Se hace camino al entrar
Otro enfoque de mi "desvirgue" anal... Anda, decídite y sabrás lo que es gozar con algo de carne en la colita...
SE HACE CAMINO AL ENTRAR
Siempre tuve la impresión de que al penetrar a mi compañero algo le dolía y una vez le pregunté si era así y me respondió que sí, pero que era sólo un dolor fugaz, pues estando impaciente por recibirla podía dilatar casi de inmediato, facilitando la penetración.
He utilizado consoladores "caseros": vegetales (pepinos, zanahorias), velas gruesas y hasta un envase de desodorante de plástico no duro, lo que facilita la introducción. He gozado lo indescriptible con esos adminículos y los derrames han sido potentes y abundantes, pero nunca como cuando la recibí "en vivo".
Ocurrió una vez durante una sesión con mi compañero en que le insinué me introdujera una porción para experimentar, a lo que accedió momentos después. Quizá por la calentura e intenso deseo, todo fue muy lindo, fácil e indoloro. Lo alenté a mayor entrada cuando la tenía hasta la mitad, y entonces cuando se produjo tan anhelada cosa, me produjo un leve dolor en el fondo del canal, dado la extensión de su pene, razón por demás de pensar que aunque faltaba más de un dedo para la penetración total, no entraría más de allí, pero sólo fue una suposición mía, pues unos segundos después me trabajaba la cola con mucho movimiento y logró introducirla entera, lo que me provocó una oleada de gozo, a tal grado, que entre gemidos le pedía no dejara de hacérmelo, algo que prosiguió durante imborrables quince minutos o algo más.
Ese pene se hacía sentir en toda su extensión y mis gemidos se convirtieron en aullidos bajos mientras ese trozo de hombre proseguía con su faena. Cada vez que me enterraba entera esa verga, me hacía ver estrellitas de colores, pues obviamente sus 17 cm. estaban metidos hasta el tope en mi canal rectal. Él se hamacaba y me hacía girar la verga adentro lo que me producía alaridos de gozo. Se había prendido a mis caderas y me mantenía pegado a su cuerpo, mientras culebreaba con sus caderas sin dejar que la verga se saliese, algo que yo no deseaba.
Sus chorros de semen, literalmente se estamparon contra el fondo de mi recto. Era un delicioso enema de leche, y entre quejidos seguía eyaculando.
Cuando la retiró, salió con algunas gotas en su glande y me pidió probarlo, algo que me resultó alucinante pues nunca había degustado el licor masculino de esa manera. Se la chupé hasta dejarla limpia y brillosa con mi saliva.
Fue una sesión espectacular que terminó con él bajo mi cuerpo y recibiendo boca arriba y con sus piernas hacia atrás, toda mi verga y después mi lechada.
Lo hemos reiterado en varias oportunidades y ahora somos bisex y nos sentimos plenamente gratificados deponer disfrutar de nuestros cuerpos.