coger con todos los varones y todas las mujeres del mundo... pero no conmigo. ¿He?

  • ¿De que hablas? - preguntó Ema. - De este tema ya lo hablamos hace tiempo... eso no es verdad.

  • ¿Qué tan idiota me consideras, Emanuel? - le gritó ella. - Crees acaso que no sé en que andas?

  • No sé de que me estás hablando.

  • No te hagas el inocente. - le volvió a gritar ella. - Niégamelo ahora. Niega que no me engañaste.

Emanuel cayó y siguió mirando al piso. Ambos estaban de pie, en medio de esa habitación que pronto se tornó tan fría. ¡Que estúpido había sido! Tenía que habérsela follado cuando tenía la oportunidad.

  • Si ya lo hiciste con tantas personas? Por qué no lo quieres hacer conmigo? - preguntó Luciana, llorando.

Era tiempo de decir la verdad.

  • Porque no creo estar enamorado de ti. - contestó él.

Luciana ni siquiera se limitó a contestar. Dio media vuelta y salió de la habitación llorando como una loca histérica. Y no la culpaba. Lo que pasaba es que los pensamientos de Emanuel eran buenos. Para empezar, su novia (que no sabía hasta cuando lo sería) era virgen y quería debutar con él. Sin embargo él no lo era, y la había engañado las veces que pudo, con personas que le daban sexo a cambio de nada. Y ahora que se le presentaba la oportunidad que más quería, tenía que decir que no, por idiota tal vez, o porque su dignidad no se lo permitía.

Sabía que para su novia, esto era dar un paso muy importante. No era ella como cualquier chica a quien no le importa si sigue o no siendo virgen, o las que se desesperan por debutar. Para ella era un regalo muy apreciado, cosa que tenía que estar muy enamorada de una persona para hacerlo.

Emanuel se sintió el mayor estúpido que podía existir sobre la tierra. Pero lo sorprendente fue que no se le ocurrió derramar ni una sola lágrima. Es más, después de unos segundos de estar parado en la habitación, distendió su cama y se durmió.

...

Un ruido horripilante fue el que había interrumpido esa siesta tan maravillosa, después de un largo primer día. Al principio, Ema, no entendía muy bien lo que sucedía, pero cuando vio el sonido provenía del teléfono, entendió todo. El teléfono de su cuarto, estaba en su mesita de luz, así que no tuvo que hacer más que estirar sus largos brazos y poder alcanzarlo.

  • Hola? - saludó, con voz dormida.

  • Hola, amigo! - dijo alguien del otro lado. - ¿Cómo está todo?

Esa voz le resultaba extrañamente familiar. Sabía que de algún lado la conocía, pero sentía que no la había escuchado desde hacía ya mucho tiempo. Quizás si estaba menos dormido no era necesario hacer esa pregunta:

  • ¿Quién habla?

  • Ya no te acuerdas de mí. - respondió, disgustada la voz masculina. - Sabes? Es cierto, hace ya tiempo que no nos vemos... pero para que te olvides de mi voz... es muy fuerte.

  • ¿Quién habla? - preguntó, nuevamente, ya casi sacado de las casillas.

  • Gustavo. - le respondió el otro.

Emanuel casi salta de alegría en su cama. Gustavo era un amigo que tuvo toda la infancia: iban a la escuela primaria juntos, y empezaron el secundario los dos. Nada más que Emanuel no tenía la suficiente inteligencia, o no le gustaba estudiar, que cuando repitió tres años, y su amigo no, tuvo que aceptar su partido hace tres años atrás para irse a estudiar a otra ciudad. Lo había visto a fines del año pasado, y ahora, que ya pasaron casi 8 meses, ni se acordaba de que existía, porque jamás se volvieron a hablar desde entonces. Apenas se comunicaban por email, porque los tiempo del chico era muy cortos, y rara vez eran las que podían chatear por largo tiempo.

  • ¿Gustavo? - preguntó Ema, ya se le había ido el sueño, repentinamente. - Amigo del alma, ¿dónde estás?

  • En estos momentos estoy en una estación. El colectivo hizo una pequeña pausa en este pueblo, que parece muerto... no sé donde es. Pero calculo que para mañana por la noche estaré por allí.

  • Que bueno! - exclamó. - ¿A qué se debe de que vengas? Creí que ya no te acordabas de esta ciudad.

  • Lo que pasa es que voy por dos semanas, ya que no me dieron tantas cosas que estudiar. Además no iba por el estudio, no porque no quería ir.

  • se detuvo un momento. - Además unos viejos chicos de mi barrio organizaron un fin de semana para ir a la playa, ahora que es verano. Y bueno... no me pierdo esta oportunidad.

  • ¿Y cómo estuvo el tema por allá? - preguntó Ema.

  • No muy bien, tengo el semen ardiendo. - contestó como si nada. - Con tanto estudio, no me pude ni coger a ninguna chica... ni a un puto siquiera.

Ambos se rieron por lo que dijo.

  • Oye - le dijo Gustavo. - ¿No tienes a nadie con quien me pueda "descargar"?

  • Ummm... - pensó Ema, y la primera persona que se le vino a la mente fue Alejandro. - ¿Quieres que sea hombre o mujer?

  • Lo que sea. - contestó Gustavo, sin pensarlo. - Si es un hombre mejor... ellos sabes bien como chupártela.

  • Seguro.

  • ¿Entonces tienes algo para mí, para cuando llegue mañana?

  • No sé si será sólo para ti.

  • Ah! - exclamó Gustavo sorprendido. - ¿Quieres un trío?

  • Nunca lo hubiese pensado, pero está buena tu idea.

  • Mejor. Bueno, está bien. Mañana a eso de las una de la mañana te iré a visitar, espero que no te vayas dormido al colegio, no más.

  • No, eso me levanta el ánimo.

Ambos volvieron a reírse estúpidamente.

  • Y dime ¿Anthony como se encuentra?

Emanuel dudó si en contarle todo lo que le había pasado a ese cristiano, o sólo decírselo en un resumen.

  • Mira... ahora está bien, pero le pasó algo grave.

  • ¿Se accidentó?

  • Ojalá hubiese sido eso.- le respondió Ema. - No, no, no. Es algo peor. Pero te lo contaré cuando vengas.

  • No me dejes con la intriga, dime algo aunque sea.

  • Bueno, lo quisieron violar.

  • ¿Qué?- preguntó la voz asustada de Gustavo. - ¿Quién?

  • Te lo contaré todo en detalles cuando vengas. No te desesperes, ya pasó, no le hicieron anda, cálmate. - objetó Emanuel.

  • De acuerdo. Nos veremos mañana por la noche, entonces. - concluyó Gustavo y después de despedirse, colgó el teléfono.

Emanuel estaba con mucha mezcla de emociones, así que, para calmarse un poco, lo mejor que hizo fue prender un cigarrillo.

*

Para ese Lunes, a la siesta, Anthony esta feliz elevado al cuadrado. Había recibido dos noticias sumamente emocionantes.

Una, por parte de Emanuel, que no hacía dos segundos le había contado que lo llamó su amigo de la infancia, Gustavo, y que vendría mañana por la noche. Lástima que ya había organizado una salida con Yakelin, así que tendrían que verse al día siguiente. Sin embargo eso no era para tanto, porque superaba más las expectativas de que tendrían tantas cosas que contarse, tantos relatos y tantas aventuras que pasaron en estos últimos ocho meses de ausencia por parte de Gustavo, que daba lo mismo un día más o un día menos.

La segunda noticia la había recibido, pero a la mañana. Al ingresar al trabajo, y mirando su correo, leyó un email de su hermano que le decía que para el fin de semana vendría a visitarlo.

Agustín, su hermano mayor, de 30 años, estaba casado con Ana Lumberg. Ambos vivían en otra ciudad, en una casa situada cerca del mar. Se habían mudado allí por recomendación de los doctores, por un problema de Ana, que en estos momentos Anthony no se acordaba de cuál era.

La visita, prevista para dentro de cuatro días, la haría sólo él, ya que su esposa se quedarían en su casa, con Julieta, la pequeña niña que ellos dos tenían, de sólo 4 años.

El casamiento, según lo recordó Anthony, lo habían hecho a causa de Agus la había embarazado, porque una noche, a causa de la excitación, ninguno de los dos tenía un preservativo, y lo hicieron sin cuidarse. Consecuencia: una hermosa boda.

Por la noche, Anthony recibió la visita de Yakelin, su novia. Se veía mimosa y esa cara implicaba que algo quería pedir:

  • Oye... tenemos que hablar. - dijo ella.

  • Por supuesto. - respondió Anthony. - ¿Qué sucede?

  • Creo que, desde hace tiempo que salimos, y... bueno, quiero que nos cacemos.

Anthony quedó callado y su mirada se fue directamente al piso. Era algo repentino lo que le había dicho su novia, y si bien muchas veces lo meditó, no estaba preparado.

  • Déjame pensarlo. - le suplicó Anthony.

Yakelin pareció enojada. Como si esperaba que el hombre saltara a sus brazos y le dijera: casémonos.

  • Mira... hasta que no quieras casarte conmigo... no me vuelvas a llamar.

  • ¿Qué?

  • Lo que escuchaste, tú decides.

Y diciendo esto se fue enojada, cerrando de un portazo la puerta de la casa en donde vivía él solo.

*

Alejandro había regresado sorprendido a su casa, después de su primer día de colegio. Es decir, había encontrado allí a Germán ¿no era algo emocionante? Aunque, a la vez, se reprochó por no haberse dado cuenta antes. El primer día en que se conocieron, que daba justo a la fecha en que perdió su virginidad, y su invicto, dicho sea de paso; Andrea, su novia, le había presentado como un compañero de su curso, que este año entornaría las clases en otro colegio para terminarlo. Y justo fue a caer en el colegio al que él iba!

En toda la mañana, Germán apenas le había dirigido la palabra, sólo un simple hola y chau del que todo el mundo conoce, pero no dejó de ser otra cosa más que sólo eso. Sólo una relación de compañeros.

Sin embargo fue a la salida cuando Germán decidió acercársele.

  • Hola! - dijo él. Ambos caminaban en la misma dirección, solos. - Mi propuesta todavía sigue en pie.

  • Por qué no la haz cumplido antes? - preguntó Ale, intrigado.

  • Tenía algunas cosas que... arreglar. - repuso. - ¿Cuándo quieres que se haga? ¿Te parece bien el Viernes?

  • No podría ser más perfecto. - declaró Ale, tratando de no dejarse llevar por los nervios y diciendo cualquier cosa. - Dónde?

  • Te pasaré a buscar en el auto, para que vayas a mi casa.

  • No, mejor ve tú a mi casa. - le contestó Ale. - Y lo haremos en mi alcoba ¿te parece?

  • De acuerdo. - y se despidieron.

Germán tomó una dirección completamente diferente a la de él, mientras que el chico sólo caminó unas cuadras, hasta llegar al lugar en donde estaban arreglando su moto, que su querido hermano se encargó de arruinar antes de irse, sin mencionar nada. Con eso tenía que volver a casa, porque ni jugando iría caminando.

Esa misma tarde, después de volver en moto, contarle a sus padres todo el primer día y demás yerba, Ale entró en su correo electrónico y se encontró con un mensaje de su hermano, Lucas:

"Oye, ¿cómo andas?

Quería escribirte para decirte que el Viernes, si abres tu correo, lo hagas tú solo, porque pienso contarte por escrito lo que pasó con Emanuel y conmigo, hace unos años atrás. Lo que tanto deseabas saber, lo sabrás el viernes.

Espero que te haya ido bien en tu primer día de colegio y creo que a estas alturas ya te habrás dado cuenta lo que pasó con tu moto. Aquí está muy pesado todo el estudio.

Besos y abrazos.

Saluda a Mamá y a Papá de mi parte."

Alejandro se emocionó y no vio la hora de que se haga Viernes.

...

Al día siguiente, al volver al colegio, se volvió a encontrar con Germán. Pero, por lo visto, delante de todos sus compañeros no quiso darle demasiada importancia, eso tampoco le importó mucho a Ale, así que tuvo un día normal, hasta que llegó la hora de Biología, en donde se les presentó un nuevo profesor, que hacía su primer año en esa institución. El hombre era delgado, con barba de un día que daba la sensación que siempre permaneció así, y lo que llamó la atención de Celeste, que se sentaba a su lado, fue algo que mencionó casi en susurro.

  • Mira el culo que tiene.

Alejandro miró sólo por impulso, porque en una ocasión normal le hubiese contestado a su amiga que él no se dejaba guiar por los culos de los hombres (aunque no fuese cierto). Cuando giró su cabeza, se quedó babeado al ver a ese hombre y el hermoso traserito que tenía.

  • Buenos días. - saludó el profesor, una vez contestado el saludo y que todos estaban ubicados se sentó a hablar. - Mi nombre es Jose Mickser, y les voy a dar la asignatura biología. Bueno... este es mi primer año como profesor y ustedes son mi primera clase que doy en mi vida. No tengo experiencia así que por favor les pido que sean pacientes para que podamos llevarnos bien... antes de que empiece a repartir "unos", por toda la clase.

El curso le festejó la broma del profesor, aunque realmente esperaban que sólo se tratase de un simple comentario para romper el hielo. En sí, la cosas que explicó no eran para nada difícil, ya que sólo se preocupó en dar las partes de lo que dieron en años anteriores, como señal de un breve repaso.

  • Bien, antes de que termine la hora... quiero que me hagan un trabajo práctico en grupo de a cuatro. - dijo.

Se armó un sólo revuelo, porque los chicos empezaron a elegir a sus compañeros para el trabajo. Celeste giró la cabeza inmediatamente hacia los hermanos Snukia, para que puedan hacer el trabajo con ellos, pero ambos ya habían entrado con otro grupo.

  • Celeste, Alejandro, puedo hacer el trabajo con ustedes? - preguntó una voz a las espaldas de Ale.

Cuando dio vuelta su cabeza, descubrió que se trataba de Armando Jumpil, un chico gordo, que se las traía como el que mejor notas tenía en todo el curso y había salido como abanderado en su colegio.

  • Por supuesto. - contestó Celeste, luego, al ver que no había tenido la aprobación de Ale, le dijo al oído. - Con este idiota ya tenemos la nota más alta de la clase. - luego levantó la cabeza hacia toda la clase. - Pero nos falta uno.

  • Yo sé quien puede estar con nosotros. - opinó Armando. - El chico nuevo por lo visto, no está en ningun grupo.

  • Ah! - comentó Celeste, y luego gritó. - Germán! Quieres hacer el grupo con nosotros?

Ella lo conocía de la vez que fue a la casa de Ale, cuando se había recuperado de estar en coma, así que éste chico, mostrando una enorme timidez, se les acercó. Paso a seguir, esta chica, junto a Ale, Armando y Germán se encontraban reunidos en grupo, anotando los temas que tendrían que averiguar. El plazo de la investigación era de un mes. Suficiente para que hagan algo enorme, más si tenían en el grupo a Armando. Todavía no sabían como era en clases, Germán, sin embargo eso no importaba, con Armando les bastaba.

  • Oye... no te molesta que esté en tu grupo? - le preguntó Germán a Ale, cuando ellos dos estaban solos.

  • Absolutamente negativo. - respondió, porque esa era la verdad. No le inquietaba ni la menor célula.

Los cuatros habían quedado en investigar, recién para el Viernes a la tarde, a la salida del colegio, ya que, según sus horarios, salían a esa hora a las 10 de la mañana. Armando se enojó, diciendo que por él, tenían que empezar con la investigación hoy mismo, ya que para el viernes podrían tener otro trabajo o cosas para estudiar. Germán lo tranquilizó diciendo que no había de que preocuparse, que en las primeras semanas nunca se hace nada, y que tenían todo un mes para perfeccionarse. Hablar con esas palabras hacían que el chico inteligente se tranquilice y no se quejara más por la falta de organización.

...

Esa noche, cerca de las once de la noche, nuestro joven amigo se conectó a su MSN desde su casa, para ver si encontraba a Emanuel conectado y hablar un poco con él de lo que había pasado en su primer y segundo día de clases. Sin embargo, su lista de contactos lo indicaba que no estaba conectado. Había, sí, otros 5, de los cuales, tres eran sólo personas que había agregado para tener mayor número en su lista, y las que quedaban: uno, era un amigo del colegio aunque dos segundos después se desconectó y el otro contacto era una chica de Izrael: Macarena. Por dentro sabía que ese no era su nombre real, y que sólo lo utilizaba como nick, porque la primera vez que hablaron, ella le dijo que su nombre era horrible y que nunca se lo diría; a pesar de las insistencias de parte de Ale.

Macarena, tenía 27 años y sabía hablar un perfecto español. Era empleada en una fábrica, y había abandonado Izrael para mudarse a España, aunque sigue yendo seguido a ver a sus familiares que se ubican todavía allá, gracias al buen sueldo que obtiene en la empresa.

  • "Hola, ¿cómo andas?" - le preguntó Macarena.

  • "Hola" - saludó Ale. - "Muy bien ¿y tú?"

  • "Muy bien." - respondió. - "Hace unos días fui a ver a mi familia en Izrael, y me llevaron a ver un espectáculo de un grupo argentino que triunfa en mi tierra: Erre Way. Lo conoces?"

  • "Ni idea." - contestó el chico, no interesado en el tema, aunque viendo que no tenían un tema de conversación, supuso que ese sería el tema. - "Quienes son? Qué cantan?"

  • "Son cuatro adolescentes maravillosos... y lindos." - le respondió la chica. Ale se sorprendió que ya una mujer de 27 se pudiera estar fijando en las cosas de adolescencia, sin embargo, ahora el tema había adquirido características. - "Cantan todo tipo de canciones y ya llevan editados dos discos, que son acompañantes de su telenovela que se emite en Izrael: Rebelde Way o algo así, no sé, no me acuerdo. Baja uno de los temas, quieres?"

  • "De acuerdo." - respondió el joven, acordándose que no tenía ningún tema musical para bajar de internet. - "Dime el nombre."

  • "Tú dime que quieres escuchar: rap, balada, música irreconocible, creo que es vieja o pop?" - le preguntó. - "Porque tienes en este grupo todos los gustos."

  • "Bueno, dime un rap y una balada melancólica."

  • "De rap pon a bajar: Para Cosas Buenas. Y si quieres llorar por la letra, baja el tema: Dije Adiós."

  • "Bien, ya los bajo, los escucho y te digo que me parecieron."

  • "Mira... la letra del rap dice algo así:" - repuso Macarena. - "Hoy me convertí en demonio, me han echado de la Tierra, quiero estar entre tu cuerpo, aunque conozca el infierno."

  • "Muy cool." - declaró Ale, fascinado con la dureza de la canción.

Al bajar esos dos temas, y al poner a escuchar: Para Cosas Buenas, al final le quedó el eco en su cabeza, y lo único que hacía era decir: Quiero quedarme para cosas buenas, debo quedarme para cosas buenas; todo el tiempo. Agradeció a su amiga por haberle dado este dato de este grupo. Justo en el momento en que se estaba por desconectar, ya que eran pasadas la medianoche, aparece Emanuel, en el MSN. Bueno, sólo iba a decirle que se desconectaba.

  • "Hola" - saludó.

  • "Mira... aceptas un trío?" - le preguntó, a través de la computadora, Emanuel.

  • "¿Qué?"

  • "Es que vino Gustavo (mil veces te hablé de él) por unos días. Está a mi lado y necesita con quien descargarse. Podemos ir ya a tu casa y te follamos entre los dos?"

Emanuel sólo debía de estar haciéndole una broma, más que seguro que sólo se trataba de eso. Porque nadie más que Ale conocía que se acostaba con hombres también. Y en el peor de los casos que Gustavo también estuviera al tanto de eso, no tenía ningún derecho a decirle que se había acostado con él. Ale, sólo para comprobar de lo que era capaz, le respondió:

  • "Sí."

  • "Muy bien. Ya vamos para allá. ¿Hay alguien levantado para que nos pudiera abrir?" - preguntó Ema.

  • "Sí, creo que está despierta mi madre."

  • "Perfecto"

Y justo en ese momento, la figurita que decía su nombre, se mostró: "Sin Conexión".

...

Alejandro caminaba nervioso por toda su habitación. Se había cambiado y puesto unos pantalones cortos, camuflados, de color verde oscuros con mezcla de turquesa, y una remera musculosa. Se sentía realmente nervioso por lo que estaba por pasar, aunque, comprobado por su reloj, se dio cuenta que ya habían transcurrido diez minutos desde que Ema le había dicho que iban para su casa. Si dentro de poco no venían, significaban que se habían arrepentido, o peor, que él había quedado como puto delante del amigo de Ema y que sólo le había jugado una mala broma para quedar bien delante de su amigo visitante.

Sus temores se alejaron (o volvieron) cuando sintió unos leves golpes en la puerta de abajo. Su madre, que por cierto aún seguía levantada, les indicó que pasen y escuchó cuando les dijo que no lo entretengan mucho ya que mañana se tenía que levantar temprano. Lo siguiente que escuchó fueron los pasos de dos chicos que subían las escaleras.

El anfitrión había visto a Gustavo una sola vez y sólo de vista. Nunca le había hablado ni acercado. Hubo cierta ocasión en la que estaban por juntarse en la casa de Ema, pero por equis motivo este chico desconocido no pudo asistir. Así fue que se quedó sin la opción de conocerlo. A partir de allí sólo había tenido noticias suyas por las impresionantes aventuras que le contaba Emanuel que habían pasado juntos.

Abrieron la puerta y dos chicos altos entraron el la alcoba. Ale los miró sorprendido y con miedo, de paso sintiéndose un estúpido por estar parado en medio de la habitación. Emanuel y Gustavo intercambiaron miradas, y una sonrisa vaga se cruzó por el rostro de los dos. El primero, tenía unos pantalones cortos blancos, y una remera azul con dibujos, parecía un nenito de seis años, o en el peor de los casos, que se la había robado a un nenito de seis años. El segundo, en cambio, más formal, tenía unos jeans oscuros, con camisa fucsia, no combinaban, pero en rara forma le quedaban bien.

El más joven de los tres, ya que ellos tenían 21 años, se le acercó con todo gusto a saludar al "extranjero", por así llamarlo, mientras que Ema se iba a prender el televisor al otro lado de la sala.

  • Hola, soy Alejandro. - saludó, extendiendo la mano.

  • Mucho gusto.

Gustavo extendió su mano, aferró la suya a la de Ale, y de un tirón puso la mano de este en su bulto. Esta gracia, había causado risa a Emanuel, que se lanzó una sonora (y falsa) carcajada que invadió la habitación, hasta el momento silenciosa.

  • Oye, ¿qué haces? - exclamó Ale, sacando con fuerza la mano del jeans.

  • Cálmate. - dijo una voz a sus espaldas.

Era Emanuel, que abrazó al más chico por la cintura, puso su bulto (que ya se notaba que estaba en erección) sobre el culito de Ale, protegido por el pantalón, y comenzó a darle besitos en el cuello.

Ahí no más, su vecinito tiró con todas sus fuerzas a Alejandro para que se arrodillara y quedara su cara justo a la altura del bulto de Gustavo.

  • Vamos, no me hagas quedar mal delante de mi amigo. - le pidió Ema. - Chúpasela.

Alejandro no sabía si hacer eso, llorar, salir corriendo, matar a su amigo o qué. La cosa es que levantó la vista, y con su mano derecha masajeó levemente el paquete del chico, comprobando que también estaba en erección. Luego de eso, bajó la cremallera y de allí saltó una vergaza de 20 cm. aproximadamente, dejando sin comparación a la "cosita" que tenía Emanuel.

Ale agarró ese manjar con la mano derecha, lo masturbó un poquito y comenzó a chuparlo con suavidad al principio, y luego con más fuerza. Al mismo tiempo, sintió como su vecino se arrodillaba por detrás, le bajaba los pantalones, dejando su culito al aire libre y de improvisto intentó introducir la punta de su verga mientras Ale se la chupaba a su amigo.

El extranjero gemía y se pasaba la lengua por los labios, dando señales que le fascinaba lo que el chiquito estaba haciendo. Cada tanto, con alguna de sus manos, pasaba la mano por su cabeza, acariciándolo, y hasta a veces, haciendo fuerza para que se trague más su pija.

Emanuel consiguió meter la punta de su pene en el agujero de su amante, sólo que al querer introducir un poco más, Ale gimió haciendo un gesto negativo, indicándole que le dolía. Así fue, entonces, como su vecino se paró al lado de su amigo de toda la vida, Gustavo, y el jovencito tenía frente así a dos hermosas vergas sólo para él. Ema, ya se había quitado los pantalones, quedando desnudo de la cintura para abajo salvo por las zapatillas. Su amigo, en cambio, tenía sólo baja la parte de los jeans por donde saltaba su "arma".

Agarró con la mano derecha la verga de Gustavo y con la izquierda la de Emanuel; mientras iba intercalando su trabajo. Cuando se metía en la boca la pija de su amigo, masturbaba la del Gustavo; y viceversa. Era una experiencia maravillosa, estar arrodillado mientras tenía a ambos lados de la cara a dos grandes vergas que chupar.

Entonces, el chico que recién conocía, sacó de su bolsillo trasero una caja de preservativos.

  • ¿Quieres penetrarlo primero? - le preguntó a Emanuel.

  • Oye... tú eres el visitante. - le explicó éste. - Hazlo tú.

Fue cuando Ale se paró e indicó las posiciones que tomarían. Y, como él lo dijo, Ema se acostó sobre la cama boca arriba, Ale lo hizo boca abajo, quedando su boca en frente de su verga para que la pudiese seguir chupando mientras quedaba su traserito al aire, que en momentos iba a ser poseído por Gustavo.

Dicho joven se colocó el preservativo, se masturbó un poco para que se adaptara, y puso su pija en la abertura del orto de Alejandro. Éste sintió como un terrible dolor lo invadía (algo que ni con Javier, el hermano de Celeste, había sentido). Gimió muy fuerte, casi escupiendo en la verga de Ema que tenía en la boca.

  • Shhh... - chistó Gustavo, en señal que se callara. - Esto te va a doler.

Se acostó sobre el cuerpo del más chico, una vez ya bien metida la punta. Y luego, comenzó a bombear hacia adentro y afuera con delicadeza.

Ale chupaba la verga de su amigo, casi sin protestar, y lo excitaba aún más el hecho de que sus dos hombres gemían incontrolablemente.

El visitante seguía acariciando la cabeza de Ale, nada más que esta vez impulsaba a que se trague la pija de su amigo. Ema miraba la escena como celoso de que ese chico le esté partiendo el orto, hasta donde él sabía, que sólo había sido suyo.

El anfitrión dejaba que, en ocasiones, la verga que chupaba se le salga de la boca, y así bajaba hacia los huevos. Relamía todo aquél sector del cuerpo de su amante, al mismo tiempo que el dolor de su culo iba disminuyendo a medida que se acostumbraba a la entrada y salida de ese pedazo de carne en su agujero.

Un tiempo después Ema eyaculó, sin previo aviso. Como había sido justo el momento en el que Ale no la tenía en la boca, un poco de leche se esparció por su cara, y otro fue a parar en la de Gustavo. El joven pensó que éste último se iba a enojar con Emanuel, tanto, que hasta llegaría a matarlo. Sin embargo miró sorprendido, cuando su vecino acarició la cara del visitante, y con un dedo, juntó un poco del semen derramado por el rostro. Paso a seguir: Ema le puso su dedo repleto de semen en la boca de su amigo de toda la vida. Éste le chupó el dedo tal como si fuese una verga, tragándose sólo un poco de lo que había derramado en su cara. Claro está que Ale no pudo ver bien esto, porque estaba bajo el cuerpo de Gustavo, pero sí lo notó bien lo que sucedió. Ema no parecía haberse sorprendido de la decisión de su amigo de chupar el dedo.

  • Me vengo... - gimió Gustavo, un minuto después.

Esta vez, el anfitrión, no sintió nada, sólo cuando él gimió fuertemente y concluyó acostándose completamente sobre su cuerpo desnudo.

Cinco minutos después los tres estaban vestidos. Gustavo y Emanuel ya estaban bajando las escaleras, cuando el último retornó al lugar para hablarle a su vecino:

  • Escucha... el viernes volveré para penetrarte. - le explicó Ema. - Porque este hijo de puta no me dejó. ¿Entendiste?

  • Sí. - contestó Ale.

Luego, ambos se fueron y el chico, no tuvo nada mejor que hacer que irse a dormir también.

*

Continuará...

En Mi Próximo Episodio:

  • A Marcelo le toca vivir una experiencia Desagradable.

  • Descubrimos la verdad sobre lo que pasó entre Emanuel y Lucas.

  • Anthony toma una decisión sobre lo que hacer con su vida.

  • Lucas descubre lo que pasó con su hermano.

  • Un personaje de la tira es asesinado.

  • Y mucho más en: Secuelas 04: Verdad o Mentira