Secretaria de día, puta de noche (8)
Ah, si: la barata, Ese era el calificativo que me había ganado: la puta barata,...
Mmmm, Odio los luneeesss,
Maldije desde niña los lunes y los sigo maldiciendo ahora. Ese era el primer pensamiento que tenía en la cabeza, mientras me despertaba, con la cabeza que me reventaba de dolor: sufría de una resaca horrible. Desnuda, tirada en mi cama, adolorida por todos lados, con mi ano dilatado, pegoteado de semen, y mi concha ardiéndome como nunca antes en mi vida: ¡Henry me hacía putear como nunca antes lo había hecho!; apenas me podía tener en pie: sin importar domingos o feriados, ahora mi vida nocturna, de puta, era un incesante echarme encima de un catre de hotel, abrir las piernas y recibir verga hasta la extenuación, ¡pero yo era tan dichosa! Casi ya no me quedaban fuerzas para ir a trabajar a la oficina, pero aún así, lo seguía haciendo, solamente por que eran horas de descanso para mí, más que de labor.
Repasaba yo los sucesos de la noche anterior, mientras me bañaba pausadamente, casi apenas tocando mi adolorido cuerpo; como al final de toda noche productiva, mi chulo nos reunió a todas sus putas (así es: ahora yo soy solamente una más), en un cuarto del hotel frente al cual aguardamos a la clientela, y junto con sus amigotes que nos brindan "seguridad"; bebimos sin parar casi toda la noche, sendas botellas de ron barato. Luego y sin chistar, yo y las demás perritas del harén de mi hombre, nos entregamos a sus amigos, en un concierto de montadas y gemidos sin pausa. Yo me sentía algo decepcionada: esperé ansiosa toda la noche, para que mi amado chulo me penetrase hasta hacerme gritar de gozo, y luego de una patada me botara de su cama, como cualquier cosa, pero no ocurrió; me entregó a sus compinches, quienes se entretuvieron penetrándome doblemente, por raja y ano, hasta hacerme llorar de dolor, llenándome una y otra vez mis agujeros frente a mi chulo, quien me veía casi con indiferencia, sin parar de beber, mientras yo le daba semejante decadente y orgiástico espectáculo.
¡Así es mi vida ahora!, me decía a mí misma, mientras me vestía mi horroroso uniforme de secretaria, y pensando en que mi buena amiga "Debbie" me mataría si lo supiera: me había enamorado perdidamente de mi chulo, Henry, y aún el más fuerte golpe o la frase más despectiva del mundo, si él la descargaba sobre mí, me convertía por un segundo, en la mujer más feliz de la tierra. Al verme al espejo, ya casi lista para salir al trabajo, me veo mi mejilla derecha: aún era muy notorio el moretón de la bofetada que Henry me propinó días atrás (yo sé que me lo merecía), y debía ocultarlo con maquillaje; sabía que iba a ser difícil, ya en el trabajo se habían dado cuenta en otras ocasiones, pero debía hacerlo, detesto que, aunque no lo conozcan, mis compañeras critiquen la relación de amor que tengo con Henry.
Se me hacía tarde así que me alisté a salir del depa, sin tomar más desayuno que una taza de café a medias, pero no llegué muy lejos: tocaron el timbre; ¡cual sería mi sorpresa al abrir y ver que era él, mi Henry!!, se notaba que estaba ebrio y que de seguro apenas había dejado de beber con sus amigos unas horas antes, pero no me importaba, sus mirada vidriosa, de ojos inyectados, tenía la capacidad de controlarme, ¡lo hice pasar, mientras las piernas me temblaban sin parar!!!
Holaaa Vivianitaaaa, he, he, ¿y adónde ibas?, -, me preguntó con ese tono de voz que amo y que me descolocaba.
Hola amor, yo iba, bueno, iba al trabajo, ¿sabes?,
Ibas: tú lo has dicho, . me dijo mientras se abría paso a tropezones, rumbo a mi cocina-, ¡prepárame el desayuno!,
Se me hacía tarde, pero igual obedecí: era mi hombre y tenía hambre. Sin perder un instante le preparé algo qué comer. Ya con el plato frente a él, Henry se transformó: ya estoy acostumbrándome a esos bruscos cambios suyos:
¡¿A ESTO LE DICES COMIDA: ES UNA PORQUERÍA???!!
Una bofetada suya casi me aventó al suelo, al mismo tiempo en que el plato y la taza volaron por los aires, estrellándose contra la pared y tirando la comida al suelo. No sé que hice mal, pero sé que me lo merezco. Sin importarme si ensuciaba yo mis pantyes, mi falda tubo o yo misma, me arrodillé frente a él y tomé la comida del suelo con las manos; se la mostré, suplicando que me perdone, como una perrita asustada, implorando su compasión.
Henry me echó una mirada de esas, de asco: cómo cuando se mira con desprecio a "algo" que no vale nada. Él no lo sabía, pero ¡me hacía tan feliz al verme, al tratarme así!!; desde que nuestros caminos se cruzaron, nunca me había sentido más "viva": por fin, desde que inicié esa doble vida que llevaba, me sentía completamente una "cualquiera", cualquier cosa.
¡Desaparece de mi vista!, -, me dijo entonces.
Ya aseada y apresurada para irme a trabajar, pasé nuevamente por en frente de mi chulo; no me importaba que él se quedara en mi depa: todo lo que pudiese ser mío, para mí era suyo y se lo daba gustosa. Caminé en silencio frente a Henry, apenas haciendo sonar yo mis taquitos, jadeante y ansiosa; completamente deseosa de que me siguiese humillando, y enloqueciéndome de la excitación, mmm!,
No me dejó llegar a la puerta: con un movimiento ágil, mi "hombre" me cortó el paso: su brazo fibroso, musculoso, quedó cual valla frente a mí, evitando que llegase a tomar el picaporte. "Mi macho", Henry, sonreía complacido, viendo a su putita preferida, vestida como una secretaria adefesiera y cualquiera, pero temblando de deseo contenido, enamorada, como hipnotizada, a través de sus gafas de montura gruesa.
¡Oooohhh!!!,
¡Su mano se aferró de mi entrepierna en una fracción de segundo, dolorosamente, aprisionando mi vulva por completo!!, y haciéndome mojar irremediablemente; su zarpazo me empujó con violencia contra la pared, al lado de la puerta del depa ( ¡mmm!, mi hombre sabe bien lo que me gusta!, ); ¡Dios: me alzó por la vagina, haciendo caer mis zapatos al sueloooo!!! Yo jadeaba sin control, mientras sus rudos dedos apartaban mis bragas, hundiéndose en mi concha insaciable:
¡Por favor, por favoooor, !!-supliqué falsamente: deseaba que continuase-, ¡no sigas, no sigaaassss!!,
Henry disfrutaba metiéndome uno, dos tres dedos en mi concha, dilatándome a la fuerza, aaahhh, ¡haciéndome venirme! Mientras sus carcajadas retumbaban en mi departamento, yo fingía luchar contra él, pero solo para darme vuelta, ¡para arquear mi cintura y ofrecerle mi culito de golfa ansiosa por ser penetrada!!!
¡Ahhhh, dame, dameeeee!!, ¡Ahhh!,
Pero mi chulo no me quiso complacer: sin importarle mi descontrol, mis ansias de ser cogida, simplemente arrancó de mi vagina húmeda sus deliciosos dedos, dejándome a medias excitada:
¡Ya vete!, - me dijo mientras se daba vuelta y yo, me acomodaba la falda y las bragas-, ¡y no llegues tarde en la noche o ya vas a ver!,
No me preocupaba dejarlo en mi depa: todo lo mío le pertenecía; así lo tenía decidido yo y sin que Henry me lo ordenase. Me arreglé el uniforme y salí rumbo al trabajo, sintiendo con desazón, mis bragas húmedas y mi concha necesitada de una deliciosa verga. Mi rutina era ahora un tanto distinta para mí, en parte placentera, en parte decepcionante. "Sheyla" desapareció de la faz de la tierra: "mi hombre" me rebautizó sin opción a opinar: ahora soy "Marjorie", (¡odio ese nombre!, pero lo debo aceptar, no tengo derecho a opinar); mi vestimenta es casi inexistente: diminutas falditas de vuelos y tops semitransparentes, y nada más (suspiro) ¡Henry echó a la basura toda mi colección de ropa de putita! Las noches eran ahora para mi, una larga (satisfactoria si, pero agotadora), fila de machos ansiosos, descargando dentro de mis agujeros su lechada, y luego tremendas borracheras de amanecida con mi chulo, y para luego ir a la oficina, mis ojeras y mi constante aliento a alcohol, ya eran motivo de comentarios en la oficina, pero no solamente era eso: semejante "tren de vida" estaba ya cobrándome factura; cada vez me era más frecuente, el olvidarme mantener las apariencias:
La verdad es que ya no sé qué hacer, chicas, - nos comentó una vez mi amiga Camucha durante el almuerzo-, mi novio ya ni me toca: tengo miedo de que me esté engañando,
Yo soy de la opinión de que lo sigas, a ver adónde va: nunca está de más asegurarse que no tenga otra, -opinó Rita, para luego dirigirse a mí-, ¿tú que crees, Vivianita?,
.¡Ahumm!, -bostecé rendida y sin pensar, dejé que hablase por mí "la puta que llevo dentro"-, yo opino que deberías chupársela y lamerle las bolas. Luego le haces un beso negro hasta que se venga, a ver si así busca otras perras el muy cabrón, .
Dejándolas a todas con la boca abierta, me paré y regresé a la oficina: no solo las chicas me miraban raro: los hombres también; ¡cada vez me era más difícil no caminar con ese andar de zorra, de buscona, que tanto me gusta!! Viéndoles la cara a todos, era muy fácil saber lo que pensaban: ¿qué le pasa a Vivianita??!, empecé a aburrirme de que me vieran como si yo estuviese loca.
Así, los días los pasaba yo prácticamente "en automático", para luego "despertarme" al caer el sol, apresurándome a ser yo misma: toda una puta, que vive solo para coger, y para su chulo. No puedo negar que gozaba con solo pensar, al inicio de cada noche, de una nueva jornada de puterío, pero mi necesidad de vergas, las cuales ahora tenía en abundancia, no me daban completa felicidad: ser una puta del montón, en medio del mundillo de la calle, frente al hotel, y rodeada de las otras putas de Henry, fue una de las épocas más oscuras y deprimentes de mi vida: había pasado de ser "cualquier cosa" para los hombres, a ser cualquier cosa, para todo el mundo. En la calle, ni las putitas más chiquillas me respetaban un ápice: apenas llegaba, me miraban de arriba abajo con desprecio, para luego de preguntarme ni "nombre", alzar la ceja, soltar de sus bocas pintadas aquella frase:
Ah, si: "la barata",
Ese era el calificativo que me había ganado: "la puta barata"; la zorra que no valía nada, la que a pesar de ser deseada por todos, prefería a los más toscos, los más feos, los más "peseteros" clientes, casi por nada, siempre y cuando la follasen con rudeza, casi agradeciendo golpes y mordiscos, y que tuviesen la verga bien grande. Esa era yo, la maldita pendeja que entregaba el culo sin pedir "pago extra", solo por el placer de que le atoren de lechada, la que los acepta de tres o cuatro a la vez, toda la noche, y luego se desvive por complacer al chulo, creyendo ser "especial" para él.
No había gran diferencia entre una noche y otra, en aquella época de mi vida: no es difícil en las calles, acostumbrarse a olvidar las caras de los clientes; poco a poco, se convierten -en el mejor de los casos-, en uno que otro buen polvo u alguna que otra buena verga, la cual recuerdas por que te estremeció de gozo.
Fueron casi dos meses, casi borrosos de mi existencia; lo que más recuerdo, son las dos últimas noches: todo empezó un viernes, ya de madrugada, yo ("Marjorie"), descansaba mis adoloridos pies, apoyándome alternadamente contra la pared. Henry entonces llegó junto a sus compinches, unas chiquillas (que a leguas se notaba que eran sus "nuevas adquisiciones"), y un tipo, alto, moreno y de aspecto brutal.
¿Cuál quieres, compadre?-, le dijo mi chulo, deteniéndose frente a nosotras.
.Esa está bien -, le replicó el tipo, apuntándome con el dedo.
Te va a gustar, viejo: es toda una enferma!,
Ambos rieron a rabiar frente a mí, tras esa frase de Henry: no me importaba que dijesen eso de mí (una puta como yo no opina), lo único que realmente me importaba era complacer a mi chulo; sonreí falsamente a ese sujeto, tomándolo del brazo. Henry se apresuró y tomó de la muñeca a una de las "nuevas" (se hacía llamar "Mellany"); era muy joven, y eso me generaba celos en cierta medida: morenita, de caderitas anchas y cintura apretadita, gustaba de hacerse pasar por una criaturita asustada, para "jalar" mayor cantidad de clientes. Putitas como éramos las dos, sin chistar entramos con ellos al hotel. Ya en cuarto los cuatro, "Mellany" y yo nos desnudamos, mostrando sin pudor ante "mi hombre" y su amigo, nuestras conchas abiertas y ansiosas por ser penetradas, la chiquilla esa, ya despojada de sus zapatos de tacón alto, parecía una auténtica chiquilla: sonriente, se puso en cuatro frente a Henry-sentado en una silla-, y comenzó a mamársela con gozo y desespero, suspirando con fuerza, mientras nuestro chulo la cogía de los cabellos, obligándola a tragársela toda.
¡Me inundó una sensación de desazón: yo quería chupársela a mi chulo!!!, pero no tenía yo opción: el tipo ese, inmenso, ya estaba desnudo ante mí, mostrándome su gruesa y olorosa verga erecta, sonriendo como un depravado, deseando ya hacer conmigo lo que quisiera.
¡Trátalo muy bien, "Marjorie"!, -, me ordenó mi hombre, mientras gozaba con esa putita.
Empujé al tipo contra la cama, cayendo él riéndose, boca arriba: ¡haría TODO por obedecer a mi macho!; mi concha estaba mojadísima ya, mientras me encaramaba encima del sujeto ese, que me apretaba dolorosamente ambas tetas con sus manos callosas y sucias, . uummmmm!!, ¡solo pensaba yo en montarlo y que Henry, mi amor, me viese convulsionando de gozo, con esa verga adentrooo!!! Ya abierta de piernas, me olvidé de esa zorrita chupándole la pinga: le obedecería, dejaría bien satisfecho a su amigo, mientras le ofrecería un "show" a mi amor, al que me vivía y me daba el placer de recibir y recibir vergas sin parar, gozando hasta la locura.
Lentamente descendí sobre ese enorme aparato, dejándolo que me abra, hasta hundirse por completo en mis entrañas, . Mmmmm!!!, .¡Ohhh, qué deliciaaaa!!! Mis jugos envolvieron su pieza hasta chorrearse, mojando sus huevos duros y redondos, . Mmm!!! Eso fue lo último que hice lentamente: ¡comencé a saltar frenéticamente sobre él, haciendo que su pieza se me hunda hasta el fondo, una y otra, Y OTRA VEEEZZ!!!, ¡Ohhh!, ¡Ahhh!!!, . AAAhh!!!!, me meneaba como una demente, girando hacia delante, hacia atrás, hacia un lado y otro, haciendo que su verga penetre cada milímetro de mi ser, . ¡OHhhh!!!, gozaba yo como nunca antes, saltando frente a mi Henry, gimiendo, gritando, mostrándole mis tetas erectas bamboleándose para él, mientras mi concha de zorra chapoteaba sonoramenteee!
El tipo debajo de mí no lo soportó: tras gemir y crisparse por completo, se descargó dentro de mí con un salvaje grito; ¡oooohhh, su lechada me llenó toda!!!. Pero el tipo quedó lejos de estar satisfecho: de un manazo me aventó con violencia, cayendo yo al suelo en medio de sus gritos y maldiciones. Yo estaba completamente azorada, y no dudé en ver a mi chulo: él también me veía con una mirada de odido.
¡PUTA DE MIERDA, MALDITA DESGRACIADA!!!, -,gritaba una y otra vez ese sujeto.
¡Entonces lo comprendí: había cometido yo un terrible error!!!; cubriéndome yo apenas con mis manos, escuchaba cómo me maldecía como un demente, mientras Henry me imprecaba ásperamente también, el tipo era un machista de esos, que tenía que demostrar que era todo un macho: ¡al hacerlo yo llegar en menos de 8 minutos, lo avergoncé ante mi chulo! Me tomó del suelo del brazo y sin parar de gritar, comenzó a abofetearme; ¡mi rostro iba de un lado a otro con cada cachetada!! Henry lo animaba a darme más fuerte, mientras el cuarto se llenada de las carcajadas de Mellany.
Yo estaba mareada por completo, como en medio de un torbellino de gozo y dolor combinados. Como un costal de papas, caí pesadamente sobre la cama, boca abajo; ahí empezó mi gozoso suplicio:¡el tipo cogió su correa del suelo y comenzó a fustigarme!!!
¡TOMA PERRA, TOMA MALDITAAA!!!, -gritaba como un poseído.
¡AYYYY, NOOOO, AHHHH, AAAAY NOOOO!!!!, -, gritaba yo, presa del pánico y gimiendo de gozo sin cesar.
El rudo cuero, caía sobre mis nalgas sin cesar, con fuerza tremenda: se notaba que su mano era experta en eso. ¡Dioossss, él no lo sabía, pero estaba ocasionando que yo me corra sin paraaaar!!! El tipo gozaba golpeándome y no lo culpo; imagino que era un espectáculo delicioso, ver mi cuerpo convulsionar sobre la cama, mientras mi culo tembloroso recibía cada latigazo: ¡Henry gozaba, riéndose junto con la putilla, viendo mi rostro surcado por las lágrimas!
-¡DALE DURO: LE GUSTA!!!, -, gritó mi chulo.
- ¡Qué sepa esa barata quién manda, JAJAJA!!!, -, exclamaba Mellany, jubilosa.
El tipo jadeaba como un poseído, descargando toda su furia sobre mi cuerpo: ¡yo estaba mojada sin control, me venía una y otra vez, gritaba de gozooo!!! Fue tal vez media hora, una hora, no sé: luego el amigo de mi chulo, otra vez excitado, casi me rompió el culo con su verga. El resto de la noche bebimos los cuatro hasta que salió el sol: no me permitieron vestirme, así que los acompañé desnuda, sumisa, adolorida y chorreando semen, temblando con el frío de la madrugada.
Apenas tuve tiempo de regresar a mi depa y bañarme. Hecha una desgracia (ojerosa, mal vestida, con resaca), fui a la oficina; ahí todos me miraban como bicho raro. Camucha me dijo en susurros que me esperaban en la oficina de la asistenta social; como una zombie, enfilé hacia allá.
Era obvio que mi extraño comportamiento de las semanas anteriores (aparte de los moretones mal disimulados), había llamado demasiado la atención en mi "trabajo". Ahí estaba yo, viendo de frente a esa horrorosa vieja, que revisaba un file frente a mí: vestía una ridícula falda tubo azul, una blusa blanca y un chaleco azul también; con ese atuendo y su cabello recogido, se veía horrenda, al igual que yo (la única diferencia entre esa tipeja y yo, era que ella era "una bruja vestida de oficinista", mientras que yo era una PUTA, vestida de oficinista) Mostró su molestia al escuchar la risita mal contenida que solté al pensar en eso. Finalmente soltó un suspiro y me miró con desprecio:
- Señorita Viviana, no es política de este departamento inmiscuirse en la vida personal de sus empleados, pero, sus faltas, sus tardanzas, su, em, "estado de salud" nos preocupan, pienso seriamente "sugerirle", . Una evaluación psicológica, de pasarla, podrá seguir en su puesto,
¿Qué?,¿entendí bien?,... ¿esa furcia vieja, . Quería decirme cómo llevar MI VIDA??, ¿acaso dijo que YO, estaba loca? Su mirada de desprecio por mí, esa mueca de suficiencia en su rostro, mirándome, me exasperó. Algo "explotó" dentro de mí, ver su cara larga, su soberbia a flor de piel, ¡esa maldita mirada despectiva, Simplemente no lo aguanté!!; eché atrás la silla donde estaba yo sentada, levanté mi pierna derecha y la dejé caer sonoramente a un lado. Luego, mi pierna derecha hizo lo mismo: la ví fijamente, con todo el desprecio con el que sólo una puta puede mirarte y se lo dije:
¿Y qué vamos a hacer?, -le solté con tono hiriente, completamente lasciva, casi contoneándome frente a ella-, ¿qué?, ¿acaso tengo que chupársela hasta las bolas a tu jefe, así como lo haces tuuuú, y por nadaaaaa????,
Por su mirada de pavor, ví que mis palabras le habían caído como una piedra en la cara; al verla muda, temblando, pálida de la vergüenza, no sentí ninguna lástima: me dio asco verla así. No me detuve; la partí por el eje:
¡ZORRRRRAAAAA!!!!, .
La asistenta social se puso de pie de pronto: la hubiese besado si me abofeteaba en ese instante, pero no, ¡salió echa una tromba de la oficina, con el rostro bañado en lágrimas!!!; ¡Dios mío, ¿QUÉ ME PASABA?: ESTABA YO COMO LOCA!!!, en ese instante comencé a reír, ¡SOLTABA CARCAJADAS COMO UNA DEMENTE, COMO UNA PUTA EBRIA EN UN BAR!!!; ¡JAJAJAJAAA: no podía parar de reírme al verla correr llorando como una criatura desconsolada!!!
Reía yo como una demente, mientras que completamente descontrolada, seguía abierta de piernas y me sobaba con fuerza, con mis dos manos, mi entrepierna de golfa completamente mojada, y sin el más mínimo temor o pudor, de que mis compañeros de oficina me viesen. Semejante "escenita" tuvo su precio: tras unas "movidas" de mi jefe, logró a duras penas que me despacharan una semana a mi casa, a descansar (supuestamente yo estaba sufriendo "un ataque de stress", ); si no hubiese sido por mi jefe, me hubiesen despedido de inmediato, por haberle "sacado los trapitos al aire", a la prima del mismísimo Gerente General,...
La "semanita de vacaciones" me vino como anillo al dedo: no deseaba nada más en el mundo en ese momento, que no fuese putear sin control en las calles, para entregarle a manos llenas dinero a "mi hombre", y a continuación ofrecerle mis agujeros ansiosos de ser penetrados.
Pero en el fondo, sabía yo que todo iba mal: no lograba encontrar claridad en mi vida; era dichosa puteando sin cesar, y era feliz desviviéndome por mi chulo, mi amor, pero a la vez me sentía completamente desdichada por eso, por "tenerlo y no tenerlo". En eso pensaba yo una noche, en mi esquina, cuando alguien se paró a mi lado y se me quedó mirando: era un moreno escuálido, de mirada vivaz y cara de no haber comido en mucho tiempo; tardé en reconocerle, ¡Era "Debbie", mi amiga travesti. Finalmente había salido de la cárcel!!!, Casi se me parte el alma al verla, toda haraposa, ¡casi habían destruído su antigua apariencia de "Diosa del deseo", pero no me importó!; nos abrazamos con profundo cariño. Mi chulo estaba en el hotel, follándose a las putitas jóvenes y eso nos permitiría conversar: tenía muchas cosas qué contarle,
(CONTINUARÁ, )