Se que no debo... pero él me puede
Me tomo del cabello, hizo arquear mi espalda, y seguía rítmicamente penetrándome ese hombre incansable, y me preguntó, "me amas?", y no le respondí. Continuo culiandome, sin amor, sin ternura, con vigor, y volvió a preguntarme, hasta que me animé y respondí, "no te amo, amo a José" y el rió de placer "jajaj... bien ahí..."
Que buen fin de semana... viento, sol, mucho verde, mi chico y yo... enamorados y olvidados del mundo en un hotel perdido, lejos de todo. Supongo, es la definición de felicidad, y eso pienso mientras lo besuqueo a mi José en el auto, justo ante de bajarme... "hablamos mañana amor"... "si, dale, te amo".
Camino hacia la entrada del edificio donde alquilo, José se va, coloco la llave y escucho: "hola bonbon como te va"... uhm, a esa voz la conozco... uhm... otra vez no.
El Ariel, mi ex, me pregunto qué querrá ahora?.
"Nada de bonbon Ariel, no jodás, sabes que lo nuestro ya terminó", le dijo con voz firme y segura, "pero que arisco che, ya no se puede dar un inocente piropo... pasaba por aquí y quería saber como estabas".
Desde luego no me lo creí, y le conteste "estoy muy bien Ariel, enamorado, viviendo la vida a full, nos vemos", pero el no afloja "para, para, no seas tonto, que necesito pedirte algo, me olvidé mi antiguo encendedor, el que me diò mi viejo, me lo olvidé en tu casa... la última vez".
Con la "última vez" el se refería la última vez que cogimos o, mejor dicho, me cogió. Ariel es mi ex, hace un año cortó conmigo, pero siguió teniéndome a mano, para sus deseos, sus instintos, como su puto. Sé que no debería, que se va secando el alma, que te vas quedando solo pero él me puede. De las innumerables veces que me cogió desde que me patio, en las últimas tres yo ya estaba con José.
"Me estás mintiendo" respondí, "yo no vi ningún tu encendedor", percibiendo su mentira y notando mi cuerpo reaccionar de un modo que no me gustaba. "pero bueno, lo buscaré y te comento después", pensando ingenuamente que con ello acabaría la conversación, "pero no, sabes lo que ese encendedor significa para mí, es una cuestión familiar, acabo de darme cuenta y no puede esperar, y no lo vas a buscar solo, déjame que suba a buscarlo... juró te voy a respetar".
Él observa mi cara de duda que no es cara de duda, es impotencia, es una parte de mí querer mandarlo al carajo, y otra dejarlo pasar ver que pasa, "dale, siempre fuistes un pibe bueno, no me hagas sufrir"... "uhm... dale le digo, pero no intentes nada". Verlo pasar el umbral de la puerta de la planta baja me produjo un leve estremecimiento, y luego como que algo se dilataba, un poco, en mi ano.
El ascensor es pequeño, ahí cerquita uno del otro volví a desear ese cuerpo de 1,90, fuerte, velludo, contra mis 1,70, flaquito y lampiño. "Me alegro confíes en mi, hasta podemos ser amigos" me dice, pero no, "ay Ariel, no jodás con mi cabeza, sabes lo que te quise y sufrí, no podemos ser amigos".
El ascensor llega al séptimo piso. Ahí vivo yo. Abro la puerta, Ariel entra, cierro, y ahí nomás, estando de espaldas yo, me toma por atrás, me abraza y con su mano izquierda comienza a ortearme como si fuera a partirme en dos, siento el canto de su mano presionar más y más contra mi ano, como queriendo penetrarme, como si no tuviera el pantalón puesto. "pero qué haces?... larga, larga" grito e intento zafar pero su brazo de adonis no me lo permite... pero luego me suelta por su propia voluntad y se ríe "jajaja, era una broma, no te habrás enojado no?".
Pienso que su broma era absurda, de muy mal gusto, pero queda solo para mis adentros pues una semierecciòn asomaba tímidamente. "Voy al baño, encontrá ese encendedor y andate", dije abruptamente mientras caminaba a toda prisa hacia el baño, y escucho "pero qué amargado, cuando estabas conmigo eras más chevere".
En el baño busque aclarar mis ideas limpiándome la cara. No sirvió de mucho. Rogaba que para cuando yo saliera, él ya hubiera encontrado el maldito encendedor y estuviera listo para irse. Esa era la parte que quería creer en su absurda historia. La otra parte, la que odiaba, no se preguntaba sobre la veracidad o no de la historia del encendedor, esa parte quería un pene adentro de mi cola, de mi boca, sin importar que haya pasado el fin de semana con un hombre maravilloso y que me quiere.
Salgo del baño, temblando, no creo poder decirle que no, ruego que se vaya por sus medios, pero salgo y veo unos pectorales bien trabajados y desnudos, unos biceps de ensueño al aire libre, un abdomen marcado sin inhibiciones, y su pene alegremente elevado, duro, venoso, irresistible. Verlo así, desnudo fumando un cigarrillo, sentado algo reclinado en mi sillón de tres plazas verde produjo en mí una excitación que no llegue a sentir en todo el fin de semana con José, en todo el tiempo que estuve con José, ni cerca. "no, no puedo, estoy enamorado de otro" le dije, y me senté en el otro extremo del sillón donde él estaba, en clara contracción entre mis palabras y mis acciones.
Ël escucho mi negativa, pero no hizo caso, él le hablaba a mi inconsciente, que estaba entregado a él: "claro que podes mi bonbon, veni acércate, así como quién no quiere la cosa, y vas a ver que en un ratito te estoy cogiendo como una muñequita", y en ese momento tomó mi mano y me atrajo, al lado de él y me abrazó. Era realmente absurdo, ese adonis sentado en mi sofa, totalmente desnudo y erecto, con un pucho en la mano, y yo totalmente vestido, intentando reprimir mis instintos, inmóvil ante la situación.
"Lo que pasa es que vos sos bueno, muy bueno" me dice y me sonríe, y me alegra entienda mi conflicto, pero él continúa "pero esta verga enfrente tuyo, va a estar ahí toda la noche, paradita esperándote ... vos sabes que no vas a poder aguantar, así que mejor afloja ahora y dejá de sufrir, es una batalla perdida... acepta sos un putito".
Quedamos en silencio unos dos, tal vez tres minutos. Nadie dijo nada. Él veía el conflicto en mí, hasta que aflojé "tenes razón, no voy a poder aguantar, es inútil", y con mi mano izquierda comencé a tocar ese hermoso miembro, de 17 centímetros, y grueso, y muy venoso, y duro, muy duro. Con mi boca comencé a chuparle el pezón derecho, pero ya al rato estaba disfrutando de su pene en mi boca. Sentía su hombría en mi boca, su stress, su agresividad, su fortaleza. Lo miraba a sus ojos y veía en él el rostro del triunfo, del orgullo, aquella mirada que el doblegador da al doblegado, al vencido, al que es inferior, y yo muy excitado de verlo así, aunque sea a costa de mi fracaso.
"Bien Felipe, vas aprendiendo tu lugar, esta vez me costó menos... verdad que la próxima vez no vas a oponer resistencia?" ... "si, es cierto, la próxima vez accederé sin reparos" conteste, en un breve descanso a mi deliciosa chupada... "muy bien, así me gusta"... "ahora quiero que me escuches bien pues te voy a dar un par de instrucciones... primero quiero que te saques la ropa, y te pongas el traje de marinerito que te regale... y no me pongas esa cara porque es mi deseo... dale, andá".
El traje de marinerito no es más que eso, un traje de marinero, pero bien ajustado, una segunda piel, y el pantaloncito es corto, es un boxer en realidad, color blanco obvio, bien diseñado para marcar las pompis. Mi miro al espejo, esto es muy humillante, Ariel va a estar re contento. Vuelvo y me mira, me quedo parado, el dice "estás esperando te piropee?, pues bueno, estas muy lindo, sos un caramelito".... vuelvo a colocarme, sentado en el piso, frente a él, ya tengo su pene, todavía erecto a centímetros pero me frena "no te he dicho vuelvas a chuparla", sólo atiné a decir "perdón"... y comenzó a darme instrucciones; "quiero que me traigas un vaso de wiskey, sé que tenes ... prende el televisor en el canal 20 y después volvé".
Mientras sirvo el vaso de wiskey pienso es que es triste que mi amante se tome el licor que compré para mi novio. Creo a Ariel no le gusta el wiskey, pero sabe que tengo porque José es fanático. Prendo la tele, están empezando los Simpsons. Pienso en arrodillarme de vuelta. Su erección pierde fuerza, pero pregunto, querés que te la siga chupando Ariel?"... "tranqui pibito, tranqui", me dice. Él tiene otras prioridades. "Baja las luces y tráeme una bata que me està haciendo algo de frio". Corro al cuarto, tomo mi bata, se la alcanzo pero el me la rechaza, "tráeme la blanca" ... yo no comprendo, "por qué la blanca?"... "me gusta más, responde"... "pero, es de José, no deberíamos usarla", y ahí me mira fijamente "no me contradigas y tráela ahora".
La bata le queda ajustada, José no es tan grandote. Chupando de nuevo su pene que vuelve a ganar tamaño, vuelve a dar instrucciones, "chupa el pene y los testículos, pone esfuerzo y dedicación, porque me voy a dar cuenta, eh... no me masturbes, no quiero acabar". Y ahí estaba yo, lamiendo el pene de mi ex en traje de marinerito, lamiendo pero sin tocárselo, mientras el bebe el wiskey de mi novio y usa su bata, mientras mira los Simpson, ignorándome, en mi tele y desde mi sillón. Fueron treinta minutos de humillación, todo el capítulo de los Simpson, hasta que me ordeno prendiera las luces, y me desnudara completamente. Ya ambos desnudos, me toma con sus potentes brazos de las caderas, y me da un beso en la boca, y luego me susurra "en la mesa del living, mostrame el ano", y sé que eso significa agáchate y abrite las nalgas. Obedezco con placer. Me agacho recostándome sobre la mesa del living, y con ambas manos tomo los cachetes de mi cola y abro, para dejar al total descubierto ese privadísimo lugar que se llama ano.
"uhm... lindo, muy lindo, vamos a ver cómo te dejó el oyito José", dice riéndose, y yo contesto "no seas malo", intentando dejar de lado a mi novio de esta charla, pero él toma mi mano derecha, la que sostenía mi nalga derecha, la aparta, y de da un chirlo en la cola, fuerte, y me estremezco del placer, "aquí mando yo, chiquito, está claro?"... "si Ariel, está claro" respondo con voz entrecortada. Comienza a masajearme la cola, un poco las caderas, me pasa su pene por mi raja, y me pregunta, "que tal te coge José?", "bien, muy bien" le respondo, y el contesta con otro chirlo, aún más intenso, y pregunta "te coge mejor que yo?", y no, no contesto, y me chirlea, pero no contesto... hasta que contesto, "no, mejor que vos no me coge, nadie me cogió nunca mejor que vos"... y ahí me penetra, a pelo, con lubricante.
Y se viene el tsunami. Para él esto es una sesión de gimnasio, yo soy un objeto que sirve para su disfrute y trabajar su bello cuerpo. Al poco tiempo ya la profundidad y rapidez de sus estocadas estremecen mi ser, me vuelven loco, sudo, grito, gimoi, y le digo "papito dame más", y él cada vez más presiona mis caderas utilizando sus grandes manos, contra su cuerpo, en una penetración brutal, balanceando todo su cuerpo, sintiendo todo su poder acribillarse contra mis nalgas, a la par del castigo de sus ocasionales chirlos, a la voz de "hago con vos lo que quiero y cuando quiero, putito", "naciste para satisfacerme"... y luego hace una pausa, sigue adentro, pero sus estocadas son muy suaves, se recuesta sobre mi espalda, y susurra: "la próxima vez te quiero sin pretextos, es en serio, no me hagas enojar", y yo "si papi, no te preocupes, fui un tonto, estoy gozando mucho mucho siendo tu amante", pero él me corrigió, "querrás decir, siendo mi putito" ... "si, si, siendo tu putito"... y ahí cometí el pecado de desear que José olvidase de su manera tierna de actuar, de cogerme, y descubriera este lado oscuro que este sinvergüenza sabía usar a su antojo.
Y volvieron las grandes envestidas, su pene salía y entraba frenéticamente de mi cuerpo, con violencia, la mesa se movía más y más hacia la pared, mi cola ardía, mi ser sentía evaporarse para pasar a ser algo mejor, adherirse a algo superior, a Ariel, hasta que me tomo de los hombros y me atrajo a él. Quede penetrado pero parado, el me besaba las orejas, me decía que en mi próxima vez con José iba a tener que hacer fuerza con el ano, para que no se diera cuenta de lo abierto que él me lo dejó, y concluí que estaba en lo cierto, y luego me abrazo y me levanto, así, ensartado, y me llevó al sillón y me reclino sobre el respaldo, y ahí terminó su faena, o le decía que por favor sea suave, pero era puro histeriqueo, quería que me diera aún más fuerte, si es que eso era posible, que termine de romperme, que no dejara de mi nada para nadie más.
Me tomo del cabello, hizo arquear mi espalda, y seguía rítmicamente penetrándome ese hombre incansable, y me preguntó, "me amas?", y no le respondí. Continuo culiandome, sin amor, sin ternura, con vigor, y volvió a preguntarme, hasta que me animé y respondí, "no te amo, amo a José" y el rió de placer "jajaj... bien ahí..."... dios, quería sentir esa carne en mis entrañas por siempre, pero sentí su semen impactar en mis adentros a la par de sus brazos rodeandome, parecía me cortaba la circulación, sentí su grito de la selva "aaaaahhhhggggg", y sus estremecimientos, escalofríos y espasmos contra mi orgulloso cuerpo que le había dado tanto placer.
Quedamos extenuados, él se cerró la bata y se tiró sobre el sillón, me tire al lado y lo abracé, él no respondió a mi abrazo.... y luego de un largo silencio, aclaró "mira, no te voy a joder tu relación, no te voy a buscar cada dos o tres días... tal vez una o dos veces al mes, y seré discreto, él no sospechará".
Solo atine a decir gracias, pero el prosiguió "pero cuando nos veamos, no quiero titubeos ni pretextos como los de hoy... te quiero bien dispuesto, no me importa si tuviste un mal día, o si estás cansado de sexo, estamos?"... asentí con la cabeza, pero no le alcanzó con eso, y dije "sí, estamos, no más histeriqueos, y gracias por no arruinar lo que tengo con José".
Entonces él se levantó, se limpió el pene con la bata de mi novio, se la sacó, la tiro al suelo y se vistió casi sin mirarme, el momento había pasado.
En el camino a la salida, ups!, encontró el anillo del abuelo.