Secretos bajo el agua.
La temporada de la vendimia había llegado. Desde hacía ya varios años, mi padre y yo, llevábamos una finca de viña en la que se elaboraba vino. La finca, era enorme y en ella, vivía el dueño que poseía un hermoso chalet, con una piscina y barbacoa. Todos los años, y al terminar la vendimia, el dueño hacía un almuerzo y nos invitaba a los trabajadores y familiares que ayudaban en la recolección y estrujado de la uva.
La temporada de la vendimia había llegado.
Desde hacía ya varios años, mi padre y yo, llevábamos una finca de viña en la que se elaboraba vino. La finca, era enorme y en ella, vivía el dueño que poseía un hermoso chalet, con una piscina y barbacoa. Todos los años, y al terminar la vendimia, el dueño hacía un almuerzo y nos invitaba a los trabajadores y familiares que ayudaban en la recolección y estrujado de la uva.
Ese año, mi chica estaba de vacaciones y decidió acompañarme a la vendimia, y así poder ver como eran y lo bien que se pasaba después de un duro día de trabajo. Además ese año, era diferente, ya que el dueño había instalado junto a la piscina un jacuzzi en el que cabían dentro 6 personas.
El día, soleado y agetreado, dió paso al descanso y el placer. Terminada la vendimia, y estrujada la uva que ya reposaba en el lagar para su fermentación y comienzo de la vinificación, los participantes nos dirigimos a la barbacoa, donde nos esperaba un suculento manjar. El hambre hacía mella. No obstante, y antes de sentarnos a la mesa, fuimos haciéndo turnos para asearnos y cambiarnos en uno de los 3 baños, dispersos por el chalet y sus alrededores. Ya en la mesa, unas 25 personas, nos dipusimos a comer y mitigar la sensación de vacío de nuestros estómagos. No parecía que momentos antes habíamos estado trabajando, ya que ahora lucían vestidos y ropas, que aunque preparadas para la tarde de piscina, distaban de la de trabajo.
Al terminar de comer, muchos abandonaron la finca por razones diversas, pero otros tantos una 12 nos quedamos a disfrutar de la barra del minibar y de la piscina y jacuzzi. Mientras hacíamos la digestión, estuvimos jugando a las cartas, y pasadas unas horas, el ambiente fue cambiando de escenario. Ya algunos estaban en la piscina, dándose un chapuzón, otros jugaban por los alrededores intentando tirar al agua a algunos, y algunas chicas cogían sol en las hamacas.
El hijo del dueño, que era de mi edad, se acercó a mi y me pidió que lo ayudara a preparar el jacuzzi, ya que quería estrenarlo. Sin dudarlo nos acercamos y lo pusimos a llenar. Sin leer ningún tipo de instrucción lo programamos y lo pusimos en marcha. No tardaron un instante y empezaron a meterse dentro de él. Para ese entonces, 2 personas mayores, habían decidido irse, por lo que ya sólo quedábamos 10 personas.
Nos tocó a mi chica y amí probar el jacuzzi, junto con otra pareja y dos chicos más. Se estaba muy cómodo dentro del agua caliente, ya que la piscina era de agua fría. Pero entre broma y broma, se me ocurrió que al jacuzzi le faltaba algo. El agua era confortable, pero quizás algo de jabón le daría la espuma que le faltaba. Salí de él, me acerqué al baño donde me había duchado y cogiéndo el champú, regresé junto a mi chica. Pusimos una pequeña cantidad de jabón, y la espuma apareció en unos segundos. Empezamos a jugar lanzándonos las espuma como si de nieve se tratara. Uno de los chicos que nos acompañaba, se levantó y se fue. El otro, nos dijo que quería relajarse que nos estuviéramos quietos, pero la pareja que nos acompañaba, nos miró y picándonos el ojo, hizo como que el bote de champú se cayó por accidente y dejó derramar el contenido íntegro en el interior del jacuzzi. Sin darnos cuenta, la espuma pasaba sobre nuestras cabezas. La gente que estaba fuera, empezó a reirse y no paraban de mirar. El chico que estaba a nuestro lado se levantó riéndose y nos dijo que estábamos locos, salió y se tiró a la piscina. Ya sólo quedábamos 4 personas en el jacuzzi. Sabíamos que estábamos porque sin querer nuestros pies rozaban, pero en realidad no nos veíamos. Mi chica y yó quedamos por el lado donde la gente de fuera no podía vernos a no ser que se acercaran al jacuzzi.
Gracias a esa intimidad, aproveche para besarla. El ruido del burbujeo del jacuzzi, no nos permitía oir lo que decía la otra pareja, así que sin pensarlo y en uno de mis besos, bajé parte de la parte superior del bañador de mi mi chica, y saqué uno de sus pechos. Casi no lo podía ver por la espuma. Ella intentó parar mi maniobra pero viendo que no se veía nada, se dejó llevar. No tardé en liberar su otro pecho, sus pezones ya estaban duros, y mi pene había aumentado de tamaño. Así estuvimos un rato, hasta que mi chica bajó una de sus manos hasta mi polla, y la frotó. Al notar mi erección se rió y con una mirada pícara la dejó libre, apartando mi bañador hacia un lado. Viendo su respuesta, fui bajando mi mano hasta su braguita y la aparté un poco dejando deslizar mis dedos hasta su rajita.
Cuando parecía que nadie nos podía chafar el juego, el chico que acompañaba a la chica del jacuzzi, se levantó cansado de estar en remojo, lo que nos hizo abortar nuestro pasatiempo. Mi chica, se hundió algo más en el agua para que sus pechos no se vieran y disimulamos.
El chico se levantó y ápartó parte de la espuma que cayó por fuera del jacuzzi, dejando ver ahora a su chica, y pudimos ver como se alejaba hacia el baño. A nuestra izquierda una chica y su novio cogian sol en las hamacas, el resto estaban en la mesa jugando a las cartas y ya nadie se bañaba en la piscina. La chica que nos acompañaba, nos dijo que estaba agotada del trabajo y que quería relajarse. Reclinó la cabeza hacia la almohada del jacuzzi, y se dejó escurrir en el agua, metiendo su pie entre los de mi mujer. Al llegar a su rodilla, se tocarón y ella se sobresaltó.
"Uy perdón!!!" dijo la chica. " Mira que el jacuzzi es grande y al final chocamos".
" No pasa nada" le contestó mi chica.
La chica se rodó y se colocó un poco más lejos de nosotros.
"Puedo bajar la fuerza de los chorros??" nos preguntó, "quiero relajarme un poco y el agua me salpica mucho a la cara, además de que hay mucha espuma"
"NO claro, mientras no lo apagues...., el masaje del burbujeo es agradable" dijo mi chica.
LA chica, bajó la intensidad del agua y la espuma no tardó en disminuir su volumen. Ahora ya se veía la cara de la chica perfectamente apoyada y mirando al cielo. Además no solo se veía a los demás jugar en la mesa a las cartas sino que nos podían ver.
No obstante, mi erección seguía intacta, y tami mi polla, como los pechos de mi chica seguían libres, para no despertar sospechas al intentar ocultarlos.
Pasado un rato, regresé al lado de mi chica y con una carita de querer juego, bajé mi mano de nuevo a su braguita. Al llegar su mano me impedía sumergirme en su interior, y al mirarla confirmó lo imaginado. No quería, pero me acerqué y le dige al oido que no se arrepentiría y que sería sigiloso. No tardó en apartar la mano, aunque con algo de recelo, y pude volver a sentir el tacto de su rajira entre mis dedos, sus labios, su clítoris,...
Me acerqué a ella, dejé pasar mi mano izquierda por debajo suyo, y poder así sujetar y masajear su pecho izquierdo mientras que con mi mano derecha jugaba con su rajita. Mi polla, erguida, se apoyaba en su cadera, y ella la sentía. Se fue dejando llevar, sin dejar de vigilar a los que estaban en la mesa y a la chica que nos acompañaba. Los nervios y el placer, se fueron mezclando, hasta que sin querer se fue relajando y dejándose llevar. EL ronroneo del jacuzzi disimulaba sus movimientos acompasados con mis dedos, pero no los ocultaban por completo. El ruido del agua, no permitia percibir los suspiros que se le escapaban de las comisuras de sus labios mordidos.
El tiempo pareció detenere, cuando sus ojos se tornaron blancos como la espuma del mar. Se cerraron pesados como el plomo, y pasado un rato, sus labios, prisioneros de sus dientes fueron liberados.
En un instante, se cubrió con su bañador. Me díó un beso, y comprovó que la chica que nos acompañaba seguía sin darse cuenta de lo ocurrido. Se levantó y saliendo del jacuzzi de dirigió al baño. Yo seguía empalmado, y tuve que permanecer en el agua. No me quedaba otra que esperar a que todo pasara.
La chica del agua, viendo que mi chica se había ido, me preguntó si podía apagar el burbujeo. Sin pensar lo que la espuma guardaba le dige que si. Pero gracias a que la espuma, tardó en bajar, logré disimular mi paquete. Pasado el peligro de ser visto, salí del agua y tras pasar por la ducha, no me quedó otra que darme un baño en el agua fría y cortante de la piscina.