Se renta una habitación
Sentí un escalofrío subir por mi espalda hasta llegar a la nuca donde tenía los cabellos erizados. No podía creer que mi plan se estuviera volviendo contra mí.
Cuando terminé la escuela decidí independizarme de mis padres. Mi padre no estaba muy de acuerdo con mi decisión pero luego de hablar de hombre a hombre con él, vio que hablaba en serio y no le quedó otra opción que apoyarme. Con mi madre, la situación era harina de otro costal: estaba histérica ante la posibilidad de que su bebé abandonara el nido y por lo tanto me ofreció de todo para que no me fuera sin mencionar el hecho de que cada 20 minutos me daba una charla de lo peligroso que podía resultar para un chico tan joven y bello vivir lejos de sus padres.
Ante los ojos de una madre, todo hijo es bello pero yo que soy muy modesto, nunca me he considerado como tal si bien es cierto que toda mi vida he recibido cumplidos por lucir muy bien. Cumplidos de chicas de de chicos. Siempre me han gustado las chicas y aunque cargo con un noviazgo de 4 años en mi currículum, toda la vida me han llamado mi atención algunos chicos, por ende, la pregunta ¿y que tal sí? me ronda la cabeza cada vez que uno de ellos me provoca seguirlo con la mirada. Si nunca he tenido nada con otro chico es porque no me he decidido.
Salí de casa de mis padres cuando inició el semestre en la universidad y me fui a vivir a una habitación que renté en casa de una señora muy amable que vivía sola pues sus hijos estaban en Estados Unidos. La casa no estaba muy lejos del campus pero había que caminar un poco para llegar y los días que tenía clases bien temprano en la mañana, tenía que salir media hora antes para no llegar tarde.
Los martes eran mis días favoritos porque en dos de mis clases se encontraba Marcus. Marcus era toda una sensación entre profesores y estudiantes. Los profesores lo amaban porque su cerebro era una enciclopedia y las estudiantes perdían el habla cuando lo veían porque era simplemente hermoso. Tenía 19 años, un cabello negro intenso que le llegaba casi a los hombros (a pesar de ser hijo de alemanes), unos ojos grises en los que te podías perder y un cuerpo espectacular que no temía mostrar pues siempre andaba en camisetas sin manga que resaltaban sus brazos y pectorales y en pantalones cortos hasta la rodilla que dejaban a la vista dos piernas cubiertas con un fino vello y cuyas pantorrillas parecían haber sido talladas a mano. Su piel blanca estaba ligeramente bronceada lo que hacía un perfecto contraste con su hermoso pelo negro.
Hasta ahora nunca habíamos cruzado una sola palabra y realmente no estaba seguro de poder articular una frase coherente si lo tuviera enfrente. Me conformaba con mirarlo y eso me bastaba.
Un día al llegar a casa, la señora me recibe con una mala noticia: tenía que vender la casa porque se iba a vivir con su hija mayor, lo que significaba que tendría que buscar otro lugar para vivir o regresar con mis padres y escuchar a mi madre decirme: Te lo dije.
Decidí ir a la biblioteca del campus porque tenía una tarea importante y de paso pensar en mis opciones. En la entrada de la biblioteca hay un tablón de anuncios donde los estudiantes publican de todo y fijé en el mi vista gracias a un papel verde que resaltaba entre los demás y tenía escritas las siguientes palabras:
SE RENTA HABITACION
RENTO HABITACION A JOVEN
ESTUDIANTE. MUY CERCA DEL CAMPUS.
INTERESADOS FAVOR LLAMAR
AL TELEFONO QUE APARECE DEBAJO.
Inmediatamente anoté el teléfono pues no perdía nada intentándolo y realmente estaba desesperado. Llamé esa misma noche y me responde una voz de hombre:
-Hola?
-Si, estoy llamando por el anuncio.
-Ah si, estoy rentando una habitación porque mi familia esta de viaje y no regresarán por mucho tiempo. Si quieres puedes venir a ver el departamento y te doy todos los detalles. Anota la dirección
-Está bien, paso mañana.
Realmente estaba muy cerca del campus. El departamento estaba en el cuarto piso de un edificio que quedaba a solo dos cuadras de la uni. Cuando toco la puerta, la misma voz del teléfono me dice que pase, que está abierta. Ya dentro, estando en la sala, no hay nadie por lo que supongo que el dueño debe estar en uno de los cuartos. Mientras espero ser recibido, me entretengo mirando los cuadros de la pared que mostraban bellas imágenes de la ciudad de Berlín.
-Hola, disculpa, es que estaba dando una ducha.
Cuando volteé para mirar mi corazón casi se sale al ver a Marcus frente a mí. Estaba descalzo, envuelto en una bata de baño y con su sedoso pelo negro goteando agua.
-Yo a ti te conozco- me dice.
-Si, estamos juntos en clase- respondo con un hilo de voz.
-Ah, si, ya recuerdo, los martes tenemos dos clases juntos si no me equivoco. Mira que coincidencia.
-Así es la vida, este es un mundo pequeño- le digo, todavía con mi corazón acelerado, en parte por la sorpresa y en parte por tenerlo tan cerca de mí en estas condiciones.
-Estoy rentando la habitación porque mis padres regresaron a Berlín. Al principio me tentó la idea de quedarme solo pero luego pensé que tener un compañero no estaría mal- me dijo sonriendo Ven para mostrarte el departamento y me dices que te parece.
Luego de un rato habíamos llegado a un acuerdo y quedamos en que me mudaría al día siguiente y así lo hice. Marcus me ayudó a mover mis cosas y me instalé en la habitación, que era bastante cómoda y mejor que la que tenía en casa de la señora.
Esa tarde Marcus para decirme que tengo que saber algo importante. Estaba sentado con la misma bata de baño que llevaba cuando me recibió pero esta vez estaba seco por lo que supuse que todavía no se había duchado:
-Escucha, ya que vas a vivir aquí hay algo que deberías saber- me dice muy serio.
-¿Pasa algo? ¿Hice algo malo?- le pregunto pensando que podría ser aquel asunto.
Se pone de pie y se despoja de la bata, quedando completamente desnudo frente a mí. Sus pectorales, sin ser muy grandes, estaban bien definidos al igual que sus abdominales. Una fina línea de vellos oscuros bajaban por su ombligo hasta encontrarse con los de su pubis que rodeaban uno de los penes más hermosos que ve visto en mi vida. Medía aproximadamente 16 centímetros estando flácido pero lo más impresionante era su enorme cabeza cubierta sólo hasta la mitad por un prepucio en el que se distinguían varias venas. Justamente debajo colgaban dos testículos enormes envueltos por una piel rosada y rugosita cubierta de unos vellitos finos.
-En mi familia somos nudistas- dijo Marcus al ver que yo me había quedado sin habla. En Alemania es algo muy común y me criaron de esa manera, no uso nada cuando estoy en la casa y no se si te habrás fijado pero en la uni llevo siempre ropa deportiva, que es lo más cómodo que puedo conseguir. Si te molesta sólo dímelo y me pongo la bata para andar frente a ti.
Con la frente perlada de sudor, hice un esfuerzo para recuperarme de la impresión y le dije: -Por qué va a molestarme, tú no tienes nada que yo no haya visto antes.
-Es lo que pensé, al fin y al cabo todos los hombres tenemos lo mismo, jajajaja.- dijo dándome la espalda y dirigiéndose a su cuarto.
La visión de esa espalda tan amplia que terminaba en un culo redondo, firme y cubierto con los mismos vellos que sus piernas, fue lo que faltó para que tuviera una erección tan potente que me hubiera resultado dolorosa de no haber estado en trance. Me dirigí a toda prisa al cuarto de baño y me hice la paja más placentera que había experimentado en mucho tiempo.
Pasaron los meses y mi trato con Marcus era como el de dos hermanos o dos amigos que se conocieran de toda la vida. Hacia un tiempo que Marcus se había convertido en una obsesión para mi y decidí poner todo mi esfuerzo en tenerlo para mi aunque fuera solo una vez. En la uni, todo el mundo se acostumbró a vernos juntos. El único detalle es que al llegar al departamento tenía que verlo todo el día como su madre lo trajo al mundo. Al principio me dediqué a explorar todo su cuerpo con la vista, llegando al punto de conocer al detalle toda su anatomía. A pesar de disimular al máximo en la medida de lo posible, en varias ocasiones pensé que se había dado cuenta de cómo lo miraba, pero mis dudas no encontraban fundamento porque el seguía comportándose como de costumbre y siempre con esa sonrisa brillante que me hacía ir al cielo en viaje sin escala.
Una tarde Marcus se estaba duchando y fingiendo una prisa que no tenía entré al cuarto de baño diciéndole que terminara pronto, que tenía que entregar un trabajo dentro de media hora y no me quedaba nada de tiempo.
-Es que acabo de entrar- me dijo desde la tina con un tono casi de disculpa.- Pero si quieres podemos compartir la ducha, total, somos casi hermanos y ya me has visto hasta el ADN, jajajaja.
-Si no me queda de otra- dije, fingiendo una mezcla de disgusto y resignación en la voz.
Me desnudé y descorrí la cortina para encontrarlo todo enjabonado, mirándome con su sonrisa de siempre.
-Discúlpame, es que no sabía que tenías tanta prisa- me dijo.
-No es nada, además es como tu dices, ya tenemos la suficiente confianza para hacer esto- le respondo de espaldas, fingiendo estar muy ocupando en mi baño.
-¿Y cuando tendremos la confianza para hacer otras cosas? me dice acercándose a mi oído y pegando su cuerpo al mío con una erección tan dura que habría sido capaz de atravesarme la piel.
Sentí un escalofrío subir por mi espalda hasta llegar a la nuca donde tenía los cabellos erizados. No podía creer que mi plan se estuviera volviendo contra mí, o tal vez, iba a salir mejor de lo esperado.
-¿Qué estar haciendo?- le pregunté.
-Justo lo que estabas esperando- me dice con voz maliciosa y sin soltarme- Es que crees que no me he dado cuenta como me miras, cómo te pones sudoroso y nervioso cada vez me ves. Al principio pensaba que simplemente no estabas acostumbrado pero después caí en cuenta que esas miradas no eran por desconcierto.
-No se de que estas hablando- le dije.
-¿Ah no? Durante más de tres meses has tenido en vivo un espectáculo por el que muchas y muchos matarían, ahora es tiempo de que me devuelvas el favor.
Yo, que estaba dispuesto a lo que fuera, deje de fingir y me la vuelta, sólo para encontrarme con su boca en un beso que se hizo eterno. Mi lengua por fin podía explorar la suya y reclamar su territorio. Marcus me tomo la cabeza y me dirigió hacia abajo. Visto de cerca y con todo detalle, su pene erecto era el tesoro por que habría dejado cualquier cosa si el me lo hubiera pedido en ese momento.
-Cómetelo todo, si eres un niño bueno después te toca postre.
Lo tomé con mi mano y comencé a recorrer todo el tronco con mi lengua como si mi vida dependiera de ello hasta llegar a la punta. Dejé al descubierto su enorme glande con mis labios, me lo metí todo en la boca, sentí el sabor de su líquido pre-seminal y comprendí a lo que se refería cuando habló de postre ya que era ligeramente dulzón. Marcus todavía me tenía agarrada la cabeza y comenzó a dar embestidas dentro de mi boca mientras yo me deleitaba succionando todo lo que el tenía para ofrecerme. Sus gemidos no hacían más que seguirme excitando.
-Prepárate para el postre que me voy a correr- me dijo.
Y antes de poder prepararme para lo que venía sentí en primer chorro caliente de su jugo estrellarse contra mi garganta. Marcus aceleró las embestidas y recibí en mi boca varios trallazos más de su dulce néctar. Yo, también me corrí en ese momento sin siquiera haberme tocado pues, tenía toda mi atención puesta en satisfacerlo.
Marcus terminó su ducha, mientras yo jadeaba y seguía sin creer lo que había pasado. Se secó todo el cuerpo mientras yo lo observaba.
Antes de salir se colocó su bata de baño, me miró y me dirigió esa sonrisa asesina que ahora me pertenecía.