Se Llama Gabrielle

"Mi sexo hierve tanto como las ganas que tengo de ver la vida salir de tus ojos"...

El agua de la ducha recorre mi cuerpo desnudo con la suavidad de una amante enamorada, mientras terminó de quitarme el jabón con suavidad, aumentando así las deliciosas sensaciones que ya despiertan mi mente y me llenan de placer.

Mis pequeños pero firmes senos ser erizan ante el roce de mis dedos, haciendo que mis pezones quieran explotar.

Mi cuerpo quiere dejarse hacer, pero se que no puedo perder más tiempo, tengo una cita, la primera desde que estoy en Madrid, y no quiero hacerla esperar.

Tener los... Digamos, gustos particulares que tengo, me han llevado a mudarme seguido, aunque está nuevo país me está encantando.

Mucho más cuando descubrí una aplicación bastante discreta con las que puedo conocer personas que quieren disfrutar de placeres en el anonimato.

Y hoy Lucy85 era la elegida, me escribió hace un par de días, y me convencieron dos detalles importantes.

Vivía sola sin familia, y era dueña de un rostro dulce y delicado, incluso más allá de su cuerpo que era hermoso, esa mirada me pedía placer, y dolor.

Seguía pensando en ella mientras salía del baño y me vestía, algo simple, pero elegante, y cuando me mire en el espejo de mi cuarto me sentí satisfecha de lo que veía.

Tacones altos, vestido blanco bien corto sin escote, y un abrigo a juego que cubría justo lo suficiente.

El hotel donde me quedaba estaba en pleno Madrid, y el pequeño bar donde nos veríamos estaba solo a un par de calles, por lo que me permitía llegar caminando.

Además, la noche era deliciosa, podía sentir la fresca brisa nocturna acariciar mi rostro y mis piernas desnudas.

Yo estaba tan excitada que podía sentir la humedad de mi sexo empapar mi entrepierna desnuda, como me gustaba estar cuando salía de cacería.

Y casi tuve el primer orgasmos de la noche mientras caminando llegaba a ese pequeño bar y la pude ver sentada en la mesa más al fondo.

Era justo como las fotos que me había mandado, aunque aún más bella si cabe en persona.

Peliroja de piel casi tan blanca y lisa como el mármol, enfundada en un precioso vestido coctelero de estampados a juego con su cabello.

Y su rostro nervioso era embriagador.

Cuando me acerqué a ella su nerviosismo se hizo más evidente, y la forma en que se puso de pie me hizo recordar a una alumna en problemas.

-Hola Lucy85, yo soy Gabrielle.- Le dije en forma de saludo, tomando por sorpresa su rostro y besándolo dulcemente en los labios.

Eso la hizo casi trastabillar, pero me gustó que no se avergonzara ante el público y me devolviera el beso.

Nos sentamos y cuando llegó la camarera, le pedí un Bourbon sin hielo para mí, y aunque Lucy85 estaba tomando cerveza, le pidió otro igual, lo que acepto sin pensarlo.

Me estaba gustando.

-Estoy totalmente deslumbrada Gabrielle, usted es bellísima.- Me dijo con sinceridad, lo que provocó mi sonrisa.

-Tu también eres hermosa, y tienes una piel para lamerla y explorarla por horas y horas.- Le respondí con malicia sabiendo la segura reacción en su sexo.

Y fue algo que corroboré casi inmediatamente, metiendo mi mano por debajo de la mesa, entre su vestido de encajes, y sintiendo la humedad en sus pantis, lo que la hizo casi brincar en la silla.

Los ojos de Lucy85 brillaban de deseo, y cuando llegaron los tragos pedí de inmediato la cuenta.

Me tomé mi trago fondo blanco y tendiendo mi mano le pedí que fuéramos a otro sitio.

Ella ni corta ni perezosa también se tomó entero su trago y se levantó como un rayo.

Caminamos de la mano un par de calles hasta donde tenía su coche aparcado, montándonos en él.

Nada más cerrar la puerta nos fundimos en un pasional beso de esos que rompen labios.

Está mujer era puro fuego, y lejos de mostrarse de forma sumisa, tomaba la iniciativa llevando sus manos a mis senos y apretándolos como si la vida se fuera en ello.

Yo tomé su mano, y la baje hasta me entrepierna.

Y solo pude reírme cuando Lucy85 dejo de besarme sorprendiéndose al sentir mi sexo desnudo debajo de mi vestido.

Aunque se recuperó rápido de la impresión y se apresuró a acariciar mi sexo buscando darme placer.

Abrí lo más que pude mis piernas y sus dedos se dejaron caer en mi interior, penetrándome con tal deseo que no tarde en venirme un un ruidoso orgasmos y empapar su mano y el asiento con mis jugos.

Todavía jadeaba mientras ella prendía su carro e íbamos rumbo a su casa.

En realidad, vivía algo lejos, me comentó que acostumbraba a citarse lejos para evitar que nadie la reconociera.

Era maestra de un colegio, y aunque estaban de vacaciones, no quería conseguirse alguno de los padres del sus alumnos.

Es curioso como la gente cuenta su vida así, con tal ligereza.

Su casa era pequeña, pero acogedora, cuando entramos no perdí tiempo y la pegue contra la pared y sin pensarlo, me arrodillé ante ella y levantando su vestido rompí su Panti con puro deseo.

Y si, su sexo, era una obra de arte.

Un pequeño hilo de pelo rojizo era lo único que lo cubría, y sus labios rosados parecían brillar por sus jugos.

No tardé más tiempo y lo devore con pasión, haciendo que tuviera que taparse la boca con las manos para evitar gritar de placer.

Cuando llegó su primer orgasmos abrí aún más mi boca para recibir ese manjar de los dioses.

Todavía jadeaba cuando la tumbe al suelo y la hice ponerse a gatas con su culo en pompa y a mí disposición.

Su cuerpo se retorció de sorpresa cuando mi lengua recorrió su esfinter, pero no le dió tiempo de reaccionar cuando dos de mis dedos comenzaron a penetrar al mismo tiempo su sexo.

Era un torbellino de puro placer desenfrenado.

Cuando su nuevo orgasmo llegó, la golpeó tan fuerte que se dejó caer desfallecida.

Ver su cuerpo derrotado de puro placer fue todo para mí.

Con delicadeza saque mi pequeña navaja del interior de mi abrigo.

Creo que nunca pudo darse cuenta de lo que sucedió, ni cuando abrió los ojos y vio su propia sangre encharcadas en el piso.

El orgasmo que sentí cuando vi su vida irse de sus ojos ha sido uno de los más intensos de mi vida.

Pasaron varios minutos para poder recuperarme, y cuando lo hice, tomé su móvil y borre la aplicación.

Pedí un Uber y en una hora ya estaba de nuevo en mi habitación del hotel, buscando mi próxima víctima.

Pero esa, sera sin duda otra historia...