Se rompe mi vida 1: Soy un gilipollas
Bueno ya saben la categoría, así que el relato saben de que irá
Soy un gilipollas, pero no uno cualquiera soy un gilipollas con pintas y carnet oficial. Aunque en mi carnet ponga que me llamo Joaquín Gozalvez, ese no es más que el nombre que me dieron mis padres, mi mujer Marisa me dio el de gilipollas. Les voy a contar mi historia, no es nada novedosa, ni siquiera es original, es la historia de una infidelidad y sus consecuencias.
Bueno pues empieza el cornudo a hablar:
Lo primero que voy a hacer querido lector es ponerle en antecedentes, me casé con treinta años, con mi novia, ¿lógico no? Una chica con la que hacía años que salía, tanto de novios como de casados lo hacíamos todo junto, nos separábamos el tiempo justo para ir a trabajar, y trabajando nos llamábamos o enviábamos mensajes constantemente. Éramos inmensamente felices. Hasta dábamos asco, pues no nos cortábamos a la hora de mostrar nuestra felicidad, mediante besos caricias y abrazos. Tuvimos dos hijos, niño y niña, nenes que llenaron más si cabe mi feliz existencia, los adoro son toda mi vida, estar con mi familia día a día me hacía llenaba por completo, alegraban los días tristes que todos tenemos. En definitiva una vida plena de dicha que no cambiaría por nada del mundo.
Entonces, seis años después de casarnos, mi mujer, sufrió una grave enfermedad, por la que tuvo que ingresar en el hospital, durante mucho tiempo. Estuvo meses con dolores y finalmente la operaron, una operación delicada que requirió horas de quirófano y una recuperación larga y costosa. Poco a poco, fue superándolo necesitó cuidados diarios, que le proporcioné de mil amores, pues era mi vida y no quería perderla. Cuando ya estaba casi recuperada, quiso la fatalidad que sufriese un accidente de tráfico y se pasó dos meses más escayolada y otro más de recuperación. ¿Por qué les cuento esto?, para que sepan porque llevaba casi un año sin follar con mi mujer, matándome a pajas como un adolescente y ni una sola vez se me pasó por la cabeza serle infiel.
Bueno tras este periodo de abstinencia, y tras la total recuperación de mi mujer, pensé que volveríamos a hacerlo como antes, no es que fuésemos unos adictos al sexo, pero 3 o 4 veces por semana lo hacíamos. Pues no, me equivoqué, si volví a hacerlo, pero una vez cada quince días con suerte. Además nada de sexo imaginativo. El misionero y para de contar ya que a ella cuando no le dolía un brazo, le dolía una pierna, o la cabeza; que follar con mi mujer era más difícil que pedirle una audiencia al papa.
Pero bueno me resigné, la quería mucho más que a nada y el sexo frecuente ya no sería como antes, además me repetía a mi mismo, a diario, que había sido un año muy duro para ella y posiblemente necesitaría más tiempo de recuperación del previsto. O eso pensaba yo.
Entonces un día, mi empresa… Perdonen que descortés, les explicaré: trabajo de jefe de recursos humanos en una empresa que pertenece a un grupo multinacional, dicho grupo había decidido fusionar todas sus empresas en una sola, para crear una única marca. Por lo cual nos enviaron a un curso de una semana al norte del país, donde estaba la sede central de la empresa. El curso un auténtico peñazo, pues no aportó nada nuevo. Pero claro habían surgido señales de alarma sobre el posible despido de una cantidad importante de trabajadores, por lo que nos esforzamos como nunca para agradar a los jefes. Gracias a eso, mira por donde, pudimos condensar el curso en cinco días, para así los que vivíamos lejos de la sede central pudiésemos volver a casa para pasar el fin de semana con nuestras familias.
Yo, iluso, pensé en darle una sorpresa a mi mujer y no la avisé de mi retorno, el sábado a mediodía estaba ya en mi ciudad y me dispuse a subir a mi casa a darle una sorpresa a mi mujer. La sorpresa me la llevé yo, encontré a mi mujer en mi cama, follando con un tío como una amazona salvaje, saltando sobre su polla, por cierto más pequeña que la mía, aunque bueno eso es lo de menos ya que el que follaba con ella era él. Y para más inri haciéndose fotos y vídeos, con el móvil, cosa que a mí me tenía prohibido hacerle, no fuese que me robasen el móvil y las publicasen en internet. Me quedé tan estupefacto que estuve un momento parado de la emoción, mirando las enormes tetas de ella saltando de forma brutal, antes las fuertísimas estocadas que le metía el tío aquel. Ellos no se dieron ni cuenta de que estaba allí, pues entre los gritos de mi mujer y las risas del maromo, no me oyeron llegar.
Pasada la sorpresa inicial, una extraña calma se apoderó de mí, saqué el móvil e hice vídeos y fotos a mansalva, tiempo después comprobé que fueron más de 50. Cuando me cansé de verlos follar, entré aplaudiendo al cuarto.
- Muy bien, chica, ya veo que te has recuperado perfectamente de todos tus dolores._ Dije de lo más calmado.
Dio un salto de aúpa y cayó de la cama, la infiel. Lo primero que soltó fue.
- Joaquín no es lo que piensas.
Joder todas las infieles dicen lo mismo, a mi no se me ocurrió ninguna respuesta original, no soy de verbo rápido y he de pensar las cosas con detenimiento para que resulten originales.
- Marisa no me digas estupideces, es lo que es y punto._ Contesté yo
- Te lo puedo explicar.
Otra respuesta típica, ¿veis como pensaba que era un gilipollas?. Entonces la desgracia humana de hombre que era su amante, demostrando su nivel intelectual más que prodigioso, soltamdo
- Anda el cornudo apareció al fin, un mes follándome a su mujer y el sin saber nada._ Dijo mientras se levantaba de la cama.
La extraña calma, desapareció, soy un hombre corpulento, mido más de 1.80 de joven practicaba varios deportes, entre ellos artes marciales, y nunca he dejado de ir al gimnasio, por lo que tengo una fuerza considerable. Dicho esto y tras soltar la bravata el idiota ese, todo se volvió de color negro y lancé mi puño contra la cara del maromo. Por supuesto le rompí la nariz y no lo maté del mismo golpe de puro milagro, con la otra mano lo cogí del pescuezo lo saqué de mi casa y lo tiré, desnudo como estaba escaleras abajo. Se rompió varias costillas por lo que me denunció. El juicio lo perdió pues resulta que yo entré filmando con el móvil a la parejita y se oyó la bravata que me soltó, por lo que el juez lo consideró causa justificada y perdió el juicio.
Mi mujer tras ver esto dijo
- Joaquín cálmate, que estás muy alterado y así no se solucionan las cosas.
- Marisa, ¿qué quieres solucionar?, si llevas un mes tirándote a esa piltrafa humana. Por cierto ¿Dónde están los niños?
- Han ido a casa de mi madre a pasar el día con mi hermano._ Dijo la infiel
- Vístete y sal de aquí, no vuelvas en un par de horas, que será el tiempo que necesite para llenar un par de maletas con mi ropa y lo más esencial, ya vendré un día que estés trabajando para llevarme el resto de mis cosas
¿Porque me fui yo de mi casa? Porque soy gilipollas, ¿Qué no lo he dicho al principio?. Eso y por los nenes, no quería sacarlos de su casa, y lo peor, tenía la cabeza demasiado embotada y necesitaba pensar.
Por supuesto como todo cornudo y gilipollas, me fui a casa de mi madre, la mujer es viuda, por lo que sus dos hijos y sus nietos, son lo único que tiene así que nos adora, le conté lo sucedido y su indignación fue casi tan grande como la mía. Si la dejo va y la mata. Le dijo de puerca para arriba y que no quería volverla a ver jamás, ha cumplido su promesa no ha vuelto a verla hasta el día de hoy, además de hacernos jurar a todos que ni a la iglesia la dejemos entrar el día de su entierro, o se nos aparecerá para recriminárnoslo. Además mi padre era, en vida, una persona muy querida por lo que tenía muchos amigos, así que mi madre tirando de amistades, me proporcionó el nombre de un abogado matrimonial, era de los más afamados de la ciudad.
Después de pasarme esto leí muchos relatos de infidelidad en la web, todos sin excepción están llenos de diálogos profundos entre la mujer y el cornudo, en algunos casos incluso el infiel la perdona, tras una serie de condiciones. Bueno pues yo no, mi nivel de gilipollez había llegado al límite y no pensaba serlo más. Yo para estar con una persona he de tenerle confianza absoluta y una mujer que ha estado tirándose a otro tío durante un mes, mucha confianza no es que me dé, la verdad. Y sinceramente hablar con ella no me apetecía en absoluto.
Así que tras hablar con mi abogado y reiterarle la nula posibilidad de arreglar nuestro matrimonio, le planteé la demanda de divorcio. No os lo vais a creer, pero se tarda un huevo en conseguir el divorcio, y más el nuestro donde las partes no están de acuerdo con las condiciones del otro. Yo quería la custodia absoluta de los niños, al igual que ella. Y se lo crean o no, el ser una infiel no resta puntos de maternidad, por lo que en eso sus derechos estaban intactos, al final llegamos a un acuerdo intermedio. Yo me quedaban los niños del 1 al 15 de cada mes y ella el resto. Exceptuando las navidades, donde pasarían la mitad en casa de cada uno.
A nivel económico yo quería vender el piso, pagar la hipoteca y repartirse lo que quedase. Mi ex quería el piso para ella, por lo que no aceptaba mi oferta. Pero ves por donde el ser infiel aquí sí que da puntos, así que tuvo que ceder a mis pretensiones. Ella in extremis me propuso una solución, para quedarse el piso lo rehipotecaría y con ese dinero pagaría la hipoteca que firmamos los dos y me daría lo que quedase para cubrir la mitad del valor del piso. Como cada uno se quedaba a los niños 15 días, no tuve que pasarle pensión ninguna por ellos, de hecho me tuvo que pagar una indemnización por daños y perjuicios, que fue pagándome, poco a poco, a plazos mensuales, durante tres años, tuvo que hacer tantas horas libre para pagarlo todo que trabajaba 12 horas diarias. Al final y tras discutir cada coma, cada punto y cada palabra firmamos el divorcio y cada uno por su lado.
¿Cómo se lo tomaron los nenes?
Pues mal, la verdad, que tus padres se separen, no le gusta a ningún nene, y más cuando el mayor tiene 4 años y la nena 3. Lo aceptaron como pudieron, yo los llevé a un sicólogo infantil especializado en estos casos, cosa que su madre se negó en rotundo a hacer, cuando estaban con ella. Eso se traduje en que cuando iba a las reuniones del cole, mi mujer por su horario laboral no podía asistir, sus maestros me decían que los 15 días que estaban conmigo solían estar más centrados que cuando lo estaban con su madre. Aunque claro esto es adelantar acontecimientos
Yo me fui a vivir a un piso que había heredado junto a mi hermano de una tía solterona, no era muy grande tres habitaciones un comedor un cuarto de estar una cocina y un balcón y un solo cuarto de aseo, eso sí enorme, el piso medía en total unos 90 metros cuadrados, el que tenía con mi mujer tenía 150 y una terraza de 100 metros. Con el dinero que había sacado de mi parte de la casa le pagué a mi hermano su parte del piso de mi tía y fui arreglando la casa poco a poco. La casa parecía sacada de una serie de los años 50, tuve que cambiar de forma inmediata la instalación eléctrica, pinté las habitaciones de los niños de un color más infantil y las llené de peluches y juguetes. Vendí los muebles de mi tía que resultó que valían una pasta cosa que me dio para dividir el inmenso cuarto de aseo en dos baños y comprar muebles más actuales. Fundí mi tarjeta de crédito comprando electrodomésticos nuevos y una gran tele. Suerte tuve de que el divorcio pasase en mayo, pues no pude instalar la calefacción hasta octubre, y mi cuarto fue muy espartano, una cama un armario y poco más, durante un año, pues no pude comprarme más muebles hasta esa época.
El apartado social es otra cosa, yo nunca fui de salir mucho, tengo un problema de oído, derivado de un accidente de tráfico que no me permite estar mucho tiempo en lugares con ruidos estridentes, por lo que no era de salir a discotecas. Además debido a ese accidente no volví a beber, pues había bebido cuando ocurrió, gracias a dios que el único accidentado había sido yo y no me llevé a nadie por delante. Así que tampoco salía hasta altas horas de la noche. Lo peor era que al estar 10 años de pareja haciéndolo prácticamente todo juntos, los amigos los habíamos compartido, amigas de ella incluso se habían casado con amigos míos. Por lo que cuando habían cenas, no nos llamaban a ninguno de los dos por si nos enzarzábamos en una pelea.
Suerte tengo de vivir en una zona de valencia donde se realizan fiestas de moros y cristianos, yo pertenezco a una comparsa. Para quien no conozca las fiestas de moros y cristianos, cada bando tiene diversas comparsas que representan a reinos hispánicos o a caudillos famosos de la reconquista. ¿Por qué les digo esto? Pues porque a Marisa no le gustaban las fiestas y nunca se integró en la comparsa, así que cada mes o mes y medio quedábamos para cenar, comer o tomarnos unas cervezas, yo sin alcohol claro, en el local de la comparsa. Esa era realmente mi única válvula de escape y mi única vida social.
A nivel sentimental, pues un desastre, tras 10 años fuera del mercado, había perdido toda la práctica, si a eso le sumamos que no podía ir a discotecas o pubs con música fuerte, bueno y que salía una vez al mes como mucho, pues ya me dirás tú a mí. Tampoco es que estuviese buscando a nadie, los primeros meses entre el divorcio y lo que pasó para llegar a él, estaba muy resentido con las mujeres en general, por lo que evité cualquier contacto con el sexo opuesto.
Pero claro uno no es de piedra y se me ocurrió apuntarme a una página de contactos donde había gente que sólo buscaba sexo. Yo he leído relatos donde cuentan que un hombre tras estar mucho tiempo sin follar cuando coge a una mujer la revienta a polvos. Yo con la primera que quedé me corrí enseguida, casi no me dio tiempo ni a desvestirme. Menos mal que comiendo coños soy un genio, así conseguí que se corriese y me diese tiempo a volver a recuperarme para follarla una segunda vez con mejores resultados. Pero pronto descubrí que en estas páginas sólo había adictas al sexo, mujeres con problemas, de cualquier tipo, que les impedían encontrar hombres. Después estaba el grupo de las infieles, con las cuales me negué a follas y eso que eran las que más buenas estaban, por puro principio.
Pues bueno mi vida empezó a cambiar año y medio después del divorcio, ante la enorme insistencia de mis hijos, al final cedí y les compré un perro, lo compré cuando apenas era un cachorro, pero era un perro de grandes dimensiones, pero un perro magnífico, de la misma raza que usan los invidentes como perros guía. El perro se lo compré a ellos, pero quien se hizo cargo, tanto de su adiestramiento, como de su cuidado, acabé siendo yo.
¿Por qué cambió esto mi vida?
Sencillamente porque me obligó a salir más de casa, ya que tenía que pasear al perro, para que no perdiese forma física, así que en muchas ocasiones tuve que ir a un gran parque de mi ciudad, que tiene una zona adaptada para mascotas, donde podía correr libremente. Y allí fue donde….
No, mejor se lo cuento en otro relato, que si no este quedará muy largo, claro está, si es que quieren escucharlo