Se que no te llamas Cristal.

Un hombre recurre a una puta para pasar un rato. Simple, ¿no?

La lluvia fina caía, no había dejado de hacerlo durante todo el día. Resbalaba por los cristales de mi apartamento haciendo borrosas las luces de la ciudad que parecía empezar a mis pies. De entre todas esas luces sólo me interesaban las de un coche, un taxi seguramente, que debía acercarse a mi casa con la compañía que había solicitado a bordo. A muchos les extrañaría, un hombre joven, con buen trabajo y mejor aspecto físico que en lugar de salir a buscar a una mujer llamase para pagarlas. No hay que darle mas vueltas, de la misma manera que uno cuando quiere una buena comida recurre a un buen restaurante yo, cuando quería follar bien recurro a una profesional. Internet me había dado la herramienta definitiva y podía hablar y ver a las chicas antes de llamarla. Raro, no era del este de Europa. Era española, 21 años,  según ella universitaria y su forma de hablar e incluso el aspecto del cuarto que vi en la webcam así lo indicaban. Cuantas jóvenes recurrían a eso por culpa de la crisis, había que pagar la matricula, libros… y con los 600€ que me iba a cobrar cubría bastante de eso.

Pudieron haber sido solo 200€, tuve que multiplicar la oferta para conseguir que cediese a mis pretensiones. Sin condón y anal. Mi buen aspecto quizá también le diese la tranquilidad suficiente como para acceder a eso. Si bien el anal era cuestión de dinero habitualmente el hacerlo sin condón era mas complicado. Quizá ella tuviese poca experiencia o lo que es peor, demasiada y ya le diese igual todo.

  • Hola, me llamo Cristal

  • Bueno, se que no te llamas Cristal, pero no me importa.

Era un poco más bajita de lo que me había parecido, sobre un metro sesenta. Las  curvas que había intuido a través de su pijama en la webcam se hacían aun mas patentes en el vestido que llevaba. Negro, con medias de rejilla y zapatos de tacón. Eso también se lo había pedido yo aunque no hizo falta pagar por ello. Debía ser su uniforme habitual.

  • ¿Una copa?

  • Si, ponme una cerveza por favor.

Curioso, le pegaba más algo mas fuerte.

  • Es un apartamento precioso, me encantan las vistas.

Se asomo a la misma ventana donde había estado esperándola, no perdí tiempo, no tenía motivo pues allí el que pagaba era yo. Me acerqué por detrás y sin mediar palabra le agarré las tetas por detrás. Empecé a besarle el cuello fuertemente mientras mis manos sobaban a placer. No mostró rechazo, al contrario, sus manos acompañaron a las mías guiándome dentro de su escote. Además se giro y comenzó a besarme en los labios.

  • ¡Vaya! Creía que no hacíais esas cosas.

  • ¿Besar?

  • Si, en pretty woman la protagonista dice que eso no lo hacía.

Rio mientras comenzó de nuevo a besarme, lo hacía con ganas,  con la lengua hasta donde alcanzaba.

Poco a poco fue dándose la vuelta hasta situarse delante de mi, tenia que agacharme ligeramente para poder seguir besándola, pues ella en ningún momento había dejado de hacerlo. Fui yo el que guio sus manos entonces, llevándolas directamente a mi entrepierna. A través de los finos pantalones del traje note como su mano apretó fuerte el rabo, a medida que sus besos se hacían más profundos.

  • Un momento- Dijo dando un paso atrás.

Se bajo uno de los tirantes del vestido, después el otro y con bastante poca sensualidad dejó caer el vestido. Iba sin ropa interior, salvo las medias. Curioso, las tetas eran bastante menos firmes de lo esperado para una chica de su edad, no eran demasiado grandes y aun así caían bastante, creo que alguien mentía con su edad. Bueno, no importaba mucho. Me gusto más el detalle de llevar el coño absolutamente rasurado, ni uno solo pelo se veía en todo su cuerpo a excepción de la melena negra. Se acercó de nuevo a mí y me beso mientras sus manos empezaban a pajearme a través de la ropa. Yo no había pagado para algo así, ¿para que iba a haber ropa de por medio?

  • Sácamela y cómetela.

No dudó, se arrodilló delante de mi, desde ahí los pechos se veían mucho mas bonitos, sobre todo cuando al acercar sus brazos a mi los aplastó el uno contra el otro. Me bajó los pantalones y los calzoncillos en un mismo movimiento, de nuevo, como al quitarse su vestido, se echaba en falta algo más de sensualidad o saber hacer.

Empezó, como casi siempre empezaban las mujeres, lamiendo el capullo suavemente, poco a poco sus besos se fueron haciendo mas y mas profundos. No tardo mucho en conseguir tragársela entera. No la tenia muy grande pero pocas veces una boca la había devorado con tanta facilidad. No solo la metía hasta el fondo, sino que aguantaba allí unos segundos, con los ojos cerrados.

Al momento y demostrando mucha mas habilidad que hasta ahora empezó a lamerme los huevos mientras que con una mano me hacia una buena paja. Había dejado el rabo bien ensalivado, lo suficiente para que deslizase cómodamente. Fue besando más y más abajo y finalmente empezó a lamerme el culo. Me sentí incomodo, pues nunca me lo habían hecho pero resultaba mas placentero de lo imaginado. Su lengua, en círculos, se movía rápidamente mientras que su mano me apretaba la polla torpemente, estaba concentrada en lo que hacía con la boca.

La tuve que apartar para no correrme, quería hacer aquello por lo que había pagado y si me corría demasiado pronto se acabaría la diversión.

  • Vamos a la cama, quiero tu culo.

Su cara fue de cierto susto, quizá fuese verdad que nunca lo hacia, a mi no me importaba, iba a pagar por ello. Saque de mi mesilla un bote de lubricante con el fin de facilitarlo pero cambie de idea. Me había gustado como me chupo el culo y decidí hacer lo mismo con ella. Se había tumbado boca abajo y la coloque con el culo en pompa. Lamí y relamí, jugué despacio con un dedo y ella miraba con los ojos entrecerrados por el placer. Quizá ambos descubriésemos algo esa noche. Con la mano derecha empecé a masajearle el clítoris despacio mientras lamía y chupaba el culo, tanto insistí que al final se corrió. Que triste, chuparle el culo a una puta y que se corra. Pagar para que otro disfrute.

Pero me encantó verlo y verla sentir, me gustaba tanto que el rabo parecía que me iba a reventar y me incorpore manteniéndola a ella en la postura anterior para penetrarla. Perdí como un minuto jugando con mi pene en su ano con el fin de relajarme un poco y no correrme de primeras. Finalmente empecé a meterla, despacio pero con firmeza. El beso negro había lubricado y seguramente dilatado pues no costó demasiado que entrase el capullo. Se deslizó dentro mientras ella apretaba las manos con las sabanas entre los dedos. Dolía, si, pero le gustaba.

Saque y metí un par de veces el capullo y finalmente fue ella la que en un movimiento hizo que entrase un poco mas, saqué de nuevo y volví a poner la punta en su culo, otra vez se movió y se penetró mas profundo. Estaba claro lo que quería.

Apreté los dientes y se la metí hasta el fondo. Quizá me excedí pues soltó un grito y se apartó, pero al momento volvió a acercarse, tras unos cuantos movimientos me la follé a placer. Las pelotas rebotaban contra ella que gemía y gemía mientras yo me acercaba al clímax.

Justo en el momento de correrme me la saqué y descargué en su espalda, fue una buena corrida y ella la sintió. Acerco las manos y empezó a frotar el semen por su espalda al principio y finalmente en su propio culo que se movía ligeramente, pequeñas convulsiones que apenas veía ya pues sus dedos apretaban y entraban en el agujero.

  • Ahora viene la parte fea, ¿no?

  • Bueno, tu déjame el dinero en la entrada y yo me iré antes de que salgas de la ducha.