Se la como a un hetero en la universidad
Me pillan viendo porno e inesperadamente termino comiéndosela a un hetero
Después de ir al comedor de la universidad me gusta pasar por la biblioteca, en concreto a un ordenador que está bastante escondido y puedo mirar porno con tranquilidad sin que nadie lo sepa. Hoy era un día como otro cualquiera. Abrí el navegador y busque videos interraciales, últimamente me está dando por estos. Me quedé embobado mirando como un musculoso hombre negro follaba sin compasión con un rubio caucásico. Penetración rápida, fácil y limpia. Dista mucho de la realidad pero ya sabemos que el porno no deja de ser una versión idealizada.
- No sabía que te gustaba eso. - La voz de Miguel sonó a mis espaldas.
Salté del susto, el corazón se me disparó y cerré como pude la pestaña.
Eh…
Tranquilo, no eres el único que viene a disfrutar aquí.- me dijo sentándose a mi lado.
Ah bueno…- respondí más calmado.- ¿Y qué sueles ver tú?
Esa contestación me salió sin pensarlo. Miguel no era de los más guapos pero su actitud de kinki despistado me ponía mucho. Estaba en la misma clase que yo y llevaba una sudadera, chándal y como siempre, no iba peinado.
Pues… soy más de mujeres, pero no pasa nada hermano, cada uno hace lo que quiere ¿eh?, tengo algunos colegas gays así que tranquilo.
No pasa nada- le respondí.
¿Buscamos algo? estoy aburrido- me dijo apropiándose del teclado.
Entró en una página porno hetero y puso un vídeo donde un tio lleno de tatuajes follaba con dos tías. Yo me fijaba en el tío, que no estaba nada mal. Pero me dí cuenta de que Miguel solo miraba a las mujeres y como si se hubiera dado cuenta de que le miraba de reojo, se estiró y se pasó la mano por el pecho de una manera que a mi juicio era sospechosamente erótica.
- ¿Vienes mucho aquí a hacer esto?- le pregunté para desviar la atención.
-De vez en cuando, ¿y tú?- me devolvió la pregunta mientras masajeaba el paquete disimuladamete por encima del pantalón.
- Bastante, para no estar llendo a mi casa, que queda algo lejos, como aquí y luego vengo a este ordenador.
Miguel clicó en otro vídeo, una chica de un pelo negro intenso le hacía una mamada a un tío de gimnasio mientras la cámara enfoca bien como le come la polla. Miguel empezó a tocarse el paquete por encima del pantalón de chándal sin disimulo.
¿Te atreves a sacártela aquí? - le dije provocándole al ver que me estaba mandando indirectas.
¿Qué dices? - dijo a la defensiva pero con un tono de interés
Para tocarnos, así nos tocamos bien. ¿O es que no te atreves?- le contesté con la clásica provocación.
Y como si acabara de decir las palabras mágicas, se bajó el pantalón hasta mitad del muslo, dejando a la vista sus calzoncillos de marca y pasando la mano por debajo de estos se sacó la polla empalmada. Estaba bien de tamaño, algo más pequeña que la mía pero más gruesa por lo que se veía muy morbosa.
- ¿Tú qué eh? - Me dijo tocándose la polla lentamente mientras me miraba por encima orgulloso.
Le imité y la saqué. Creo que no se esperaba que la tuviera más grande que él, pues se le escapó una expresión de sorpresa. Pero disimulando, se siguió tocando mientras volvió a mirar a la pantalla fijándose en cómo la misma tía de antes le comía los huevos al hombre.
- Qué ganas de una mamada hermano- dijo Miguel después de estar un rato en silencio tocándonos viendo la mamada.
Ni lo dudé, me dejé llevar por lo cachondo que estaba y agaché mi cabeza en dirección a su polla. Como ví que no me lo impedía, seguí y me metí su polla en la boca y empecé a comérsela. Sabía bastante fuerte y se notaba húmeda y cálida. Miguel se echó las manos a la cabeza, se reclinó hacia atrás, abrió las piernas y se quedó inmóvil, solo disfrutando de la mamada. Con una mano le masajeaba los huevos. Los tenía más pequeños de lo que esperaba, pero al estar totalmente depilado se notaban suaves. Me centré en comerle el cabezón, jugando con mi lengua para luego metermela hasta el fondo. Podía hacer graganta profunda sin problema, así que hice gala de mi habilidad metiéndomela hasta la garganta. Se ve que le gustó, pues no tardó mucho en correse en mi boca sin avisar. Menos mal que supe reaccionar a tiempo y pude tragar para no manchar nada, por la cantidad, parecía que le había gustado.Saqué la cabeza de entre sus piernas y se subió los pantalones.
- Pues estuvo bien ¿te mola comer polla, eh hermano? - me dijo luego de un silencio algo incómodo mientras yo me la tocaba.-Bueno, voy a hacer cosillas, espero verte por aquí estos días- terminó de decir sin cortarse mientras se iba.
Yo, saqué un pañuelo de mi bolsillo y acabé de correrme ahí, mirando al hombre de gimnasio en la pantalla mientras aún tenía el sabor del semen de Miguel en mi boca.
Al día siguiente, Miguel volvió y lo que en un principio fue extraño e incómodo se convirtió en costumbre. Pasaron varios días siempre igual, poníamos porno, Miguel se sacaba la polla y se la mamaba hasta que se corriera. Yo ya ni me la sacaba, simplemente esperaba a que acabara y se fuera para terminar de tocarme. Pasaron varias semanas así en las que solo pensaba en la polla de Miguel. Quería comérsela, e incluso hacer algo más. Pero el solo parecía dispuesto a seguir con la rutina. Quizás por el rollo de hetero, no se le veían intenciones de querer experimentar más. Pero a mí me bastaba y sobraba con eso, lo que aún no me había dado cuenta de que me había convertido en el puto de un hetero, pues empezó a hablar de mi a su grupo de amigos kinki, y más de uno vino a probar mis mamadas o simplemente a descargar en mi. Pero eso es otra historia.