Se rompieron las reglas (02: Mi cuñada Laura)
Mi venganza comenzaba a tomar forma en la figura de mi tierna cuñada.
SE ROMPIERON LAS REGLAS II- MI CUÑADA LAURA
Después de unos días en aparente calma, parecía que todo volvía a la normalidad entre Sara y yo. Por supuesto que no iba a olvidar lo ocurrido y que pensaba vengarme de la mejor manera posible, pero todo a su tiempo.
Un día quedamos con su hermano y su novia para cenar en nuestra casa. Mi relación con Santi y Laura (mis cuñados) es bastante buena. Salimos juntos de vez en cuando y lo pasamos bien.
Llegaron a casa antes de lo previsto y estuvimos bebiendo algo en el salón. Cuando sonó el teléfono me di cuenta que Sara estaba si coche y que habría que ir a recogerla al trabajo. Su coche estaba en el taller para hacer una revisión y el transporte público es muy lento hasta nuestra casa. Santi se ofreció para ir a recogerla mientras Laura y yo haciamos la cena. Cuando nos quedamos solos continuamos hablando tranquilamente ya que no regresarían por lo menos en dos horas. Aunque ya he dicho que tengo buena relación con ella, esa noche la notaba un poco extraña.
- Tengo que contarte algo pero no se como hacerlo- me dijo mientras me miraba a los ojos.
En ese momento pensé que algo iba mal entre Santi y ella. Podía ser un embarazo o algo tan preocupante para que le costara tanto contarmelo.
Sabes que me puedes contar cualquier cosa y os ayudaré en lo que me sea posible- afirmé pensando todavía cual sería el problema.
No es de mi, es de Sara. Se está acostando con su jefe.
¿Cómo se había enterado?. No supe que decir. En eso Laura me contó que se había enterado por boca del propio Arturo, el jefe de Sara. Dijo que la hermana de éste es amiga suya pero que hacia mucho tiempo que no se veían. Se encontró en un bar a ella y Arturo y estuvieron hablando un rato. Ellos no sabían que Sara era su cuñada y Laura tampoco sabía que Arturo trabajaba con Sara. Dice que desde el principio él parecía un fantasma y que pronto empezó a tirarle los tejos. Al cabo de un rato él contó que mujeres no le faltaban porque tenía varias "a su servicio". Dijo que la última era la nueva de su trabajo y que estaba muy buena. Laura no hizo mucho caso pero cuando se enteró de que trabajaba con Sara se preocupo mucho, aunque no dijo nada. Me dijo que volvió a quedar con su amiga Marta para saber algo más y ella le contó que era cierto pues había estado en la tienda y se veía que entre ellos sucedía algo, y que además Arturo era un poco bocazas pero que nunca le mentiría a ella en eso.
Estuvimos un rato sin hablar hasta que yo dije que ya lo sabía y que por eso estabamos un poco distanciados. Realmente sabía lo que había sucedido aquel día pero no sabía que pudiera seguir pasando. Laura entendió mi enfado y dijo que como podía ser tan tonta de busca algo fuera de casa con lo que tenía dentro. Eso me sorprendió y en un arrebato de sinceridad dije que no era la primera vez que teniamos relaciones extramatrimoniales los dos. Me preguntó que que significaba eso y le conté lo peculiar de nuestro matrimonio pero que Sara se había sobrepasado. Reaccionó muy rápido y muy bien al decirme que aunque no nos entendía si comprendía que estuviera molesto por romper el pacto que teniamos. Como es lógico no conté nada de la venganza y decidí contar la historia un poco distinta de como había sucedido. Iba a jugar mis cartas con Laura.
Desde que nos trasladamos yo he intentado dejar el juego ya que, a mi entender, se nos había ido de las manos. Sobre todo Sara se desmadró bastante y fue uno de los motivos que nos empujo a trasladarnos- comencé a contar mientras me encendía un cigarro- Ahora es ella quien tiene amante o amantes fuera y yo estoy pensando en separarme porque no puedo mas.
La separación es la última solución- dijo Laura- habla con ella y cuentale todo lo que pasa por tu cabeza. Seguro que tiene solución.
Mientras decía esto me empezó a acariciar la nuca y noté que se me erizaba el bello. La miré y apoyé la cabeza sobre su hombro. Laura me rodeó con sus brazos y me dio un abrazo. Sentí como sus tetas se apretaban contra mi pecho y me puso a cien. Laura es toda una mujer, mide 1'70m de estatura,melena castaña,unas tetas grandes y lo mejor y más importante para mi: su culo. Tengo una fijación por los culitos y el suyo es de escándalo.
Cuando nos separamos del abrazo sus ojos se posaron en los mios y noté como se estremecía. Sin dudar un momento pasé la mano por detrás de la cabeza y la besé suavemente. Ella no movió los labios pero no me dijo nada lo que me animó a continuar. Los siguientes besos si fueron correspondidos y mi calentura subió hasta que intenté meter mi mano por dentro de su blusa.
Entiendo el momento por el que estás pasando- dijo mientras se levantaba del sofá- pero no hagamos algo de lo que haya luego que arrepentirse. Se dirigió a la cocina y la seguí detrás.
Lo siento Laura. No se lo que me ha pasado por la cabeza- dije al llegar a la puerta.
También me apetece a mi pero hay que dejarlo como esta. Santi y yo estamos muy bien y no quiero estropearlo.
Eso me sonó a invitación y aprovechando que se giró para poner un plato sobre la encimera me coloqué detrás agarrándola de la cintura. La susurré que me había gustado desde siempre mientras la acariciaba todo su cuerpo llegando a posar la mano sobre su coñito. Supe que ya no se iba a resistir y pasé mi lengua lentamente por su cuello. Se estremeció y noté como se la erizaban los pezones. Ya de frente nos besamos mientras nos desnudabamos y Laura dijo ,mirando el reloj de la pared, que había tiempo suficiente para disfrutar de eso. Regresamos al salón y nos tumbamos sobre el sofá. Ella no quitaba sus manos de mi paquete y yo no soltaba su culo. Mi calentura sobrepasó lo imaginable cuando me sentó y, dándose la vuelta, dijo que sabía que me ponía su culo. Mi boca estaba a escasos centímetros de su culo y puse mis labios sobre aquel objeto de deseo. Se tumbó sobre el sofá dándome la espalda. Poniéndome sobre ella pasé mi lengua desde su cuello hasta su culo donde me paré. Estrujé,mordí,besé y chupe todo y sin dar tiempo a nada la elevé la cadera y metí mi lengua en su gruta. Su grito fue tremendo y se movía como una loca. No saqué la cabeza de allí hasta que logré arrancar un orgasmo. Descansó durante unos instantes y me sentó ahora a mi. Me abrió las piernas y se colocó de rodillas entre ellas. Suavemente pasó su lengua primero por los huevos, siguiendo por todo el tallo hasta llegar al glande. Cuando introdujo la puntita en su boca sentí un placer absoluto. Sacaba la lengua en cada bajada y se metía un poco más hasta llegar a no ver mi polla. Consiguió meterse toda en la boca, parecía tener experiencia pero lo hacia con delicadeza. Instintivamente mis manos fueron a su cabeza e intenté marcar el ritmo. Laura se levantó y me dijo que estuviera tranquilo volviendo a menear su culo frente a mi cara.
Vamos arriba preciosa. Quiero ese culo ahora mismo- dije mientras la tomaba por el brazo en dirección a las escaleras.
Lo siento. Mi culo es terreno prohibido. Es y seguirá siendo virgen durante mucho tiempo, pero el resto es para disfrute tuyo- me dijo guiñándome un ojo.
Me volvió a sentar en el sofá y subió de pie a él. Pasé mi lengua otra vez por el empapado bello que recobría su conejito. Poco a poco fue bajando, dejándome pasar mi lengua por cada poro de su vientre y pechos. Mi pene estaba en posición para adentrarse en esa maravillosa gruta. Mi boca recorría continuamente el camino entre la suya y sus pechos. Todo era el cámara lenta, muy lento, muy suave. Noté los pequeños espasmos que preceden al ormasmo de Laura y aceleré el ritmo. Se derretía en mis brazos entre gritos y gemidos de placer. Cuando estaba acabando de moverse exploté yo y derramé todo dentro de ella. Nos quedamos abrazados sin poder mirarnos a la cara.
- ¿Qué nos ha pasado?- preguntó tras unos minutos de silencio separándose unos centímetros de mi para mirarme a los ojos- no hemos follado, hemos hecho el amor.
No supe que contestar. Volví a abrazarla y besarla pero tenía una sensación extraña en mi interior.
Nos vestimos sin decir nada y mirándonos casi todo el tiempo. Cuando llegaron Sara y Santi la cena estaba casi hecha y la mesa puesta. No había ninguna evidencia de lo que allí había pasado entre los dos. La velada fue amena e interesante pero Laura y yo nos buscabamos constantemente con la mirada. Coincidimos varias veces solos en la cocina y parecía que teniamos un imán que nos atraía hacia el otro. Al despedirnos en la puerta Laura me besó en la mejilla y mirándome a los ojos me dijo:- gracias por todo, habrá que repetir en breve.
No sabía exactamente a que se refería, si a la cena o al sexo, pero tanto una como otra cosa estaba convencido de que volvería a suceder.
Pero eso ya es otra historia....
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