Secretaria ejecutiva especial busca jefe

Lo que hay que hacer cuando una no esta muy capacitada y aspira a un puesto y sueldo alto.

Secretaria ejecutiva especial busca jefe....

Después de que la postulante se fuera de su oficina Esteban ingresó las observaciones personales que le habían quedado de ella en la computadora y tomó el siguiente expediente. En pocas palabras de todas las aspirantes que iba a entrevistar ese día esa mujer era la menos calificada pero ya la había llamado y no podía rechazarla sin hablar con ella aunque quedaba pendiente la posibilidad de que no se hubiera presentado. Llamó a la oficinista que le estaba haciendo de secretaria temporal y le comunicó que mandara a Adela Monroe. Un simple “Si señor” le indicó que la aspirante había venido. Como las anteriores, la postulante entró directamente a la oficina. A simple vista se notaba que era mucho más atractiva que las anteriores. Llevaba un traje negro combinado con una blusa blanca con bordados a los costados de la línea de los botones. La falda le llegaba hasta las rodillas pero al igual que el saco le entallaba la figura visiblemente. La cual hacia suponer que era de las mujeres que iban regularmente a ejercitarse. Sin los tacones de sus zapatos debía medir casi un metro setenta seguramente. El pelo era de color azabache y lo llevaba hasta debajo de los hombros atado por un broche rectangular de color rojo brillante. En su frente tenía un ligero flequillo y delante de las orejas llevaba erizados unos mechones de pelo. Estaba adornada con unos aros plateados en forma de rayos y un collar de pequeñas perlas negras. Los labios y las cejas los llevaba pintados de rosado mientras que en los pómulos se notaba un poco de maquillaje con el propósito de ruborizarlos. Su piel era blanca pero con un ligero bronceado. La nariz era un poco respingada y sus ojos eran pardos. Estaba sonriente y no se notaba preocupación ante la entrevista que iba a tener.

Esteban. – Tome asiento Señorita Monroe.

Adela. – Muchas gracias Señor Deiluis.

Esteban. – Puede llamarme Esteban si lo desea.

Adela. – Entonces puede llamarme Adela si no le importa.

Esteban. – Muy bien. Adela para empezar no le parece que su currículum vitae es algo ambiguo.

Adela. – ¿A qué se refiere?

Esteban. – Por ejemplo dice que es secretaria ejecutiva pero no dice donde estudió.

Adela. – Empecé siendo secretaria común mis primeros cuatro años y después fui ejecutiva.

Esteban. – O sea que es secretaria ejecutiva por experiencia propia.

Adela. – Así es.

Esteban. – Dice que hace ocho años que trabaja como secretaria pero no específica donde trabajó y estas cartas de recomendación están escritas en máquina sin especificar nada salvo que usted es una muy buena secretaria.

Adela. – Así es.

Esteban. – Mire si especificara más su experiencia laboral supongo que podría conseguir trabajo como secretaria común y corriente pero el puesto al que quiere acceder necesita una muy alta experiencia.

Adela. – Así es.

Esteban. – Esa fue la tercera vez que dice “Así es”.

Adela. – Así es. – Dijo mientras mostraba una sonrisa .

Esteban. – Acaso ha venido a molestarme. No estoy para perder el tiempo con usted.

Adela. – Déjeme explicarle.

Esteban. – Haber, que tiene para decir.

Adela. – Ya sé que no tengo los conocimientos necesarios para conseguir este trabajo.

Esteban. – Que bueno que lo admita.

Adela. – Pero estoy acostumbrada a un sueldo como el que pagan en esta empresa. Bueno de hecho estoy acostumbrada a recibir mucho más.

Esteban. – Me parece increíble que alguien le pagara más.

Adela. – Renuncie a mi anterior trabajo como secretaria y hace dos meses que estoy buscando uno nuevo. Estaba mostrando un currículum más presentable pero no logre conseguir nada por lo que lo modifique al actual.

Esteban. – Si no se ha dado cuenta que de esa manera las posibilidades de conseguir trabajo son muchas menos.

Adela. – Es que se necesita cierta discreción.

Esteban. – ¿Discreción?

Adela. – Si me contrata como su secretaria ejecutiva aparte de hacer esas labores mantendré relaciones sexuales sin ningún tipo de pudor con usted.

Esteban. – ¿Es una broma?

Adela. – Claro que no.

Esteban. – Esta diciendo que si le doy el trabajo será mi amante.

Adela. – No voy a ser su amante digamos que sería una secretaria muy especial.

Esteban. – ¿Es por eso que le pagan más, no?

Adela. – Si decide contratarme como secretaria especial me tendrá que pagar el 70% más de lo que dice el anuncio. Si solo quiere a una secretaria ejecutiva normal no tiene porque pagarme nada extra.

Esteban. – Esta es la primera vez que se me presenta una mujer haciendo ese tipo de proposiciones.

Adela. – La mayoría se prostituye en las calles pero a mi me gusta tener algo más estable además que trabajar de noche no me agrada.

Esteban. – Soy un hombre casado.

Adela. – ¿Y? No me interesa sacarle el marido a su esposa.

Esteban. – Quiero decir que yo amo a mi esposa.

Adela. – Entonces contráteme solo como secretaria ejecutiva normal pero yo sé que usted no va a hacer eso.

Esteban. – ¿Cómo sabe que la voy a contratar como mi secretaria especial?

Adela. – Se nota, sino no le hubiera ofrecido mis servicios.

Esteban. – ¿A qué se refiere con que se nota?

Adela. – Si me contrata se lo diré.

Esteban. – Que gracioso.

Adela. – Es gerente general y todo el mundo hace lo que les dice pero cuando sus hormonas reacciones ante una mujer lo único que puede pedirle es que le saque punta a sus lápices. Además que las encuestas aseguran que la mayoría de los profesionales tiene fantasías del tipo amo esclava recurrentemente. También se podrían enunciar otros factores como que la insatisfacción sexual de la sociedad o el hecho de con mis veintiocho años soy muy sexy.

Esteban. – Veo que tiene formado un arquetipo al que sabe como venderle. Debería estar en el departamento de marketing.

Adela. – Antes que tome cualquier resolución quiero explicarle lo que contrataría. Primero y principal por obvias razones tendrá que usar preservativo siempre. Segundo yo trabajaré en el tiempo de secretaria, fuera de ese horario tendrá que pagarme horas extra si es que puedo venir. Podremos tener sexo oral, vaginal o anal sin problemas. Puede masturbarlo con mis manos, senos, pies o con cualquier otra parte que le plazca. Tengo amplio conocimiento en posturas sexuales. Seré su sumisa por lo que puede asignarme el rol que quiera; me vestiré, hablaré y actuaré como desee. A si, el sexo oral, vaginal o anal lo puede hacer son su pene o introduciéndome la mano en un aguante de látex. No acepto ser insultada o que se me asignen apodos, cosas como perra inmunda, guarra asquerosa, puta desgraciada, zorra mal nacida están prohibidos. Tampoco acepto ser golpeada, abofeteada o azotada pero puede nalguearme y estrujar mis pechos sin lastimarme. Bueno, como son muchas cosas le voy a entregar una lista para que la examine bien.

Adela sacó un papel doblado de su saco y se lo entregó a Esteban que empezó a leerlo con interés.

Esteban. – Estoy leyendo mal o acá dice que no ingerirá ropa aunque sea comestible.

Adela. – La mayoría de las restricciones surgieron por mi anterior trabajo. Debo admitir que acepte demasiados cheques extra para hacer cosas que jamás me hubiera imaginado que iba a hacer. Mi ex jefe una vez me dijo que me comiera las bragas entonces me las saque y me las metí en la boca pero entonces el me replicó que me las comiera de verdad.

Esteba. – Entonces que hizo.

Adela. – Me las saque de la boca y me fui de su despacho. Después de ese incidente nuestra relación empeoró y tuve que renunciar aunque ya me venía sintiendo descontenta desde mucho antes.

Esteban. – Parece que sus jefes son un poquito pervertidos.

Adela. – En realidad solo he tenido problemas con mi anterior jefe con los otros me he llevado bastante bien.

Esteban. – Hagamos esto, si me cuenta las experiencias que tuvo en sus anteriores trabajos yo la contrataré.

Adela. – ¿No me esta mintiendo?

Esteban. – Es una entrevista de trabajo, quiero saber lo que ha hecho.

Adela. – Bueno, voy a tener que hacerle un resumen sino vamos a estar todo el día.

Esteban. – Reláteme lo más importante.

Adela. – Acá va mi historia. Soy hija única y mi madre se fue de casa cuando tenía catorce años. Desde ese momento creo que mi padre se sintió atraído por mí aunque nunca trato de hacerme nada. Cuando comencé a salir con chicos mi padre se volvió muy malhumorado y al final no veía el día de irme de casa. A los diecinueve trabajaba en una cafetería y vivía con mi novio de esa época en su departamento. Él se dedica a arreglar autos para hacerlos más deportivos. Ese año quede embarazada.

Esteban. – ¿Tiene un hijo?

Adela. – Si.

Estaban. – Ese detalle se le escapó también.

Adela. – Es solo un detallecito que no viene al caso. Lo que sucedió fue que mi novio murió en un accidente automovilístico después que naciera mi hijo. Mi padre no quería ayudarme al convertirme en madre soltera y la familia de mi novio tampoco estaba en condiciones de pasarme alguna manutención aunque si cuidaba a mi bebe cuando iba a trabajar. Para poder mantenernos tomé un nuevo trabajo de empleada administrativa. Hacía todas las horas extra que podía. Sucedió que un día después de la hora de salida mi jefe me llamó a su oficina para felicitarme por ser su empleada más trabajadora. Es algo extraño porque empezamos a hablar y a él también le conté algo parecido a lo que le estoy diciendo ahora.

Esteban. – Que coincidencia.

Adela. – Entonces de la nada vino su propuesta indecente que según me contó no la tenía planeada hacer. El dinero fue demasiado tentador y así mi inicie en lo de secretaria especial desde ese día. Aunque en realidad primero fuimos a un motel unas veces y después me nombró su secretaría personal que hasta entonces no tenía. Al final él vendió su pequeña empresa y yo quedé como secretaría de un nuevo jefe al cual no me le anime a ofrecerle lo que ahora le estoy ofreciendo a usted. Ya estaba acostumbrada a recibir el dinero extra por lo que me dedique a conseguirme un nuevo trabajo. Aunque no lo crea conseguí uno nuevamente de secretaria en el cual pagaban más y no tenía que acostarme con mi jefe.

Esteban. – ¿Qué tal era su primer jefe?

Adela. – Era un hombre mayor que ya no se sentía atraído por su esposa y que iba a cabarets de vez en cuando. No teníamos ninguna práctica sexual excéntrica aunque si me la metía por el culo.

Esteban. – Supongo que el sexo anal es lo primero que le piden.

Adela. – Y obvio. De los ocho años tuve cuatro trabajos de aproximadamente dos años. Del primero que ya le conté. El segundo que fue normal, la empresa quebró y tuve que volver a buscarme un nuevo trabajo. En el tercero me decidí a aspirar más alto y con algo de suerte conseguí un trabajo de secretaria ejecutiva, en realidad se sintió atraído por mí durante la entrevista mi futuro jefe, pero sucedió que un día me dijo que no estaba capacitada debidamente para el cargo y que analizaba despedirme. Ese fue el disparador, lo encare a la hora de salida y rápidamente me convertí en su sumisa. Él era divorciado y la idea le fue demasiado tentadora. Mi situación mejoró más ya que volví como en mi primer trabajo a recibir dinero adicional.

Esteban. – ¿Por qué dejo su tercer trabajo?

Adela. – No lo dejé. A uno de los brillantes directores se le ocurrió enarbolar la bandera de la reorganización empresarial y despidieron a todo el departamento en el que estaba.

Esteban. – Mala suerte.

Adela. – No, mala suerte fue pedirle trabajo de secretaria especial a uno al que le gustaba el sadomasoquismo y el bondage. Debí haber desconfiado desde el primer momento cuando me acepto casi sin pensarlo y sin preguntar “Es una broma”.

Esteban. – ¿Y qué paso?

Adela. – Ahora que me acuerdo antes de contratarme piense bien si va a pagarme extra usted mismo o de la caja de la empresa. Dos me han pagado lo adicional de su bolsillo y uno le ha cargado la cuenta a la empresa.

Esteban. – La empresa le pagará lo que pide yo manejo el presupuesto de mi división.

Adela. – Que bueno.

Esteban. – Vuelva a lo de su cuarto jefe.

Adela. – Él me pagaba un cheque extra cada mes y si no me gustaba algo me convencía con otro cheque más. Fue el que me adiestro en el rol de sumisa.

Esteban. – ¿Cómo es eso del adiestramiento?

Adela. – Primero empezó diciendo que le gustaba el fetichismo y entonces empecé a vestirme como el quería, incluso me entregaba ropa el mismo. Todos los anteriores se contentaban con penetrarme. Al principio lo del fetichismo se veía bien ya que con solo estar con una tanguita de encaje, ligas y una faldita parecía que mi jefe estaba contento. Hasta que llegó el día en que me llamó a primera hora y me ordenó ponerme unas bolas chinas dentro de la vagina, de las que son de metal y tienen dentro otra bola de metal suelta que al moverse una hace que la bola exterior se mueva aún más por el golpeteo de la interior. Primero estaba algo reacia a hacerlo pero me convenció de que me gustaría como se sentía. Por lo menos en eso tenía razón aunque estar con la vagina húmeda todo el tiempo es algo de lo que una tiene que preocuparse y hay que ponerse toallitas femeninas siempre. Después llego el día en que empezó con los delatadores anales. En esa ocasión sus argumentos fueron que ya había experimentado el sexo anal y que no se sentía muy distinto. Los pequeños se pueden tolerar pero cuando a una le meten un corcho.

Esteban. – ¿Un corcho?

Adela. – No es un corcho como los que usan en el champagne. Tiene una forma parecida pero esta hecho de silicona y además trae en la base unas alitas para poder sacarlo mejor. Por la forma cónica se le abotona a una como si el recto fuera una botella. Los artilugios que han inventado no tienen fin.

Esteban. – He visto algunas de las cosas que usan.

Adela. – Por ejemplo renuncie cuando mi jefe me dio un vibrador a control remoto por decirlo de alguna manera.

Esteban. – ¿Y eso cómo funciona o se usa?

Adela. – Desde el vibrador sale un pequeño cable que va hasta un dispositivo que se coloca cerca del celular y cuando a una la llaman se acciona. Aparte del vibrador mi jefe me entrego un celular adicional para que solo se activara cuando el dispusiera.

Esteban. – He visto ese efecto en los adornitos que venden para los celulares.

Adela. – Además no estaba hecho de material flexible sino de metal por lo que una no puede caminar bien pero lo peor fue que en realidad no vibraba sino que daba descargas eléctricas, algo que no me había avisado.

Esteban. – A bueno.

Adela. – Me pongo el aparato, salgo de la oficina lo más erguida posible y cuando estoy a punto de sentarme en mi lugar de trabajo siento la electricidad emanar desde mi interior. No como una electrocución pero lo bastante fuerte que al sumarse a la imprevisión hace que mis piernas se doblen y caiga al suelo. Todos mis compañeros al ver lo que pasó se levantan y van a socorrerme. Ya con ellos a mi alrededor me doy cuanta de lo que ha pasado y como puedo les explico que estoy bien, que solo he sufrido un pequeño desmayo. Tomó mi cartera, voy al baño, me sacó esa porquería y la guardo. Sin decirle nada a mi jefe recojo mis efectos personales y le dijo a Naomi que nos vamos.

Esteban. – ¿Quién es Naomi?

Adela. – ¿Naomi?

Esteban. – Si, dijiste que antes de irte hablaste con Naomi.

Adela se quedó callada un momento por lo que Esteban dedujo que ella había cometido una indiscreción al meter dentro de su relato a otra mujer. Mientras ambos esperaban que el otro hiciera o dijera algo el teléfono de la oficina empezó a sonar. Esteban lo levantó y su actual secretaria le preguntó si estaba todo bien ya que la entrevista le estaba pareciendo demasiado larga. Esteban respondió que ya estaba a punto de terminar.

Esteban. – Bueno Adela ya hemos hablado lo suficiente. Espero que cuando empieces el próximo Lunes me cuentes más de tus cosas.

Adela. – Muchas gracias por darme el trabajo no lo voy a decepcionar. No olvide revisar detenidamente la lista que le di.

Esteban. – Claro que no. No olvides traer tu documento original  y una copia del seguro social para completar los datos de ingreso en personal.

Adela. – No lo olvidaré.

Continuara....