Secretaria Ejecutiva

Sin consentirlo una simple secretaria se transforma... sin consentirlo??

Secretaria Ejecutiva

Esa mañana, no era una mañana cualquiera. Mi jefe, del cual fui su secretaria por casi 8 años, se retiraba y hoy iba a ser la presentación su sucesor, su hijo. Después, de la presentación de rigor; y de la despedida, mi nuevo jefe y yo comenzamos a trabajar.

Las primeras semanas fueron relativamente tranquilas, él acostumbrándose al trabajo y a mí, y yo a él. Pero había una tensión que jamás había sentido. Una tensión sexual incomoda; que se tradujo en miradas lujuriosas y roces "involuntarios". Si bien no soy una "belleza" ni tengo un cuerpo "escultural", digamos que soy llamativa ya que tengo grandes pechos que no puedo ocultar use la ropa que use. Guillermo, que así se llamaba, jugaba con mi incomodidad. Sabía que yo necesitaba trabajar y se cuidaba muy bien de acosarme, o mejor dicho acosarme abiertamente hasta aquel día en que todo se desencadenó.

Era cerca del mediodía, yo estaba terminando de organizar una reunión cuando me ordena suspender todo e ir con él. Eso me sorprendió, rara vez asistía yo a las reuniones, pero la realidad fue otra. Subimos a su auto y manejó silencioso y huraño; yo no me atrevía a preguntar dónde íbamos; estábamos saliendo de de la ciudad hacia la zona de barrios cerrados. Llegamos a su casa de fin de semana. No había nadie, mi corazón empezó a latir con fuerza tenía la certeza que nada bueno me esperaba allí y así fue.

Apenas cerró la puerta, y con una sonrisa socarrona se abalanzó hacia mí y abrazándome con fuerza comenzó a besarme. Sentía su boca húmeda tratando de alcanzar mi boca. Sus labios firmes se apretaban contra mi cuello, hasta que logró mantener mi cabeza bien sujeta y sin más introdujo su lengua en mi boca. Aunque intenté defenderme fue casi imposible, él era un hombre fuerte, bien formado. Su cuerpo se acoplaba al mío. Mis pechos estaban pegados a su pecho, a través de la ropa sentía su calor. Yo luchaba contra su abrazo pero sus manos se hicieron mas urgentes, se deslizaron por mi espalda y tomaron mi cola apretándola contra su ingle. Un calor arrollador subió por todo mi cuerpo al sentir su tremenda erección. Me empujó hacia el enorme sillón de la sala mientras desgarraba mi ropa y se desnudaba. En rigor de verdad su cuerpo me deslumbró. Cuando mis pechos quedaron libres se regodeó amasándolos, estrujando, chupando y mordisqueando mis hinchados y duros pezones. Mi cuerpo ya no me pertenecía se había divorciado de mi cabeza. Y a pesar de querer luchar por salir de allí, sentía en mis entrañas ganas de quedarme, de abandonarme a esas sensaciones que estaba empezando a sentir bajo sus manos y su boca.

Estábamos sobre el sillón, desnudos, sus manos recorrían mi cuerpo, sabían dónde tocar para excitarme. Sus dedos separaban los labios de mi vagina; metiéndose, dilatándola, abriéndola, mientras su boca castigaba mis ya hinchados pezones. De repente toma mi mano y la lleva hacia su enorme verga obligándome a tomarla. Jamás había tenido yo una verga así entre mis manos, de sólo imaginar por todos los lugares que se metería me paralizaba de miedo, era enorme. Cuanto más me resistía y luchaba por zafarme, él más se excitaba. Siento su mano en mi nuca guiando mi cabeza hacia abajo, apretando mi nariz me obliga a abrir la boca y de un solo empujón introdujo su verga que llegó a mi garganta. No pude contener las arcadas, pero él marcaba el ritmo. Estaba cogiendo mi boca, disfrutaba haciéndolo, y yo, secretamente, también.

Demás esta decir que yo a esa altura ya estaba excitada, involuntariamente, pero muy excitada al fin. Cuando separa mis piernas y hunde sus dedos en mi vagina no se sorprendió al encontrarla empapada y dispuesta, me penetra de una manera feroz. Sus movimientos eran violentos todo el cuerpo me dolía, su verga era demasiado grande. Su lengua se introducía en mi boca y sus manos se aferraban a mis pechos amasándolos. Mi resistencia se había ido. Inconscientemente rodeo su cintura con mis piernas, eso lo sorprendió y por un momento se detuvo. Sin pensarlo le susurro al oído "haceme tu puta". Me pone en 4 y comienza a cojerme desde atrás abriendo mi vagina con su verga y dilatando mi culito virgen con sus dedos, su saliva corría por mi raya lubricándome, sus embestidas eran violentas pero para esa altura yo ya disfrutaba como una perra pidiendo mas y mas. Deslizaba sus dedos dentro de mi culito abriéndolo, preparándolo, acostumbrándolo a ser penetrado. Pero nada se comparó cuando me montó como un lobo en celo y penetró mi culo con su verga enorme y caliente. Un dolor con mezcla de placer recorrió mi cuerpo me sentía crujir en cada embestida, cuanto mas me penetraba mas disfrutaba. Los dos estábamos sorprendidos, ninguno imaginó que iba a entregarme así, a sentirme como una loba en celo, como una puta. Acabó sobre mis pechos llenándolos de su leche blanca y espesa mientras. Prolijamente como una buena secretaria me dedique a limpiarlo con mi lengua. A probar su sabor.

Nos quedamos la noche entera. Al día siguiente mi cuerpo me dolía. Lo que imaginamos iba a ser sólo una tarde de lujuria se convirtió en fines de semana de sexo salvaje y desenfrenado. Yo ya no era la misma.