Secretaria por fuerza (III)

Sin un euro en el bolsillo y con miedo de volver a casa, entro a trabajar para un señor con las cosas muy claras: convertirme en su puta particular

(Viene de “Secretaria por fuerza II”)

Nada más cruzar la puerta del despacho de mi Jefe, me vine abajo y quería llorar. ¡No! No agacharé la cabeza ante mis padres y el malcriado de mi hermano. Si tengo que chuparle la polla al señor este, pues me acostumbraré.

En la oficina general pregunté por Severino. Con ese nombre pensaba que sería un señor mayor y mi sorpresa fue al encontrar un chico de unos veinte años, de cabello rizado y ojos azules aún llenos de inocencia.

-¿Eres la nueva secretaria? Espero que dures más de un día. Don Pedro tiene malas pulgas pero en el fondo es un buen hombre, ya verás. Desde que enviudó el año pasado va un poco...ejem...salido, jajaja, que no te asuste.

No supe adivinar si ese chaval sabía lo que ocurría en aquel despacho o sólo bromeaba para acomodarme. De repente recordé que tenía la lefa reseca del jefe por la cara y de mis jugos por las piernas, así que sí, el Severino se mofaba de mi. Me explicó como funcionaba el sistema informático y ahí estuve toda la jornada volviendome loca.

Faltaban diez minutos para acabar y me llama el Jefe al teléfono personal. Quería verme en su despacho antes de irme. ¡Mierda! ¡No puede ser que quiera otra mamada! Quizás sólo quiera saber que tal voy.

-[toc toc] ¿Don Pedro?

-Adelante.

Pasé y estaba en su ordenador todavía trabajando.

-Ya sabes cual es tu sitio. Y desnudate. Aquí las secretarias no llevan ropa. ¿Se fijó Severino en tu “maquillaje de puta”?

-Esto…

-No hace falta que hables. ¡¡Obedece!!

Su orden tan serio me asustó un poco. ¿Otra vez, no se cansa el viejo este?

En el centro, bajo el humillante foco volví a estar desnuda a su antojo. No sé por qué me atreví a chulear:

-¿Le chupo la polla otra vez o qué?

-Jajajaja cerdita, ¿tanto te gustó? Quiero hacer tu ficha personal. Trae tu móvil en la boca, a cuatro patas.

Don Pedro quería humillarme cada vez más, no me quería como simple puta, sus juegos empezaban a asustarme de verdad. Exploraba mis límites puesto que a cada orden me decía “¿por qué no?”.

Encendió mi móvil y toqueteó un poco. Se sacó la polla, que ya estaba bien tiesa, y me ordenó abrir la boca. Iba a chupar pero me paró, no era eso lo que quería. Hizo una foto y tras tocar un par de cosas me lo enseñó. Tenía miedo de que se lo hubiera mandado a algún contacto. Nooo, la puso ¡¡de fondo de pantalla!!

-Aquí estás, a mis pies adorando mi polla. Así lo recordarás. Y ahora voy a hacerte un video. Di: “soy la secretaria sumisa de Don Pedro y voy a obedecerle en todo”.

Repetí como una autómata y no pareció gustarle.

-Ahora dilo con más ganas, y contoneate como buena putita, anda, se buena.

Dije la frase de nuevo con lascivia y tan cachonda que hasta me puse roja.

-Perfecto, verás este video al levantarte y acostarte, para que te des cuenta lo que eres y donde estás. Bien, inclínate sobre la mesa, es hora de follarte.

Me puse de pie como un resorte y reculé por instinto. Claro, qué inocente, seguía con la polla a través de la bragueta y tendría que usarla. Que usarme…

Un paso más en mis límites. Me apoyé sobre la mesa y el frío en contacto con mis pezones hizo que se pusieran tiesos. Abrí las piernas para facilitarle la inevitable penetración y traté de relajarme. Agarró mis manos a la espalda y se abalanzó sobre mi, besando mi cuello, la espalda,... con ambas manos separó los glúteos y besó el coño y el culo, lo cual me dio un respingo y solté un suspiro.

-¿Con cual vamos primero?

-Oh!! -exclamé al ver que quería desvirgarme el culo- por favor…

-Vaya vaya, ¿tienes la cuevita sin explorar? La dejaremos para otra ocasión más importante.

Sin contemplaciones metió dos dedos en el coño que instintivamente ya estaba mojado. Jugaba a sacarme gemidos y cuando lo conseguía me pellizcaba el clítoris.

-Dame las gracias y pide permiso para correrte.

Se separó y tras unos eternos segundos de soledad, sentí la punta de su verga apoyada en mi entrada.

-He tenido el detalle de ponerme un condón. Suplícame que te folle o me lo quito.

-Oh Señor, gracias por el detalle, le suplico que me folle, métame la polla hasta el fondo, soy su puta.

Mis palabras sonaron como un eco en mi cabeza, y sin espera ninguna empujó lento y hasta el fondo su polla palpitante. Se mantuvo dentro unos segundos susurrándome lo rico que tenía el coño, que tenía suerte de haber encontrado su polla… Y la sacó. Me miró a los ojos buscando mis palabras.

-Vuelva a meterla, Señor, fólleme enteritaaahh

Volvió a enterrarla, esta vez de un golpe y sin cuidado ninguno, y bombeó frenéticamente.

Me estaba haciendo daño con la mesa pero no me atreví a protestar. Pellizcaba mis tetillas, soltaba algún azote, y masajeó mi clítoris un poco hasta que casi me corro.

-¿Vas a correrte, zorra? ¿Quien te dio permiso?

-Aaah, Señor, aaah ummm, no puedo más, deje que me corra, le pido permiso.

-¿Como?

-Su zorra pide permiso para correrse, Señor.

-Concedido

Casi al instante me empezaron los espasmos. Me estaba corriendo con la polla de mi jefe, bajo sus órdenes y su permiso, como una vulgar zorra. Qué vergüenza.

Sacó la verga y me hizo poner de rodillas para recibir sus chorros. Como los de esa mañana volvieron a caer en la cara pero esta vez procuré que entrara más en la boca para no salir con tanto “maquillaje”.

Quedé sentada en el suelo, rendida. Pero Don Pedro aún tenía más sorpresas.

-Ponte de nuevo sobre la mesa. Te has portado tan bien que te mereces un regalo.

De un cajón de su mesa sacó un plug negro, de pequeño grosor, con estrías por la punta y acabado en un rubí rojo. Puse los ojos como platos pensando que acabaría en mi culo pero lo insertó con cuidado en el coño.

-Vístete y lo llevas ahí hasta casa. Acuérdate de los deberes de mirar tu video. Hoy me has demostrado ser una gran secretaria, tal vez firmemos antes el contrato.

Y así, follada, humillada una vez más, entregada a un jefe sexualmente dominante, y con un consolador en el coño, me vestí temblorosa mientras Don Pedro sólo colocaba unos papeles sin importancia...sin importarle la tia que se acababa de follar.

-Señor, ¿permiso para retirarme?

-Claro. Disfruta del paseo.

Bajando de su despacho, al pasar por la oficina central no quise ni mirar a mis compañeros. Severino me clavó la mirada en la nuca… y tal vez en el culo. No caminaba con naturalidad. El plug era pequeño pero al moverme rozaba cada centímetro, incluyendo el sensible punto g.

En el hall del edificio el portero me saludó y ni pude contestarle. Pero lo peor fue en el metro. No me atreví a sentarme por si la liaba con aquello dentro. A dos paradas de mi casa me sonó el teléfono, era Don Pedro.

-Hola, ¿como lo llevas?

-Ummm, dentro. Bien. No. Mal. No sé.

-Voy a ayudarte con la respuesta.

BRRRRR!!! Mierda! Era un vibrador a distancia, ¿como carajos…? Solté un grito de sorpresa cuando mi ya sensible coño además vibraba!! Un señor a mi lado me tocó la rodilla preguntando si estaba bien. Aquel sutil contacto lo viví como una agresión pero ya nada me importaba.

-Veo que funciona el plug wifi, jajajaja, cada cinco minutos lo accionaré. Por tu bien espero que estés cerca de casa.

Acto seguido colgó y me dejó aún más nerviosa.

Consultaba el reloj del móvil descontando los minutos. Uno más y mi punto g volvería a dejarme doblada de un placer que debía ocultar a la muchedumbre. Aceleré los pasos, haciendo que las frotaciones casi me estuvieran pajeando. Mi foto comiendole la polla en el fondo de pantalla parecía un lavado de cerebro. Mi placer unido a mi sumisión por Él. Quería llegar a casa y correrme de una vez, pero…¿debía pedirle permiso?

Al salir del metro sucedió la segunda vibración, más corta o así me parecía.

Tres calles más arriba, entré en el portal y el vecino del primero tenía ganas de charlar. Dejé al jubilado con la palabra en la boca cuando vi que pasaron cuatro minutos y medio. Ascensor subiendo y en el descansillo salían de casa mi vecina Toñi con sus dos gemelos de tres años, justo cuando cumplieron los cinc...BRRRRRR

-Aaaah, lo siento Toñi, me meo.

-¡Meona, meona, meona! -canturrearon los niños al unísono-

Por fin en casa. Por instinto me quité la ropa y frente al espejo de la habitación dudé si quitar el plug o esperar cinco minutos para correrme. ¿Qué le gustaría a mi jefe? Lo llamé

-Disculpe, ya estoy en casa, gracias por su regalo pero… me gustaría correme pero…

-Sencillo, puedes correrte si te lo metes en el culo. Debes ir entrenándolo. Hazlo y me envias una foto. Entonces lo accionaré cuando me de la gana para que te toques como una guarra, y cuando te corras, me llamas.

Tenía tantas ganas de correrme que no me pareció tan mala idea. El plug salió bien mojado de mis fujos así que estaba luricado para intentar lo acordado. No fue tan dificil como pensaba, se sentía raro, apretadito. Le hice un selfie al culo con el plug insertado y al momento de enviarselo ya empezaron las vibraciones intermitentes. Oooh diosss, era una sensación divina, ¿por qué no lo probaría antes? Me corrí con gusto y saqué el plug antes de la llamada acordada.

-Gracias Señor.

-Jajaja, dejémoslo en que me debes una. Ahora mira el video, no olvides hacerlo al acostarte y descansa para mañana. Un beso, zorrita.

-Hasta mañana, Señor