Secretos encontrados 5

Sigue la historia de los hermanos Lara y Juan...

Todo era muy complicado, desde que habíamos llegado a casa, tratar de ocultar miradas, gestos, rozamientos… se nos estaba haciendo imposible. Jorge se estaba recuperando, y a mí el ir todos los días a verle después de clase me quitaba mucho tiempo de estar con Juan, y la verdad que el empezaba a estar un poco enfadado.

-Es que no entiendo que si no tenéis nada, el hecho de ir todos los días.

-Juan, escúchame-le dije cogiéndole de las manos- es mi mejor amigo, he estado con el siempre y el conmigo, se lo debo, además no puedo estar cera de ti durante mucho tiempo sin…

-¿Sin qué?- Me interrumpió el

-Sin poder besarte, acariciarte, sin poder hacer lo que hicimos en el hotel, esto se me está haciendo muy duro…

-¿Y crees que a mí no? Verte todos los días, saber que duermes justo al otro lado de la pared con ese pijamita, sentarme junto a ti en el sofá con papá y mamá justo a nuestro lado y reprimir las ganas de hacerte todo lo que se me ocurre.

-Pues házmelo

-¿Cuándo? ¿Si cuando no están papá y mamá tu estas con el príncipe azul haciendo de niñera?

-Ya lo sé- le digo acercándome hasta abrazarlo con todas mis ganas- pero entiéndelo no sería justo abandonarlo a su suerte.

-Lo sé…- se agacha a darme un beso rápido – esta noche no están mamá y papá…

-¿Y?- le pregunto sonriendo

-Pues he pensado… que podríamos hacer una cena romántica, ver una peli y bueno…- me dice susurrando mientras se agacha junto a mi oído- después podemos cumplir una, dos, tres o las fantasías que hagan falta ¿Qué te parece?- y con esta pregunta me acerca más a él mientras me mordisquea el lóbulo de la oreja, cosa que empieza a darme escalofríos.

-¿Sabes qué?- le digo tratando de poner algo de espacio – pedimos algo en el chino, nos saltamos la peli, y entre fantasía y fantasía comemos para recuperar fuerzas ¿Qué te parece?

-Que se nota que eres mi hermana jejeje que cada día me gustas y te quiero más.

-Y yo a ti

Pero justo cuando llegue a casa dentro estaban Juan y Sonia discutiendo y me quede en la puerta tratando de escuchar lo que decían.

-Juan, no me puedes dejar…- le decía Sonia a Juan desesperada

-Sonia, sabias que esto no iba a durar, que solo era un tiempo, hasta Lara te lo dijo, me canso enseguida de las chicas, y tu solo has sido una más, lo siento mucho pero era algo que te dije cuando nos enrollamos la primera vez.

-¿Quién es la otra? Todo el mundo dice que estas raro, y que ya no te acercas a las tías como antes, que estas diferente, que hay alguien en tu mente ¿Quién es? ¿Qué te da ella que ninguna mas te ha podido dar?

-Sonia- le dijo mi hermano resignado – No voy a darte ninguna explicación, porque no somos nada, lo sabías, y punto.

-Descubriré quien es, te vas a enterar ¿De qué vas? A Sonia no se la deja así como así ¿Te enteras? Cuando sepa quién es, que Dios la pille confesada, porque la mato ¿Me oyes? La mato.

Jamás había oído visto así a Sonia parecía que se había vuelto loca, le dije que no se pillara, pero bueno que voy a decir yo que al final caí como todas las demás, en ese momento decidí entrar al salón a ver si podía enfriar un poco el asunto.

-Sonia- le dije- ¿Cómo tu por aquí?

-Tu hermano me ha dejado. ¿Quién es la otra? Dímelo podre soportarlo, solo quiero saber que tiene ella- me preguntaba desesperada.

Juan estaba de los nervios se lo notaba, no se imagino jamás que esto sería así, Sonia siempre había sido un poco suelta pero por lo visto se había encaprichado con mi hermano, porque eso no era amor, era obsesión.

-Sonia, cariño –le dije tratando de tranquilizarla- Si hay otra –Juan me miro asombrado con cara de ¿Qué cojones estás haciendo? Y Sonia soltó un gritito- pero ya sabias lo que había con mi hermano, el te lo dijo, yo te lo dije hasta Jorge en alguna ocasión hizo algún comentario…

-Pero…

-Mira haremos una cosa- le dije tratando de tranquilizarla- ahora iras a casa y te echaras un rato a dormir, luego te darás un baño de esos que tanto te gustan, te arreglaras, y cuando estés demoledora paso por tu casa y nos vamos por ahí de fiesta a ligar ¿Qué te parece? Tíos como mi hermano hay a patadas, y tú te mereces alguien que te corresponda.

-Lara no se…

-Vamos cariño, vamos a quemar las calles, hoy el sol llegara antes a casa que nosotras, además me apetece, estoy del hospital a casa, de casa al instituto y de ahí otra vez al hospital, dame esa alegría.

-Está bien- conseguí convencerla hasta sacarle una sonrisa – tienes razón, creo que es porque siempre he sido yo la que ha cortado –Juan- le dijo girándose a mi hermano que aun estaba flipando – lo siento mucho, tu hermana tiene razón, además si has encontrado a la chica por la que dejar de ser un zorrón… enhorabuena, ahora me toca a mi encontrar al chico que me haga sentar la cabeza.

Y con esto se despidió de nosotros y se fue de casa.

Juan se quedo como paralizado en el salón de casa, mientras yo lo miraba fijamente, finalmente se decidió a hablar.

-¿Te has vuelto loca?

-Como…

-Como se te ocurre meterte en medio, casi me da algo, casi pensé que amenazaría con cualquier locura, y encima vas tú y ahora te vas a ir de fiesta con ella, a ligar…

-Primero, no me he vuelto loca, segundo no me dejes con la palabra en la boca, sabes que no me gusta, y tercero es lo único que hace que Sonia salga por ahí y así de paso se olvida de ti.

Después de esto lo deje con la palabra en la boca y me dirigí a mi habitación, no tardo mucho en seguirme y adentrarse en ella.

-Y nuestra tarde-noche solos ¿Qué? Joder Lara, que no estamos juntos nunca y esto empieza a cansarme ¿Sabes?

-¿Y que querías? Es por mí por lo que la has dejado, por lo menos debía ofrecerle un día de chicas, y por cierto sabes de sobras por qué no pasamos tiempo juntos.

-Por culpa de ricitos de oro…

-Por el amor de Dios, deja ya de llamarlo así.

Y sin querer discutir más me di la vuelta y me puse a rebuscar en el armario ropa para salir de fiesta, ojala Sonia ligase pronto y así podría volver pronto a casa, para poder pasar un poco de tiempo con Juan… Pensaba que se había ido de la habitación, pero de repente me sujeto por detrás entre sus brazos.

-Lara, no me gusta discutir contigo.

-¿Crees que a mi si me gusta discutir?- le dije volviéndome entre sus brazos.

-Odio esto, a veces me dan ganas de cogerte y llevarte lejos…

-pues con la mierda de moto que tienes como mucho llegaríamos a las afueras –le dije sacándole una sonrisa.

-Así que una mierda de moto – me dijo caminando hacia atrás- pues que sepas que esa mierda es la que nos lleva todos los días al instituto.

Y justo cuando llego a la altura de la cama se tiro sobre ella, llevándome a mí consigo.

-Mmm, ahora eres mía-  me dijo mordiéndome en el cuello mientras yo me situaba mejor entre sus piernas.

-Sabes el otro día cuando fui a ver a Jorge al hospital, mientras le hacían unas pruebas fui a recorrer los alrededores.

-Aja-me dijo mientras introducía sus manos por dentro de mi camiseta-Y ¿Qué con eso?

-Pues vi un sex shop… y compre unas cosas.

De repente se medio levanto quedando sentado y yo sobre el mientras con cara de asombro me decía_

-¿Qué tu qué? ¿Qué hacías tú en un sex shop?

-Mira… sabes que opino de las interrupciones, y si no te callas no te digo que compre.

-Vaaaale- y paso su mano por la boca como si fuese una cremallera.

-Mmmm me gustas así de complaciente ¿Sabes? – le dije sonriendo dándole un pico

-Cariño… siempre que quieras

Dicho esto empezó otra vez la acción, empezó a besarme lento para ir acelerando mientras con sus manos dentro de mi camiseta empezó a masajearme por la tripa, las costillas, ascendiendo hasta mis pechos, mientras él hacia eso yo me hice con el bajo de su camiseta para poder quitársela. Cuando lo conseguí, sentí como sus labios bajaban hasta su cuello y se iban acercando a mi oreja y cuando menos me lo esperaba empezó a morderme el lóbulo enviando escalofríos por todo mi cuerpo, haciendo que el estomago se me encogiera y mi clítoris palpitara esperando más estimulantes.

-Cariño- me dijo él entre jadeos. ¿Qué compraste?

-Mmmm no me cortes ahora el rollo –pero el tenia otra idea así que levantándose de la cama conmigo en brazos me dijo- si quieres continuar dime que compraste.

-Si me bajas te lo enseño.

-sus deseos son ordenes para mí.

-Jajaja mis deseos son también tuyos –le dije con un beso antes de dirigirme al escritorio, y en el ultimo cajón, ahí estaban las cosas que había comprado.

Era mi cajón del placer, bueno mi cajón y el de Juan, lo había forrado incluso para que quedara mejor con tela de color rojo, y allí las cosas que había comprado estaban esperando a ser descubiertas por él y por mí, a ser utilizadas para darnos todo el placer que quisiéramos. Para empezar cogí del cajón un aceite de masaje de efecto calor de piruleta, y un anillo vibrador

-A ver por hoy solo te enseñare esto- le dije acercándome hasta la cama donde estaba el.

  • A ver, un aceite y un anillo… no está mal para empezar

-No, por hoy estará bien, ya otro día probamos más cosas ¿No?

-¿Compraste más cosas? –Me pregunto asombrado

-Sí, pero no te diré lo que, mejor te lo voy enseñando en próximos días…

-Tú mandas, Enana

-Si- le dije sonriendo- yo mando. Venga túmbate en la cama, que te doy un masaje.

Y eso hizo, se tumbo boca abajo, para que pudiera darle el masaje, todo en el es perfecto, y su espalda, acaba en un culo… de infarto.

Así que una vez tumbado allí, me senté sobre ese culo perfecto y me dispuse a darle un masaje, primero unte mis manos en el aceite, que por cierto olía… de vicio, y luego lo extendí por la espalda de Juan, e inicie mi masaje.

A medida que le masajeaba se notaba como el efecto calor se iba produciendo, hubo un momento en el que pensé que se había quedado dormido hasta que me dijo

-Cariño, ¿Qué tal si seguimos contigo? -volvía a tener esa mirada, la que solo me dedica a mí, esa que hace que mi mundo se tambalee y mi estomago caiga al vacio sin paracaídas.

-Claro- y asi fue como invertimos nuestras posiciones, yo tumbada y el sentado dispuesto a masajearme

-Enana, he pensado que como los dos sabemos de sobra como acabara esto, mejor desnúdate

-Pero…

-Mira. Yo soy tu masajista y para trabajar necesito que te desnudes, sino no podre hacer mi masaje, además te aseguro que tendrá un final feliz, muy, muy feliz.

-Eres un liante pero vale.

Y me empecé a sacar la ropa y al verle tan entregado viendo como me la quitaba, lo intentaba hacer muy despacio, todo lo sensual que podía o sabia cuando quede en ropa interior, ya se adivinaba por su pantalón que él estaba más que contento con mi striptease casero.

-La ropa interior, enana –me dijo con un ronco susurro, lo suficientemente autoritario como para ponerme los pelos de punta.

Así que continúe quitándome el conjunto de ropa interior azul, primero el sujetador y después el tanga, y quede completamente desnuda delante de él. Me miraba como un muerto de hambre mira a la comida, como si yo fuera la libertad de un preso. Sin más palabras me indico que me tumbase en la cama.

Empezó a masajearme la espalda suavemente, ejerciendo una presión cada vez que pasaba por las zonas que había descubierto que me excitaban como mi cuello, el borde de mis costillas, el final de mi espalda… y yo notaba como el calor se iba extendiendo tanto por el aceite como por mi propia excitación. En mitad del masaje Juan paro de masajearme para quitarse su propia ropa, después me hizo volverme para estar frente a frente.

Nuestros cuerpos hablaban por nosotros, el olor del aceite se extendía entre nosotros, dulce y embriagador estábamos tensos, excitados, queriendo acabar con lo que hacía un rato habíamos empezado.

Mi cuerpo ya estaba preparado para continuar, y el igual, estaba erecto esperando para que decidiéramos continuar, solo con verlo así cada vez me sentía más húmeda.

Pero él quería continuar con el masaje por la parte delantera y continuó, se puso entre mis piernas, rozándome, de vez en cuando, sus manos me acariciaban y masajeaban los pechos, que cada vez estaban más pesados y los pezones más duros. Pero el continuaba, y descendió por mis curvas hasta llegar a mis ingles, cada vez estábamos mas excitados.

-Bueno Enana ¿El anillo este como funciona?

-Mmm a ver déjame a mi –le dije- te lo tienes que poner hasta la base, me dijo la dependienta que al vibrar me estimularía a mí y a ti, y además te ayudaría a durar más.

-¿Te quejas de mi duración pequeña?- me dijo medio indignado medio divertido.

-Jajajaja no, pero si duras mas…

Y eso hizo se lo coloco y cuando me penetro lo activo, dios mío que placer, su cara y la mía por lo visto, decían lo que las palabras no podían, mientras me penetraba, el anillo vibraba sobre mi clítoris y con dos embestidas ya estaba corriéndome. El siguió, besándome, acariciándome, por todo el cuerpo, mientras aun seguía empalmado con el vibrador aun ahí, yo estaba otra vez a punto, más y más excitada, jamás había estado mas mojada y húmeda mis muslos estaban duros de la excitación y mis piernas rodearon fuertemente las caderas de Juan. El entraba y salía de mi, cada vez más deprisa hasta que salió por completo, cogió el anillo y lo tiro él a un lado de la cama y entro fuertemente en mi, justo en ese momento los dos empezamos a corrernos a la vez.

Agotados los dos, nos quedamos dormidos en la cama, hasta que el móvil empezó a sonar.

Continuará...

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