Secretos de Matrimonio

La mujer del jefe de mi marido me proporciona unas jornadas excelentes de sexo lésbico.

Secretos de matrimonio

David, mi marido, es un ejecutivo que se está abriendo camino en una importante empresa de construcción. En las asiduas reuniones sociales a que lo obliga la empresa, conocí a la mujer de su jefe, una mujer de unos 40 años súper bien llevados, y sumamente amable y amistosa por lo que se inició una buena onda entre ambas. Quiero recordarles que yo tengo 29 años.

Hace poco mi marido tuvo que acompañar a su jefe a una convención en Madrid, que se prolongaría por cinco días. Al día siguiente de su marcha, me llamó Alicia, la mujer del jefe, para preguntarme si necesitaba algo. Le comenté que no me hacía falta nada, pero al decirle que estaba sola, ya que no tenemos hijos, me invitó a que fuera a su casa hasta que volvieran nuestros maridos, porque a ella le pasaba lo mismo. Después de que ella me insistiera mucho, pensé que por qué no, con Alicia la relación era muy buena, y también pensé que podría servir para que David tuviera mejor relación dentro de la empresa. Cogí una bolsa de viaje y la llené con las prendas necesarias y me fui a instalar a su casa. Realmente lo pasábamos muy bien porque es una mujer fabulosa.

La segunda noche, después de cenar me comentó que había alquilado una película y que si quería podríamos verla en su dormitorio, ellos tampoco tienen hijos, ya que también tenían una televisión de 32" y DVD, y así estaríamos más cómodas estiradas en la cama para ver la película. Era una película con una fuerte carga erótica y el tema jugaba alrededor de una relación lésbica, con algunas escenas bastante calientes.

Ella estaba a mi lado en una posición ladeada, es decir dándome la espalda, pero eso no impidió que viese que se estaba acariciando muy suavemente su entrepierna. Yo me sentía un poco incómoda. Ella se dio cuenta y me preguntó si me molestaba. Al decirle que no, me tomó muy fuerte la mano y mirándome a los ojos me besó suavemente en las mejillas. Como yo no hice ninguna reacción negativa ella siguió con sus caricias que terminaron con un beso súper apasionado en el que yo participé activamente. De repente ella se fue acercando y me colocó las manos entre las piernas.

Yo me sentí un poco confundida, pero antes de que pudiera reaccionar de alguna forma, ya me estaba introduciendo los dedos entre el pijama. Sentí que un sudor frío recorría todo mi cuerpo. Tenía los pezones durísimos y un deseo incontrolable de hacer que ella se sintiera tan bien como yo.

Comencé a besarle los labios muy dulcemente y ella respondió con pequeños mordiscos que me hicieron excitar aún más y comenzar a lubricarme. Nos quitamos toda la ropa y comenzamos a tocarnos muy lentamente cada parte del cuerpo (hay que reconocer que su cuerpo era mucho más hermoso que el mío, con sus senos redondos y grandes).

Entonces nos chupamos inconteniblemente los senos y ella se levantó un momento para enseñarme algo. Cuando volvió yo estaba como loca acariciándome el clítoris con los dedos, y ella traía un pene doble que era impresionantemente grande. Creó que se dio cuenta del susto que me causó porque de inmediato se acercó a besarme y me empezó a meter por mi sexo dos dedos muy suavemente. Luego nos sentamos con las piernas abiertas y comenzamos a chuparnos y a meternos los dedos mutuamente. Ella era una mujer muy experimentada, me dijo que me diese la vuelta, y yo en posición de perrito, me fue metiendo por mi vagina esa inmensa tranca de un solo empujón. Ella por su lado también se fue penetrando. Esa escena me recordaba a las penetraciones que realizaba con David en posición perro.

Nos corrimos casi al unísono y empezamos a chuparnos nuestros flujos vaginales. Sería demasiado largo describir lo que siguió a continuación. Sólo les puedo decir que fueron cuatro días de una pasión desenfrenada. El problema es que ahora no veo las horas que se presente una ocasión semejante, pero ya nos vamos arreglar para volver a vivir esos momentos inolvidables. Lo malo es que ahora cada vez más pienso en ella y cada vez me interesa menos sexualmente mi marido.