Secretos y mentiras - Parte IV

Leo es un chico extremadamente atractivo que por azares de la vida se ve envuelto en un trabajo que luchará por cambiar, pero no lo será nada fácil.... Drama, mentiras y amor se entremezclan en esta apasionante historia que transcurre en la ciudad de Madrid

PARTE IV

-       Ay, cuidado joder, ¡que duele mucho! - le respondí con mala gana.

-       No seas quejica, solo es un poco de hielo - me contestó Andrés mientras me echaba hielo en el pómulo inflamado – Además, si tanto te duele, no entiendo cómo sigues aceptando quedar con ese tipo de señores.

-       Andrés, sabes perfectamente que no puedo decirle que no a Igor, es uno de los mejores clientes de Pavel. Él jamás permitiría que le rechace y sabes también como se las gasta cuando se enfada…- dije con cierto dolor y resignación.

-       Lo sé, pero cada vez que quedas con ese tío te deja el cuerpo lleno de marcas- dijo con cierta tristeza en sus ojos- y no me gusta verte así Leo- dijo mientras me dejaba el hielo y se levantaba ya que le habían llamado ya varias veces desde la barra- Bueno, me tengo que ir, me reclaman. Por favor, cuídate mucho ese pómulo.

-       Lo haré Andrés, muchas gracias por cuidarme- le dije con total sinceridad y agradecimiento.

-       No es nada, es un placer ayudarte- dijo algo sonrojado antes de salir.

Al quedarme solo, y aunque lo intenté por todos los medios, no pude reprimir las lágrimas que brotaron en mis ojos al hacer un balance global de los últimos meses. Por un lado, como me prometió Pavel, había conseguido ganar mucho dinero, más del que jamás me habría esperado, y encima en muy poco tiempo. De hecho, eso me había permitido cambiarme a un buen piso, tener 2 niñeras y que los niños empezaran en un buen colegio privado. Por lo que, si lo miraba por ese lado, las cosas me iban genial.

Sin embargo, si ahondaba en mi interior, tenía que reconocer que esta profesión me estaba rompiendo poco a poco. Pavel cada vez me mandaba a más clientes y no me permitía ninguna negativa. Sin excusas, tenía que estar disponible para sus deseos a todas horas enviándome a clientes que buscaban destrozarme, ya sea por su brutalidad o por sus gustos excéntricos. La verdad que en estos meses me había encontrado de todo y encima, los más raros, como Igor, son los que querían repetir siempre. En estas circunstancias, siempre me daban ganas de salir corriendo y no volver, pero… la vida y lo que había conseguido me hacían regresar cada día… ¡que jodida encrucijada!

En mis pensamientos estaba, cuando llegó Pavel al despacho interrumpiendo mis pensamientos.

-       Veo que Igor se ha divertido bastante contigo- dijo mientras me miraba la cara inflamada.

-       Sí, bastante, como siempre- dije con mi expresión seria y fría. Él lo notó y se acercó.

-       A ver bombón, se qué Igor es duro. Pero es uno de los mejores que paga, nos está haciendo ricos. No podemos dejarle escapar a pesar de los pequeños problemitas…- dijo intentándole quitar hierro al asunto.

“Pequeños problemitas son las palizas que me mete ¿no?”, pensé, pero no dije nada. Por lo que al ver que no me inmutaba ante sus palabras, Pavel sacó un sobre de su chaqueta.

-       Ahí tienes las ganancias de hoy- dijo mientras me lo daba. Al ver que no lo abría, reaccionó- ábrelo y mira a ver cuánto es.

Le hice caso y la verdad es que me sorprendí. Habían 2500 €. La cara me delató.

-       ¿Ves precioso? El esfuerzo que haces tiene su recompensa- dijo mientras me acariciaba el rostro- Además, tu belleza ni con los golpes se apaga- dijo mientras se acercaba para intentar besarme. Lo rechacé y me levanté de la silla. Él me detuvo.

-       Suéltame, por favor- le dije intentando zafarme de él.

-       Que tengas hoy la regla no quiere decir que puedas tratarme como te da la gana, putita.

“Odiaba sus bromas homófobas, machistas y denigrantes”

-       No estoy de humor Pavel- le insistí e intenté salir, pero no me dio a tiempo a más por el puñetazo en el estómago que me hizo caerme en el sofá.

-       Siempre intento ir por las buenas, pero tú me obligas a esto nene- decía mientras me ponía de rodilla apoyándome la cabeza en el sofá y me empezaba a bajar los pantalones y los slips bruscamente- yo quiero tratarte como una princesa, y siempre haces que te trate como la puta zorra que eres- dijo mientras se sacaba la polla.

En pocos segundos me metió dos dedos ensalivados y, a continuación, sin previo aviso, me ensartó toda su gorda polla de una sola vez. Mentiría si dijera que no me había dolido, pero es que ya había pasado tantas veces que me había acostumbrado a sus brutales y continuas violaciones.

-       Joder nene, te follan a diario y aún tienes este coñete todo apretado- me decía al oído mientras no paraba de follarme metiéndola y sacándola sin ningún miramiento.

En la habitación solo se oían sus gemidos cada vez más intensos y el choque de su cuerpo contra el mío. Cuando pasaba esto, yo solo cerraba los ojos y esperaba que se acabara apretando el culo para que se corriera lo más rápido posible. De hecho, en los meses que llevaba en el negocio había aprendido unos trucos para que los clientes (y Pavel) se corrieran rápido y me dejaran en paz. Y como no, esta vez lo estaba consiguiendo nuevamente.

-       Uf.. me corroo, me corrooo jooder.. – decía mientras se corría dentro de mí en abundantes cantidades de lefa- La verdad que siempre me haces correrme como un toro, eres una putita muy efectiva cariño- dijo mientras aún encima de mi, cogía mi cara y me besaba llenándome de saliva.

Tras su beso, al cual tenía que corresponderle, se levantó, se limpió y se puso el pantalón. Antes de irse hacia el bar me dijo:

-       Dúchate y arréglate. Tienes un trío en media hora en la habitación 08.

-       ¿Me estás hablando en serio? - le dije completamente sorprendido

-       Sí- dijo fríamente.

-       Pavel, hoy llevo 4 clientes, uno de ellos con paliza y ahora tu follada. No puedo más- le dije verdaderamente al límite.

Me miró, se acerco y me agarró la cara.

-       Tú estás aquí para hacer lo que a mi me salga de los cojones y punto. Es tú puto trabajo, zorra. Así que mueve el culo, te preparas y te quiero abajo en 20 minutos. Sin jodidas excusas, joder- dijo mientras me empujaba violentamente y salía del despacho.

“Lárgate, lárgate” – decía mi sentido común. Pero pocas veces hacía caso a mi sentido común. Me levanté rápidamente, me duché a fondo y me vestí con unos vaqueros ceñidos y una camiseta blanca que me quedaba muy bien. Me peiné un poco y con maquillaje disimulé un poco los golpes de la cara. A los 20 minutos estaba entrando en el local. Pavel me vio y sonrío mientras se acercaba.

-       Eres lo mejor de este local- decía mientras me daba un suave beso en la mejilla y me llevaba a conocer a mis nuevos clientes- Señores, os presento a Leo, la estrella del lugar.

Se dieron las presentaciones de rigor. Se llamaban Felipe y Carlos (nombres ficticios), dos primos cincuentones y casados que se divertían follándose a jovencitos juntos. La verdad es que ya no me sorprendía nada. Tras los minutos de cortesía, yo me dirigí a la habitación mientras ellos hablaban de las condiciones.

-       Para la tarifa que habéis pagado, tenéis una hora en la que podéis hacer de todo. Eso sí, siempre con condón- dijo Pavel.

-       Genial, estoy deseándolo- respondió Felipe.

-       Espera, ¿todo incluye garganta profunda a saco? - preguntó Felipe sorprendido.

-       Por supuesto, todo es todo. Leo es tremendamente servicial chicos- dijo Pavel riéndose.

Ambos primos se miraron riéndose con sus expresiones llenas de vicio y se fueron a la habitación convenida. Andrés, que estaba al lado de ellos en la barra, no pudo reprimirse ante lo que acababa de escuchar.

-       Estás destrozando al chaval.

-       ¿Qué dices? - dijo Pavel visiblemente sorprendido.

-       Digo que le estás explotando y te estás aprovechando de su situación y su juventud. No es normal lo que ese chico está trabajando y haciendo con esos depravados, tío- dijo Andrés molesto.

Pavel lo miró y se acercó a él.

-       Te voy a decir esto solo una vez: que sea la última vez que opinas sobre cómo dirijo mi negocio y sobre el trabajo de mis putas.  Al próximo comentario te vas a la puta calle jodido y con un regalito de despedida ¿me entiendes o te lo digo en rumano?

Andrés no le dijo nada.

-       ¡QUÉ SI ME ENTIENDES SORDITO! – dijo visiblemente cabreado y en un tono más elevado.

-       Sí, lo entiendo- respondió mecánicamente Andrés.

-       Perfecto, ya sabes. Y ahora, lleva la botella de champagne al reservado 4. Y rapidito que no tenemos toda la noche - Andrés obedeció y se fue.

Mientras tanto, en la habitación 08, Leo estaba desnudo con un suspensorio negro que le hacía un culo espectacular y realzaba aún mas su cuerpo. Frente a él, se encontraban los dos primos únicamente con los bóxers puestos y ya empalmados al verlo así. Los primos cincuentones eran altos, rondando el 1,80, cuerpos normales con su barriguita cervecera y muy velludos ambos. La verdad era que Felipe era mas atractivo de cara, aunque Carlos se conservaba mejor físicamente.

Tras observarlos, Leo se metió en su papel y empezó a tocarles los rabos por encima del calzoncillo mientras los miraba con su inconfundible cara de ángel vicioso. Tras terminar de ponerles bien duros a los dos, optó por arrodillarse y sacarle el rabo a Felipe, el cual rondaría los 17 cm con buen grosor, y metérselo entero en la boca para mostrar sus dotes de mamón mientras sobaba el paquete de Carlos. Felipe estaba flipando.

-       Dioss, primo. Como come este nene . Puff , es increíble- dijo con la mirada perdida y la cabeza hacia atrás.

-       Joder, yo quiero probar ya- replicó Carlos. Leo no se hizo esperar, dejó de mamar, y sin dejar de pajear la polla de Felipe, se metió la de Carlos que era un poco más grande pero más fina. Empezó a metérsela entera y luego a lamer su capullo dándole mucho gusto en el frenillo.

-       Me cago en la ostia puta primito, nos ha tocado la lotería con este puto, ¡cómo me la está comiendo el cabronazo! - decía mientras no paraba de bufar como un animal.

Leo sabía lo que hacía y sabía perfectamente lo que les gustaba a los tíos. En estas, se sacó el rabo de Carlos, los juntó y empezó a lamer y chupar los rabos conjuntamente mientras los miraba con sus ojitos para darle más morbo a la situación.

-       Nene, para ya o te vamos a correr ya esa carita que tienes- dijo Felipe cogiéndolo, levantándole y tirándole en la cama- Primo, estrénale el culito que yo sigo con la boquita.

Leo se puso a 4 patas esperando ansioso la polla de 18 cm de Carlos. Una vez que se metía en su papel de puta servicial, Leo lo daba todo. Carlos rápidamente se puso el condón, le llenó el ojete de saliva y se la metió poco a poco hasta que la tuvo toda dentro de él.

-       Este ojete es pura mantequilla Feli. Ha entrado como nada, es mejor que el coño de nuestras mujeres, me cago en diez- dijo mientras visiblemente excitado empezaba a meterla y sacarla lentamente.

Mientras tanto Felipe, le agarró la cabeza a Leo, y al ver a su primo cómo se lo follaba, se puso tan cachondo que se la metió de un solo golpe y empezó a follarle la garganta como un descocido. Leo era experto en las mamadas profundas.

-       Niño, este tío se está tragando la polla hasta la garganta y ni se inmuta. Es un mamonazo de campeonato- decía Felipe sin dejar de follarle la garganta.

-       Pues el culazo que tiene no se queda atrás, quee ricoooooooo- decía Carlos fuera de sí.

Tras unos minutos de folladas por boca y culo, Carlos anunció que se corría dándole las últimas estocadas y Felipe no tardó en seguirle sacando la polla y llenándole de leche caliente la cara con varios trallazos mientras ambos gemían sin parar. Leo aprovechó el clímax y se corrió con ellos. Después de dos minutos, los tres yacían en la cama llenos de sudor y corridas. El primero que habló fue Carlos.

-       Niño, eres un c rack del sexo- dijo mientras le daba una nalgada y los 3 se empezaban a reír. Leo solo pudo decir gracias y Carlos continuó- de verdad, hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto- Felipe asintió y confirmó sus palabras.

-       Tiene toda la razón nene, hacía mucho tiempo que no conectábamos y disfrutábamos de esta manera con alguien- apostilló Felipe.

-       Me alegra escucharos- dijo Leo con satisfacción en sus palabras.

Tanto Carlos como Felipe se levantaron y empezaron a vestirse.

-       ¿Ya os vais? - preguntó Leo al ver que aún quedaban varios minutos para la hora.

-       Sí niño. Ya tenemos una edad y no nos recuperamos tan fácil para volver a follarte- dijo de forma graciosa Felipe- Además, con el orgasmo que nos has dado, ya tenemos bastante jeje -

Los primos se vistieron y con un saludo cariñoso y promesas de volver a encontrarse, se despidieron. Leo, al quedarse solo, aprovechó, se duchó otra vez, se vistió y bajó al bar donde vio a los primos despidiéndose de Pavel. Rápidamente, tras la marcha, Pavel se acercó a Leo.

-       Se han ido encantados. No podían creerse lo bien que lo habían pasado. Me han dicho que te felicite- dijo Pavel mostrándose orgulloso de su trabajador.

Leo solo pudo sonreír y Pavel le dio un fajo de billetes.

-       Aquí tienes tu asignación por este último trabajito.

-       Vale, gracias- dijo mientras lo cogía y lo guardaba.

-       Bueno, ya son las 6:00, no hay más clientes así que te puedes marchar por hoy. No obstante, mañana a las 20:00 debes estar en el Hotel Atlantis para un servicio con un político gallego que está en la ciudad. Te comentaré los detalles mañana.

-       De acuerdo, esperaré tu llamada. Buenas noches- dijo Leo mientras cogía sus cosas detrás de la barra y se marchaba.

-       Buenas noches princesa- dijo Pavel cuando ya Leo salía por la puerta mientras lo observaba riéndose triunfante y dando un sorbo a su whiskey escocés.

Al salir a la calle, Leo sintió el frío de la noche. Para él salir cada día de ahí, era el verdadero placer. Le encantaba salir cuando las calles aún estaban desiertas y solo quedaban una serie de borrachos en las aceras. Era el momento en que más se sentía libre de ataduras y de miradas. Aunque esa noche al salir, sintió que alguien le vigilaba. No sabía el porqué de esa sensación, pero no se sentía como las otras noches. “Bah, tonterías”-pensó y siguió caminando con su habitual elegancia hacia el metro.

Sin embargo, lo que no sabía Leo es que su sensación de alarma no era en vano y que unos metros más allá dos hombres le vigilaban desde un coche oscuro. Curiosamente, y sin que él en ese momento lo supiera, esos hombres marcarían un punto y a parte en su ajetreada vida.

CONTINUARÁ…

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Muchas gracias de antemano por leer mi relato. Espero que os guste y por favor, escribidme sobre qué os ha parecido y si queréis aportar sugerencias a mi correo: escritor.principiante95@gmail.com

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Saludos cariñosos a todos mis lectores.