Secretos encontrados 6
Sigue el sexo entre los hermanos Lara y Juan, esta vez Lara desafia a Juan y este busca en el cajon una manera satisfactoria de hacerselo pagar.
Este es la continuacion de una serie, aconsejo que antes de leerlo, leas los anrteriorees capitulos para no perder el hilo, muchas gracias.
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-Tía -era Sonia- Ya casi estoy lista ¿Tu?
Vaya parece que nos habíamos quedado dormidos después del sexo, Juan aun estaba conmigo en la cama, abrazado a mí como una enredadera.
-Mmmm si, dame una hora ¿Vale? –le dije a Sonia, justo cuando notaba que mi hermano se revolvía junto a mí y me abrazaba con fuerza, dándome un beso en la nuca.
-Está bien, no tardes, quiero que esta noche sea legendaria- me dijo Sonia
-Eso está hecho, en una horita nos vemos, besos.
Y cuando me colgó me di la vuelta para quedar frente a mi hermano en la cama.
-Hola –me dijo murmurando con la voz aun tomada por el sueño
-Hola- le dije sonriendo- nos hemos quedado dormidos, pero yo me tengo que ir.
-No. No te vayas- me dijo abrazándome con fuerza pegándome a ese cuerpo escultural- quédate conmigo- me dijo con tono de suplica.
-No me lo digas así, que me dan ganas de quedarme.
-Pues quédate- me dijo dándome suaves besos repartidos sobre mi cama, mientras enredaba sus piernas con las mías y me abrazaba.
-No puedo, se lo prometí a Sonia.
-Joder, es que no sé como lo haces que siempre acabas por estar más con tus amigos que conmigo, yo soy tu pareja ¿sabes?
-Mmmmm mi chico, me encanta como suena, pero lo siento m sabes que se lo prometí.
-Si tú chico- me dijo medio enfadado -y como sigas así…
-¿Qué? No me dejaras ir, no puedes dejarme ir tu me quieres y yo te quiero así que…
-Pues quédate.
-No puedo ya te lo he dicho.
Y con esto me separe de él y me dirigí al cuarto de baño para ducharme. El tenía razón, pero nadie podía sospechar nada, era un secreto muy grande y teníamos que ir con mucho cuidado. No deje de darle vueltas mientras me duchaba de manera automática.
Cuando salí de la ducha fui otra vez a mi cuarto, envuelta en una toalla y allí estaba aun, desnudo entre mis sabanas, mi hermano, mi amigo y mi amante, todo en uno.
-Por favor, di que no te enfadaras si voy -le dije suplicante
-¿Para qué?
-Porque no quiero irme estando así nosotros.
-Está bien, pero invéntate lo que quieras porque a las 2 has de volver a casa, y te lo digo en serio ni un puto minuto mas ¿Me has entendido? No te lo estoy pidiendo Enana…
-Señor, si señor –le dije sonriendo, y me acerque hasta él para darle un beso rápido, aunque no fue tan rápido como yo esperaba.
-Bueno ahora sal que me tengo que vestir
-¿Estas de coña? Por favor Lara… que te he visto desnuda ya
-Lo sé, pero me pone nerviosa tenerte ahí mirando todo lo que yo hago.
-Pues te vas a tener que aguantar porque de aquí no me muevo- me dijo acomodándose mejor, se sentó y se apoyo en el respaldo. –Vamos- me dijo apremiándome- ¿No querrás hacer tarde?
Puse los ojos en blanco y me vestí, yo no quería ligar, ni me hacía falta así que me cogí ropa para arreglarme lo justo, tejanos, una camisa blanca y unos zapatos de tacón.
-Enana, ¿Puedo escoger yo la ropa interior?, hazme ese favor, así cuando vengas a casa será como desenvolver un auto regalo.
-Jajajaja, está bien, a ver ¿Que ropa interior me pongo?
-Mmmm, espera –y se levanto de la cama, dejándome contemplar ese cuerpo, que ahora era solo mío- sigue mirándome así y no sales de casa- me dijo medio divertido medio amenazándome.
-Mío, eres solo mío, que no se te olvide.
-Y tú mía, así que hoy, nada de ligar. –me dijo llegando hasta donde estaba yo, al lado de la cómoda de la habitación donde tenía la ropa interior.
-Para que ligar, teniendo este tío esperándome en casa. –le dije tocándole el pecho con mis dedos, haciendo dibujos sobre su caliente piel.
-¿Tu quieres ir?- me dijo en un susurro grave
-No, pero lo tengo que hacer
-Pues entonces para, brujita.- me dijo cogiéndome de la mano que le estaba acariciando- o sino tendrás que ocuparte de esto y no te dejare salir- me dijo llevando mi mano hasta su pene, que ya empezaba a animarse- ¿Entendido?
-Si –le dije suspirando
-Bien- me soltó de la mano- a ver que tenemos por aquí…
Y empezó a mirar entre mi ropa interior… Al final de decanto por un conjunto negro con detalles rojos.
-Me excita saber que solo yo sabe lo que hay debajo de tu ropa, y que ningún tío podrá saberlo.- me dijo justo antes de volver a la cama y sentarse allí para ver cómo me vestía.
Una vez puesta la ropa y con la aprobación de Juan (no verbal pero si visual, sus ojos tenían la misma pinta que cuando está a punto de penetrarme), me maquille un poco en el tocador y me dispuse a salir.
-No me esperes despierto.
-Llega a las 2, o sino las pagaras muy cara –me dijo agarrándome de la mano
-¿Y qué me harás? ¿Eh?
-No me tienes Enana, no me tientes.
Y con esto me dio uno de esos besos ardientes que me da siempre, cogiéndome del pelo y acercándome a él con su mano en mi espalda.
-Recuerda esto, y lo que te espera cuando llegues.- me dijo murmurando junto a mi oreja justo antes de pasar su lengua por el borde, haciendo que un escalofrió bajara por mi espina dorsal.
Siguió besándome el cuello, y cuando menos me lo esperaba me soltó, sonriendo, como quien guarda un secreto.
-Venga, vete.- me dijo, y me soltó.
Y eso hice, cogí mis cosas, y me dirigí a casa de Sonia que era donde me ella me estaba esperando, le hice una perdida en el camino para que supiera que estaba a punto de llegar.
Cuando llegue la puerta se abrió antes de llamar si quiera al timbre, ella ya me estaba esperando con un modelazo de infarto que se basaba en unos shorts y una camiseta ajustada, Sonia era un pivón y ella lo sabía y lo explotaba muy bien, entre su melena lisa y rubia, sus ojos azules y ese cuerpo de infarto, normal que los tíos cayeran en sus redes, como las moscas a la miel.
-Hola La…- de repente se le fue como la voz y me empezó a mirar fijamente, yo me asuste pensando que había algo detrás de mí y me gire, pero nada, luego pensé que tenía algo en la cara pero tampoco, así que sin poder soportarlo mas que tuve que preguntar
-Joder, ¿Qué pasa? ¿Tengo algo?
-Pero ¿Desde cuando tú vas con chicos? ¿Quién es el tío cacho puta? Mira que no decírmelo…
Y ella ¿Cómo sabía nada de ningún chico? Así que por mi mente en un segundo pasaron mil opciones, por ejemplo que se hubiese enterado de lo de Juan pero eso no podía ser porque no me habría dicho eso seguramente, que oliese a tío, que se lo hubiese dicho alguien… Así que opte por hacerme la loca.
-¿Qué dices? Anda tonta, que chico ni que niño muerto… -le dije aparentando tranquilidad.
-¿A no? Pues yo diría que lo que tienes en el cuello es un chupetón, y esta tarde no lo tenias, es decir que hace poco has estado con un tío, de ahí que me hayas pedido una hora más, o Dios ¿Lo has hecho ya?¿Quién es?¿Por qué no lo has traído? ¿Lo conozco?...
-Primero calla que me estas saturando, segundo que chupetón ni que chupetón y tercero no hay ningún chico.
-Con que no ¿Eh?- y me llevo hasta el espejo del recibidor y me giro la cabeza, ahí estaba un chupetón y bien marcado además, me cago en la leche de ahí el último beso y esa sonrisa, cuando llegase a casa lo iba a matar.
-¿Me lo niegas? –me dijo ella me dijo ella irónica.
-No… es que… Mira es muy complicado, si, esto viendo a un tío, no, no lo conoces, y no lo he traído porque es una cosa mía y nadie por ahora lo sabe (Aunque con la marquita difícil que nadie se enterase).
-¿Y ya…?- me dijo ella con cara de intriga
-No pienso contestar a eso –le dije indignada
-Eso es que si. Ay mi nena ya se ha hecho toda una mujer ¿Era bueno en la cama? ¿Te cuido bien? ¿Dime que le media por lo menos 25 cm?
-Jajajaja, mejor me callo y venga que esos de 25 cm te están esperando a ti, pero antes ¿Puedo ir al baño un momentito?, tengo pis, ya sabes.
-Claro, pero luego me cuentas ¿Eh? De esta no te escapas.
Cuando llegue al baño saque mi móvil y marque el número de Juan.
-Dime Enana- me contesto el- ¿Vienes ya para casa?
-Pero a ti ¿Qué cojones te pasa? Me has hecho un chupetón.
-Vaya… ya te has dado cuenta –me decía pero sin arrepentimiento en su voz- bueno, es una buena manera de que los tíos sepan que tienes alguien en casa esperándote, eres mía y te he marcado como tal.
-¿Te crees que soy ganado? No me hace ni puñetera gracia, joder…
-Vamos, no te pongas así…
-Me pongo como me sale del coño, y eso de volver a las dos… JA!
-Enana, dije a las –pero no le di tiempo de acabar la frase porque ya le había colgado, se lo merecía por imbécil, ¿Qué se habrá creído?
Y así nos fuimos por ahí con mi amiga Sonia, me hizo varias perdidas que por supuesto no me digne a contestar, a Sonia le conté una historia inventada, de que había conocido a un chico (bueno básicamente cambien los nombres y un poco la historia pero era la historia de Jorge e Iván) y estábamos que si que si no, y tal. En el transcurso de la noche como no Sonia ligo mientras que yo me quede con unos amigos del instituto que también habían decidido salir un rato, me preguntaron por mi hermano, pero les dije que no le apetecía salir que estaba algo cansado y bueno entre unas cosas y otras aunque le había dicho a Juan que volvería mas tarde de las 2 cosa que no pensaba hacer me liaron y llegue a casa a eso de las 3 de la mañana.
Pensé que cuando entrase en casa estaría Juan esperándome en la puerta o en el salón, pero nada de nada, estaban todas las luces apagadas, eso definitivamente me indico que o se había ido a dormir porque estaba muy enfadado, o había ido por ahí porque estaba muy enfadado, si tenía que elegir prefería la primera sin lugar a dudas, así que decidí ir a ver si estaba en su cuarto pero allí no había nadie, así que derrotada por el cansancio y la sensación de culpa al no llegar a la hora que mi hermano me había pedido que llegara a casa, me quite la ropa y me fui al baño a quitarme el maquillaje y lavarme los dientes, decidí dejarme la ropa interior por si mi hermano volvía para ir a disculparme, se que el sexo no es la solución a una pelea pero… bueno Juan seguramente se ablandaría un poco con eso y sería más fácil pillarlo con la guardia baja.
-Vamos pequeña, despierta- oía un susurro que me llamaba, pero no sabía de donde procedía, es como cuando quieres despertar pero no acabas de saber si lo que te dicen es parte del sueño o sin embargo es parte de la realidad.
-Vamos Enana, despierta -Notaba suaves caricias que me recorrían todo el cuerpo, besos suaves como alas de mariposa por toda la cara, hasta que por fin deje atrás el sueño para encontrarme al abrir los ojos con la mirada de mi hermano.
-Hola- le dije con voz adormilada y una sonrisa somnolienta
-Por fin princesa- me dijo sonriendo- me estoy dando cuenta que es bastante difícil despertarte.
-¿Qué hora es?- le dije desorientada aun por el sueño
-Son las tres y media de la mañana, te oí llegar pero no quería que me vieras, así es como te quería, indefensa medio dormida para así poder hacer esto- y con esto pude notar como algo se cerraba en torno a mis muñecas por encima de mi cabeza.
-Ehh- eso me despertó de golpe- que coñ…
-Cariño, tenia curiosidad por lo que compraste así que mire en ese cajón tuyo secreto y me encontré con esas preciosas esposas, te dije que no llegaras mas tarde de las dos. De hecho me colgaste y no hiciste caso a ninguna de las llamadas que te hice.
-Pero cuando llegue no estabas, además lo de no cogerte el teléfono fue lo normal, mira mi cuello, eso no es normal.
-Si estaba, pero no miraste donde debías así que espere a tenerte así, y mi castigo será muy dulce…
-¿Castigo? No es justo, eres tu el que va marcando a la gente- le dije retorciéndome en la cama tratando de que las esposas cediesen pero nada.
-No no no, quedamos que llegarías antes de las dos, y lo decidimos antes de lo del chupetón. Por cierto es precioso, me recuerda que eres solo mía, y lo mejor es que se lo dice a los demás –me dijo acariciándolo con sus dedos y dando un beso suave justo encima, donde mis latidos se notaban bajo sus labios.
-¿Y esto es tu castigo? –le dije tirando de las esposas.
-O pequeña, el castigo no ha hecho más que empezar…
Y dicho esto, se separo de mi y se bajo de la cama, me miraba con una mirada feroz y hambrienta, y mientras yo seguía retorciéndome sonrió, hasta que me cogió de la pierna izquierda y me la sujeto a la cama con un pañuelo, seguidamente hizo lo mismo con la pierna derecha.
Se quedo a los pies de mi cama, mirándome, como quien se dedica a observar un cuadro, memorizando cada recoveco, cada lunar, cada trocito de mi piel…
Y después empezó a acariciarme las piernas de manera ascendente, paso sus manos por el arco de mi pie hasta los tobillos, depositando a su vez besos por mis pies, jamás pensé que sería así de erótico hasta que me lamio y mordisqueo mis dedos, mi respiración empezó a acelerarse con la expectativa de lo que iba a suceder, no me podía mover pero eso solo le añadía excitación al asunto. Cuando se canso, subió por mis piernas, las pantorrillas, las rodillas, y mis muslos, todos siendo acariciados y besados con la misma atención que los pies, con cada caricia y cada beso, me excitaban y me humedecía un poco más, antes me retorcía para poder soltarme ahora lo hacía porque no podía estarme quieta a esa provocación.
Cuando llego cerca de mis ingles paso de largo y empezó a besarme la tripa, me lamio y me mordió, y siguió subiendo pasando de largo por mis pechos y siguió provocándome con sus caricias y mordiscos en el cuello, yo seguía retorciéndome y cuanto más lo hacía yo mas lo disfrutaba él, lo sabía, lo podía notar.
-Enana, te dije que tenías que llegar a las dos, y también te dije que no me provocaras.
-¿Qué? –le dije aturdida
-La hora pequeña –me decía acariciándome por todos los lados a los que llegaba sin tocar ni mis pechos ni mi sexo- te dije que llegaras como muy tarde las dos y eso nos deja una hora de diferencia y ¿Sabes que significa esa hora perdida?
-No- le dije temblando de deseo
Se agacho hasta mi oído y me susurro –Una hora de caricias como las que has estado recibiendo, nada de caricias en los pechos, nada de caricias en el coño, solo como hasta ahora, y ni se te ocurra correrte.
Y sin tiempo de poder contestarle, comenzó a besarme en la boca salvajemente, me introdujo su lengua que luchaba con la mía, me mordía los labios, imitaba con su legua el movimiento de la penetración, mientras con sus manos me acariciaba, sin tocar mis pechos. Me estaba volviendo loca, solo besos y caricias, mordiscos, arañazos incluso peor no donde yo los quería, donde yo los necesitaba, yo me retorcía contra él y cuanto más lo hacía más empeño ponía en volverme loca.
Al cabo de media hora no podía soportarlo más, le suplicaba, le rogaba, le imploraba que por favor acabase que me follara de una vez, pero no había manera, no cedía ni un poco.
-Por favor- le decía
-¿Por favor que?- me decía sin parar en su particular castigo
-Acaba de una vez con esto
-Tú te lo has buscado princesa- me decía acercando sus caricias a mi centro pero sin tocarlo, mientras yo me retorcía.
-Por favor
-Me encanta que me supliques- me decía con sonrisa malvada
-No lo hare más
-Mmmm ¿El qué? ¿Suplicar?
-Desafiarte, por favor
-¿Qué? – me dijo el incorporándose para quedar con su mirada fija en la mía
-Follame –le dije mirándolo fijamente
Esto lo puso a mil, sus ojos me lo decían, así que bajo de la cama y me desato una pierna y después me desato la otra.
-Mmmm mi pequeña tiene ganas… lo huelo desde aquí, cada vez que te mojas para mi puedo olerlo, hueles a hembra, a sexo, y ¿Sabes lo mejor?, cuando acabo de follarte- me dijo metiéndose entre mis piernas –hueles a mí, a sexo, entonces eres mía y yo lo sé, y tu cara le dice al mundo que estas bien follada, ni un tío se te acercaría oliendo a mí y con la cara que se te queda después de esto.
Entonces me quito las bragas, y desabrocho mi sujetador (menos mal que era de los que se abrocha por delante) porque en todo el proceso mi ropa interior seguía puesta, creo que también era por él, para no verlo todo expuesto, sino habría cedido antes.
-Mmmm Dios mío- me decía- verte así, sujeta a la cama, esperando ser saciada, es de las imágenes más eróticas que he podido ver jamás –dicho esto alcanzó su móvil que lo tenía en la mesilla y me hizo una foto.
-¿Pero qué haces?- le dije tirando de las esposas indignada.
-Quiero verte así siempre que quiera, y esta es una buena manera.
-Pero ¿Y si la pillan qué? Los móviles…
-No se te ve la cara, está en sombras ves –y me enseño la foto, era verdad mi cara estaba como en sombras así que no se veía pero mi cuerpo, mi cuerpo se veía a la perfección.
-Y ahora si has acabado de hablar, princesa.
Y paso a la acción se dedico a dar la atención a mis pechos que habían sido olvidados durante todo el rato, primero uno y luego el otro, fueron besados, acariciados, mordidos, mis pezones eran dos botones duros, y note como una chispa de electricidad bajaba por ellos hasta mi clítoris, y sin si quiera quererlo tuve un orgasmo.
Intente que Juan no se diera cuenta porque me había prohibido correrme, pero fue un orgasmo tan bueno que acabe moviéndome y jadeando.
-Cariño… -me dijo amenazante- te has corrido
-No, yo…
-Qué pena ¿Sabes qué significa?
-¿Qué? No…
-Shhh- y me soltó una muñeca de la cama hasta llevarla con la otra y me las ato juntas, luego llevo la otra hacia donde estaba la anterior y la ato, de manera que ahora estaba boca abajo.
-Dios Lara, ese culo… una pena que ahora tenga que ser castigado
-¿Qué quieres de…?
Pero no me dio tiempo a acabar la frase porque sentí como el aire se agitaba y un fuerte nalgazo resonó en la habitación.
-Auu – me queje
-Shhh, tú te lo has buscado, esta noche los castigos contigo no acaban, solo quedan 9 mas, y procura no decir nada porque si no se sumara uno con cada queja o grito.
Y así fue dándome fuertes nalgazos, alternando los golpes en mis nalgas para dar un mínimo de tiempo a reponerse. Notaba el picor y el calor que dejaban consigo los golpes, pero no era un dolor insoportable de hecho producía cierto placer.
Cuando acabo de pegarme en el culo, fue hasta el cajón donde tenía guardado todo lo que compre y saco uno de los aceites, este olía a menta. Además cogió un preservativo de las cajas que había dentro y se lo puso.
-Shh, te voy a poner un poco de aceite en las nalgas, este te refrescara la piel- me dijo el sentándose a mi lado otra vez en la cama, y antes de ponerme el aceite me beso cada nalga.
– Gracias por prestarte a esto- y sin darme tiempo a contestar se unto las manos en aceite y me empezó a masajear, igual que había pasado con el aceite de piruleta, el olor a menta se extendió por toda la habitación, y el masaje que me daba era muy reconfortante, al final y después de cinco minutos de masaje se volvió a separar.
-Enana, necesito que te apoyes sobre tus codos un momento- sin saber que sería lo siguiente eso mismo hice y puso la almohada debajo de mi tripa- así mucho mejor. Me dejaba totalmente expuesta a él, y a su mirada.
Yo estaba súper excitada, estaba tan húmeda que mis muslos resbalaban, mi hermano, estaba erecto desde hacía rato, aun no sabía cómo había aguantado pero ahí estaba preparado para mí.
-Mi niña, creo que ahora te mereces ese orgasmo- y sin darme tiempo a pensar si quiera me penetro, de una estocada.
Esa postura era nueva, y era muy satisfactoria, el se acomodo entre mis piernas y empezó ese dulce vaivén que tanto me gustaba, yo levantaba mi cintura para que se adentrara mas, al final la almohada no hizo falta porque me di cuenta que la penetración era más completa cuanto más me agachaba así que acabe de rodillas con las manos sujetas al cabecero de la cama mientras mi hermano me penetraba, sus penetraciones no eran siempre iguales, a veces eran lentas otras rápidas, a veces salía entero otras solo la mitad, a veces iba despacio otras lento, trataba de prolongar su placer y el mío, y así comenzó una danza tan antigua como el tiempo en mi cama, los dos jadeando, sudorosos, buscando la liberación, mi hermano se pego a mi espalda y me besaba el cuello y la nuca, llevo sus manos hasta mi sexo hasta mi clítoris y empezó a masajear eso me llevo mas allá y cuando noto que estaba a punto con una embestida final ambos nos catapultamos hacia el orgasmo, ambos liberados y saciados.
Después de unos minutos en que nuestros cuerpos volvieron a la normalidad, Juan me saco las esposas y me soltó de la cama, y mientras yo me acababa de quitar el sujetador, ultima prenda de esa noche tórrida, el se dirigió al cajón a guardar las esposas, y el aceite, y fue al baño a quitarse el condón. Cuando volvió a mi habitación yo estaba tumbada entre las sabanas,
-¿Me haces un hueco? –me dijo con expresión compungida desde la puerta
-Siempre, anda ven aquí- le dije señalando a un lado de mi cama. Y con una sonrisa infantil, se tumbo en la cama a mi lado.
-¿Sabes? -Me dijo acomodándose y acercándome para que me apoyara en su pecho
-Dime- dije acurrucándome contra él.
-Nunca había hecho esto, lo de someter de alguna manera a una chica en la cama, está bien, lo de disfrutar de una manera un poco más agresiva.
-Pues mi culo no está muy de acuerdo. -Le dije haciendo un mohín.
-Jajaja, me refiero a que le añade otro tipo de excitación ¿No crees?
-Está bien. Pero no para todos los días.
-No, claro que no pero para alguna vez…
-Mmm, a la siguiente te lo hago yo a ti- le dije acercándome hasta su boca para darle un beso de estos dulces
-No sé, no sé- me dijo volviéndose quedando sobre mi entre mis piernas- quizás me guste.
-Quizás a mi también – le dije mientras volvíamos a besarnos, estaba claro que la noche no había hecho nada más que empezar.
Continuará...
Espero vuestros comentarios y valoraciones, muchos besos =)