Secretaria eficiente

Relato sobre las actividades secretariales de una mujer madura.

Una secretaria eficiente

Una tarde a media semana, sin nada que hacer, nadie llama por teléfono, nadie llega. A sus espaldas escucha la música que sale del privado de su jefe, aburrido también, y apenas son las cinco de la tarde y faltan tres largas horas para salir, en eso suena el teléfono, es su jefe: "¿Ana, puedes venir un momento", se levanta al momento y toma su bloc de taquigrafía y su lápiz, entra y cierra la puerta, ve a su jefe sentado tras en escritorio, descubre algo en la mirada, algo que ya conoce luego de convivir varios años con él; ambos sonríen con complicidad, pero ella sigue en su papel, "¿si diga"; "¿oye Anita me haces una… pajita?", la madura sigue sonriendo mientras deja sobre el escritorio sus útiles de trabajo y rodea el escritorio del jefe, en tanto él empuja la silla secretarial hacia atrás y sin levantarse se abre el pantalón sacando el miembro erecto, Ana se arrodilla en la alfombra entre las piernas del hombre y mira alternativamente el rostro de su jefe, con lascivia, luego baja la mirada a la verga erecta y su mano la toma con suavidad, rodeando el tronco suavemente, acariciando con delicadeza, subiendo la mano hasta la punta y bajando a la vez, jalando la piel del prepucio, como ella sabe, con técnica, con experiencia, y descubre el glande ya mojado y rojo, sigue frotando la verga una y otra vez, con mirada atenta, logrando con ello una mayor erección, luego cambia de técnica: con la mano derecha sigue frotando el duro palo y con la mano izquierda frota la punta mojada de la verga, poniendo la palma de la mano sobre el glande y haciendo círculos con ella, así, en un movimiento simultáneo y sincronizado, la derecha sube y baja por la verga, la izquierda frota la cabeza roja del pito, hasta que el hombre empieza a gemir, pero Ana quiere aumentar su placer y suspende la chaqueta para desabotonar su blusa blanca, saca los senos de su brasier blanco con bordados de flores y se coloca la verga entre los redondos y grandes pechos, los aprieta contra la verga entumecida y le empieza a hacer la chaqueta de esa forma, la punta del pito aparece y desaparece entre las chiches blancas de la secretaria, una y otra vez; hasta que Ana inclina la cabeza para lamer la cabeza de la verga cuando esta aparece entre sus senos y así sigue, hasta que tal vez muy pronto para ella sale el primer chorro que le escupe la cara y siguen saliendo chorros de semen que mojan la barbilla, el cuello, sus pechos que vibran y se mueven, hasta que suspirando el hombre termina de venirse, pero ambos se quedan tal y como están, ella de rodillas con el semen que escurre por sus mejillas, él sentado en su silla, luego el jefe saca de un cajón una toalla y se la entrega a la secretaria diciéndole "¡qué rico lo haces Anita, qué ricas chaquetas me haces!"; pero ella protesta "pues si, pero yo también quería… terminar, me dejaste mojada y caliente" y empieza a limpiar el semen de su cara caminando rumbo a la salida, pero él la detiene: "espera, ven, cuéntame algo rico para calentarme y te hago el amor".

--"Puede venir alguien… mejor hoy no".

--"Mira asómate y ve si viene alguien y si no, cierra la puerta de la oficina y regresas", dice él, Ana obedece sintiendo la humedad que ya moja su pantaleta, momentos después toma asiento en una silla y pregunta: "¿te calienta que te diga cosas, aunque sean mentiras?, ¿qué quieres saber?"; "no sé, tú dime", dice el hombre.

--"Hummm, una vez, hace años, vi a un tipo, a un campesino haciendo el amor con una perra… casi era una niña… fue durante unas vacaciones que pasé con unos tíos, el tipo era trabajador en la granja de ellos…, yo no sabía nada de sexo, ni cosas así, tenía como once o doce años

--"¿Ya te hacías chaquetas?".

--"No, ¿cómo crees?, ya sentía curiosidad, pero eso fue luego, déjame continuar…, un día fui a caminar por el campo, el campesino llevaba a pastar las vacas de mis tíos, una perrita iba con él corriendo a tramos alegre, haciéndole fiestas, ladrándole, moviendo la cola, así siguieron hasta que los perdí de vista, yo seguí mi propio camino, hasta que por alguna razón llegué hasta donde estaban las vacas pastando, el tipo estaba sentando recargado junto a un árbol y a su lado la perra con la cabeza recostada sobre una pierna del hombre, yo estaba como a unos 50 metros, mirando aburrida hacia todos lados, y cuando ya me retiraba vi algo extraño, el campesino acariciaba a la perra, primero sobre el lomo peludo, luego por los costados, el animal se dejaba hacer alzando una pata trasera, y el tipo seguía pasando su mano por el costado, luego bajando la mano hacia abajo, la perra alzando la pata, hasta que le empezó a tocar ahí, donde estaba el sexo del animal, en eso la perra se levantó y puso sus cuartos traseros junto al hombre, yo seguía sin comprender, y más cuando vi que el hombre se arrodilló tras el animal y sacaba algo de su pantalón, nunca antes había visto un pene, bueno si, de bebés, pero esto era diferente, estaba muy grande, luego supe por qué, pero tenía su cosa muy crecida, seguí mirando atenta, sintiendo algo extraño en el cuerpo, como si fuera algo prohibido lo que miraba, y el tipo ese ahí, tras la perra, algo le hacia porque empujaba hacia la perra, la tenía agarrada con las manos por los costados, y la perra se dejaba hacer, entonces me decidí a acercarme un poco, di un rodeo y los miré de lado, como a diez metros, el hombre le metía el miembro a la perra, se movía atrás y adelante, empujando contra el animal, que estaba quieto dejándose hacer, hasta que pronto el campesino se quedó quieto, pegado a la cola del animal y cuando sacó su cosa, la tenía colgando, como floja, ya no dura, yo estaba nerviosa y temblando, sentía cosas extrañas, como calor, no sabía entonces, pero estaba excitada, lo descubrí porque me toqué sobre el calzón y lo sentí húmedo y caliente, me fui de ahí preguntándome que había pasado.

--"¿Y tú que pensabas que había ocurrido?", dijo el jefe ansioso.

--"Yo no sabía nada de eso, tenía ideas, pero no sabía nada, imaginaba que algo ocurría entre los hombres y las mujeres, pero no sabía nada… a partir de aquello los días siguientes volví a seguir al campesino en su tarea de llevar a pastar a las vacas, y siempre ocurría lo mismo, yo creo que la perra ya estaba acostumbrada o le gustaba que le hicieran eso, no se… todo eso me fue llenando de pregunta o confusión, no lo se, pero empecé a ver las cosas de forma diferente, por ejemplo me preguntaba cómo harían eso un hombre y una mujer, no lo sabía, lo imaginaba, una noche en el baño me bajé el calzón y miré mi cosita, no entendía como era posible que un hombre, digamos el tipo de la perra, pudiera meter su pájaro en una cosa tan pequeña, tan cerrada, no sabía cómo sería hacerlo, no entendía… pero esas vacaciones fueron muy aleccionadoras… por cierto ¿ya se te levantó?..."

--"Si, me la estoy acariciando, pero sigue contando, sigue…", dijo el jefe mirando atento a la secretaria.

--"Bueno, sólo un poco más, que ya quiero… fue cosa de curiosidad, pronto descubrí que el mundo de los adultos es algo aparte, que todas las personas a mi alrededor tenían sus secretos y hacían aquello que yo apenas imaginaba, por ejemplo, una mañana luego de desayunar vi que mi tío le daba una palmada en las nalgas a la chica que hacía el aseo, ella siguió con lo que estaba haciendo, en eso el hombre se acercó y le dijo algo al oído y ella contestó en voz baja "no, mira que te van a ver, no me toques, ya sabes, al rato cuando se vaya la señora de compras", y él se alejó sonriendo, yo me hice la desentendida, como si no hubiera visto ni oído nada salí de la casa y desde lejos esperé a que la tía se fuera, me acerqué un poco, no vi al tío ni a la sirvienta, pero algo raro escuchaba, como quejas o gemidos, di un rodeo y miré por la ventana de la cocina y ahí estaban, la chica recostada boca abajo sobre la mesa de la cocina, con las faldas alzadas y el calzón bajado hasta los tobillos mostrando las nalgas desnudas, y el tío tras ella con el pantalón abierto y su… miembro de fuera, lo metía y lo sacaba de entre las nalgas de la sirvienta que cerraba los ojos y tenía una extraña expresión en el rostro, y así siguieron ambos moviéndose, el miembro entrando y saliendo de la mujer, el tío con los ojos cerrados, como disfrutando, moviéndose agitado, hasta que terminaron y él le sacó el pito a la chica, que cuando se levantó dejó ver su pubis lleno de vellos… yo ya tenía pelitos, pero esos eran más y muy crecidos, y algo blanco le escurría entre las piernas, era un líquido como blanco, la sirvienta tomó una servilleta de la mesa y con ella se limpio ahí, en el sexo, era extraño, pero no había comparación entre mi pepita y el sexo de la chica, estaba hinchado, abierto, los labios estaban como deformes y les salía esa agua blanca… ay… ya no puedo seguir, ya quiero tu… verga… ¿me das?".

Y la secretaria se levantó ansiosa para levantarse la falda gris junto con la pantaleta blanca y ofrecerle el trasero al hombre que de inmediato llegó hasta ella y por atrás le colocó el pito, cuando la penetró Ana gimió de satisfacción un "aaaahhhh, qué rico eres, que verga tan rica, ay, ya muévete, dame fuerte, lo quiero todo", y empezaron a coger con furia, moviendo el escritorio con la furia de su lujuria, hasta que ahítos quedaron pegados, el jefe sobre ella que suspiraba agitada, al final mientras el tipo se guardaba el pene flácido le preguntó a Ana "¿y todo eso que me contaste fue cierto?", "la mayor parte sí, faltó decirte que en esa granja aprendí muchas cosas, por ejemplo a hacer chaquetas, pero eso te lo cuento luego", dijo la secretaria coqueta y salió de la oficina, satisfecha y gozosa.

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