Se dejó convencer y pasó a la ofensiva.
Una atractiva mujer madura convence a su cuñado para que entrene sexualmente a la hija de ella. Y el tipo primero acepta a regañadientes y luego se aprovecha de la situación.
Esta historia es el segundo capítulo una saga con nombres únicos. Es mejor leerlos en orden.
El capítulo 1 es “No se pudo resistir” https://todorelatos.com/relato/176585/
Espero que sea del agrado de los lectores. Sé que el español de Argentina no es el más popular en este sitio, pero realmente es lo único que sé escribir.
En pocas semanas la vida de José había dado un vuelco inusitado. Primero, durante unas vacaciones de fin de semana en Entre Rios, su sexy sobrina Micaela, de penas 22 añitos, lo había empujado a cometer una locura.
Con la excusa de “pedirle consejos sobre chicos” Mica logró que José terminara provocándole un orgasmo brutal a fuerza de acariciarle la suave y lampiña vulva mientras le sobaba las tetas y le mordisqueaba el cuello cual viejo baboso pervirtiendo a una jovencita.
Aquello había ido de mal en peor. Mónica, la casi-cincuentona bomba sexual, mamá de Mica y cuñada de José, había encontrado una grabación del encuentro, había forzado a José a mirar el video con ella y, lejos de denunciarlo con la esposa del hombre (hermana de Mónica), habían convencido a José para que siguiera proporcionando subrepticiamente placer a la muchacha, pero siguiendo tres reglas estrictas:
- Mónica iba a conocer todos los detalles de los encuentros
- José no podía penetrar a Micaela con su miembro
- José no debía eyacular cuando estaba con la chica
Luego del encuentro con Mónica, José estuvo en vilo todo el tiempo, esperando en cualquier momento que se le apareciera la sobrina con aberrantes demandas sexuales. Sin embargo, el ataque vino del lado de la Madre en la forma de un llamado.
—Ho… ¿Hola Monique, pasa algo? — atendió cauto José
—Hola cuñadito, espero que no hayas olvidado nuestro trato, porque hoy te llevo la nena. ¿Está INSOPORTABLE, necesito que me la calmes, sabés? — Preguntó retóricamente la madura.
—Peeerooo….—No pudo terminar José porque sintió que se le secaba la boca.
—Pero nada. Un trato es un trato. Paso en una hora, te dejo la nena con la excusa que va a hacer mantenimiento a tu computadora y me llevo a mi hermanita de shopping por unas cuantas horas para que hagan tranquilos, besossss— Informó la cuñada.
José no lo podía creer. ¿Qué clase de madre se comporta así? Y ¿qué iba a hacer él ahora? Obviamente no le quedaba otra que seguirles la corriente y responder.
Pero mientras pensaba la situación con mas calma se le empezó a parar la verga. Empezó a recordar a Micaela retorciéndose de placer en sus brazos y a su mamá jadeando mientras miraba el video con él. Imaginó que ahora se esperaba de él que redoblara la apuesta, que diera un paso más. Y decidió actuar. Después de todo, ellas tenían razón: era mejor que Mica aprendiera las artes sexuales con él y no que malaprendiera con algún pendejito boludo y lechoso.
Y así se encontró un rato más tarde despidiéndose de su esposa que se iba con la hermana de compras, mientras su sobrina lo miraba con ojos gatunos y la cuñada le guiñaba picarescamente un ojo. Segundos mas tarde un mensaje privado de la madre entregadora recordaba los 3 puntos del acuerdo y agregaba un mandato: “Hacela gozar mejor que la primera vez, Josٞé.”
Lo que ocurrió aquella tarde sorprendió (gratamente) a Micaela: su tío había pasado de la embarazosa timidez culposa a la descarada lujuria incestuosa. No sólo una vez, sino DOS veces la había hecho acabar como una loca. Y pocas horas mas tarde Mica se iba risueña y mansita con su mamá.
A los 3 días. Cuando el nombre de Mónica apareció en el caller ID del hombre, éste supo exactamente para que lo llamaba.
—¿Si?—canchereó el tipo
—¡Lo encontré! ¡Jose! Tengo el video del último encuentro. —Mónica no podía ocultar su emoción. Sonaba exultante.
—Hola Mónica. ¿Qué video? ¿Qué encuentro? —José simulaba demencia.
—Jajaja te diría que no te hagas mas el boludo, ¿pero sabés qué? Te ponés irresistible cuando te hacés el inocente mientras te beneficiás a tu propia sobrinita jajaja—Bromeó Mónica.
—Jaja. Ok, Ok, cuñada, hoy paso en la hora del almuerzo y lo vemos juntos, ahora tengo que dejarte, bye—Cortó con gran efecto José.
Mónica se sorprendió en un primer momento. Pero luego se puso manos a la obra. Se arregló lo más sexy que pudo (que no era poco) y preparó la sala para cuando llegara el cuñado. A propósito evitó ver el nuevo video, pero en su lugar repitió el primero reproduciendo solamente la última parte, la más intensa, mientras se estimulaba con un vibrador y gritaba obscenidades.
—¡Siiiii! !Gozá, pendejtia! ¡Gozáaaaa! ¡Aprendé lo que es un macho de verdad, trolaaaa!—gritaba mirando la cara de placer y el arqueado lomo de su hija al momento del orgasmo. Y luego le hablaba imaginariamente a su cuñado—¿Te gusta cogerte a Mica, hijo de puta? Te gusta, ¿verdad? Ahhhgg siiii te gustaaaa. ¡Te gusta porque se parece a mí, degeneradoooo! ¡Te gusta porque somos parte de tu familia, hijoderremilputasssss!
Finalmente, después de venirse brutalmente, Mónica se arregló bien como si nada hubiera pasado y esperó la llegada de su cuñado.
La proyección de la película fue en un clima diferente a la primera vez. José se mostraba tranquilo, exultante, orgulloso. Y Mónica ya no ocultaba su excitación ni ahorraba palabras soeces al referirse a lo ocurrido.
En el comienzo de la película, se veía a José sentado en el sillón mientras micaela hablaba detrás de cámaras mientras montaba los equipos conversando con su tío.
—¿Y eso? —Preguntó sorprendida Mónica—¿Preparando la filmación y conversando con vos? —
—Bueno, cuñadita—Fanfarroneó José—La parte que OBBBVIAMENTE no ha sido grabada es cuando, ni bien cerramos la puerta, arrinconé a tu hija contra la pared, le comí la boca y le dije que sabía que me había grabado.
Ante la cara de pánico de la madre, José le aclaró que había ocurrido sin delatar a Mónica y que simplemente había engañado a la muchacha diciéndole que había visto las cámaras y la había visto luego a ella discretamente guardándolas.
—Le dije que la dejaba filmar si me pasaba una copia y ella accedió de buena gana. De esa forma no vas a tener que arriesgarte vos a andar revisando las cosas de Mica, porque si se entera, se te va a complicar la vida—Razonó el perverso maduro que ahora fingía complicidad con su cuñada.
Eso explicaba que ahora la chica filmaba abiertamente todo con consentimiento de su tío y que el mismo actuara con tanta seguridad y confianza.
—ejemm… te lo agradezco, realmente, sos un buen tipo—Concluyó irracionalmente la madre, totalmente aturdida por la manera en que la situación que ella creía manejar ahora la superaba totalmente.
Luego que las cámaras estuvieran listas la chica apareció en cuadro y al aproximarse a su tío, éste reaccionó como si tuviera un resorte en el culo y se paró a abrazarla y a morrearla impunemente.
Las tomas de dos camaritas estratégicamente compaginadas mostraban las bocas abiertas y las lenguas ávidas y a la vez mostraban las manotas del hombre apretando la redonda y parada cola de la chica a la vez que la atraía hacia él y empujaba con su pelvis en claro gesto de estar fregándole el paquete inflamado en la entrepierna.
Aquello era lo opuesto de la semana anterior. La chica era ahora la sorprendida y el tío era el que empujaba (¿o empijaba?) la situación
—ohhh wow—apenas atinaba a decir Mónica.
En un plis-plas los amantes estaban revolcándose en el enorme sillón que la incauta Tía Clarisa había instalado en la sala.
Los gemidos y los suspiros de la jovencita cortados por la risa del tío redondeaban el marco erótico de la toma.
Viendo que la cosa arrancaba tan fuerte, por la mente de la madre cruzó fugazmente la imagen de su hija empalada en la verga de su cuñado e incómoda pidió un adelanto de la historia.
—Me imagino que habrás respetado las reglas, ¿no?
—OBBBVIO—la tranquilizó sobradoramente el hombre—Yo soy hombre de palabra. Y tenemos un acuerdo vos y yo.
Mónica apenas sonrió y volvió a mirar la pantalla boquiabierta. Aquello era bestial, a juzgar por el sonido de los chupones, por el brillo de las babas en la cara y el cuello de Micaela y por la forma desesperada que ella buscaba continuamente la boca de su experimentado amante. La chica estaba siendo besada sucia y lujuriosamente por quien en verdad debería cuidarla y protegerla.
José la iba desnudando mientras la acariciaba, la manoseaba, la besaba, la chuponeaba. El tipo la estaba trabajando a fondo: En un segundo le proporcionaba cariños (sexualmente) tiernos y de inmediato la trataba de manera asquerosamente pornográfica. La chica respondía sorprendida y complacida por partes iguales.
—¡Agghhh tiiioooo! ¡Esto es increíble! ¡NO PARESSS PORFAAA!— Rogaba Micalela.
El tío, inmutable, casi no le hablaba y se limitaba a emitir sonidos de complacencia o a lo sumo a reasegurarle que le iba a gustar cada vez más.
—Quehijodeputa que sossss, José, mirá cómo te la trabajaste—Reaccionaba espontáneamente la madre que mas que mamá de una joven seducida por un tío parecía una desaforada relatora deportiva.
El hombre hablaba poco y se limitaba a asentir o a reírse. El tipo gozaba no solo rememorando el momento vivido con la chica, sino compartiéndolo con su sexy cuñada que ahora parecía preocupada y a la vez sexualmente caliente.
Cuando el musculoso hombre de la filmación comenzó a besar a la chica ya desnuda cada vez más abajo en su cuello, pecho y vientre, la madre casi se ahogó en sus propios jugos vaginales y no pudo evitar el comentario.
—¡Jodeme que le comiste la concha a mi hija, José! Madre mía…—
Luego, y mientras la película rodaba, Mónica confesó a José que Clarisa solía presumir frente a ella y a sus primas del sexo oral que le proporcionaba el marido. José lo sabía y apenas atinaba a sonreír frente a la mirada atónita de su cuñada con sonido ambiente de los gemidos de Micaela.
Un cabezazo del cuñado, como empujando una pelota hacia la tele, advirtió a la madura Mónica que debía dejar de mirarlo a él y concentrarse en la tele.
En efecto, cuando la cabeza del hombre se alojؚó entre las piernas de la chica, Micaela estalló de placer y comenzó a retorcerse gritando obscenidades y reclamando que su tío no parara.
Naturalmente, no se podía saber a ciencia cierta qué estaba haciendo exactamente ahí abajo la boca de José. No se alcanzaba a ver. Pero todo indicaba que le estaba comiendo la concha como si no hubiera un mañana.
Para colmo, la toma general mostraba como la chica pataleaba e intentaba moverse mientras el tío, la aplastaba de espaldas al sofá presionando con una manota contra el vientre de la sobrina mientas la otra mano le estrujaba las tetas o le metía uno y dos dedos en la boca, que la chica chupaba y baboseaba con instinto animalesco. La madre no lo soportó y dio pausa al video.
—NECESITO que me cuentes con lujo de detalles lo que hacías ahí abajo—Expresó Mónica intentando sonar autoritaria, pero en verdad mostró que estaba sexualmente desesperada.
—Es obvio—se repitió José.
—Obvio un carajo, José, no te das cuenta que NECESITO que me lo cuentes TODO—Imploró Mónica.
El Maduro, sabiéndose dueño de la situación, procedió a detallarle a su cuñada cómo besaba tiernamente y recorría de abajo hacia arriba los labios vulvares de Micaela (a los que él le llamaba jocosamente: “Los flaps de la concha de Mica”), cómo luego se los sorbía y tironeaba con su boca para pasar finalmente a abrirlos con la lengua para lamer “el centro de la rajita” (tal el lenguaje explícito usado por el hombre).
Mónica lo miraba, atónita, alternativamente a los ojos y a la boca y se restregaba las manos al tiempo que apretaba y aflojaba las piernas. José disfrutaba el momento y mientras dejaba correr el video, se lo iba relatando.
—¿Ves ahí, Monique? ¿Cuando tu hija comienza a arquear la espalda? Es porque empezaba a puntearle la concha con un dedo. —Explicaba en explícitos detalles el envalentonado cuñado y seguía con el relato. — Primero le fui metiendo un dedo sin parar de comerla, y después le llegué a meter dos, estos dos, mirá.
José le mostraba a Mónica los dedos que le había metido a la hija y continuaba explicándole la minucia del despreciable acto sexual que realizaba a la muchacha más de 20 años menor que él.
En la TV con sonido envolvente los gemidos y los gritos groseros de Micaela penetraban hasta el cerebro de la espectadora madre. La chica le apretaba la cabeza a su tío y pedía más y más.
—¡AGGGHHH TIOOOOO! ¡QUE PLACERRRR ES ESOOOO! ¡METEME LOS DEDOS MAS ADENTRO! ¡CHUPAME! ¡COMEME! ¡AAAGGGGHHH!
El tipo del video seguía comiéndole la vulva tan inmutable como el espectador.
—Ahí se viene, vas a ver—Adelantó José a su cuñada segundos antes que Micaela estallara en un orgasmo intenso, profundo y sucio
La chica en la pantalla se sacudía como si estuviera poseída por un espíritu maligno y gritaba sin parar hasta que fue bajando y se desplomó intentando empujar la cara de su maduro amante lejos de su vulva.
En ese momento el maduro le dio espacio y de inmediato la abrazó tiernamente. La chica se prendió de él como una garrapata jadeando entre estertores de placer, de agotamiento y de emoción.
La madre estaba muda. No atinaba a decir nada. Y acabó el video, dejando a los dos cuñados en silencio.
—Ufff, pobre hija mía…—Atinó a pronunciar desconcertada Mónica.
—¿Pobre? —Preguntó descreído José.
—Es una manera de decir….—respondió la madre de la chica aún en shock. Pero se recompuso rápido y prosiguió. —No se bien que decirte, José, nunca había visto algo así en mi vida.
José, algo sobrador, le dijo que no se preocupara, pero que siempre estaba a tiempo de reconsiderar el trato y en vez de estimular estos encuentros, podría ayudar a evitarlos. Mónica reaccionó.
—¿Ayudarte a evitarlos? Ni loca. Ya hubiera querido yo a esa edad que mi mamá me ayudara a estar con un tipo que me tratara así, José.
José entonces le lanzó una bomba que Mónica no esperaba.
—Y eso que en este video no sale la segunda parte, lo que hicimos después, ¡¡¡eh!!!
—¿QUEEE?? ¿Lo hicieron dos veces? ¿Cómo? ¿Dónde? —Mónica estaba desesperada porque el video evidentemente terminaba ahí.
José relató cómo después del primer orgasmo de Micaela, él la había hecho arreglarse para que hiciera lo que oficialmente había ido a hacer: mantenimiento de las computadoras de sus tíos. Le había servido un jugo de naranja y la había dejado sola una media hora en que la eficiente Micaela había puesto los dos equipos al día.
—¿Y después qué? —Preguntó la madre desesperada.
—Después le dí las gracias con un beso húmedo y ella me dijo que yo tenía olor a sexo, y yo le dije que ella también, entonces decidimos bañarnos juntos— Largó José en una sola frase que dejó tartamudeando a la madre.
—¿ba-ba-bañarse juntos? ¿Y las reglas? ¿la cogiste? —Mónica preguntaba como autómata
José desmintió de lleno la idea de haber violado norma alguna y le dijo que habían tenido una ducha muy caliente con otro tremendo orgasmo para Micaela. Y finalmente le soltó el mazazo final
—Esa hija tuya es espectacular, Mónica, debe salir a vos, porque no te imaginás la fuerza de voluntad que debí tener para no venirme mientras me frotaba la cola en toda la verga.
—¿Y lo filmaron? —preguntó Mónica.
—¡Mas vale! —Respondió burlonamente José.
Mónica dijo algo que necesitaba encontrar el video e intentó pararse para ir corriendo a revisar las cosas de Micaela. Pero José se le adelantó y la tomó de un brazo y de un tirón la atrajo hacia él sorprendiéndola.
—Shhhh Monique. ¿No te dije que tengo un pacto con Mica para que me comparta los videos?
Mónica entendió lo que ocurría y casi se desvaneció, en parte de alivio cuando comprendió que su cuñado tenía el video que ella buscaba desesperada, pero en parte de emoción y de calentura al sentirse abrazada firmemente por el esposo de su hermana.
Pero José la sostuvo y ella, casi colapsando se abrazó a él con fuerza, intentando clavarle sus turgentes tetas y hundiendo la cara en el hombro del cuñado mientras frotaba disimuladamente la pelvis contra inflamado bulto de José.
—uff cierto, cierto. Menos mal. ¿Me lo pasás, porfa? Necesito verlo ahora mismo con vos—Pedía casi susurrando la madura prendida como una garrapata al esposo de su hermana menor.
—Claro que sí, Monique, vení, sentate y lo miramos en mi teléfono—Invitó José empujando suavemente a la cuñada para separarla y coaccionarla a sentarse con él en el sillón.
Miraron el video con Mónica casi abrazada a José, so pretexto de poder ver mejor en la diminuta pantalla.
Resulta que José había llevado a Micaela a la ducha y ella había montado una cámara bien alta para grabar todo.
La escena era impresionante porque por primera vez aparecía José completamente desnudo y empalmado como un caballo en celo. Micaela lo besaba babosamente e intentaba prenderse con dos manos de la verga de su tío que suavemente le separaba las manos y la soltaba para que ella, como atraída por un magneto se prendiera nuevamente a pajear a su tío a dos manos.
Luego de varias iteraciones de ése morboso juego, José la separó bruscamente, la hizo girar y la empujó hacia adelante obligando a la chica a poner las manos para no ser estampillada contra la pared opuesta a la flor de la ducha.
—¡PERO QUE BRUTO! —Dijo la madre en un tono sarcástico que era claramente provocador y sensual.
—Mirá bien ahora cómo se pone la nena. — Vaticinó José.
La chica arqueaba la espalda y empujaba hacia atrás sacando culo claramente buscando rozar el bulto del hombre.
El tío emulaba en su vientre el arco de la espalda de la chica y se le pegaba a la espalda como una lapa, pero cuidando de mantener la verga erecta apuntando hacia arriba y alojada en la raja del culo sin posibilidad de entrar en agujero alguno.
En esa posición el tipo comenzó un sube-baja con sus rodillas para fregarle el falo erecto por toda la raya del trasero mientras le susurraba instrucciones al oído de la inexperimentada sobrina.
La chica, que era muy rápida (para aprender), le tomó el ritmo enseguida y comenzó a menearse mientras él la alentaba.
—Así, chiquita, así. Ufff si seguís con eso me vas a hacer venir, sos increíbe.
—Si, José, sí, te quiero hacer acabar como hace la tía Clarisa, dale, dale, llename la espalda de leche, tío, daleeee—Imploraba la sobrina morbosa.
El hombre experimentado continuó jugando con la chica caprichosamente hasta que decidió empezar a meterle mano en el clítoris sin dejar el frotamiento del falo, pero reposicionando el miembro por entre las piernas de la chica para estimular la raja de la concha por fuera.
—Ahí tuve que cambiar, Mónica, porque de lo contrario tu nena me hacía acabar como un cerdo—Explicó brutalmente José.
—Ufff nunca he visto semejante aguante en un hombre, José—Confesó Mónica
Continuaron viendo en silencio en la pequeña pantalla. El hombre estaba arqueado en posición casi fetal detrás de la chica. Movía la cadera hacia adelante y hacia atrás serruchando con el venoso garrote los labios de la vulva de la joven que intentaba infructuosamente mover la cola para ensartarse en el vergote del tío. Una manota del hombre la sostenía de la cadera para moderarle los movimientos y el otro brazo la circundaba para hacer que la mano se apoyara sobre el clítoris.
—Ahí, con esa mano que no alcanzás a ver, Mónique, empezé a acariciarle alrededor del clítoris sin dejar de frotarle la verga en la rajita, para hacerla venir a ella sin venirme yo— detallaba sin tapujos el cuñado
—Dios mío—Blasfemó Mónica—¡Estaba como loca, mirá cómo quiere ensartarse en tu pija, José!
Y luego la chica comenzó a convulsionar y entre gritos y estertores de placer, alcanzó otro brutal orgasmo que la llevó a desplomarse. El tío la sostuvo en sus potentes brazos y la hizo mover lentamente hacia la ducha tibia para ayudarla a limpiarse y a relajarse.
La chica se volvió para enfrentar al tío y lo abrazó tiernamente para besarlo.
El hombre continuó acariciándole la espalda y ayudándola a enjuagarse hasta que los dos empezaron a reír y a jugar con el agua como si fueran dos niños traviesos.
El video terminó ahí.
Mónica no podía pronunciar palabra. José intentó llevársela por delante para poder salir de la situación.
—Bueno. Después de ver los videos está en vos decidir seguir adelante o ayudarme a parar esto, Mónique—Propuso José.
—Seguir. Seguir adelante. —Respondió como un robot Mónica que sentía que su vulva iba a arruinar el sofá con los jugos que largaba.
—Va a ser difícil, Monique, vos sabés cómo es la cosa: Una mujer como Mica va a querer más y más y más. Y yo, por mas fuerza de voluntad que tengo, no creo poder cumplir tus exigencias por completo—Dijo el taimado maduro.
—¿Precisamente a cuál exigencia te referís?— dijo la Madre decida a negociar lo que sea para poder seguir viendo esos videos a los cuales se había vuelto adicta sin dudas.
—A dos, Monique, a la de no poder acabar y a la de no penetrarla— Explicó el cuñado—¿Vos tenés una idea de la calentura que me provoca todo eso? Yo no soy de madera, querida. En esos momentos en que tu hija se viene como una perra, me muero de ganas por clavarla a fondo y acabarle adentro. ¿Entendés?
—Entiendo, si, entiendo—Dijo Mónica aturdida—Pero no puedo permitir que la cojas. —
—Yo te entiendo a vos, Monique, pero no quiero mentirse, va a ser re difícil…—Intentó presionar José.
—¡Yo te hago acabar, José! NO TE LA COJAS POR FAVORRR. Pero contá conmigo para aliviarte a cambio de mantener las condiciones acordadas al principio— Propuso desesperada la madre.
—Monique…—Intentó, otra vez infructuosamente, meter un bocadillo el cuñado, pero Mónica lo interrumpió otra vez.
—Te hago acabar con la boca antes y después de estar con Mica, te lo prometo. Me dejo coger si es necesario. Lo que me pidas, pero por favor, no cambiemos el acuerdo que tenemos, te lo ruego—Propuso sin pensar mucho la desesperada madre.
José fingió ir aceptando a regañadientes, solamente para arrancar más promesas de su cuñada. Se habían dado vuelta las cosas.
—Incluso si ahora estás necesitado…—Propuso ella sintiendo cómo se sonrojaba (en la cara y en la vulva)
—Hoy no es necesario—Concluyó José sacando fuerza de voluntad desde lo más profundo de su ser. —Pero la próxima, te tomo la palabra: “me aliviás antes y después de... Mica”
Mónica asintió mientras se debatía entre la lujuria y el pánico por la promesa que acababa de hacer.
Dicho eso, José dijo que debía retirarse y prometió enviar un link a Mónica para acceder al segundo video.
La cuñada cerró la puerta y corrió a la ducha, previa parada en su dormitorio para levantar un vibrador de siliconas a prueba de agua con el cual se penetró salvajemente hasta acabar bajo la tibia lluvia del baño.
Luego, mientras el orgasmo iba bajando y ella se apoyaba en la pared, pasaron por su cabeza las escenas de su hija abrazada por su cuñado después del orgasmo, y sintió envidia y tristeza por estar capeando sola aquél momento.
Entonces, recordó el trato que acaba de cerrar y sintió que la energía y la felicidad volvían a su cuerpo.