Secretos compartidos
Continuación de La Dama y el vagabundo. A partir de aquí la historia de Jessica no será exclusivamente relacionada a la zoofilia. Esperen las demás historias en otras secciones.
Treinta y uno de octubre, tres semanas han pasado desde aquel incidente, las fantasías de Jessica sobre ser violada han disminuido considerablemente, nunca habló sobre ello con nadie, solo Geroi es su héroe y confidente sobre este hecho. La fiesta de día de brujas de la empresa tiene lugar en el salón de fiestas del hotel Fiesta Inn que se encuentra cerca de ahí, aunque aún era temprano, muchos empleados asistieron disfrazados a trabajar para amenizar el ambiente. Lulú, la secretaria de Jessica, no iba disfrazada, pero traía su disfraz en una bolsa, en cuanto su turno terminara se cambiaría en el baño.
Su cuerpo no causaba envidia, pero sí era esbelto; grandes senos, heredados de su madre; piernas largas y bien torneadas; su rostro, un poco afilado y largo la hacía parecer más delgada, su nariz era un poco larga también, sus ojos verdes aunque pequeños, hacían que su rostro adquiriera una inocencia angelical, más aun cuando sonreía y los entre cerraba. Su cabello largo y de un tono castaño claro, era la combinación perfecta para ese rostro.
Lulú había notado el cambio de Jessica casi de inmediato, desde aquella vez que la llamó en medio de la noche para avisar sin previo aviso que no iría a trabajar supo que algo le había sucedido, solo que no sabía muy bien que era. Al día siguiente de su falta, Jessica había llegado como de costumbre a la compañía, sin embargo, su actitud había cambiado; mucho más alegre, había impuesto una nueva regla, que todos los involucrados en su piso, sin excepción alguna, dejaran de trabajar a la hora de salida, no habría horas extra, no habría trabajo en casa, en cuanto terminara el turno, todos debían estar listos para irse.
Este cambio repentino extrañó mucho a Lulú y a todos los demás, algunos hacían bromas diciendo que Jessica al fin había tenido sexo; muchos se habrían ido de espalda al saber que esto era cierto y más aun al saber que su amante era un perro que había encontrado en la calle. Lulú, a pesar de ser la persona más cercana a Jessica no tenía idea alguna del porqué del cambio repentino, no hasta este día.
Eran ya casi las seis, todos en el piso de Jessica estaban ya listos para irse a la fiesta que iniciaría en el hotel una hora después, otros se irían directo a casa a acompañar a sus hijos a pedir dulces, Lulú estaba sacando su bolsa con el disfraz, cuando de pronto Jessica la llamó a su oficina con una voz tan amable que no pudo ignorarla. Una vez dentro, con esa suave voz que hipnotizaría a cualquiera, le dijo que podía usar su oficina para cambiarse: -Lourdes, tú no debes entrar a esos baños para cambiarte, puedes hacerlo aquí; no digo que los baños sean sucios, pero aquí tendrás mas intimidad al cambiarte. Además, ya viste cuantas chicas tuvieron la misma idea que tú de no ponerse su disfraz, los baños en este momento estarán muy repletos-. Sonrió y con un ademan mostrando la oficina le hizo saber a Lulú que era bienvenida.
Todavía más extrañada, Lulú no pudo decir palabra alguna debido a que Jessica la había tomado del brazo y la acompañó a su escritorio, agarró la bolsa de mano de Lulú y la otra bolsa con el disfraz. Entraron a la oficina de nuevo, ésta era algo amplia, si tuviera una cama y ropero sería una habitación perfecta. Lulú observó a Jessica, con una mirada le indicaba que saliera, pero Jessica no lo hizo, se fue a sentar al pequeño sillón, cruzó la pierna izquierda y se dedicó a observar. Lulú un poco avergonzada, comenzó a quitarse la ropa, dio la espalda a Jessica y se quitó el saco, la blusa, después bajó el cierre de su falda y se movió un poco para aflojarla, seguidamente ésta caía al suelo; bajó sus medias y se quitó los tacones, toda su ropa la dejó en una silla cercana, su ropa interior era negra y transparente, le daba más vergüenza aun ya que la bolsa con su disfraz la tenía Jessica, se volvió hacia ella y se la pidió amablemente.
Jessica extendió la mano y le entregó la bolsa, pero la agarró por el antebrazo con la otra mano, le miró fijamente a los ojos, no tenía la mirada amenazante, pero sí un poco tierna, sin pensarlo sacó su lengua y mojó sus labios. Lulú se espantó un poco, pero Jessica la soltó casi de inmediato, le ayudó a guardar su ropa de trabajo, como no traía maleta, Jessica se ofreció a prestarle unos ganchos y dejar su ropa ahí hasta el día próximo para después llevársela. Lulú asintió, pero en su interior tenía desconfianza. Después comenzó a vestirse, su disfraz era de reina de corazones, se puso el corsé rojo, el cual Jessica le ayudó a ponerse; la minifalda roja también, ambos tenían corazones negros y rojos como adorno, las medias blancas con pequeños dibujos de póker y al final sus tacones rojos.
Ya disfrazada volteó y vio que Jessica estaba desnudándose también, ya no tenía la blusa, su sostén era color vino con motivos florales, bajó su falda también dando pequeños brincos ya que estaba un poco atorada, al fin la bajó y la dejó caer, sus pantaletas eran color vino también, se mezclaban con el negro de sus pantimedias que de inmediato bajó y dejó en el sillón. Se dirigió a su closet y sacó su disfraz. Éste era de monja, un hábito café, no era muy original ni mucho menos especial, ella se sentó de inmediato y pidió ayuda a Lulú: -Lulú, por favor, píntame la cara de calavera.
Lulú la vio y de inmediato fue a ayudarle. Ya ambas vestidas, salieron del edificio y un Lincoln blanco las esperaba en el estacionamiento. Llegaron rápidamente a la fiesta y ahí Lulú estaba dispuesta a separarse de Jessica, pero ella la invitó a su mesa. Dio un vistazo, al no ver a sus amigas y mucho menos reconocerlas, asintió y siguió a Jessica a su mesa que se encontraba cerca de la pista de baile. Ya mucha gente estaba bailando pero Lulú no tenía ganas. Llegaron varios jefes de piso a saludar a Jessica y notó algo raro en la forma en que ellos se dirigían a ella. No oía bien debido a lo alto de la música pero al ver las expresiones de Jessica sabía que no eran buenas noticias las que recibía de los jefes de piso. Jessica hizo ademán para que la acompañara a salir y fueron al baño.
No fueron al baño del piso del salón de fiestas, subieron a uno dos pisos más arriba, lugar que estaba casi desierto ya que la actividad estaba abajo en los salones de fiesta, al entrar Jessica cerró con seguro.
-Un idiota filtró información a nuestra competencia-. Dijo Jessica con voz grave mientras se recargaba en el lavabo de mármol y veía su reflejo en el espejo.
-¿Qué va a hacer al respecto?-. Preguntó Lulú con voz algo temblorosa, sabía que estos asuntos enojaban mucho a su jefa.
-Primero divertirnos, no dejaré que este asunto arruine la velada, después, mañana a primera hora contáctame con el abogado de la empresa, quiero que quién quiera que haya sido sea despedido rápidamente y fichado para que ninguna empresa lo contrate-. Dijo con tono sereno, tenía la barbilla agarrada por su mano derecha.
Lulú se disponía a abrir la puerta cuando Jessica la llamó:
-Lulú, ¿qué pensarías de una persona que tiene relaciones sexuales poco convencionales?-.
La pregunta tomó por sorpresa a Lulú que se quedó viendo a Jessica con los ojos muy abiertos.
-Pues… Depende a que se refiera con poco convencionales-. De pronto un pensamiento invadió a Lulú… ¿era acaso que su jefa conocía su secreto?
-Sexo con animales, por ejemplo-. Dijo Jessica con toda naturalidad.
-Cada quien es libre respecto a su sexualidad, en lo personal no me gusta el sexo con animales, no es que diga que yo lo haya hecho, pero no me llama la atención como para hacerlo y por consecuencia, no me gusta-. Lulú parecía saber por qué Jessica le había preguntado eso, solo esperaba que su jefa lo confirmara.
-Debido a tu respuesta y a la forma en que me estás viendo ahora, puedo ver que ya sabes por qué te pregunté eso. Sí, es verdad lo que estas pensando, yo he tenido sexo con un perro, no solo una vez, sino varias veces desde hace tres semanas. Una noche casi fui violada por un sujeto y un perro salió de la nada, me salvó la vida, sé que suena cursi e inverosímil, pero ese perro pronto se volvió mi amante y créeme, el sexo con él es muy placentero.
Lulú no podía creer lo que acababa de oír. Que le hubiera dicho que tenía algún amante sí era posible, pero que el amante fuera un perro, nunca habría cruzado por su cabeza.
-Tienes en tu poder un secreto muy poderoso, podría decirse que me tienes en tus manos, pero recuerda, es tu palabra contra la mía. Si llego a saber que alguna otra persona sabe esto, de inmediato estarás en serios problemas-. Dijo con tono muy serio y observó con una mirada penetrante a Lulú mientras lo decía.
Lulú permanecía tranquila, ya no estaba sorprendida; miró a Jessica con ojos muy serenos. –Nunca diré nada, no puedo hacer eso, recuerde que soy su secretaria, si se llega a saber algún dato sobre usted, no seré yo quien lo haya filtrado, primero muerta. Ya que usted me confesó ese secreto, me siento obligada a decir uno mío.- Mirando fijamente a Jessica, quien movió la cabeza para indicarle que continuara. –El señor Arteaga, ¿lo recuerda verdad?-. Antes que Jessica dijera algo, Lulú dijo de inmediato: -No es lo que usted piensa, pero sí algo similar, me dio el empleo en esta empresa porque él quería hacer algo por su hijo. Sí, ese algo era tener sexo con él-. Volteó la cabeza hacia atrás como si algo la espantara.
-El hijo del señor Arteaga tiene doce años.- Dijo Jessica con un tono preocupado.
-Lo sé-. Murmuró Lulú sin voltear a ver a Jessica. –No sé por qué lo hice, creo que fue por lo desesperada que estaba por conseguir empleo, teníamos tantos problemas financieros en casa que no pensé en las consecuencias. Cuando usted me llamó para ser su secretaria, el señor Arteaga me amenazó, debía volver a mi puesto con él en seis meses o me denunciaría como corruptora de menores. El próximo mes serán seis meses-. Los sollozos de Lulú le impidieron seguir su historia.
Jessica se apresuró a consolar a Lulú, la abrazó como si fuera su madre y besó su cabeza. La separó un poco de sus brazos y la besó en los labios, Lulú abrió los ojos con sorpresa, nunca había besado a una mujer, nunca tuvo ese pensamiento, pero ahora su jefa era la primera mujer con la que tenía contacto intimo. Lo que más le sorprendió fue que su jefa besaba muy delicioso, esto la impulsó a corresponder el beso. Sintió la lengua de su jefa entrar en su boca y jugar con la suya, ella movía la lengua de Jessica también y pronto estaban abrazadas y la pierna izquierda de Lulú ya estaba entrelazada en la pierna derecha de Jessica. Jessica tomó la pierna de Lulú y comenzó a acariciarla, subió su mano lentamente, sintiendo la sedosa piel de Lulú, bajó un poco su manó y tocó la nalga de Lulú. Esa experiencia hizo saber a Lulú que su secreto estaba a salvo con Jessica.
Jessica se detuvo y se apartó de Lulú, pero Lulú la alcanzó y la besó de piquito. Jessica sonrió y le acarició la mejilla izquierda: -Después de la fiesta jugamos querida-. Jessica se estiró para quitar el seguro de la puerta y se acomodó un poco el hábito del disfraz.
La fiesta continuó hasta las diez de la noche, aunque muchos empleados la siguieron en otros lugares. Jessica y Lulú se fueron en el Lincoln, en el trayecto Jessica jugaba con la entrepierna de Lulú discretamente. Mientras Lulú abrazaba tiernamente a Jessica recargada en ella. Movía sus manos acariciando los brazos de Jessica y de vez en cuando, acariciaba uno de los senos de Jessica disimuladamente. Casi una hora después llegaron a casa de Jessica, entraron al estacionamiento, el chofer que fingía no saber nada al respecto, salió del carro, abrió la puerta a las dos mujeres y se despidió de ambas, estacionó el carro y se fue en otro. Ya dentro de la casa, volvieron a besarse y acariciaron sus senos, Jessica tomó a Lulú del brazo y la llevó a su sala de juegos donde tiene un pequeño bar. Le sirvió un poco de vodka con jugo de naranja a Lulú y siguieron platicando.
-Sé lo que todos dicen en el edificio, aun mucha gente piensa que no soy lo suficientemente capaz de dirigir la empresa. Algunos incluso piensan que maté a Julio para tener el control-. Dijo mientras se servía un poco de jugo de arándano.
-¿Lo hiciste?-. Preguntó descaradamente Lulú debido al alcohol que había tomado en la fiesta.
Jessica soltó una carcajada y acarició la mano de Lulú: -No querida, hubo veces en que desee hacerlo, pero no soy ese tipo de persona. Él murió en un accidente, amaba la velocidad, cuando venía de regreso de un viaje de negocios, perdió el control de su carro y se estrelló en el muro de contención de la carretera, tan fuerte fue el impacto que su auto dio muchas vueltas en el aire, el cinturón no resistió y él salió disparado, me gusta pensar que murió instantáneamente-.
Después de una pausa Jessica cambió el tema.
-Termina tu bebida, estoy segura que estaremos ocupadas por algún tiempo-. Con una suave sonrisa.
-¿Acaso vas a presentarme a tu amante?-. Dijo Lulú con un tono burlón.
-¿Si te digo que sí, cuál sería tu respuesta?-. Preguntó Jessica con un tono alegre, parecía conocer la respuesta de Lulú.
-No tengo problema, me gustaría conocer a tu amante-. Soltó una carcajada después de decir eso.
Habiendo terminado ambas de tomar sus respectivas bebidas, subieron a la habitación de Jessica, ella se desmaquilló y lavó su cara, mientras Lulú observaba los cuadros de la habitación. Casi de inmediato Jessica salió del baño y bajó. Al regresar traía a Geroi, que estaba limpio y olía delicioso. Lulú estaba sentada a la orilla de la cama: -Debo admitir que es un perro hermoso, peor no es mi tipo.- Soltó una carcajada y volteó la cabeza hacia arriba mientras reía. Al dejar de reír vio que Jessica, acariciaba el pene de Geroi.
Desplazó el prepucio y con un poco de fuerza logró desplazarlo todo, pasando el nudo, Geroi soltó un gemido pero no pasó a mayores. Jessica le estimulaba la base del nudo masajeándolo con cuidado, mientras lo hacía Lulú sintió un calor por todo su cuerpo, ver esa escena le excitaba mucho. El pene aun rosa de Geroi comenzaba a eyacular liquido pre seminal, pequeños chorros salían intermitentemente de él, poco a poco iba perdiendo ese tono rosado y se tornaba rojizo, las venas comenzaban a notarse, sin darse cuenta, ella estaba recostada en la cama, tocándose intensamente aun con las pantaletas puestas, que comenzaban a humedecerse. Jessica estimulaba ahora con ambas manos el pene de Geroi, con una masajeaba el nudo, con la otra frotaba el pene. A Lulú le excitaba más el ver a Jessica vestida de monja y estimulando al perro.
El pene ya estaba completamente erecto, Jessica con sumo cuidado volteó el pene de Geroi hacia atrás y se acercó con algo de torpeza a Lulú debido a que estaba empujando a Geroi. Sin soltar el pene de Geroi, Jessica movió las pantaletas de Lulú con la otra mano, descubriendo la lubricada vagina de ella, con cuidado la lamió un poco y después comenzó a penetrarla. El pene de Geroi era muy grande, pero al fin entró en Lulú, ella al sentirlo, se movió instintivamente, sentía un enorme placer con ese pene animal, Jessica lo movía de adentro hacia afuera, mientras Lulú movía su cadera en círculos. Apretaba también sus paredes vaginales para que el movimiento del pene fuera un poco más lento. Jessica se inclinó un poco y lamió la vagina de Lulú mientras tenía dentro el pene, después siguió estimulando a Lulú. Agarró uno de los brazos de ella y puso su mano en la base del pene, indicando que ella continuara con la estimulación.
Jessica subió a la cama y se acomodó, comenzó a besarla y a bajar las copas de su corsé, estimulaba sus pezones, después comenzó a besarlos y a morderlos suavemente, pareciera que era una pequeña niña tomando leche de los pechos de Lulú. Lulú seguía metiendo el pene, trataba de hacerlo llegar lo más profundo posible, sentía el nudo en su vagina, pero no podía meterlo. De repente Jessica dejó todo lo que hacía, tomó el pene de Geroi y lo sacó de la vagina de Lulú, , lo dejó cerca y los chorros de liquido empapaban la vagina de Lulú. Ella después se deslizó por la orilla de la cama y terminó sentada en el piso, recargando su cabeza en la cama. Jessica acercó el pene de Geroi a la cara de Lulú, ella sin titubear abrió la boca y ese pene prontó desaparecía entre sus labios. –Hazlo con mucho cuidado, no es lo mismo que el pene de un hombre, éste es más delicado, cuidado con los dientes-. Dijo Jessica con una voz baja. Sacó el pene de su boca y lo soltó, y quedó colgando, daba pequeños espasmos mientras eyaculaba. Tomó a Geroi por las patas delanteras y las acomodó en la cama, el pene seguía moviéndose, en esa posición, quedaba justo en frente de Lulú, quien sentía los chorros en su cara, daban por todas partes, Jessica volvió a agarrar el pene y lo dirigió de nuevo a la boca de Lulú, ella comenzó a mamarlo, se movía de atrás hacia adelante, con un poco de esfuerzo debido a la cama, cuando se acercaba, dejaba la cabeza así por un tiempo, lamiendo por dentro ese miembro caliente, los chorros comenzaban a subir de frecuencia e intensidad, algunos eran tan fuertes que golpeaban directamente su garganta.
Succionaba como queriendo sacar el semen de una manguera, sus mejillas se sumían mientras lo hacía, acariciaba la pata trasera de Geroi, demostrando así lo mucho que disfrutaba mamar ese enorme miembro. Mientras lo hacía, no dejaba de tocarse, se acariciaba rápidamente la vagina, De pronto sintió un orgasmo, no podía creer que un perro le provocó uno. Lulú jadeaba, Geroi se bajó y se alejó un poco de ella, ella se recostó en la cama, Jessica llevó a Geroi de nuevo a su lado, él se subió y colocó sus patas delanteras en los hombros de ella, Lulú abrió las piernas lo más que pudo y flexionó las rodillas; mientras, acariciaba a Geroi apasionadamente, lo veía con una mirada tierna, lo besó en la mejilla y sintió cómo él comenzaba a penetrarla, se movía rápidamente, su vagina empapada hacía que el pene entrara muy fácilmente, la sujetó más fuerte y cada vez la penetraba más profundamente.
Sentía el pesado cuerpo de Geroi, su calor. Ella gemía suavemente, disfrutaba ese momento, tenía los ojos cerrados, sentía algo de dolor por los bruscos empujones que daba Geroi. Finalmente Geroi empujó varias veces rápidamente y metió el nudo, Lulú sentía que se partía en dos, la enorme presión dentro de su vagina la hizo gritar y gemir al mismo tiempo, Jessica estaba sentada en una silla al lado de la cama, disfrutando del espectáculo. Geroi dejó de moverse, el abotonamiento era definitivo, el dolor de lulú pronto se convirtió en placer, abrió los ojos y vio el pelaje suave y sedoso cerca de ella, lo abrazó apasionadamente, lo acariciaba suavemente, y con una voz suave le decía: -Hermoso Geroi, le das placer a mi jefa y ahora me das placer a mí, te amo-. Jessica escuchó esas palabras y sintió orgullo de su canino amante, hacía feliz a otra mujer.
Geroi esta vez fue brusco, se bajó de la cama y sin importarle el dolor, se jaló bruscamente, Lulú gritó como nunca, se encorvó y en posición fetal gemía del dolor, su vagina pulsaba y la sentía hirviendo, Jessica se acercó y la acarició en la espalda, la miraba como una madre a su hija cuando se cae de la bicicleta, Lulú comenzaba a incorporarse, ambas se desnudaron y se abrazaron toda la noche.
Jessica despertó antes que Lulú y preparó el desayuno, se lo llevo a Lulú y ella con su gentil sonrisa que hipnotizaba se lo agradeció.
-¿Qué haremos hoy, Jessi?-. Preguntó Lulú mientras comía una rebana de pan tostado con mermelada de frambuesa.
-Tendré la junta con el abogado, esa es la prioridad hoy, en cuanto lleguemos a la oficina llámalo y dile que lo veré a las cuatro en punto-.
-No, lo llamaré ahora mismo y se lo diré-. Lulú alcanzó su bolsa y sacó su teléfono celular, le indicó al abogado la hora de la junta y después siguió comiendo su desayuno.
Jessica la miró, sonrió y abrazó de nuevo a Lulú.
En la tarde Jessica tuvo su junta con el abogado de la empresa: -¿Acaso es usted imbécil? No puedo creer que usted ejerza la abogacía, váyase de aquí, esta despedido.- Jessica estaba muy molesta, pero su tono era sereno y relajado, todos aquellos que la conocían sabían que al recibir una orden con ese tono debían cuidarse mucho de las consecuencias y hacer de inmediato lo que ella había ordenado, el inútil abogado no sabía cómo solucionar el problema de la filtración de datos, por esa ineptitud, su carrera se vio afectada, nunca más volvería a trabajar como abogado, quedó fichado entre los empresarios gracias a Jessica.
-Lulú, por favor ven-. Indicó Jessica por el intercomunicador.
Lulú entró y extrañada veía cómo el abogado salía muy deprisa. Se acercó a Jessica y se besaron tiernamente en la boca y de inmediato Jessica le dijo: -Contacta a Ximena Maertens, sé que ella nos hará salir de esta situación-.
Jessica apoyó los codos en su escritorio, juntó las manos y miró fijamente el monitor de su computadora, en él había una lista de todos los empleados de sistemas y de los jefes de piso de la compañía, entre ellos estaba el nombre del traidor y sus aliados, ella debía encontrarlos rápidamente para evitar una guerra externa, sabía que debía cortar la mala yerba lo antes posible.
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