Secretaria de día, puta de noche (7)

Hola,… Viviana,…. ¡Fue como un terremoto dentro de mí: ALGUIEN ME HABÍA RECONOCIDO!!,...

Las noches se estaban volviendo más frescas: finalmente el frío ya no era tan intenso, y después de un buen tiempo, pude darme el lujo –y el disfrute-, de lucir en las madrugadas una diminuta micro-mini, realzando mis piernas enfundadas en escandalosas mallas y calzando inmensos zapatos de taco. "…Siii, ahora sí me siento completamente puta,…"-, me decía a mí misma, al salir de hoteles miserables, satisfecha, con la raja entreabierta tras una salvaje y gozosa cabalgata, la carterita casi llena con arrugados billetes,… y el aroma a macho y sexo envolviéndome toda.

Frente al hotel, cruzando la calle, me esperaba Gilberto, sentado en su taxi: con sus anchas manos morenas al volante, mirando cómo su puta –yo-, salía de ser cogida como una sucia zorra, a cambio de unos cuantos billetes, y ya está presta a subirse a su lado, para entregarle la mitad de lo que gana, y luego mamársela o dejarse clavar por el agujero que le plazca, y gratis,… Él "es mi chulo y no es mi chulo",… es difícil de explicar: al igual que otras putas, digo que es "mi marido", le doy mi dinero,… pero solo por las noches. Mi vida diurna, aburrida y rutinaria aún le es desconocida, al igual que mis escapadas semanales al penal, a visitar a "Debbie",… y a sus lascivos y brutales compañeros presidiarios, los cuales me hacen casi gritar como una marrana,… mmmm,… mi concha se moja sin remedio de solo de pensar en que ya está cerca otra vez el día de visitas,… ¡estaba dichosa y emocionada!: tras mucho bregar, había convencido a "Debbie" para hacer realidad no de mis más húmedos deseos; me permitiría ser cogida por un violador. Estaba encarcelado por robo de autos, pero en realidad era un abusador,

Los trasnochadores conductores no me dejan cruzar la calle, mientras pasan a mi lado iluminándome, disfrutando de mi apariencia de golfa, de callejera, haciendo sonar las bocinas, y lanzándome a la volada, los piropos que una perra como yo sólo puede recibir: "…¡qué buen culo, mamita!", "…¿cuánto por "el chico"!?", o "¿…adónde te llevo, Diosa?",

He pensado más de una vez en recibir o llevar tipos a mi departamento,… no sé,… escoger a los más vergones o salvajes de entre mis "clientes": ¡permitirles entrar a mi casa y dejar que me den hasta el cansancio toda la noche, que me usen y a la mañana siguiente se marchen sin más!,… Mmm,… ¡me excita pensar en eso!, en finalmente dar el gran paso; que el mundo se entere que "ahí vive una puta",… pero no debo engañarme, debo admitirlo: me falta valor,… o tal vez un empujoncito. En esas cosas pensaba esa noche, cuando el claxon del taxi de Gilberto me sacó de mis pensamientos. La calle se había despejado y me aprestaba a cruzar, cuando una desconocida voz masculina, me descolocó por completo:

Hola,… Viviana,….

¡Fue como un terremoto dentro de mí: ALGUIEN ME HABÍA RECONOCIDO!! Tratando de disimular, giré en mi sitio y volteé, mostrando una mueca que en algo se asemejaba a una sonrisa, observé desafiante al que me había hablado, a través de mis lentes oscuros. Tenía frente a mí a un hombre: delgado, metro ochenta, cabello despeinado y color castaño y piel pálida; le tipo ese aparentaba tener unos 30 años, vestía un traje gris y una camisa negra, desabotonada y exhibía así su pecho musculosos y algo velludo. Apoyado contra la pared del hotel, mostraba una seguridad que me estremecía, mientras me sonreía con sorna,… pero lo que me aterró desde un primer instante, fue su mirada: se podía decir que su rostro alargado, su nariz larga, delgada y sus labios finos y pálidos, eran iluminados por sus ojos; celestes, diminutos, que parecían ser fosforescentes. Su mirada era hipnótica y fría; ese tipo de mirada, de alguien duro, insensible,… que no teme a nada, no me excitó: me hizo temblar.

...Lo siento, "papi",… -le dije, algo azorada-,… me estás confundiendo con otra,

Si así lo quieres, está bien,… -me replicó, clavándome la mirada-,… nos vemos pronto,… Viviana,

Mis tacos hicieron resonar el asfalto mientras me alejaba de ese tipo, muy apresurada: el corazón me latía a mil por hora, conforme me acercaba al taxi,… y sentía esa mirada horrenda recorriéndome las piernas, subiendo por mi culo y cruzando mi espinazo, ¡casi me hacía doler su mirada! Finalmente me senté junto a Gilberto, casi sufriendo una taquicardia.

¿Qué pasa, "Sheyla"? –me dijo, mientras introducía su manazo en mi entrepierna,… completamente seca.

Nada. Vámonos.

Ya de amanecida, de vuelta a casa, no pude conciliar el sueño: acostada boca abajo, solo con mis pantyes y zapatos de tacón aún puestos, me revolvía en un sueño agitado: tuve cuatro "clientes" más antes de irme a dormir, pero no gocé absolutamente con ninguno de ellos,… me ardía la raja, la cual nunca se me humedeció, ni con el más agresivo de todos ellos. La cabeza me daba vueltas,… era como si esa frase se me repitiese dentro, hasta casi hacerme doler las sienes "… Hola,… Viviana,….", una y otra vez!!! En mi pesadilla había un rostro que se repetía, pero no era el de ese tipo: veía el rostro del tipo ese que me miró desde su celda semanas atrás. "…Siii,… la próxima semana de seguro,…." ¿Por qué se repetía en mis sueños una y otra vez esa cara?!; sólo le veía a ese presidiario, de corte de pelo militar, nariz partida y cicatrices cual costurones en el rostro,… y esa mirada de muerto,

Traté al día siguiente de tranquilizarme tras aquella noche de insomnio; ¡hasta me sentí tranquilizada al vestirme de uniforme, recogerme el pelo y calzarme los lentes!, era raro, pero al salir vestida como todos me conocían (Vivianita, así en diminutivo,…), rumbo a la oficina, me permitió algo de tranquilidad,… aunque no me ayudó en hacer desaparecer la horrenda taquicardia que me estaba enloqueciendo: caminaba yo mirando a todas partes, casi segura de que alguien me seguía,

La jornada laboral transcurrió aquel día sin ninguna novedad: informes, correspondencia interdepartamental y revisar una y otra vez los archivos,… ¡qué distinto y a mis correrías nocturnas!; pero ya había encontrado yo para aquel entonces, el cómo hacer que mis horas en la oficina fuesen más llevaderas: tras avanzar algo en mis quehaceres, dejaba mi escritorio y como cualquier cosa, me dirigía al baño: algo normal, que no levantaba sospechas ni en mis compañeras ni en mi jefe (que rara vez sale de su oficina en todo el día) Tras cerrar la puerta del baño, y constatar que estaba yo sola, dejaba que mi "otro yo" surgiese; comenzaba a recorrer en silencio el baño, cadenciosamente, casi contando mis pasos, haciendo sonar pausadamente mis tacos de oficinista,… como cuando calzo los tacones aguja y me meneo lascivamente en una esquina (¡extraño las esquinas!,…) Como para un invisible cliente, me desabotono la blusa, mirando sensualmente al espejo, relamiéndome los labios, gozando de mi exhibición en solitario,… para luego sacarme las tetas por encima del sostén, liberando mis pezones erectos al fresco,… mmmm!,… ¡me abro de piernas como golfa y me levanto la falda, reflejándome frente al espejo, mostrando para mí y sólo para mí, mi concha apenas tapada por un escandaloso hilo dental rojo!!!;… ¡ohhhhh: se me moja la raja de pensar en mis compañeros!!, ¡qué pensarían si viesen a la tímida Viviana asiii!!!,… ¡abierta, obscena, hecha toda una zorra!!!

Ya descontrolada ante mi propio reflejo, me echo en el suelo del baño, bien abierta, ¡y tiro, tiro, TIROOOO!!!; ¡SÍ: tiro de mi hilo dental hasta que se mete en medio de mis labios y entre mis nalgas, friccionando mis partes con dolor y placer,… SIN PARAR HASTA QUE ME CORRAAA!!!! Sudo, jadeo y lucho contra mí misma, evitando que mis gemidos se vuelvan en gritos, y que todos se enteren de lo que hago (…¡ahhhh: quiero gritar, QUIERO GRITAAAR!!!!); dado que sólo cuento con algunos minutos, me masturbo con mi prenda a un ritmo demencial: lo suficiente para correrme,… lo suficiente como para no ser descubierta por mis compañeras secretarias. Tras acabar, me visto y me arreglo en silencio, sintiendo pena al ocultar mi escandalosa prenda interior, la cual me retrata perfectamente, acerca de quién soy en realidad (suspiro: daría lo que fuera por trabajar sólo con un hilo dental encima,…)

Estas sesiones masturbatorias "relámpago", las realizaba yo mínimo, unas tres o cuatro veces al día,… pero ese día fue distinto: sólo pude hacerlo una sola vez,… por que no podía dejar de sentirme inquieta por lo que me había pasado la noche anterior. Ya relajada –en parte-, regresé a mi escritorio, a mi rutina, sonriendo enigmáticamente, como cada vez que regresaba del baño. Ya llegado el mediodía, la oficina empezó a vaciarse: todos salían en turnos a almorzar. Yo por mi parte decidí quedarme a avanzar el trabajo, y de paso, a darme otra deliciosa frotada en el baño. Pasados quince minutos, y mientras calculaba el tiempo que mis compañeras tardarían en regresar, me sorprendí al ver regresar a mis amigas –Camucha y Rita-, demasiado pronto para lo que ellas tenían acostumbrado,… riéndose escandalosamente y enfilando directo a mi escritorio:

¡Vivi, JAJAJA!!!,… –dijo entonces Camucha, soltándomelo a viva voz-, ¡qué bien que te lo tenías guardaditooo, jijijiji!!!,

¿Qué cosa?

¡Ya no te hagas!,… -agregó Rita-, ¿qué: no pensabas presentárnoslo?,

Les pregunté fastidiada a qué se referían, ¡y al recibir respuesta, casi se me fueron al suelo mis lentes: UN TIPO ESTA AFUERA, EN LA CALLE, Y PREGUNTABA POR MÍ! Sentí como si algo dentro de mí se rompiese como un cristal; ¡yo no tengo amigos, ni novio, ni nadie que me fuese a buscar! Mis amigas estaban eufóricas y muertas de la curiosidad, mientras yo temía que fuese el fin de mi "doble vida". Traté de disimular, mostrándome extrañada, fría y molesta, ante ellas. Tras reunir la poca fuerza interior que me quedada (me temblaban las piernas), me puse de pie y salí a averiguar de qué se trataba: estaba tan nerviosa que tuve que coger y comprimir contra mi pecho un "file" para que no se notara que también me temblaban las manos.

¡Me quedé paralizada del pánico en la puerta del edificio: ERA EL TIPO QUE ME LLAMÓ POR MI VERDADERO NOMBRE, LA NOCHE ANTERIOR!!

Hola Viviana,… -me dijo al verme, riéndose casi con saña-,… ¿vienes a comer?,

Nos sentamos en una mesa de un snack, a la vuelta de la oficina: yo no pedí nada; él, una hamburguesa,…¡yo temblaba descontrolada, pasaba en cuestión de segundos, de sentir que me desmayaba,… a pensar en asesinarlo, y así evitar que difunda "mi secreto". El tipo ese comía su hamburguesa como si nada, chupándose los dedos.

¿Cuánto quieres?,… -, le dije de golpe, imaginándome un sucio chantaje.

¿Acaso crees que con tu mísero sueldo de secretaria me vas a dar lo que quiero?,…-, me replicó sin dejar de sonreír: el muy maldito disfrutaba de la situación. Mirándome con ojos de enfermo, recorrió con la vista mis piernas, de abajo a arriba, sin ningún pudor-,… aunque con ese culito,… mmm,… es otra cosa: lo tienes bieeen rico, jeje,

¿Quién eres y qué quieres?,

Soy Henry y quiero que trabajes para mí –respondió sin dejar de comer, soltándome unas miradas que me estremecían-,… me han hablado muy bien de ti,

¡No sé de qué estás hablando!,… -repliqué azorada, tratando de mostrar entereza, PERO ESTABA YO COMPLETAMENTE ATERRADA.

¡No me vengas con cojudeces,… "Sheylita"!,… -exclamó entonces, aumentando mi terror-, solo quiero que trabajes para mí: se dice por ahí que eres toda una "A-1",… un amigo "que está en Canadá" ("en la cárcel", en la jerga de las calles), me ha hablado muuuy bien de ti,

Estaba yo contra la pared y lo sabía muy bien,… al igual que lo sabía ese sujeto. Tomé aire y me paré de golpe, mirándole con desprecio: por un instante "Sheyla" fue la que habló:

¡Vete a la mierda!,

El tipo sonrió, mostrándome todos los dientes, mientras me cogía con una fuerza fenomenal por la muñeca; ¡Dios: no sé qué me pasó, ME MOJÉ DE SOLO SENTIR SU MANO APRISIONÁNDOME, COMO SI FUESE UNA TENAZA!

¿Qué dijiste tú?,… -me dijo-, ¿qué: creías que podías putear en la calle y nadie diría nada?,… te doy la oportunidad de ganar lo que quieras,… no me interesa lo que hagas en esa oficina cagona, pero si quieres putear, tendrás que trabajar para mí,… pero a quien no creo que le haga gracia tu "otro trabajo", será a tu jefe,

Como pude logré zafarme de su zarpa: ese maldito chulo me miraba sin parar de sonreírse,… mientras mi entrepierna estaba mojada por completo. Volví a echarle una mirada de odio: esa fue mi respuesta.

Si no aceptas a las buenas, será a las malas,… -, sentenció.

Salí a toda velocidad del snack, casi sin aliento, y sin poder impedir que sus risotadas me siguiesen, machacándome el cerebro. Regresé a la oficina solo para pedir el resto del día libre. Estaba hundida en un mar de miedos, dudas y zozobra; me pasé casi toda la tarde sentada en la ducha, tratando de tranquilizarme bajo el chorro de agua caliente: ¿por qué me sentía a la vez aterrada y excitada por ese tipo?,… no lo comprendía y me sentía realmente mal, mientras en la ducha el agua se mezclaba con mis lágrimas y con los jugos de mi concha, que me abrasaba del deseo… ¡necesitaba una verga yaaaa!!!,… pero las horas transcurrían lentas, muy lentas, demasiado para mi estado: necesitaba a Gilberto, necesitaba su verga animal destrozándome por dentro, o la de los clientes que me busca,

Finalmente apareció en mi cel su mensaje, diciéndome la hora en la que vendría por mí. Pude sentir algo de paz interior, mientras me calzaba mi vestimenta de prostituta para esa noche: unas bragas negras que apenas eran un hilo dental por detrás y una mariposa de encaje al frente; un brassiere también negro y casi completamente transparente. Unas botas altas de cuero negro enfundando mis piernas, una diminuta mini roja y un top diminuto, de un blanco casi transparente. Ya terminado mi maquillaje, tomé una peluca rubia casi platinada y ondulada, de mi colección heredada de "Debbie": tras verme en mi velador, sentí por un instante nuevamente revitalizada: transformarme en "Sheyla", la zorra callejera, la siempre insaciable, la dispuesta a abrirse el culo a todo el que le desee dar hasta que la parta,… me daba la paz que te da el ser una misma: auténtica, dichosa,

Pero definitivamente aquella noche no era normal; apenas me senté al lado de Gilberto, en su taxi, noté que no se comportaba como siempre: en aquella ocasión no metió su mano gruesa y rugosa en mi entrepierna deseosa. "¿qué pasa?", le dije. Y no era para menos: su semblante estaba grave, como ida,… "Tenemos que hablar,…", me dijo: "tengo problemas,… y no vamos a poder seguir con esto,…" ¡Sentía que se me venía abajo el mundo!; era cierto que hacía mucho tiempo que yo añoraba volver a recorrer las calles pero, ¡me sentía yo completamente desamparada: lo necesitaba más que nunca y quería abandonarme!!

Luego hablamos eso, "papito",… -le dije, tratando de mantener en algo la compostura.

Casi en silencio enfiló hacia un hotel alejado, en medio de un barrio realmente peligroso, pero no me importaba: me tranquilizaba el ver las calles oscuras y mugrosas, llenas de prostitutas,… me sentía como en casa. Tras estacionarse y decirme el número de la habitación, salí del taxi; el aire frío de la noche me encendió: casi se podría decir que ese barrio olía a puro sexo,… mmm,

Era un hotel viejo y polvoso; no había nadie en la recepción. Caminé lentamente rumbo al tercer piso, subiendo los escalones de madera, los cuales descargaban un sonoro eco con cada paso que yo daba. Ya en el tercer piso, enfilé por un corredor: el cuarto de mi cliente era el último. Mi concha se iba humedeciendo a cada paso; de cada puerta que dejaba atrás, me llegaban fuertes y deliciosos gemidos y jadeos de putas, de perras como yo. La atmósfera del hotel era caliente, y olía a sexo de hombre y de mujer, a perfume y a licor barato,…. ¡hummmm: a semen!!! Conforme me acercaba a la habitación, todas las células de mi cuerpo vibraban,… como si me anunciaran que estaba próximo a mí, un macho deseoso de enterrar mis carnes de golfa hasta llevarme hasta la locura,

Abrí la puerta: el cuarto estaba completamente a oscuras, pero se podía ver que en la cama estaba acostado un hombre: desnudo y luciendo para mí una enorme verga, erecta y ya lista para mí. No me dijo nada: se quedó en silencio, observando mi cuerpo semidesnudo, recortándose frente a él, por la luz que provenía del pasadizo a mis espaldas. Di un paso y ahí me quedé detenida.

Te dije que te vería la próxima semana,…. putita,

¡LO RECONOCÍ: ERA EL PRESIDIARIO CON LA MIRADA DE LOCO!!!; ¡comencé a temblar sin control, mientras veía aterrada su nariz partida, sus cicatrices en la cara, su sonrisa enfermo y depravado! ¡Quería salir disparada de ahí, apenas le ví incorporarse de la cama,… PERO LAS PIERNAS NO ME RESPONDÍAN!! Un segundo después fue demasiado tarde: unas manos salieron de la nada a mis espaldas; me cogieron con fuerza, mientras comprimían un trapo mojado contra mi rostro. Respiré apenas dos veces, y luego no recuerdo nada más,

No sé cuanto tiempo transcurrió, pero al despertarme, estaba yo acostada boca abajo, con mis brazos y piernas completamente extendidos: ¡estaba atada a la cama, y no estaba sola en el cuarto!!! Volteando a todos lados, vi que estaba perdida: alrededor de la cama estaban ese demente delincuente, otros dos desconocidos (desnudos, empalados y con la misma apariencia de ex presidiarios), y Henry,… ese maldito chulo que se apoyaba a un lado de la cama, fumando y luciendo un saco blanco sobre una camiseta negra, con las mangas recogidas en sus delgados antebrazos.

Tú lo quisiste, perrita,… -dijo sintiéndose dueño de la situación-, será a las malas,

¡Grité de pavor, al sentir a esos otros tres tipos arrancándome la ropa con furia, arañándome el cuerpo!!!; ¡TIRÉ CON TODAS MIS FUERZAS, PERO NO PUDE DESATARMEEE!!! Los delincuentes esos gritaban con rabia, disfrutando cada segundo con mi dolor y mi desesperación. ¡No lo podía entender: mientras con sendas y afiladas navajas cortaban mis prendas y luego las hacían jirones,… ME EMPECÉ MOJAR SIN CONTROL!!! En segundos quedé a su merced: desnuda, solo con las botas aún puestas,… inmovilizada, abierta de piernas, mostrándoles mi ano de zorra recorrida; entreabierto y palpitante,… mientras mi concha mojaba las sucias sábanas de esa cama de hotel.

Me asestaron sendos golpes en mi estómago y cabeza, en medio de salvajes risotadas, conminándome a quedarme callada y a dejar de resistirme. Me quedé quieta, dispuesta a aceptar que hiciesen conmigo lo que les viniese en gana,… excitada al límite, casi mareada por el gozo de sentirme maltratada, humillada y próxima a ser ultrajada: ellos no lo sabían, pero al golpearme, me habían encendido a mil.

.¡AHORA TE VAMOS A DAR LO QUE TE GUSTA, JAJAJAJA!!!!,… -, exclamó uno de ellos.

¡De un tirón me arrancó la peluca, convirtiéndome de golpe en la tonta y estúpida Viviana: NOOOOOO: TODOS MENOS ESO!!!!

.¡NOOOOO: ESO NOOOOO!!!!,…-, grité desesperada, al borde del paroxismo.

De una brutal embestida, una gruesa verga se introdujo en mi ano, casi reventándomelo: ¡casi me partió el dolor!!!; el bruto desconocido no paró hasta hundirme su enorme aparato hasta las bolas,….¡AHHHH!!!!, ¡mis piernas atadas y abiertas hicieron que sintiese cómo mis entrañas crujían!!!,…. ¡AAAhhhhh, nooooo!!!!; ese maldito reía como un demente, metiéndomela y sacándomela sin cesar, dilatándome como nunca antes, sacando la cabeza de su pieza y volviéndomela a meter de nuevo!! No paraba yo de llorar, sintiéndome realmente desamparada, siendo violada: ¡"Sheyla" goza como una perra en celo al ser cogida brutalmente,… PERO VIVIANA NOOOOO!!!!

¡CALLA, PUTA DE MIERDA!!!,… -me gritaba ese tipo, fuera de sí, soltándome bofetadas sin cesar, contra mi rostro, contra mis nalgas, clavándome por el culo sin parar!,

El resto fue un concierto de sendos golpes de verga contra mis entrañas, aunadas a arañones y mordiscos salvajes en mi espalda, en mi cuello, en mis hombros,… y finalmente ocurrió: mientras mi violador me tomaba de mis cabellos y me comprimía el rostro contra la almohada, se dejaron oír esos gritos: los recordaba yo muy bien,… eran esos gritos de una hembra enferma, de golfa asquerosa que disfrutaba y que gozaba, siendo cogida con brutalidad,… eran los gritos de la puta más grande del mundo,… que salían de mi garganta, igual que la vez en que fui violada por Gilberto.

No importaron los golpes y los maltratos que recibí: más bien hacían que descargase con más fuerza mis alaridos; tampoco se acallaron cuando descargó su lechada abundante y asquerosa en mi agujero abierto al máximo,… ¡ni tampoco se acallaron cuando me violó el segundo tipo, NI EL TERCERO!!!! Comencé a disfrutar el tirar con fuerza de mis brazos y piernas atadas, sintiendo un loco placer cuando todos los músculos de mi cuerpo se tensaban por un segundo, para luego sentir cómo todo mi cuerpo convulsionaba con cada embestida casi partiéndome las entrañas; ¡me sentía morir, perder el conocimiento, con cada descarga de esperma en mi lacerado agujero!!!

Debieron ser unas dos horas las que duró esa salvaje y sucesiva violación: mínimo cada uno me clavó la verga unas dos veces,… parecía que estaban decididos a abrirme el ano hasta lo máximo posible, mientras que Henry, el chulo, disfrutaba verme así, atada y recibiendo sin parar, mientras fumaba tranquilamente, sentado al borde de la cama. Terminé con la espalda completamente mojada del sudor acre de esos tipos; casi con los ojos vueltos hacia arriba permanentemente, de tantas veces que me corrí,… ¡y con mi ano dilatadísimo, ya sin capacidad de contraerlo!!!,… sintiendo como la leche de esos delincuentes salía de mi agujero como un riachuelo. Había parado de llorar al final, pero a pesar de haber gozado casi hasta la locura, me sentía extrañamente desdichada y hasta en cierto modo,… avergonzada,

Listo: ahora déjenme solo con ella,… -, dijo Henry, una vez que el último de sus secuaces descargó su lechada dentro de mi.

Ya solos, tomó una navaja y cortó mis ataduras; yo estaba hecha una zombie,… en estado de shock,… entre desmayada y muerta de cansancio. Sin resistirme, Henry me dio vuelta, quedando yo boca arriba y abierta a su disposición; lentamente se desnudó ante mis ojos: su torso era delgado, pero musculoso, plagado de tatuajes carcelarios y cicatrices. Yo apenas abría los ojos de rato en rato, exháusta. Su verga era larga, casi fina. Tomando mis piernas como si nada, el chulo ese penetró con suma facilidad mi raja húmeda:

¡Ahora vas a saber lo que es un hombre de verdad! -, me dijo.

.¡Mhhmmmm!!,… ¡hummm!!,… ¡mmmhhh!!!,… -, apenas gemí guturalmente.

¡Fue increíble: era como,…. Como si su verga hubiese SIDO DISEÑADA PARA MÍ!; es difícil explicarlo: me cabalgaba con vehemencia, con rudeza,… mis tobillos y muñecas estaban lacerados, estaba moreteada por todas partes, mordida, arañada,… no sentía mi culo, casi yo sentía el aire que entraba y salía de mi ano casi destrozado, sin ninguna dificultad,… ¡y estaba gozando siendo cogida por ese chulo!

¡Ahhhh!,… ¡AHHH!!!!,

¡Era increíble: su verga se movía dentro de mí, frotando cada milímetro de mis entrañas, descargando potentes descargas de placer por todo mi cuerpo!!; ¡mis piernas volaban de un lado a otro sin control, y la cabeza me quería estallar!!!,… casi,… casi era como sentir que ERA LA PRIMERA VEZ EN QUE REALMENTE TENÍA SEXO! Sus movimientos de caderas, precisos, impetuosos, eran enloquecedores: Henry me sacaba el aire de los pulmones con cada embestida, llenándome de un gozo enloquecedor:

¡Dí que vas ser MI PUTA!!!-, me ordenó.

¡Ahhhh!,….¡Ahhhh: siiiii!!!,…. ¡SOY TU PUTAAAAA!!!!,… -, dije completamente ebria de placer.

¡Poco a poco empecé a gritar lo indecible!; le dije que sería su puta por siempre, que le amaba, que era mi hombre y que siempre lo sería, que haría lo que quiera,… eso y muchísimas cosas más: en unos minutos olvidé los consejos de "Debbie" acerca de no tener un chulo; también me olvidé para siempre de Gilberto y de todo el mundo, mientras que Henry –MI CHULO-, me llevaba a las cotas del placer y del delirio, montada yo gozosa en su divina verga ¡Casi lloré de alegría, al sentir su lechada descargándose dentro de mí, mientras me corría yo sin remedio!,… simplemente no sé lo que me pasó: Henry me cogió y fui suya, a partir de ese momento,

Me acosté a su lado, hecha un ovillo, temblorosa y dichosa: aquella noche mi chulo me la clavó dos veces más, dejándome rendida, pero satisfecha como nunca en mi vida. No volví a saber más de Gilberto: le pregunté una vez a Henry; me hizo saber que sus compinches lo asustaron lo suficiente como para que despareciese de mi vida,… Pero eso no me importó; lo importante en mi vida, a partir de ese momento, era Henry: mi chulo, mi hombre,

(CONTINUARÁ,…)