Se han follado a mi novia 3 (El danés y el trío)
Infidelidad, Dominación, Trío y Lésbico. Mi novia y su mejor amiga se van de copas. Este relato está pensando para que puedan leerse de manera independiente.
Hace una semana, mi novia María participó en un trío con su mejor amiga y un desconocido, la situación es extraña, porque yo lo vi todo a través de una cámara y me gusto.
Entre la rabia y el placer, decidí tomar medidas y a sabiendas de que su mejor amiga, Isabel, era muy dada a pasárselo bien y probar cosas nuevas, decidí que yo también me acostaría con ella y la convertiría en mi esclava sexual.
Todo esto que os comento lo podéis ver en los relatos publicados en mi perfil: https://www.todorelatos.com/perfil/1496838/, estos relatos están pensados para disfrutarlos de manera independiente, aún así, es recomendable haber leído los anteriores para captar todas las referencias.
Bien, pues como decíroslo; esto ha ido a más y ya no sé hasta dónde puede llegar, me voy a dejar llevar, la verdad es que está siendo divertido. Os cuento.
Hace un par de noches, Mientras María y yo estábamos cenando tranquilamente viendo en Netflix una película, me vino a la mente la imagen de María e Isabel chupándole la polla al mismo tiempo a Carlos, tan preocupadas en hacerlo bien, esforzándose… Aquello me levantó la libido y no pude evitar preguntarme, ¿habría seguido María hablando con aquel chico?
Isabel no me había dicho nada, y eso que habíamos estado hablando esos días atrás. La verdad es que, observándola en aquel momento, con la camiseta gris larga que tapaba toda su figura y con el pelo castaño recogido mientras se reía con las gracias de la tele tampoco parecía una persona dispuesta a dejarse llevar por la lujuria, aunque me había sorprendido ya, no tenía que dejar nada por sentado.
—¿Qué sucede? —Preguntó María, que me había cazado mirándola pensativo.
Enturbiado por mis pensamientos, cerré los ojos sorprendidos y la volví a mirar, ahí estaba, expectante. Se me ocurrió una idea.
—Nada, me había quedado absorto mirando lo guapa que estás —Mentí.
—No digas tonterías, estoy horrible—Se defendió ella con falsa modestia, le gustaba demasiado que le dijera esas cosas.
Dejé un poco de silencio y ella volvió a mirar la tele hasta que decidí romper el silencio.
—María, me acabo de acordar, no te lo había dicho antes. —Comencé a contarle. —Mira, es que pasado mañana es la reunión de la junta directiva de la empresa y nos van a tener a todos hasta las tantas en la oficina preparando informes, no me va a dar tiempo a ir a la terraza que había reservado para mañana.
—Pero, pero… Me apetecía mucho ir. —Dijo ella mientras su rostro se entristecía.
—Lo sé, lo siento, de verdad, pero no tengo otra alternativa, me lo ha dicho mi jefe esta tarde— Le volví a mentir. —Mira, si quieres, ¿lo dejamos para otro día?
—Vale, que remedio— Dijo ella.
Al terminar de cenar ya había terminado de preparar mi argucia, habíamos seguido comentando cosas de la televisión y me había metido con mis superiores, pero notaba un cierto resquemor por su parte, totalmente normal.
Me fui al baño y saqué mi teléfono, escribí a Isabel.
— Hola, Isa —. Le puse en un escueto mensaje.
— Hola, Corazón, ¿qué tal? —. Respondió al instante.
— Mañana María y yo íbamos a tomar algo a una terraza, pero no voy a poder ir, ¿cómo tienes la tarde? —. Le pregunté.
— Había quedado con una cita de Tinder, pero dime, que es lo que quieres —. Contestó Isa.
Desde que la semana pasada me había acostado con ella y habíamos acordado que sería mi esclava sexual, Isabel estaba completamente disponible para mí, y aquello me encantaba, se lo tomaba en serio.
— Pues mira, había pensado, que igual le podrías escribir y decirle que la echas de menos, si quedáis mañana, así podéis ir juntas —. Le dije.
— Pero y te echo de menos a ti 🥺—. Me escribió en el mensaje siguiente. — Aunque, de acuerdo, anulo la cita, ¿quieres algo en particular?
— Quiero que ella disfrute, tienes vía libre a todo lo que se te ocurra 😉.
Me duché tranquilamente y me puse el pijama, cuando me tumbé en la cama junto a María, ella se giró.
—Por cierto, no te preocupes por lo de mañana, Isa me ha dicho que se apunta, así que te roba el plan—. Me dijo más contenta que unas castañuelas.
Me hice el sorprendido y le sonreí.
—Me alegro de que al final todo salga bien.
María
Samuel llevaba unos días muy cariñoso, justo desde que había pasado lo del club con Carlos e Isabel. Nunca había sido una persona especialmente poco cariñosa, pero no sé, le notaba diferente, como más entregado, más contento.
Cuando le conté que aquella noche había salido y había estado bailando con Carlos no me atreví a decirle nada más de aquella noche, me sentía culpable, y aunque me imagino que ya lo sabe o se lo imagina, no quise ahondar en ello, no quería remover nada, todo iba tan bien… Aunque, también es cierto que le comenté que me gustaría experimentar y no lo recibió nada mal, aquella situación me hacía sentir nerviosa.
Llevaba 6 años de noviazgo con Samuel y él me daba muchas cosas que siempre me habían faltado, estabilidad, cariño, un hombro sobre el que llorar, pero, sobre todo, le quería, le quería muchísimo, por eso aquella noche había llorado, me sentía muy culpable de haberme ido a aquel hotel con Isa y Carlos, de haberle hecho caso…
Aunque, nunca me había sentido tan libre como aquella noche, el dejarme llevar por la pasión, la frialdad que había salido de mí al mentir mientras gozaba, me había hecho sentir poderosa, era un sentimiento muy complicado para mí, solo, no quería joderlo todo. Necesitaba hablarlo con Samuel en algún momento, si aquello seguía así, si abríamos nuestra relación, era importante hablarlo, saber hasta dónde podía llegar. ¿Y si todo estaba en mi cabeza? ¿Y si Samuel en verdad no quería aquello? Menudo lío...
Había quedado con Isa aquella tarde, fuimos a una terraza en un ático de la ciudad y las vistas, además del ambiente eran insuperables. Hacía mucho calor, por lo que había decidido ir con un vestido corto de tirantes de estilo ibicenco, me sentía muy guapa y eso me hacía sentir segura, Isabel, por su parte, llevaba un vestido azul, también corto, veraniego que se abría por delante.
Dos chicas solas y que estábamos preciosas, claramente llamábamos la atención, como me recorrían el cuerpo con la mirada, notaba como cada movimiento era claramente observado aquello me hacía sentir nerviosa, pero me gustaba, no lo voy a negar, y claramente la que lo estaba pasando mejor era Isa, era muy atrevida y le gustaba no pasar desapercibida, aquel era su juego.
Estuvimos un rato en la terraza hablando de nuestras cosas, yo le había estado contando que en el nuevo trabajo donde había entrado tenía un jefe que era muy estirado, nos reímos del tema mientras nos tomamos nuestro primer mojito, hacía realmente mucho calor y aquello entraba como ambrosía.
—No sé si te has fijado, pero aquel chico no para de mirarte—Comentó con naturalidad Isabel, que siempre estaba a la caza.
Me sentí de pronto un poco incómoda, pero curiosa al mismo tiempo ¿sería guapo?, así que, me adecente el pelo y mire hacia atrás para observar a mi admirador. Al verle, y no lo hice a propósito, le sonreí; era guapísimo, muy alto y tenía un brazo musculoso que se le marcaba en la camisa, me sonrió de vuelta y se levantó.
“ Mierda ” pensé, yo no quería aquello, le había sonreído instintivamente “estaba muy bueno ”.
—Jope con la niña, con una sonrisa te ha bastado—Río Isabel por lo bajo.
—Ayúdame a quitármelo de en medio—Le pedí ansiosa.
Isa me guiño un ojo, se la veía muy divertida.
—Hola, Señoritas, ¿qué tal estáis? —Dijo el desconocido nada más llegar, tenía un acento que era claramente europeo.—Veo que estáis muy solas, ¿puedo hacerlos compañía?— Preguntó mientras se sentaba sin esperar respuesta.
—Claro, corazón, no te cortes, toda tuya—Respondió algo mordaz Isabel.
“ ¿Se refería a la silla o a mí? ¿Me estaba dejando con él? ” Me empecé a agobiar un poco.
—Me llamo Sten y soy de Dinamarca ¿Qué me podéis contar de vosotras? —Se presentó.
Sten era realmente hermoso, su cabello era castaño claro y lo llevaba en una media melena, sus ojos eran azules y su sonrisa me hipnotizó, además, desde donde estaba podía oler su colonia, era fuerte, de madera y canela. Aquel olor emanaba de su cuello, de sus pectorales...
Mis recelos y barreras cayeron muy rápido, no recuerdo cuanto tiempo paso, pero me olvidé completamente de todo y estuve tonteando con él, además, era muy respetuoso, lo cual, me hizo sentir muy cómoda. Al rato, se acercó otro amigo danés, Lars, era negro y en seguida se puso a hablar con Isabel, dándome espacio.
Como comentaba, la tarde pasó muy rápido y cuando me quise dar cuenta ya iba un poco ebria, Sten hacía tiempo que se había extralimitado y tenía su mano en mi pierna mientras que Isa y Lars se habían liado en un par de ocasiones, me sentía deseosa de que Sten me besase también, notaba su mano cada vez más arriba de mi pierna, ¿o eran imaginaciones mías?
Mi cabeza daba vueltas, la excitación, los nervios, lo prohibido… y de pronto, ahí estaba, la mano de Sten se encontraba debajo de mi falda, me sonrojé y empecé a sentir como me palpitaba la entrepierna, mi ropa interior se mojó, lo estaba deseando, deseaba que Sten me tocase. Pero no dije nada, solamente abrí un poco las piernas, había oscurecido y nadie se daba cuenta, por lo que el danés se acercó a mí y me besó, primero en los labios y después en el cuello mientras habilidosamente él retiraba con su mano el elástico de mi tanga bajo del vestido y hundía sus dedos en mi húmeda vagina.
Tuve un escalofrío que sacudió todo mi cuerpo.
Allí, en público, un desconocido con el que apenas había hablado estaba metiéndome mano de manera desconsiderada. Me besaba el cuello y mi cabeza no hacía más que dar vueltas y vueltas, mientras sus dedos me acariciaban lentamente, pero sin demora mi sexo, me mordí el labio inferior y dejé escapar el aire poco a poco.
Suspiré.
—¿Quieres que vayamos al baño? —Me dijo al oído.
No dije nada, pero el rubor en mis mejillas debió ser suficiente, Sten sacó la mano de debajo de mi falda y me dio la mano, le seguí, al irnos evité mirar a Isa, que seguro que estaba disfrutando con Lars.
Sin mediar palabra, al entrar en el baño cerré la puerta y perdí el control, le comí la boca con frenesí y pude notar como sus fuertes manos se aferraron a mi culo, no lo pude evitar, gemí, gemí como la perra que era en ese momento.
Ya me daba todo igual, le desabroché el pantalón mientras nos metíamos en uno de los lavabos del baño. Sten me manoseó por completo, tomo mis pechos y me agarro fuertemente, todo esto mientras me besaba con pasión.
Le bajé los pantalones y la ropa interior, se apoyó sobre una de las paredes y con una sonrisa, me miró.
—Venga, chúpamela, lo estás deseando—Me dijo.
Me acordé de Samuel en ese momento y me sentí una zorra, no habían pasado ni dos semanas y estaba otra vez a punto de hacerlo, también me molesto la actitud de Sten, como me había metido mano, lo cabrón que había sido llevándome ahí, me enfadé y después, tal y como me había mandado, me puse de rodillas frente a él y me metí su polla en la boca.
La tenía grande, me la llenaba por completo, lo cual me hizo sentir retada, al tiempo que estaba enfadada conmigo misma, yo no era así. Aunque bueno, quizá si lo era. La adrenalina me hacía sentir eufórica, aquello junto con que notaba el sabor de su pene mezclado con el mojito me hacía sentir excitada y entendí lo que me decía en ocasiones Isa, sentirse un poco puta de vez en cuando molaba.
Noté su mano sobre mi cabeza, y en principio no me gusto lo que planeaba hacer, así que me revolví, pero me agarró bien y deje de luchar, en seguida estaba agarrándome del pelo y dirigiéndome, era brusco, no estaba teniendo cuidado conmigo, me estaba usando, hasta que me provocó una arcada al tocar mi campanilla, Sten paró, pero no dije nada, solo tome un poco el aire.
—Así me gusta, como sabía que la que parecía la niña buena era la más puta—Dijo mientras me guiñaba un ojo.
Me estaba humillando, pero me dio igual, en realidad me puso más cachonda, le sonreí y sin darle tregua seguí jugando con su glande sobre mi lengua, la recorrí de arriba a abajo y pude notar como me golpeaba en la garganta una y otra vez.
Aguante en aquella posición y noté como se le ponía más dura y se tensaba, se iba a correr, me preparé y en seguida, su corrida llenó mi boca, al salir todo su semen me llegó un olor fuerte, como cuando comes fuet. Ahí, donde estaba, succione diligentemente hasta sacarle toda la leche, y una vez tuve la boca llena, me lo tragué todo y se la lamí bien para dejársela limpia.
Sten se quedó bloqueado disfrutando de aquella sensación mientras que yo, por mi parte, me limpié los labios y me puse de pie.
—Joder, lo has hecho genial—. Me dijo una vez recuperado.
Como una idiota me sonroje.
—Lo he pasado brutal, hacía tiempo que no disfrutaba tanto comiéndome una polla—. Le dije, era la verdad, sentirme tan sucia me había excitado muchísimo.
—Jajaja, no lo entiendo, una chica como tú, seguro que tienes rollos todas las semanas si quieres—. Dijo Sten.
—Es que… tengo novio—. Le confesé.
Sten se sorprendió y abrió mucho los ojos, pero en seguida una sonrisa pícara y traviesa asomo en su rostro.
—Ahora si entiendo ¿y él lo sabe?—. Dijo y se rio.—Mira, me da igual.
Se acercó a mí, hasta pegarse piel con piel, podía oler su colonia de nuevo y su sudor, me estaba poniendo muy cachonda. Sin apartar su mirada de mis ojos, me cogió del cuello con su mano izquierda y con su mano derecha se metió entre mis braguitas. Gemí.
—Siempre he pensado que cuanta más niña buena, más me pone sacar su lado más de diabla… Y más me gusta hacerla sufrir ¿quieres sufrir, María? —. Me susurró al oído.
Al escucharle se me erizaron los bellos del cuerpo y sentí una chispa eléctrica que recorría mi ser. Ni lo pensé.
—Sí, por favor…
Él sonrió y se concentró en masturbarme debajo de las braguitas, pero aquello no duró mucho, cuando notó que me había mojado, y quería más, paró. Me desesperó.
—Muy bien, dame tu teléfono—. Me dijo.
Obedecí. Sten lo tomó, apuntó su número de teléfono y se hizo una llamada perdida, después, borró el registro de la llamada.
—Estate atenta, te llamaré.
Y con aquello, me devolvió el teléfono y se fue del baño.
En aquella situación, la vergüenza y la excitación me abrumaron y me senté en el baño para poder despejarme, estaba muy cachonda en ese momento, que vergüenza.
“¿Qué había sido aquello?” Sten me había dejado con ganas de más, se había quedado mi teléfono y me había dicho que me contactaría, sí, le había calado mal al principio, si bien se había comportado noble, era el mayor hijo de puta de aquella terraza. Él y su amigo Lars me la habían jugado, aunque, que buenos estaban… “¿Cuándo me llamaría?”.
Mientras estaba allí pensando y despejándome, la puerta del baño se abrió de nuevo.
—María, corazón, ¿estás ahí? — Preguntó Isabel.
Necesitaba verla, Isabel podía ser una persona muy alocada a veces, pero también sabía cómo consolarme cuando estaba rara, así que le abrí la puerta.
Isabel entró y cerró el baño detrás de ella, se inclinó y se puso en cuclillas para mirarme a los ojos.
—No pasa nada, solo estábamos jugando. —Me tranquilizó Isabel. —Estabas explorando…
—Isa, he hecho mucho más que jugar, se la he chupado. —Le dije, confesando lo que había pasado.
La chica se sorprendió levemente, pero no hizó ningún comentario, me ayudo a levantarme y me acompañó al lavabo, donde me lave la cara.
—Solo era un juguete para pasar el rato—. Dijo ella.
—¿Seguro? — le pregunté, insegura.
No me terminaba de sentir del todo cómoda con aquello, me lo pasaba muy bien, dios, había disfrutado muchísimo sintiéndome así, usada, pero sentía que estaba mintiendo a Samuel y eso no quería hacerlo, Isabel parecía comprenderme.
—Totalmente corazón, mira, lo único importante aquí son 3 cosas, el amor que sientes por Samuel, el amor que sentimos entre nosotras dos y que disfrutemos todo lo que podamos, todo lo demás es irrelevante. — Me argumento ella.
—Espera, ¿amor? ¿Tú me quieres, Isa?
Como respuesta, no dio oportunidad y me besó en los labios, fue un beso muy bonito, dulce y apasionado, pude notar su entrega y su cariño, y ahí pude notar que ella me cuidaría, se preocuparía por mí, por muchas locuras que hiciéramos, que me acompañaría “Juntas, siempre juntas”.
—Te quiero María, igual no del mismo modo que Samuel, pero me tienes aquí a tu lado—Me explicó ella.
Yo sonreí como una tonta y le devolví el beso.
—¿Bueno, ¿y qué tal? ¿Cómo la tenía? —Me preguntó.
—Flipas, era enorme y no me ha dado tregua, pero lo mejor de todo es que...—Dude de si contarle todo, no era precisamente un sentimiento muy empodérante. —… Me ha usado, nunca me había sentido así.
Se rió.
—Y te ha gustado, ¿no? Sé lo que se siente… Hay veces que juego a mandar, pero otras que literalmente solo quiero que hagan conmigo—Me confesó ella.
Me sentí en ese momento muy cómodo con Isabel hablando así, sin tabúes, habíamos hecho muchísimas cosas juntas, pero en ese momento notaba una conexión diferente, como que algo había cambiado, a mejor.
—¿Quieres que te acompañe a casa? —Me preguntó Isabel, de pronto.
—Pero ¿y los chicos?
—No te preocupes, me he quedado con el teléfono de Lars, ya le escribiré otro día. —Dijo mientras me guiñaba un ojo.
No tardamos apenas 15 minutos en estar en un taxi de camino a mi casa, y aunque seguía afectada por los mojitos ya me encontraba más calmada y la posibilidad de llegar a casa y estar tranquilamente con Isabel aguardando a que Samuel llegase a casa me relajó bastante.
Al llegar a casa, la encontré vacía, tal y como me la esperaba, sin mucho ruido de la calle, a pesar de ser viernes, aquella parecía una noche para relajarse.
Isa se me adelantó y accedió a mi cocina, para cuando llegué ya se encontraba apoyada sobre el mueble de cocina con dos copas de un vino tinto de mi chico que guardaba para las ocasiones especiales.
—¿Qué haces? ¡Ese vino no! —Le grité de pronto, rompiendo toda la magia del momento.
Isa se acercó a mí y me dio una de las copas de vino.
—Corazón, demasiadas preocupaciones, ven conmigo…
Me dio la mano y me llevó al dormitorio, una vez allí se sentó pegada al cabecero de la cama y le dio un buen trago al vino, al ver que ella lo hacía, no le di más vueltas, e hice lo propio, ya se lo explicaría a Samu.
Después de beber un largo sorbo de vino, apoyé la copa en la mesilla de noche y me senté al lado de Isabel.
—Isabel, yo, yo también te quiero— pude decir un poco aturdida por mis sentimientos que me embriagaban aquella noche, ¿o era el alcohol?
—No tienes que decir nada…
Mi amiga se acercó y me dio otro beso, pero aquel fue más suave, apenas un pico de adolescentes, y me pareció muy tierno. Después me giró levemente y comenzó a darme un masaje en la espalda, así sentadas en la cama como estábamos. Su masaje no era un masaje fuerte de esos que te arreglan la espalda, no, era un masaje con tacto, que en ocasiones me hacía cosquillas, pero sobre todo me hacía suspirar.
Mientras Isabel me tocaba en la espalda ya no podía pensar en otra cosa, en sus besos y sus caricias, me vino a la mente cuando hacía unas semanas Isabel me había masturbado para el disfrute de Carlos y empecé a verlo de otra manera, ya no éramos dos amigas haciendo disfrutar a un desconocido para hacerle explotar de placer. Éramos dos amigas, disfrutándonos la una a la otra, amándonos y añadiendo a un invitado a la fiesta.
Isa no tardó en estar besándome el cuello por la espalda, y un hormigueo me recorrió toda la misma, aquella sensación entre cosquillas y excitación que me aportaba placer me estaba volviendo loca, después de lo de Sten estaba muy cachonda. Comenzó a bajarme los tirantes del vestido hacia los hombros y este no tardo en caer, dejando mi busto superior al descubierto, estaba indefensa ante ella, pero al mismo tiempo me sentía segura y feliz.
Me giré, me puse frente a ella, y mientras apoyaba mi mano en su regazo y la acariciaba me recline hacía ella, me miró atenta y seguidamente después soltó una carcajada, al terminar de reírse, me cogió la cara y me empezó a besar, con mis manos, cogí las suyas y le guie para que me tocase las tetas, a lo que ella reaccionó agarrándomelas y disfrutando de su tacto. Quería ser suya, lo notaba en todo mi ser...
—Cómemelas…— le dije muy bajito, como sin estar segura del todo.
Isa me miró con cautela y poco a poco, se inclinó hacía mis pechos, mientras que yo terminaba de desatarme el vestido. Mis pezones estaban duros e Isa no tardo en meterse uno en la boca y juguetear con él y con su lengua. Suspire le sujetaba la cabeza y le mecía el pelo, aquella sensación era extremadamente placentera.
Primero en círculos concéntricos rodeando con su lengua, aplicando un poco de presión, succionando, metiéndoselo entero en la boca, y después igual con el otro… Estaba cochinísima, no podía evitarlo.
Cuando ya no pude más, me lancé sobre ella y le abrí el vestido, llevaba puesto un conjunto de lencería de encaje azul transparente, el conjunto consistía en un bralette y un tanga con estampado floral de color azul. Pude notar como sus pezones rosados y de bastante aureola se transparentaban a través de la fina tela de color azul.
—Tu hoy venías preparada…— Dije.
—¿Yo? Siempre que puedo—. Dijo ella. —Me hubiese encantado compartirte con Sten.
Aquella revelación me dejo un poco confusa, pero lo entendí, Isabel quería llevarme a su lado oscuro del tablero, jugar conmigo y tenerme de acompañante. Aquello me excito, siempre había sentido una cierta admiración por ella y su capacidad de disfrutar de la vida sin remordimiento alguno y el hecho de que estuviese entrando en el juego, no sé, no quería hacer daño a Samuel, aunque… no parecía importarle mucho. De pronto me vino a la mente la idea del danés cogiéndome del cuello de nuevo, hundiéndome su polla hasta la garganta y corriéndose de nuevo donde él quisiera, mientras su amigo negro se follaba a Isa y me puse canchondisima.
—¿Tú crees...? —. Empecé a decir mientras me imaginaba esa situación.
Isa no me dejo terminar.
—¿Que si hubiese aparecido por el baño se hubiese negado a que me arrodillase frente a él yo también? Corazón, ya sabes la respuesta.
Me reí, estaba empezando a ponerme nerviosa e imaginarme cosas.
Mi amiga me notó, y se terminó de quitar el Bralette, sus pechos eran perfectos, tenía un poco de envidia del cuerpo de mi amiga, no, no era envidia, era admiración. En seguida, se acercó a mí y me besó de nuevo en los labios, después bajo a mi cuello, mis pechos y siguió bajando, en ese momento, comprendí sus intenciones, y sin dudar me recosté y me abrí de piernas al máximo, si ella quería, sería completamente suya…
Samuel
Cuando llegue a casa no sabía lo que me iba a encontrar, estaba muy nervioso, Isabel me había estado escribiendo mensajes y mandándome fotos de María hablando con un desconocido y después solo había recibido un mensaje que rezaba:
—Corazón, ven a casa, te espera un regalo.
El mensaje de Isabel era muy ambiguo y podía significar cualquier cosa. Así que me preparé mentalmente para cualquier situación.
Al entrar, abrí la puerta muy despacito para no hacer ruido y la cerré lentamente. No me dio tiempo a girarme cuando ya, a lo lejos, escuche a mi novia gemir en el dormitorio. Se me puso tiesa al instante.
La puerta de la habitación del dormitorio estaba entornada, pero no cerrada del todo, lo que me permitió la oportunidad de asomarme a observar que estaba aconteciendo sin que me viesen desde dentro y lo que vi, me gustó mucho, María estaba tumbada en la cama, completamente desnuda con las piernas abiertas de par en par, mientras que Isabel, desde el suelo, tenía su cabeza enterrada entre sus piernas, comiéndole el coño, como presuponía, la mirada de María a Isabel, llena de lujuria y pasión me puso a mil.
Con cuidado, seguí observando la situación, podía ver como Isa hábilmente deslizaba su lengua por la rajita de mi coño..., deleitándose con su sabor. hundió su lengua en su interior, logrando que mi cuerpo se tensara como un arco, realmente, no lo hacía nada mal ¿con cuantas chicas había estado Isa? ¿Se habría acostado con más amigas suyas?
Ver a María en aquella situación, gozando como una perra en nuestra cama mientras Isabel le estaba haciendo estremecerse me hizo sentir celoso, celoso y al mismo tiempo sentirme orgulloso de que Isabel estuviese haciendo sentir así a mi novia, tal y como le había pedido.
En aquella situación me debatí en lo que hacer, si quedarme en aquella posición esperando y viendo como acontecía todo, o participar y si lo hacía… ¿Cómo hacerlo para que a María no le diese un infarto del susto?
Decidí participar, pero para no darles un susto, retrocedí sobre mis pasos hasta la puerta, me dispuse a actuar y abrí y cerré la puerta de manera sonora.
—¡Hola, ya estoy en casa! — Anuncié bien alto mi llegada.
De pronto escuché bastante ruido en el dormitorio, algo me indicaba que alguien se había caído al suelo. Escuché reírse a Isabel y sonreí, había sido María.
Unos segundos después la puerta entornada del cuarto se abrió, yo ya estaba en el salón.
Mi chica salió del dormitorio con el pelo despeinado, tapándose con una sábana, completamente ruborizada y sin palabra alguna, estaba en una especie de shock, la había pillado.
—¿Estás bien? — Le pregunté.
María no respondió, no le salían las palabras, y se puso más roja aún, pero asintió.
—Corazón, no te preocupes, lo hemos organizado entre los dos. — Dijo Isabel, que había salido del dormitorio para ver qué pasaba. —Samu lo sabía.
—¿Y te parece bien? — Preguntó María, todavía con algo de preocupación.
Me acerque a ella y le acaricie la mejilla.
—Claro mi vida, me encanta— Dije, aquella situación me ponía demasiado.
Isabel se acercó a nosotros, me sonrió y después besó con pasión a María delante de mí, mi chica se puso un poco tensa, pero cuando la acaricié el hombro, se relajó y se dejó llevar.
En seguida, nos dirigimos al dormitorio los tres, mientras que María estaba completamente desnuda, Isa todavía tenía su ropa interior puesta, por lo que la bese estando ambos de pie y le ayude a quitarse el sujetador mientras que ella hacía lo propio con mi camisa.
Ahí estaban de nuevo, esos pezones rosados que me volvían loco, miré a María, y la descubrí observándome con mucha curiosidad, ¿cómo reaccionaría? ¿Le gustaría ver cómo me follaba a su mejor amiga?
Isa no tardó en coger la cabeza y llevarla a sus pechos los cuales agarré con las dos manos y me metí uno de ellos en la boca, concentrándome en su labor. Tenía la cabeza casi apoyada en uno de sus hombros; su piel olía tan bien...
Se me estaba poniendo muy dura.
De pronto, sorpresa, Maria se acercó, metiendo su mano en el pantalón y agarrándome el miembro.
Tragué saliva.
—Buff, la tienes durísima— Dijo sorprendida María. —¿Te gusta? ¿Te gustaría follarte a mi amiga?
-Sí, joder...— Pude decir mientras notaba como su mano exploraba el grosor de mi pene y me acariciaba arriba y abajo.
Isabel me miraba con deseo.
—Seguro que deseas correrte en su coñito.
Por unos instantes dudé de si María estaba agresiva de pronto, me fijé bien en ella y me dí cuenta de lo que pasaba. Estaba celosa de cómo miraba a Isabel, ella que hacía unos minutos había estado con su lengua entre sus piernas.
—Humm… No suena nada mal. —Comenté.
María me agarró muy fuerte en la base del miembro, lo cual me lanzó una punzada de dolor que, en el estado en el que me encontraba, tan solo acrecentó mi excitación.
Mientras ella seguía masturbándome, Isa se puso de rodillas y término de desabrocharme el pantalón para después bajarlo hasta los tobillos, hice un movimiento con las piernas y lo tiré a un lado.
—Prefiero que te corras en mi cara, sí, para eso soy tu puta ¿verdad, corazón?
María no dijo nada, siguió masajeando mi miembro arriba y abajo, ya sin que el pantalón le limitase, me fije nuevamente en ella para ver si se había molestado por aquello.
—¿Te gustaría? —Me preguntó en tono de ofrecimiento.
Joder, mi novia me estaba proponiendo que me follase a su mejor amiga y después la humillara corriéndome en su cara, asentí y ella sonrió de manera pícara.
Las manos de Isa se postularon en torno a mi polla, apartando las de María y no tardó en llevársela a su boca, ahí de pie como estaba, podía ver como cabeceaba adelante y atrás, mientras sentía como jugaba con la lengua, primero en la punta y después por todo el tronco, recorriéndolo y haciéndome cosquillas. Isabel era toda una profesional de las mamadas.
Mi chica observaba curiosa el desempeño de Isa y no tardó mucho en tumbarse en la cama, a nuestro lado mientras se masturbaba viendo la escena, primero con delicadeza, pero cada vez aplicando más intensidad.
Isa por su parte, lo volvió a hacer, cuando notó que era el momento, agarró mi pene con su mano derecha, y siguió masturbándome mientras se agachaba un poco más y me lamía los huevos con dedicación, sorbiéndolos y haciéndome caricias.
Si seguía así no tardaría mucho en irme, por lo que le acaricie la cara y le guiñe un ojo señalándole con la cabeza a María, le tocaba a ella.
Sin mediar palabra, ella lo entendió.
Me senté en la cama e Isabel hizo lo propio, pero dirigiéndose ya hacia el coño de mi amada, no tardó apenas unos segundos en volver a hacer estremecer a mi novia, que le cogió de la cabeza y la empujó hacia sí misma.
—Mejores amigas para siempre, eh—Bromeé.
María entre jadeos se rio, le había hecho gracia.
Nuestra invitada estaba tumbada boca abajo ocupada en su labor, y me dije que aquella era mi oportunidad. Me puse detrás de ella, le agarré con ambas manos de la cintura, ella me miró expectante y la penetré con fuerza, Isabel gimió.
La visión que tenía en aquel momento era excitante, por una parte, observaba como me estaba follando a Isabel, con su perfecto trasero y su espalda arqueada, al mismo tiempo que podía hacer conexión visual con María, que estaba con las piernas abiertas y cogía del pelo a su amiga no dejándole alejarse de su coño, su actitud era de excitación y desafío máximo.
En aquella tesitura, me estaba esforzando al máximo para darle placer a Isa empujando bien hondo mi verga sin compasión, hasta que fue más que evidente que ella no podía más y se recostó sobre el muslo de Maria para sentir plenamente como la embestía.
María se levantó y se acercó a mí, poniéndose a mi lado y dándome mayor libertad de movimiento con Isa, que se apoyó sobre sus codos mientras disfrutaba de recibirme.
—Samu, amor, me está excitando mucho como te follas a Isa—. Me dijo al oído María.
Ahora que la tenía cerca, en pleno acto, podía notar como sus labios olían a mojito y su sudor a sexo, aunque no era el único olor que percibí, ¿Semen? ¿Se había follado María al rubio también? La observé, su rostro estaba completamente ruborizado, menuda puta tenía en casa, me alegraba de haberla despertado.
—¿Sabes una cosa? No es la primera vez que la veo así—. Soltó señalando a su amiga—Pero si es la primera vez que la veo tan complaciente.
Le sonreí, sabía que se estaba refiriendo a la noche con Carlos.
—Te gusta que te follen desconocidos —. Le dije.
Ella se quedó cortada y se ruborizó mucho más, y mientras seguía con el vaivén, sin darle tiempo a pensar más, le comí los morros a mi chica, se lo estaba tomando bastante bien y en verdad, estaba deseoso de saber de hasta dónde podría llegar.
Saqué mi polla de la vagina de Isa, que se quejó levemente y apunté con ella a María.
—Te toca, amor.
No hizo falta más, María estaba muy cachonda y deseosa de tenerme dentro, por lo que en menos de un segundo me empujó y tiró contra la cama para ponerse a horcajadas sobre mí. No tardé en sentir sus labios vaginales, húmedos y ardientes sobre mi pene y después, el cómo estos me cubrían por completo, mi polla estaba impregnada en aquel momento de los flujos de Isa y de los de María. No lo pude evitar, ante el morbo de la situación, solté un leve gruñido.
María, desde arriba, puso sus manos sobre mis pectorales y comenzó a mover su cadera habilidosamente, no sé si era que mis sentidos estaban alterados o que exactamente, pero la note especialmente dedicada, era una gloria sentirla, su cadera se movía adelante y atrás, en círculos y con pasión. Su amiga se puso a su lado, le agarró de los pechos mientras seguía en aquella posición y la beso, si aquello seguía así no tardaría mucho en correrme.
Mientras María movía sus caderas en círculos concéntricos aprovechando su peso para recibir el máximo placer posible de mi pene, Isabel aprovechaba para magrear y masturbar a mi novia, con una mano en su clítoris, comenzó a jugar hábilmente, el coño de mi novia se humedeció aún más si cabe y sin casi estar preparados, alcanzó el orgasmo. Para sentirme con más intensidad, puso todo su peso apoyado en mí y mi polla se hundió hasta el fondo, se quedó bloqueada y gimió, gimió como nunca antes lo había hecho, como una perra en celo. Por mi parte, en ese momento no paré, seguí el ritmo y me apoyé sobre mis piernas, para desde abajo seguir con el movimiento de penetración que había parado al bloquearse María, e Isa hizo lo propio, mientras me miraba a los ojos, seguía frotando el clítoris de su mejor amiga, hasta que está no pudo más, se apartó y se quedó temblando en la cama.
Pero yo no me había corrido, me había costado bastante, pero me aguanté bastante, tenía más planes.
Me acerqué al oído de María, todavía recuperándose, y dejándome llevar por la pasión le susurré al oído.
—Te quiero, espero que no te moleste que me vaya a follar y a correr sobre tu amiga, porque le tengo unas ganas…
María me miró con cara de no comprender al principio, estaba demasiado ida, aunque no tardó en pillarlo, y me puso cara de lujuria y rabia al mismo tiempo. Sí, quería que viese lo que iba a pasar a continuación, igual que Carlos se había corrido en su coño, ahora yo tenía derecho de reclamar a Isa, que, a fin de cuentas, era mi putita personal.
Alcé mi mirada hacia Isa y clavé mis ojos en los suyos. No tardó mucho en estar para mí.
—¿Qué quieres que haga? —Preguntó Isa, dispuesta.
—Ponte en cuatro, como antes.
Isa asintió y se apoyó sobre sus codos de nuevo, está vez mirando hacía María, lo cual, le agradecí, quería ver su reacción.
Puse mis manos a ambos lados de su trasero y le solté una cachetada, sabía que le gustaba. Acto seguido llevé mi mano al coño de la muchacha, palpando y acariciando para ver cómo estaba, me generó mucha satisfacción sexual notar que estaba muy mojado, y no solo por sus propios fluidos.
—¿A cuántos novios de conocidas te has follado? — Le pregunté sin dejar de acariciarle.
—Uff, no sé—. Dijo ella. — Creo que a 6.
Lentamente, posé mis dedos sobre el clítoris de la chica, haciendo que su cuerpo se estremeciera de placer.
—¿Y qué ellas lo supieran y consintieran?
—¡Ummmm! – siseó Isa–. Solo uno.
Con cuidado, fui deslizando mis dedos hacia los lados de su clítoris y le acaricié formando círculos, deleitándome con su excitación, sabía perfectamente que Isa se estaba excitando, sabiéndose una guarra.
—¿Y cuántas de tus amigas has conseguido que les pongan los cuernos a sus parejas o te has acostado con ellas? — Pregunté de nuevo.
—Solo Isa se resistía...—. Dijo Isabel.
María me miró, aquello le estaba sorprendiendo bastante y seguía bastante aturdida, aunque su mirada tenía otro brillo, estaba empezando a intuir que sucedía ahí.
Con Isa todavía recostada sobre sus codos, deje de masturbarla y le puse mi pene sobre su ano, sin presionar, solo que lo sintiera ahí.
—Y una última pregunta, ¿Cuántos de esos novios te han follado a ti? ¿Cuántos de esos novios te han hecho su sumisa después? — Le pregunté, firme.
—Fóllame ya—. Gimoteo ella.
—Responde.
—Solo tú.
Orgulloso, miré de nuevo a María, que ya estaba totalmente repuesta, no sabía que decir, estaba quieta observando aquella situación, intrigada, curiosa y excitada de ver a su amiga sometida.
—Muy bien—. Dije, después, escupí en su culo y con un dedo le mojé bien el agujero de su ano, introduje mi dedo y comencé a mover en círculos la yema de este en su interior, un suspiró se le escapó a Isabel.
Con el dedo fui moviendo delicadamente para ir dilatando, y también metiendo hacia adentro y sacando, poco a poco, suspiro a suspiro. Sabía que le estaba doliendo un poco, pero el placer que le generaba le compensaba con creces, por eso no se quejaba.
Cuando consideré que ya estaba bien, saqué mi dedo y puse mi polla de nuevo encañonado su culo y le escupí de nuevo. Para mi sorpresa, no tuve que empujar, si no que fue ella, la que proactivamente se echó hacia atrás facilitando que la penetrara.
No fue tan fácil, al principio noté como que entraba muy difícil, hasta que se paró, ahí apreté un poco hacia adelante e Isa paró en seco, resopló, le había dolido, pero no se quejó, aguanto unos segundos y se movió de nuevo hacia adelante y otra vez a atrás, para clavarse más profundo, se volvió a pasar, le estaba doliendo, pero quería seguir, aguantaba y otra vez lo intentaba, aquel proceso me estaba poniendo más cachondo aún, lo cual hacía que mi polla estuviera más y más dura, clavada en su interior.
De pronto, empecé a notar que ya iba más fluido, su esfínter había cedido y su culo estaba abierto para mí, lo noté y ella también, en ese preciso momento, le agarré bien del culo y empecé a culear poco a poco pero sin tregua.
Isabel gemía, sus quejidos eran indudablemente de placer, pero se mezclaban con un leve dolor, me pregunté entonces si Isabel estaba experimentada en aquella práctica, si bien era muy puta, igual era algo que no le apetecía mucho.
Mire a María, estaba masturbándose de nuevo mirando la escena.
—¿Te gusta? ¿Quieres que te folle a ti así? – le pregunté.
Ella me devolvió la mirada, dudo medio segundo, pero en seguida asintió. Le sonreí con vicio en mi cara.
A mí aquella sensación me estaba volviendo loco, lo sentía muy apretado, y al estar haciéndolo sin condón, notaba su piel bien prieta frente a mi pene y la resistencia de su culo, notaba como poco a poco iba desaparecido, como cedía su culito ante mí.
Ante aquella situación, empecé a martillearla más duro y ella gritaba ya directamente, ya casi no había dolor en su quejido, pero era más escandaloso de lo habitual, los vecinos ya debían saber que estaba pasando algo.
Baje mi mano a su coño y empecé a frotar de nuevo mientras en aquella postura me follaba su culito, no tardó mucho, en seguida un grito fortísimo salió de su garganta y note como se le contraía el ano en torno a mi pene, la envidie, el placer que debería estar teniendo en ese momento…
Me tente de seguir follándole el culo, pero en verdad quería cumplir mi promesa. Mi nivel de excitación era ya elevado y no tardé en estar a punto de correrme, sopesé no decirle nada, y correrme en su culo, pero teniendo en cuenta que ella misma me había pedido que lo hiciese en su cara… era una sugerencia demasiado apetitosa, sobre todo con María mirando.
—Joder, me voy a ir—. Avisé.
Se separó, se puso de rodillas frente a mí y se echó el pelo para atrás, mirándome con desafío.
El simple hecho de ver así a Isabel hizo que la cabeza se me nublara por la calentura y sin poder aguantar más, sentí que mi orgasmo llegaba. Sentí una oleada de placer muy potenciada por la situación, me recorrió la espalda y no tarde mucho, en seguida un buen chorro de semen caliente impacto sobre la mejilla de Isa, que me mantenía la cara de desafío con la sonrisa demasiado caliente. El segundo impacto le dio en la ceja izquierda, lo que le obligó a cerrar aquel ojo y la tercera ya fue a la boca, mojando sus labios de mi néctar.
María lo recibió con gusto, y una vez lo tuvo por toda su cara, se lo retiró de los ojos y me miró para poder sonreírme.
—Os quiero—. Dijo María. —Os quiero muchísimo, hacía muchísimo que no me lo pasaba tan bien.
—Yo también te quiero—. Dijo Isa, mirando a María todavía con mi semen sobre su cara.
Sonreí primero a María y después a Isa, acariciándole la mejilla, aquella situación era un sueño, tenía a dos de las mujeres más calientes que había conocido nunca, y una de ellas era mi novia, y la otra, mi esclava sexual, y lo mejor de todo, se deseaban.