Secreto en la montaña
Relato corto sobre la segunda vez de Javi y Luis un machito del barrio.
MI SEGUNDA VEZ
Mi corazón latía acelerado mientras yo caminaba siguiéndole el paso, no podía esconder mi erección.
El camino seguía pero él cruzó, subimos por unas raíces donde no se notaba ningún rastro de que alguien haya pasado y caminamos por unos minutos, llegamos a un pequeño claro rodeado por bastantes plantas y una pared del cerro que se notaba erosionada.
En el suelo estaba una colchoneta, se veía algo vieja supongo que aquí traía a sus novia cuando no tenia sitio.
Luis se quito la franelilla penetrándome con su mirada, se veía seguro y ansioso por comerme.
Mi corazón se aceleró mientras me quitaba toda la ropa, lo deseaba. Me incomodaba estar en ese lugar un poco pero la excitación era mayor y quede como Dios me trajo al mundo con una gran erección, acostado en la colchoneta.
No me había sentido tan vulnerable, ni siquiera en mi primera vez. Al aire libre sentía que muchos ojos me miraban, él noto que estaba un poco incomodo y ansioso a la vez.
En un segundo se quito la ropa, pude ver perfectamente su musculatura bañada por una leve capa de sudor que lo hacía ver más definido. Era flaco bien formado por el ejercicio y de piel muy oscura que me atraía.
Vino hacia mí y no había podido detallar su verga, era negra y parecía un plátano por el grosor, daba la impresión de ser más grueso con una curva hacia arriba que se coronaba con un glande morado. Se tiro a lo colchoneta quedando sobre mí con sus brazos flexionados.
Cuando rozó mi cuerpo y mordió mi labio inferior, no estaba preparado para sentir esto, nadie me lo había hecho y yo correspondí con un beso desesperado, quería probarlo.
Me excitaba que fuera más alto que yo, que fuera más acuerpado que yo, que de alguna forma ya no sintiera mil ojos viéndome y solo me importara ser de él. Me tenía loco su forma de ser.
Me besaba con ganas, naturalmente fue bajando y acomodándose entre mis piernas que se abrían, rozando nuestros cuerpos y sintiendo la dureza de su cuerpo y masculinidad.
Me sentía deseado con sus besos y caricias, nadie me había besado el cuello ni mordido mis tetillas lo que causó sensaciones que me dejaba más dispuesto a ser cogido por este macho pero cuando subió y besó mis labios mientras punteaba mi culo, instintivamente abrí más mis piernas, temí a ser cogido aunque estaba excitado.
Yo no me había sentido tan caliente, sentía mi verga lubricando, era exagerado. Y las caricias de su glande llenándome de ese líquido en mi entrada me ponían más caliente, más duro.
Fue bajando por mi cuello, siguió a mis tetillas de nuevo y en un lento pero excitante camino llego a mis nalgas. Con una palmada y una señal de su cara, fue suficiente para entender que me quería boca abajo y aprovechó para besar mi espalda lo que causó que mil demonios del placer salieran en corrientazos no conocidos por mí.
Cuando amasó mis nalgas, un leve sentimiento de inseguridad cruzó por mi cabeza de nuevo pero cuando metió la lengua entre ellas pensé que acabaría, la electricidad que emanaba de mi anillo era algo inusual. En ese momento creo que perdí el control, quería sentir más y más.
Cuando puso sus manos en mi cintura echándola hacia atrás y coloco su verga en mi culo, que lo sentía expuesto y mojado, ya tenía esa sensación de estar preparado y con miedo, recordaba mi primera vez.
-“Ahora si vas a sentir lo que es un macho, no como al bobo de Toni”-Dijo Luis, burlándose de mi iniciador. Una de las pocas frases que había pronunciado en todo ese rato,.
En el sexo su personalidad cambiaba, desesperado pero sutil, dominante y callado, todo eran acciones.
Punteaba en mi culo, me aceleraba más el corazón, había llegado el momento. Sentí algo líquido en mi agujero, no sabía lo que era pero sus dedos casi me infartan en esa danza que duró poco.
-“Siénteme-Afinco su glande y empezó a entrar”-Aguanta.
Cuando lo sentí, el dolor fue inmediato y trate de ser lo más sumiso posible, me dolía demasiado y el no paraba de entrar.
-“Tranquilo, no te haré daño solo relájate-Su pelvis pego con mis nalgas pequeñas pero redondas.
-“¡Ay!”-Fue lo único que salió de mi boca. Yo sabía que gritara o no, el no me dejaría salir de allí, ya me lo había dicho.
Besó mi cuello sin despegarse de mí, yo solo trataba de relajarme y fue curioso como sentía su olor penetrar en mis fosas, olía a macho.
Estaba paralizado, empezaba a sacar y meter muy lentamente, sentía que me llegaba demasiado adentro y las paredes se expandían demasiado. Luego reposaba unos segundos, haciéndome sentirlo completo.
No me dolía como con Toni pero era demasiado para mí, baje mis brazos y pegue la cara al colchón mientras me lamentaba en silencio.
-“Arquea la espalda”-Me dio instrucciones con sus manos dándome golpes suaves, me sentía algo incomodo pero lo deje hacer. Entró mejor.
El me agarraba por la cintura, se escuchaban sus gemidos ahogados a mis espaldas, le gustaba mi culo casi virgen y aumentó poco a poco sus embestidas.
Mis experiencias anteriores no habían pasado de aquel dolor que no era eterno pero esa incomodidad interna me había marcado, algo me decía que podía encontrar más.
Me abandone y en cierto momento sentí como algo en mi se movía. Él lo supo con mis gemidos y aumento su ritmo.
Cuando saco su verga, me quedo un vacio y fue un choque mental, creo que me estaba gustando. Me ayudo a colocar mis piernas abiertas, boca arriba y rodeando su cintura.
La metió y volví a sentir con mayor intensidad que tocaba algo en mí, yo disimule pero era nuevo y cuando volvió a la carga con toda su fuerza perdí conexión con el mundo.
-“No puede ser”-Salió de mi boca como un reflejo.
El acelero y fue cuando sentí que mi verga empezaba a ponerse dura de nuevo, no sabía lo que me estaba pasando pero me gustaba, era raro pero me gustaba, quería más.
-“Así, disfrútame chamito”-Acaricio mi cara con su mano.
No podía disimular que me gustaba y su verga ya me entraba completa de un solo empujón aunque me sentía estallar las paredes, me tenia erecto y ahora si estaba sintiendo lo que era el placer de ser penetrado.
Controlaba mis piernas uniéndolas y hasta poniéndolas en su pecho, yo ya estaba ido eran demasiado intensas las sensaciones que estaba descubriendo.
-“Así, apriétame que me gusta, sabes que te voy a dejar abierto”-Me metía un dedo en la boca.
Yo note de nuevo el charco de preseminal que estaba en mi abdomen, me tenía demasiado excitado y quería más verga. Sentía sus gotas de sudor caer en mi cuerpo.
Dejando una pierna elevada y la otra entre sus piernas me penetró, cada posición era un sentir diferente, quería conocer todos los lugares dentro de mi culo y aunque ya me empezaba a arder un poco, quería que me rompiera y me convirtiera en lo que quisiera.
Acelero y solo me quedo gemir a todo volumen, me gustaba que lo hiciera que me hiciera sentir estas cosas nuevas, este dolor en constante debate con el placer.
-“Dame asi Luis, me gusta”-Le dije.
El puso su mano en mi cara y puso la sonrisa de maldad que me gustaba, su cara de disfrute me prendía más.
Empezó a darme más duro y con una de sus manos empezó a masturbarme, lo que me llevo a otro nivel.
-“Voy a acabar”-Le grite desesperado quitándole la mano porque quería seguir disfrutando más, la estimulación hacia que mi ano se cerrara y sentía demasiadas cosas que quería seguir sintiendo.
-“No quiero que acabes todavía”-Gritó y acelero sus movimientos en mi culo.
-“Pero… afff… no por favor… afff… ayyyy…”-Esa sensación me invadía, demasiado era demasiado. Me puso en 4 de nuevo.
-“Aguanta que quiero disfrutar más de ti… no quiero que te toque nadie más que yo ¿entendiste?”-Gritaba.
-“Me vuelves loco”-Dije entre gemidos.
-“Acaba rico así, dale”-Luis me incitaba pero siempre me ha costado eyacular rápido y menos sin ningún tipo de roce pero sentía demasiada estimulación.
Acelero tanto sus movimientos que sentía desfallecer, ya que no me limite en dejar de expresar lo que sentía.
-“No aguanto más”-Grito Luis-“Te voy a acabar adentro”.
Sentía como me abría el culo y afincaba mas dándome con todas su fuerzas, hasta que sentí que su ritmo paró y me dio embestidas más duras y concisas, después supe que estaba soltando su leche dentro de mí.
No me soltaba y ya podía sentir mis bolas mojándose de su leche, me volteo sin sacarme su verga y siguió dándome mientras me masturbaba como loco. No sabía como prepararme para sentir esto, me sentía débil y sobreexpuesto con lo que estaba sintiendo.
Una corriente eléctrica proveniente de mi verga se convirtió en mi todo y vi las estrellas de día, sentí el chorro saliendo de mí y como las paredes de mi culo iban a explotar cuando apretaban aquel intruso.
Un segundo chorro más intenso me invadió rápidamente y grité de placer, no podía ocultar lo que estaba sintiendo mientras veía los ojos penetrantes de mi amante. El tercero solo me llevo a otra etapa de relajación y los demás me siguieron arrastrando.
No podía creerlo.
…
Me desperté, había sido demasiado para mí. Luis seguía a mi lado fumando. Cuando se dio cuenta que me había despertado me miró y sonrió, sentía mis nalgas húmedas siendo acariciadas por él. Lo besé.
-“Mamamelo”-Empujo mi cabeza hacia su verga pero me di cuenta que el sol había bajado demasiado y entré en pánico. Me aparté y lo entendió aunque podía ver su verga rogando mis caricias.
-“No puedo, no puedo, no puedo…”-Repetía nervioso.
Bajé el cerro solo, creo que nunca en mi vida lo había hecho tan rápido, ese era el día de las primeras veces. Con paso acelerado cruce las calles, rogando a todos los santos que no estuviera en la casa mi madre.
Pase por la cancha, hice contacto visual con Fede que estaba sentado y vi que surgió una interrogante en su cara pero lo ignore. Estaba apurado, demasiado apurado, era cuestión de vida o muerte.
Cruce la esquina, visualice a las vecinas que me juzgaban con la mirada.
-Ellas lo saben, maldita sea, ellas saben que me han roto el culo-Pensé dentro de mi estupidez. Mi corazón se acelero para segundos después encontrar a mi madre que salía a regar las plantas del frente de la casa.
-“¿Dónde estabas?”-Me miró fijamente, yo quede paralizado y sentí correr un poco de leche por una de mis piernas.
-“La cagué”-Pensé.
-“Fede no sabe nada de ti”-Su mirada penetrante me intimidaba demasiado.
-“Estaba con… con… Toni el hijo de Doña Candelaria”-Solté.
No me creyó, yo lo sabia pero me dejo pasar a la casa y pude notar una chispa de preocupación en su cara.
-“Anda a bañarte que hueles a mono”-Señalo mis axilas sudadas.
Respiré y corrí al baño, me senté en el inodoro y boté la semilla de quien era mi macho.
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