Se me cayó la venda
En la fiesta de los compañeros de colegio de mi marido, me di cuenta que vivía en una nube ,ý sin buscarlo, empecé a sacar todo lo que había de puta en mí.
SE ME CAYÓ LA VENDA.
Me miré en el enorme espejo junto a la cama, mientras cabalgaba a mi marido. Vi saltar mis pechos con los pezones excitados y me impactó la expresión de mi rostro, el de una mujer fuera de sí, poseída, llena de lujuria. Subí y bajé más rápido y profundo, sentí la polla deslizarse por mi vagina chorreante, me paré totalmente empalada. Mi mano buscó el clítoris, lo acaricié despacio, disfrutando de ese momento que sabía iba a llegar. Cuando noté las primeras oleadas, di la orden de
AHORA.
Antonio respondió moviéndose para poder soltar toda su leche, estalló cuando yo había acabado, me gustaba verle correrse, con el deseo desatado, gozando como una bestia.
Me tumbé a su lado, me abrazó y me dio unos besos mimosos y agradecidos.
-
¿ Crees que lo pasarás bien?. Sólo conoces a Mamen, a Eduardo y a su mujer, Leti, y somos más de 20 y algunos con sus parejas.”-
me preguntó mi marido haciendo como si tuviera interés. Sabía que le daba igual lo que yo pensara, a él le apetecía y por eso habíamos ido a aquel pueblecito cerca de Madrid.
-“Cariño, juntarte con tus compañeros del colegio a los 25 años de haber acabado la secundaria va a ser genial. Y de paso te enteras de qué hacen y por dónde andan…. Vos has estado demasiados años lejos de España y te va a venir bien…. En Alicante no tenemos apenas amigos y de esta manera, podemos ampliar el círculo de gente conocida que siempre es bueno.”-
le contesté, sabiendo que era lo que quería escuchar.
-“Tienes razón, a veces no me doy cuenta lo sola que estás lejos de tu casa. Te quiero mucho ….”-
no le seguí la corriente, se estaba durmiendo después del polvo, y si le daba conversación nos podían dar las tantas y no tenía ganas de chachara, necesitaba estar a solas con mis pensamientos.
Me levanté a lavarme la concha. Todavía me hace gracia pensar en algunas de sus acepciones: coño, chocho, chichi, conejo…me pasa como con muchas cosas de uso cotidiano que en mi país, Argentina, se llaman de otra manera.
Tras lavarme, usé la alcachofa de la ducha, eché de menos los bidets con chorro hacia arriba que te llega al objetivo, me puse la camisa azul cielo de Antonio y salí al pequeño balcón de la habitación que daba al jardín con pileta a fumar un pucho.
La noche estaba estrellada, no había casi ruidos, el hotel donde se iba a celebrar la reunión se encontraba en las afueras de un pueblo tranquilo. Sus dueños: Ana y Luís eran también del curso y habían organizado la movida de juntar a los compañeros de curso, de COU, como decían ellos.
Nosotros habíamos llegado la noche antes del día en cuestión. Tras dejar los niños con mis suegros en la playa de San Juan , tomamos el tren y nos fuimos a Madrid. Me gustaban los trenes españoles tan modernos y eficaces. Luís nos buscó en Atocha y nos había llevado al hotel.
Nos contaron las actividades del fin de semana y cómo habían ido buscando a sus compañeros para esos días. Yo oía, apenas podía participar, no conocía a nadie, sólo a Edu , Leti y Mamen que nos visitaron en Buenos Aires. Podía parecer que yo sobraba en la mesa, dado el tema de conversación, pero no era así, Ana y Luís me devoraban con los ojos, esa era la razón que me hubiera calentado tanto y que, en cuanto subimos a la habitación, echáramos un polvo tan salvaje.
Fue Ana la que me pidió que contara un poco nuestra vida, quería oírme hablar, dijo que le encantaba mi acento y que además ellos ya le habían dado a la lengua mucho rato.
Hice un breve resumen. Cómo conocí a Antonio cuando llegó a Argentina a trabajar en la época de Menen, y fue a visitar a sus parientes. Mi papá es primo del suyo, cómo comenzamos a salir y nos enamoramos y nos casamos (no dije que me había dejado embarazada, razón de la boda), que tuvimos una niña, que luego buscamos la parejita, el niño, y nos salió la parejita porque tuve gemelos. Luego conté, por encima, lo difícil que es criar a dos hijos a la vez , con otra niña de tres años corriendo por todos lados Y para acabar cómo había llegado la crisis a mi país y a mi marido le habían hecho volver a España, a trabajar en la delegación de Alicante.
Encendí otro pucho, y callé , no quise contar cómo mi vida había cambiado totalmente. En mi tierra vivía como una diosa, la pasta que ganaba Antonio permitía bastantes lujos y comodidades. En España, la chica interna se había convertido en una asistenta de dos días en semana, y mis encantadores padres en los pesados y fachosos de mis suegros, pero una debía seguir a su marido.
Me quedé sorprendida, la pileta se había iluminado, vi salir a los dueños del hotel en unos albornoces blancos. Se los quitaron y quedaron desnudos. Luís tenía un buen cuerpo y sobre todo una pija enorme, grande y gorda, la tenía a media altura. Ana, delgada, con su pelito corto y rubio, con lolas pequeñas y colita parada parecía una chica de menos de 30, como yo. Se lanzaron al agua y comenzaron a nadar.
Había apagado el cigarrillo en cuanto los vi, así que pensé que refugiada en la parte más oscura del balcón, no se darían cuenta que podía espiarles y la verdad es que me apetecía. Me ponía a mil ejercer de mirona. Mi mano buscó mi conchita para jugar con ella mientras disfrutaba del espectáculo.
Estuvieron un rato nadando, después se acercaron a la parte donde menos cubría y Ana apoyó los brazos en el bordillo, quedando de espaldas a su marido, él se acercó y me di cuenta que la penetraba.
Me dio un subidón de calentura, estaban cogiendo y yo mirándoles. Casi doy un grito, iba a ver un porno en vivo. Mis dedos en el clítoris endurecido por la excitación, aceleraron el ritmo de la caricia, estaba empapada.
Le daba duro, sin parar, ella recibía las embestidas con una sonrisa , la follada duró más de cinco minutos, yo no pude más y acabé antes que ellos.
Cuando salieron del agua , la verga era una maravilla, no había acabado de bajar, seguía semidura, y Ana se arrodilló para meterla en la boca . Pensé que iba a hacerle una mamada, pero no, sólo la limpió. De la mano se vinieron a sentar bajo mi balcón. No podía verlos pero sí oírles.
Me di cuenta que estaban bebiendo algo, hablaban en voz baja, con miedo a despertarnos.
-
“Natalia es preciosa, se te iban los ojos detrás de ella, y además parece una buena chica, dulce y tierna”-
dijo Ana.
-
“Es un bomboncito. Pero a dulce y tierna yo añadiría cachonda, ¿ no
viste cómo se le ponían los pezones cuando la miraba?. En las fotos que habíamos visto de los viajes de Mamen y Eduardo era una jovencita preciosa, pero ahora está buena como un pan.”
-“Vamos que la pegarías un buen polvo. La verdad es que se parece a Araceli. Este Antonio parece buscar el mismo fenotipo”-
-“Si se da un aire, pero sí la jodería bien jodida. Aunque tú también se lo harías, que me he dado cuenta cómo la estudiabas.”
-“Sí me apetecería hacérmelo con ella ….pero anda ,vamos a acabar el champagne que mañana va a ser un día largo”-
-“Y la noche más. Sí tienes razón que se parece a Araceli…Esa viene de Londres buscando guerra…se apuntó en cuanto supo que venía Antonio.”-
-“Es que los primeros amores no se olvidan….Anda , vamos a la cama.”-
Les imité y volví a acostarme. Me costaba dormir, por un lado esa Araceli de la que no sabía nada y que venía como una loba por Antonio y por otro eso que me querían coger los dos.
Antes de mi marido yo sólo había estado con chicos de mi edad, besos, caricias, lo más que había llegado era a masturbarles, lo hacía bien y se la chupé a Martín , un cordobés guapísimo, sus padres amigos de los míos, en un verano en Mar del Plata. Era virgen cuando me acosté con Antonio, mi marido, y sólo había estado con él. El saberme objeto de deseo de aquel matrimonio me excitó.
¿Cómo sería hacerlo con otro hombre? y ¿con una mujer? y ¿ un trío?. Las imágenes se me agolpaban en la mente, me volví a calentar. Me quedé dormida haciéndome un dedito.
Me despertó mi marido zarandeándome diciendo que eran casi las diez. Le dije que bajara a desayunar con nuestros anfitriones, que yo lo hacía enseguida. Apenas salió, me levanté. Había pasado una noche cargada de sueños eróticos, me di cuenta que tenía la concha húmeda y los pezones tiesos.
Decidí jugar un poco con los que me habían dado el show la noche anterior. Me lavé la cara, me pasé un peine por el pelo y me puse un vestido camisero beige de algodón, sólo eso, calcé las sandalias sin taco y fui a encontrarme con mi marido y sus amigos.
Estaban en el jardín junto a la piscina, Ana llevaba una musculosa a rayas azules y blancas y un short que dejaban al aire sus brazos y piernas perfectos. Luís , parado, con una camisa a cuadros de manga corta y un pantalón corto de aventurero se ocupaba de servir el café, me di cuenta acababa de traerlo de la cafetera. Mi marido sentado con un jean y una remera hablaba sobre su vida, parecía mayor que ellos.
Me quedé mirándolos, un trío en la cuarentena que se reencuentran, me acerqué, di un beso en la mejilla a Luís, rozándole, para que notara mi cuerpo a través de la fina tela y luego un piquito en los labios a Ana. Al agacharme para hacerlo dejé a su vista mi desnudez, dándole un buen panorama de mis lolas.
Luís se sentó, me eché café y lo manché con un poco de leche, le puse azúcar y lo bebí saboreándolo, estaba buenísimo. Yo callada , el anfitrión contando lo que había sido de los diferentes compañeros, donde vivían a que se dedicaban, cómo les habían localizado con la ayuda de Mamen.
Me pegué a Ana para preguntarle:
-“Y ¿cómo hay que vestirse? . Ten en cuenta que soy extranjera y no quiero pasarme ni no llegar. He traído pocas cosas, para no venir supercargados, y no sé que ponerme.”
-“Chicos os dejamos con vuestras historias y me voy con Natalia a seleccionar su vestuario para los dos días de fiesta.”
Acabó su café y se levantó, la imité, me tomó de la mano y nos fuimos a mi habitación. Tenía una mezcla de curiosidad y deseo, quería coquetear con ella, pero me daban miedo las consecuencias. Mi vida sexual no era muy satisfactoria, desde que habíamos tenido los gemelos cogíamos una vez a la semana, con suerte. Pero al llegar a España la cosa había empeorado, la presencia constante de mis suegros, personas muy católicas, que viviendo cerca se metían en mi vida a todas horas, era una antilujuria perenne.
El sentirme deseada, el saber que atraía a aquella pareja de seductores, pues ambos eran guapos, él un macho atractivo, bien dotado como había podido comprobar la noche anterior y ella una preciosidad de mujer, con una sonrisa y unos ojos azules acompañando a un cuerpo de modelo, todo me ponía, me excitaba y me hizo entrar en el juego de la picardía.
Abrí el placard donde tenía la ropa, dejé que la estudiara, recreándose en mi ropa interior. Yo me había colocado a contraluz de modo que mi cuerpo se dibujase a través de la tela.
-
“Yo elegiría esta falda azul humo y esta blusa rosa sin mangas. Con las sandalias de plataforma te permiten estar guapa y moverte. No me maquillaría, sólo un poco de rimel en las pestañas. Piensa que eres la más joven, los del curso estamos entre 42-43 años. Las mujeres de los alumnos en la treintena y los maridos de algunas al final de los cuarenta, así que con ser tú es suficiente y tú no llegas a los 30. Mañana un vaquero y una camisa con playeras, vamos a una capea y habrá tierra. Hoy por la tarde noche hay baile , si no te has manchado, no te cambies. Si tienes que hacerlo……ven conmigo y elegimos un vestido de los míos”
Me agarró de la mano y me llevó a la parte del edificio donde tenían su vivienda. Consistía en tres dormitorios y dos baños.
-
“
El dormitorio de la niña y el del niño, Elenita y Pablo, nuestros hijos, y el nuestro. Para todo lo demás usamos el hotel.”-
Al entrar en su alcoba me quedé asombrada. Era enorme, con una cama king size con dosel y pero sobre todo, por las paredes espejadas que repetían nuestras imágenes desde todos los ángulos. Era una sensación extraña pero que me resultó excitante. Me imaginé coger y verte una y otra vez y me dio un subidón de calentura. Ana abrió uno de los espejos , era el placard donde tenía su ropa.
Me dio dos vestidos, uno azul cielo y otro rosa y me dijo con toda naturalidad:-
“ ¿Quieres probártelos?”
No sé como entre en el juego, ella sabía que yo estaba desnuda bajo mi camisero, yo pude decir que no hacía falta, pero mi concha mojada mandó sobre mi cerebro. Despacio me fui soltando los botones y dejé que la ropa cayera al suelo, me quedé como Dios me trajo al mundo ante ella.
No parecía afectada, yo ardía, me probé el azul, dejaba los hombros y gran parte de la espalda al aire al atarse al cuello, para usarlo no se podía usar corpiño .
Me lo quité , volviendo a quedar desnuda ante los ojos de Ana. Mi excitación se reflejaba en lo enhiesto de mis pezones, que duros destacaban en las lolas como picos de montaña.
Ella no dijo nada, sólo me puso el rosa en mis manos. Me estremecí al sentir el contacto de su piel. Era un poco más largo, se ceñía a las caderas , sin mangas y sin escote, pero con toda la espalda la al descubierto, sujeto por un pequeño broche en el cuello.
-“¿ Cual crees que me sienta mejor?”-
me di cuenta que mi voz sonaba ronca, incitante, ansiosa.
-“
Con el azul tienes un aire a Marilyn morena, muy look años 50 y con el rosa si bien pareces más niña, te da un punto de putilla. No tenemos la misma talla , pero te sientan bien”
Me tenía que volver a desnudar, pero antes decidí hacer una pregunta , sabiendo que al hacerla se descubriría que les había visto la noche anterior.
-
“¿ Quién es Araceli?”-
Ana clavó sus ojos azules en los míos y puso sus manos en mis hombros.
-
“Araceli es el primer amor de tu marido. Se conocieron con 15 años y estuvieron de noviecitos y luego de pareja hasta los 20. Ella le dejó para casarse con un diplomático. Es la primera mujer con la que folló, o mejor, hizo el amor. Y viene desde Londres sola. Se parece mucho a ti.”-
Yo me quedé de piedra, mi marido nunca me había hablado de ella. No puedes pretender que un hombre con más de 30 años cuando le conoces sea virgen, pero eso de un primer amor en el que se había enganchado durante 5 años era algo que no sospechaba.
-“
Me alegro que me lo preguntes, que te atrevas a descubrir que ayer a la noche nos espiaste desde el balcón. Te vimos desde el primer momento, con la camisa azul cielo destacabas en la oscuridad…..
¿Te gustó el espectáculo que te dimos?”
Sus mirada se había cargado de humor y una sonrisa curvó su boca dejando ver unos dientes perfectos en el sonrosado de sus labios.
-
“No pude dejar de mirar……me excitó mucho”-
confesé bajando la cabeza avergonzada.
-“Vamos, que te hiciste una pajita”-
-“ Más de una”-
Soltó una carcajada y me abrazó dándome un beso en la boca cargado de picardía. Luego se separó y se puso en mi espalda para bajar la cremallera del vestido.
-
“Viciosita, viciosita, por eso has bajado así, para ponernos cachondos a mi marido y ….a mí”-
me susurró mordisqueándome el cuello y tirando de la ropa. Me quedé desnuda, ella se pegó a mí abrazándome, al separase me dio una nalgada cariñosa.
Yo seguía desnuda, Ana se paró frente a mí, sin dejar de mirarme a los ojos y de sonreír me aconsejó:
-
“Este fin de semana es muy probable que tu marido te ponga los cuernos. Tú tienes la opción de montar el número, ahora que sabes lo de Araceli y a lo mejor hasta lo evitas. Si lo haces siempre le quedará a Antonio el deseo de lo que pudo ser y no fue…..
Eres mucho más joven que ella, tienes un cuerpo y una piel preciosa”-
Mientras me decía esta última frase el índice de su mano derecha hizo una V recorriendo desde mi hombro derecho al izquierdo pasando por mis pechos hasta llegar a la almohadilla del sexo
-
“Déjale, pero que sepa que lo sabes y lo aceptas, así siempre lo tendrás en deuda. Volverá con más ganas.”
La abracé, me sentí protegida pegada a ella, sus manos recorrieron mi espaldas hasta mis nalgas.
-
“Y si te aburres , que puede ocurrir, pues en una reunión de antiguos compañeros de colegio las parejas sobran un poco, nos tienes a Luís, a mí, que nos encantas y a Mamen que es un cielo…aunque seguro que el que no se te quita de encima es Jesús, que es un medio loco, bajito…”-
-“Cómo me lo pones”-
-“Déjame acabar. Es un director de cine muy divertido y además…con una polla enorme….enorme. Larga y gorda.”-
-“¿ La has probado?”-
le pregunté riendo.
-“
Soy adicta, es una mezcla de macho cabrío y burro….Seguro que nos están esperando los chicos”-
Cuando volvimos Antonio y Luís no estaban solos, Mamen y una pareja les acompañaban. Mamen me dio un beso, nos había visitado varias veces cuando vivíamos en Argentina, es una morocha divina, no muy guapa, un poco pasada de peso, pero todo alegría y sonrisas.
-
“Yo soy Jesús Frank y ésta es Lina, mi compañera, cámara y a veces guionista.”-
era bajito y feo pero con una mirada de boa, de esas que te dejan paralizada, Lina una rubia muy pintada de carnes rotundas y abundantes.-
“ Lo de Frank es porque mi tatarabuelo era un inglés que vino en la guerra de la Independencia, le hirieron , se tuvo que quedar en un pueblecito de Salamanca y allí le agarró mi tatarabuela. El pobrecito al principio sólo sabía decir yo Frank. Así que cuando se casaron, con aquello de cuidarle, mi antepasada le había violado y se había quedado embarazada, fue el apellido que decidió la familia ponerle y bautizarle con José, pues se daba un aire al San José de la iglesia. El inglés estoy seguro hubiera huido, pero resulta que se había quedado con una sola pierna. No tuvo más remedio de quedarse en el pueblo y seguir con la producción de parentela, llegó a tener 9 hijos y además montó un club masón ….pero eso ya es otra historia como decía Kipling”-
Me había quedado impresionada y sonriendo mientras soltaba su perorata, fue Mamen la que con un “
este encantador ya te está embaucando ”
Me agarró de la mano y me mandó a vestir para cuando llegaran los demás.
La blusa y la pollera estaban sobre la cama , donde las habíamos dejado, saqué las sandalias de plataforma y elegí un corpiño de cierre delantero y unas bombachitas , ambas prendas blancas, después me desnudé y fui a la ducha.
Al sentir en mi piel el agua caliente me di cuenta que estaba en una nebulosa. Las emociones de las últimas horas: el ver coger a una pareja, el saberse deseada por ambos, mi exhibicionismo con Ana, las miradas que desnudaban de Jesús y su pareja y el enterarme de la antigua novia de mi marido, todo ello me tenía en una burbuja que podía estallar.
Al quitarme el jabón decidí hacerme una paja acuática, con la izquierda me levanté un poco el monte de Venus para dejar expuesto el clítoris al chorro de agua. Cerré los ojos para concentrarme en la sensación del golpeteo rítmico y constante del líquido contra mi botoncito, me dejé llevar por el placer, cuando me sentí llegar con la mano izquierda me pellizqué el pezón derecho hasta hacerme daño, con esa mezcla de dolor y gusto me alcanzó un orgasmo poderoso como una explosión.
Me sequé con calma, tranquila, como si mi cuerpo no fuera mío. Me di crema, extendiéndola con suave caricia sobre mi piel. Sentada sobre una toalla, frente al espejo que había reflejado las imágenes de la cogida de la noche anterior, me puse rimel alargando aún más mis largas pestañas, después me calcé la bombachita y el corpiño, dos toques de desodorante y luego la pollera, un poco más de cinco dedos por encima de la rodilla, al abrochar la blusa dejé tres botones abiertos de modo que se viera el canalillo entre mis lolas. Las sandalias y un buen pluf- pluf de Chanel 5. Me volví a mirar en el espejo, di un par de vueltas para verme bien, estaba preciosa. Aquellos gallegos cuarentones iban a saber lo que era una porteña de 27 años, y sobre todo la puta esa de Araceli.
Al bajar a recepción había más gente, se acercaban a una mesa y tomaban un credencial para colgársela del cuello con su nombre. Se me acercó Leticia, la mujer de Eduardo otro compañero de mi marido. En sus treinta y muchos, Leti es una señora agradable, elegante, bien maquillada siempre, se nota se cuida, llevaba un pantalón beige, una blusa rosa, con un saco azul, impecable.
Estuvimos un rato hablando de cómo me iba en España ( mentí diciendo que bien), de los niños que estaban en casa aprovechando haber llegado a finales de curso y gozaban de la playa y el clima maravilloso de la costa mediterránea, se nos unió Mamen , para hacerme pata.
Yo estudiaba el entorno , esperando la llegada de la tal Araceli. Y llegó.
Me la señaló Mamen.
Era preciosa, un minón en los primeros cuarenta fuera de serie. Morena, con el pelo a lo paje, ojos negros, cara ovalada, labios bien dibujados, y un cuerpo voluptuoso cubierto con un ambos de Armani, azul, que derrochaba clase, elegancia y plata. No pude opinar de las piernas cubiertas por el pantalón, pero si de las lolas que lucían majestuosas a través de la seda blanca de la blusa que mostró al quitarse el saco.
Se parecía a mí, en el corte de la cara, en los ojos, la diferencia de edad la disimulaba con un maquillaje perfecto, ni una arruga.
Se puso el cartelito con el nombre y esperó a que sus compañeros se acercaran a saludarla, no se agolparon, pero fueron pasando. Mi Antonio llegó de los últimos, no hacía falta ser una bruja para darse cuenta que una corriente corría entre ellos. Se besaron sólo en la mejilla, pero se quedaron con las manos unidas. Yo miraba con ojos como platos, dejándome llevar por los celos y poniéndome cada vez de peor humor.
Ana vino a mi lado y me dijo en voz queda:
“
Recuerda lo que te he dicho, hazte la tonta y que no se te note el cabreo. Te la voy a presentar”
“
Antonio me acaba de hablar de ti, y tiene razón eres monísima”-
me largó al saludarme con una sonrisa que dejó ver unos dientes de diseño. Lo de monísima , me sentó como un tiro, era como si yo fuera una cría y además de un mundo inferior.
“
Vos tenés un lomo bárbaro
,
como dicen en mi tierra un minón o un pedazo de yegua”-
jugué a ser grosera pero aceptando su belleza.
La voz de Luís llamando al jardín donde estaba reparándose la comida y la bebida nos separó.
Para contar las horas siguientes hay una palabra que usan los españoles: “coñazo”. Los compañeros de cole lo pasaban muy bien , hablaban se reían, se contaban anécdotas. Sus parejas , entre las que me encontraba, no sabíamos que decirnos, sólo que dónde vivíamos, cuántos hijos, qué hacían, en fin un no saber qué hacer. La comida estaba buena, sobre todo el jamón, el chorizo, y el queso. La carne dejaba desear comparada con un asado de mi tierra, pero era comestible. Yo me dí al tinto de verano para no agarrar una borrachera que me hiciera perder los papeles.
Fue Ana la que se me acercó para sacarme de aquel marasmo.
-“Ahora viene la piscina, mas de una se va a poner en topless, a ti ni se te ocurra. No es tu rol, como decís en tu tierra. Ven que te voy a dar un bikini con el que lucirte”-
La seguí, fuimos a su zona privada, me dio un bikini y me pidió que me lo pusiera. Me había desnudado ya delante de ella, pero hacerlo me excitaba. Me quedé sin nada, parada, mirándola a los ojos.
-“
Eres preciosa, un volcán a punto de estallar.”-
sus manos acariciaron mis lolas que respondieron con un endurecimiento de los pezones, y recorrieron mi figura hasta posarse en las caderas. Me atrajo hacia ella y me besó. Me dejé ir, respondí con pasión, metiendo mi lengua en su boca, y apretándome a ella. Yo estaba totalmente empapada. Su dedo acarició mi concha y cargado de mi flujo se lo llevó a la boca.
-“Viciosita, viciosita , anda ponte el bikini y mírate al espejo.”-
La obedecí, me di cuenta que realzaba mis atributos. Era blanco, una tira fina me recorría el sexo y se unía a un cordón dorado en la cintura, me alargaba enormemente las piernas, sobre todo los muslos, dejándome los glúteos prácticamente desnudos al igual que el vientre. El corpiño sin armar, me destacaba el volumen de mis senos, marcando los pezones enhiestos.
-
“Es una pasada, estoy sexy, sexy.”
-“Pues verás cuando te bañes. Se te transparenta. Ponte le ropa y espera que yo me ponga mi traje de baño.”-
Me extrañó que ella eligiera una malla completa, negra, no era especialmente erótico, muy en su papel de señora casada, y dueña de la casa, con espíritu deportista. Encima se vistió con lo mismo que llevaba.
Continuará...