Secretos y mentiras - Parte V

Leo es un chico extremadamente atractivo que por azares de la vida se ve envuelto en un trabajo que luchará por cambiar, pero no lo será nada fácil.... Drama, mentiras y amor se entremezclan en esta apasionante historia que transcurre en la ciudad de Madrid

[AVISO: EL RELATO CONTIENE ESCENAS FUERTES Y PUEDE HERIR SENSIBILIDADES]

PARTE V

A medida que pasaban los meses, la relación entre Leo y Andrés era cada vez mejor. Poco a poco, comenzaron a hablar más, a irse a casa juntos e incluso a quedar fuera de las horas de trabajo. De hecho, sus charlas cada vez se hacían más largas y sus ganas de verse mutuamente crecían. Cada vez que Leo salía de un “servicio”, llamaba a Andrés para comentarle cómo le había ido y recibir sus ánimos e incluso halagos. La verdad es que Leo ya llevaba trabajando como chapero para Pavel más de un año y a pesar de que cada vez se encontraba con cosas desagradables, la ayuda invisible y el apoyo de Andrés era determinante en que él pudiera seguir.

Leo sentía verdaderamente que con Andrés a su lado podía seguir viviendo con más fuerza y se lo hizo saber una tarde que estaban tomando una cerveza en casa de Andrés.

-       Andrés, ¿te puedo decir una cosa? - le preguntó Leo.

-       Claro, dime- contestó.

-       Muchas gracias- le dijo con verdadera sinceridad

-       Gracias. ¿por qué? – respondió Andrés algo confuso

-       Por estar a mi lado y hacer que pueda seguir sin derrumbarme- le dijo prácticamente con lágrimas en los ojos y agarrándole la mano.

Ante eso, Andrés no pudo hacer otra cosa que levantarse de su sitio y darle un abrazo muy fuerte cubriéndole entero. Esto no es de extrañar pues Andrés a sus 34 años era un tío enorme de 1,90, con un físico muy cuidado, rapado al uno y una cara de bueno que no podía ocultarla. Cuando paró de llorar, Andrés lo miró a los ojos, se miraron unos segundos, y ni Andrés pudo evitar besarle, ni Leo pudo evitar corresponderle y lanzarse a sus brazos. El beso fue intenso, pero a la vez romántico. Leo sentía que nunca en su vida nadie le había besado como Andrés lo estaba haciendo en ese momento. Parecía que dentro de él brotaba algo que jamás había sentido, una mezcla de emoción y de erotismo irrefrenable.

Del nerviosismo inicial pronto ambos pasaron a una pasión desmesurada. Leo se sentó sobre Andrés y empezaron a darse el morreo más intento y guarro que ambos recordaban. Andrés no podía reprimirse y dejar de sobar a Leo agarrándole las nalgas hasta estrujarlas sin ningún tipo de pudor, y Leo no podía parar de gemir. Sin avisar, Andrés agarro por las nalgas a Leo, se lo enganchó y lo llevó hasta el dormitorio. Una vez ahí, lo lanzó en la cama y mientras lo miraba con una mirada llena de vicio, Andrés se desnudó por completo mostrando su hercúleo cuerpo lleno de tatuajes y su rabo de 18 cm en erección lleno de precum. Leo, por su parte, se desnudo también mostrándose por completo a Andrés, quien de pie no podía parar de mirarle.

-       Leo, eres increíble. No puedo dejar de mirarte- le dijo Andrés observándole.

-       Mejor es que me pruebes- dijo Leo lanzándose a por Andrés y lanzándole a la cama besándole otra vez y agarrándole el rabo para masturbárselo poco a poco.

- Mmmnnm… que bien me la tocas tío- decía Andrés con la voz entrecortada mientras Leo le lamía el cuello y le tocaba el rabo sin parar.

-       Aún no has visto nada…- dijo mientras con besos y lamidas fue bajando hasta llegar a su rabo y empezar a comérselo como sabía que le iba a gustar: ciertas mamadas cada vez más profundas acompañadas de lametones en el capullo y mucha atención al frenillo.

Mientras Leo le hacía la mamada, Andrés solo gemía mientras cerraba los ojos y le pedía cada cierto tiempo que parara porque si seguía no aguantaría mucho más.

-       Tío, por favor, no sigas así que no quiero acabar aún- le suplicaba Andrés y Leo le encantaba, paraba 15 segundos y luego seguía. Andrés, aunque lo intentó, no pudo más y le acabó corriendo la boca entre gritos y espasmos que evidenciaban el pedazo de corridote que acababa de echar fuera.

Andrés, aún con los ojos cerrados y la respiración a mil, intentaba recuperarse. Mientras tanto, Leo se ponía a su lado lamiendo los últimos restos de la lefa de Andrés. Por fin, Andrés reaccionó.

-       Jamás me había pasado esto. Me acabas de destrozar en solo 15 minutos colega- dijo Andrés sorprendido. Leo reía viéndole- Bufff.

-       No te preocupes- le dijo Leo muy risueño- la edad…

-       EEHH que solo te llevo 11 años cabrón- dijo Andrés con un fingido enfado y haciéndole cosquillas.

-       No, no, para por favor- dijo riéndose sin poder parar.

-       Vale paro, pero no te confíes- le dijo Andrés bromista- venga, anda, que vamos a llegar tarde con la tontería- le dijo mientras le daba un beso.

Luego, tras este momento, se ducharon juntos y se fueron a trabajar.  Posteriormente, los días y las semanas siguiente a este hecho, se puede decir que fueron los más felices de Leo. Pasaban los días enteros juntos y cuando estaban en el trabajo, aprovechaban la mínima para hablar y darse mucho amor mutuamente. Sin duda, era el primer amor de Leo y casi no podía disimularlo, a pesar de que Andrés le había advertido que nadie podía saber lo que pasaba entre ellos.

-       Nadie, pero nadie puede saberlo Leo- le advertía Andrés

-       Lo sé, este secreto lo llevaré hasta la tumba- decía mientras hacía el gesto de jurado con la mano.

Sin embargo, una noche, por cuestiones del azar, su secreto mayor guardado había sido descubierto por la persona que no debería haberlo sabido jamás: Pavel. Este no tardó, tras un rato de meditación, en llamar a Leo a su despacho.

-       Me dijo Luis que querías verme- dijo Leo entrando a su despacho.

-       Sí, pasa y siéntate- dijo Pavel suavemente tras la mesa indicándole que se sentara.

-       ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema? - preguntó Leo ante la rareza de la situación.

-       Sí, lo hay. Y además voy a ser muy claro. Lo tuyo con Andrés tiene que acabar ya- dijo tajantemente.

-       Per….- intentó justificarse Leo muy sorprendido ante la revelación de Pavel.

-       No. Ni lo intentes negar. Llevo semanas observando vuestra actitud de tortolitos y hoy lo comprobé definitivamente cuando os vi saliendo del baño juntos. Reconozco las caras cuando dos personas acaban de follar- dijo fríamente y muy duro sin ninguna opción a réplica.

Leo pensó por un momento en negarlo, pero luego se dio cuenta de que no valía la pena y enfrentó la situación como pudo.

-       Bueno, pues sí. Llevamos juntos unos meses. Somos muy felices y porque tú lo digas no pienso dejarle. Vamos, mi ritmo de trabajo es bueno y no has tenido quejas, así que no entiendo el porqué de que debamos dejarlo. Además, es mi vida privada y tú no puedes entrometerte en ella Pavel- dijo Leo algo enfadado y por una vez, muy seguro de sí mismo ante él.

Pavel no dijo nada, se acercó muy lentamente hacia él y rápidamente le agarró por el pelo y lo lanzó al suelo. Se puso sobre de él, le inmovilizó, y le agarró la cara fuertemente.

-       Mira pedazo de mierda, tú harás lo que yo te diga porque yo soy tu dueño y tú me perteneces- dijo Pavel con si habitual tono de frialdad y seguridad acompañado de su sonrisa.

La actitud de Pavel irritó tanto a Leo, que sacó fuerzas de donde pensaba que no las tenía y logró quitarse a Pavel de encima lanzándole contra la mesa. Pavel se quedó atónito ante la actitud de Leo.

-       Que sea la última vez me tratas así Pavel. Yo no soy tuyo ni de nadie- se recuperó, se puso de pie y se paró ante él- Ya estoy harto de ti, de tus abusos y de tus locuras. Ya no puedo más. Definitivamente se acabó todo esto, no aguanto ni un minuto más. Me largo, me voy para siempre y no quiero saber nada más de ti ni de tu asqueroso negocio. Adiós - y se dispuso a salir del despacho.

-       Si sales por esa puerta, te vas a arrepentir hasta el día de tu muerte pedazo de miserable. Te lo juro - dijo mientras se levantaba del suelo donde lo había dejado Leo.

Mantuvieron las miradas unos segundos y Leo, por fin, reaccionó.

-       Que te den, Pavel- dijo mientras se iba sin mirar atrás dando un sonoro portazo.

Las pulsaciones de Leo le iban a mil y casi no podía respirar por cómo se había enfrentado a Pavel. No podía creer lo que había hecho y cómo lo había hecho. Jamás pensó en que pasaría por algo similar. Estaba asustado, pero, entre toda esa vorágine de sentimientos, Leo sabía que había hecho lo mejor.

“QUE SE VAYA A TOMAR VIENTO ESE HIJO DE PUTA” – pensó antes de dirigirse a Andrés para contarle lo que había pasado. Después de contarle brevemente todo lo que había sucedido con Pavel, Andrés no lo dudó ni un segundo.

-       Perfecto. Yo me voy contigo, que le jodan a ese hijo de la gran puta- dijo mientras salía de la barra, cogía sus cosas y juntos se dirigían a la puerta de la salida.

Sin embargo, al llegar a la salida se encontraron con la desagradable sorpresa de verse de frente a Pavel con 4 de sus matones. Andrés y Leo los miraron sorprendidos y sabían que algo malo se aproximaba.

-       Pero bueno, ¿A dónde os vais con tanta prisa? – dijo Pavel con una expresión en la cara que daba absoluto terror- la noche acaba de empezar y vosotros tenéis que firmar el finiquito final.

-       No tenemos que firmar nada. Aquí se acaba todo, Pavel- dijo Andrés envalentonándose- nos vamos a ir ya para siempre.

-       Pues fíjate que no Andresito, antes les tengo preparada una fiestita de despedida- le contestó Pavel- Subiros a esa furgoneta, ¡YA! - dijo apuntando a una furgoneta blanca que estaba aparcada justo en la puerta del local.

-       Ni de coña, no vamos a ir a ningún puto sitio- respondió Andrés entre miedoso y cabreado.

-       Bueno, me esperaba vuestro poco entusiasmo- dijo dándole un tono dramático a su cínico discurso- Así que a ver si mis amiguitos con sus juguetitos- dijo mientras los matones sacaban las armas- os animan.

Andrés y Leo se miraron con mucho miedo y sin saber qué hacer. No sabían como reaccionar y se quedaron quietos mirándose y mirándolos a la vez.

-       Joder, que no tengo toda la noche- dijo Pavel- ya que no quieren, denles un empujoncito- dijo dirigiéndose a sus hombres.

Los matones rápidamente se abalanzaron contra ellos y tras un forcejeo en el que hubo algún golpe, los metieron en la furgoneta blanca intentando que el escándalo no trascendiera mucho más.

-       Vamos, yo iré en mi coche. No tenemos tiempo que perder- dijo Pavel mientras se dirigía a buscar su coche y seguir a la furgoneta blanca a su destino.

Tras unos 40 minutos de camino, se encontraban aparcados frente a un polígono industrial a las afueras de Madrid. Los matones sacaron rápidamente a Andrés y Leo, que se encontraban maniatados, con los ojos vendados y con la boca tapada, y los metieron en una de las naves. A los cinco minutos llegó Pavel y cerró la puerta de la nave tras de él. Se acercó a los novios que se encontraban de rodillas uno al lado del otro y con toda su furia les dio una patada en el estómago que les hizo caer por el punzante dolor.

-       Valientes gilipollas- dijo con mucha rabia mientras les seguía pegando patadas por todo el cuerpo a ambos- creeros que podíais desafiarme a mí, que os lo he dado todo. Imbéciles. Malagradecidos.

A medida que aumentaban sus insultos, aumentaban la cantidad y dureza de los golpes. La ira le dominaba y sus ojos solo transmitían venganza. Después de unos minutos de golpes e insultos, decidió parar al verlos doloridos y sangrando.

-       No vale la pena dedicaros más de un minuto de mi vida. Sois escoria- dijo mientras les escupía- No obstante, mis amiguitos os darán el fin de fiesta que merecéis- y dirigiéndose a sus hombres continuó- Con el mayor no tengáis piedad, al otro no me lo dejéis muy mal porque me lo tendréis que llevar de vuelta al club que mañana lo vienen a recoger. Lo he conseguido vender por un buen precio a un ruso que se lo lleva a su país mañana mismo. Adam, tú te vas conmigo. Kaspar, Mihai y Maury, vosotros os quedáis. Tenéis vía libre- les dijo a sus hombres, aunque también les advirtió- hagáis lo que hagáis, siempre con condón, lo he vendido limpio y así debe seguir.

Sin más, Pavel cogió la chaqueta que se había quitado y mirándolos con asco por última vez, salió de la nave dejando a Andrés y Leo malheridos con 3 de sus matones, los cuales parecían fotocopias: de Europa del este como Pavel, casi de 2 metros, rubios, ojos azules, pelo rapado y un cuerpo escultural de portero de discoteca. Kaspar tomó la voz cantante.

-       Coged a ese- señalando a Andrés- dadle un buen paseíllo, como dirían aquí en España- dijo riéndose. Los otros dos agarraron cada uno por un brazo a Andrés y lo arrastraron hacia otro lugar de la nave.

Mientras tanto, él se quedó con Leo observándole hasta que lo agarró con furia, lo levantó y le quitó la venda de los ojos que estaban llenos de lágrimas. La mirada de Leo era de absoluto terror y dolor por lo que estaba viviendo. Además, estaba muy dolorido por la paliza de Pavel y por el futuro de Andrés.

-       Oh, pobre mariconcito que se preocupa por su noviecito jajajaja - dijo Kaspar cachondeándose.

Leo no articulaba ningún gesto y solo lo miraba fríamente intentando no llorar más. Kaspar lo agarró y se lo llevó hacia un rincón donde había un sofá viejo y lo lanzó sobre él. Luego, empezó a quitarse los zapatos y bajarse los pantalones.

-       Llevo mucho tiempo esperando esto putita. El jefe no deja que usemos a sus golfas y nosotros nos moríamos de ganas por probarte- dijo relamiéndose y empezando a tocarse la polla por encima del slip- solo de pensarlo ya se me pone dura de todas las veces que te vi zorreando como la puta que eres. Uff, y sin poder tocarte… hasta ahora claro jeje - dijo mientras se acercaba a Leo y le empezaba a acariciar.

Sin darle tiempo, lo levantó y le arrancó la camiseta de un tirón. Bruscamente lo volvió a lanzar al sofá y le quitó las zapatillas y el pantalón, y sin ningún miramiento le arrancó los slips dejándolo completamente desnudo a su vista.

-       Mmmm, estás muy bien. Qué guapo eres para ser un español mariconcito- dijo mientras ya se tocaba el rabo con descaro fuera del slip. Pronto, se acercó a el y le arrancó la tela que tapaba su boca y le quitó las cuerdas de las manos- Ahora, no hagas ninguna tontería porque tú y tu noviecito la pueden pasar mucho peor- dijo mirándole a los ojos. Leo no se inmutaba, estaba completamente en shock por lo que estaba viviendo- Venga, empieza a comer puta- dijo señalando a su rabo duro de 20 cm lleno de vello rubio.

Ante la quietud de Leo, Kaspar decidió actuar.

-       Joder, que comas- dijo mientras le agarraba la cabeza, le abría la boca y se la metía entera de un solo golpe. De la arcada que le dio casi vomita, pero tuvo que aguantarla- UFF, que tragues zorra, y cuidado con los dientes- dijo mientras sin pudor le follaba la boca a un asfixiado Leo que no podía casi respirar.

De vez en cuando, cuando ya lo veía muy apurado y para que no se asfixiara, le sacaba el rabo para que pudiera toser y escupir todas las babas, pero al minuto, se la volvía a enterrar hasta la garganta y se follaba su boca sin compasión ninguna y con una dureza extrema.

-       Mmmmm, así así. Solo muy pocas putas como tú se tragan el rabo como a mi me gusta- decía mientras solo se le oía gemir a él y su polla entrando y saliendo de la boca llena de saliva de Leo.

Leo mientras tanto intentaba respirar por la nariz para controlar las arcadas y no asfixiarse, tal y como había aprendido a lo largo del año que llevaba en el negocio. La brutalidad de Kaspar era inexplicable y lo estaba usando como un mero trozo de carne.

-       Buaahhh…- gritó mientras saco el rabo de su boca- no mames más que me vas a hacerme correr y quiero probar ese ojete- dijo mientras lo lanzó al suelo y cogió un condón en la chaqueta- aquí está, una verdadera pena que el jefe no nos deje preñarte como lo zorra tragaleches que eres.

Sin más, se puso el condón, colocó a Leo a cuatro patas y de un golpe y sin nada de lubricación, se la metió entera. El grito de dolor retumbó en la nave, aunque esto no hizo que Kaspar se detuviera, es más, le empezó a dar con mucha más fuerza sacando y metiendo el rabo hasta el fondo.

-       Así golfa, así se os debe follar. Los machos tenemos la obligación de reventar a putas como tú- decía mientras le follaba sin piedad y con extrema violencia.

Durante 25 minutos estuvo follándolo en la misma posición con la misma actitud mientras lo insultaba y le dejaba las nalgas rojas por los golpes. De repente, Leo sintió que se la sacaba sin avisar, sintiendo un ardor tremendo en el ano y posteriormente cómo le echaba todo su semen caliente en la espalda.

-       Ohhhh si siii jooder, que gusto- dijo tras correrle toda la espalda.

Luego, tras unos minutos, se levantó como si nada, se vistió y llamó a sus secuaces.

-       Miha, Maury, venid los dos, que no tenemos mucho más tiempo- gritó.

A los dos minutos llegaron Mihai y Maury sin las camisas y llenos de sudor y sangre. Leo, al verlos con la sangre, solo puedo cerrar los ojos y llorar en silencio.

-       Tenéis solo 20 minutos porque hay que volver al club a dejar a esta zorra y ocuparnos del otro- dijo tajantemente- os dejo con este, yo me ocupo del otro- dijo mientras se iba.

Al irse, Mihai fue el primero en hablar al ver a Leo.

-       Siempre nos hace lo mismo ese cabrón, usa a la puta a su antojo el tiempo que le sale de los huevos y nos la deja a nosotros echa polvo y encima con poco tiempo- dijo cabreado.

-       Lo sé Mihai, pero él es la mano derecha del jefe. Así qué vamos a dejarnos de quejas y aprovechemos el tiempo- dijo Maury mientras se quitaba el pantalón y se acercaba a Leo tocándose el rabo. La verdad que era más pequeño que el de Kazpar, rondaría los 17 cm y no excesivamente gordo- Joder, le ha dejado el culo lleno de sangre, ¡que asco! Yo no la meto ahí.

-       Mejor, tú a la boca entonces. Yo prefiero el culo- contestó triunfante Mihai enseñando su polla a los ojos de Leo. Leo no podía creer lo que estaba viendo. Era una polla más grande que la de Kaspar, como de 22 cm, y encima gorda como no había visto otra. Mihai se dio cuenta de la expresión de Leo- ¿Te gusta eh, zorra? Este pollón va a terminar de reventar tu culo.

Sin perder más tiempo, Maury se acercó a su boca y como hizo Kaspar, se la metió de lleno. Menos mal que era más pequeña y Leo la controlaba mucho mejor. Sin embargo, cuando Mihai lo puso a 4 patas y se la metió entera, Leo pensó que se iba a desmayar del dolor que sintió.

-       Amigo, ¡cómo traga rabo esta boquita! - gemía Maury.

-       Uff, el culo no se queda atrás. Lo tiene apretadito aún a pesar de la follada de Kaspar- decía Mihai mientras le seguía follando.

A los 10 minutos ambos anunciaban que se corrían. Mihai le llenó la espalda, donde yacía la leche seca de Kaspar y Maury le llenó la cara y el pelo de su abundante lefa dejándole empapado. Ambos rápidamente se limpiaron y se vistieron yendo a buscar a Kaspar. Leo, por su parte, se quedo dolorido en el suelo, sangrando y lleno de semen de esos cabrones.

Cuando llegaron los matones con Andrés y Leo le vio, casi se desmaya de la impresión. Andrés estaba completamente ensangrentado, desnudo y lleno de sangre por todo el cuerpo. Su cara estaba deformada y por sus ojos, vio que estaba al borde de la muerte. Leo solo pudo acercarse y llorar sin poder parar sobre de él, agarrándole la mano. Los matones los miraban y se reían de ellos con auténtica maldad. A Leo cada vez le faltaba más el aire, veía a Andrés tan mal y a esos cabrones riéndose triunfantemente, que el dolor le estaba desgarrando por dentro. Sin poder evitarlo, todo a su alrededor empezó a darle vueltas y sin quererlo sintió cómo empezaba a perder el conocimiento.

No obstante, antes de desmayarse por completo, oyó un golpe muy fuerte, una luz a lo lejos y pasos de personas corriendo. Intentó mantenerse con todas sus fuerzas para ver que era eso, pero no pudo más y solo pudo oír antes de quedarse en blanco totalmente:

-       ¡ALTO POLÍCIA!

CONTINUARÁ…

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Saludos cariñosos a todos mis lectores.