Se convierte en perra en un centro comercial

La obediencia le provoca curiosidad y morbo. Al estar dispuesta a transformarse en una perra para satisfacerla la inicio en la sumisión.

La conocí en una recepción de un partido político al que mis amigos me invitaron. Me gustó en cuanto la vi. Estaba en una de las mesas próximas. La miré apenas un par de veces antes de acercarme, tenía que hacerlo, quería hacerlo.

-Me das un canapé? En mi mesa se han acabado y tengo hambre.

Mira mi mesa y ve como está repleta de canapés. Parece que va a decir algo pero calla. Coge una de las bandejas y me la ofrece.

-Te sienta muy bien ese pantalón.

-Gracias –me dice con cierta timidez.

Me gusta esa mirada suya.

-Sirves muy bien los canapés.

Esta vez tan sólo me sonríe.

-Has venido sola?

Parece que le alivia cambiar el tema de conversación.

-No, mi jefe… he venido con mi jefe pero no sé donde está, hace un rato que no lo veo.

-Vamos afuera, aquí hace calor. Dónde ha ido?

-Tenía que hablar con alguien de… perdona pero no sé mucho de qué iba el tema. Tu eres del partido?

No puedo evitar sonreír.

-No, no, tan sólo tengo amigos en él y me han invitado, así nos vemos.

-Y dónde están?

-Me da igual, prefiero charlar con una mujer bonita antes que con ellos.

-Gracias –me gustan sus gracias y el poquito de rubor que le acompaña.

Salimos a la zona exterior. Nos sentamos en uno de los bancos y nos ponemos a charlar. Tengo que alejar a mis amigos con la mirada. Ellos lo comprenden. Hasta que aparece su jefe. Por suerte ya habíamos intercambiado teléfonos porque por la mirada del tipo ceo que no vamos a ser amigos. Y eso sólo hace que me apetezca más irme con su amante.

Mis amigos me habían hablado de ella, era la ayudante de uno de los secretarios, asesores o algo así del partido, un cabrón de todas maneras y ella estaba muy buena. Se rumoreaba que era su amante aunque parecía serlo con toda certeza.

Una semana después la llamo para hablar de cosas triviales. Un par de días después vuelvo a llamarla, picardeamos. A la tercera llamada quedo con ella.

-Hola. Soy yo.

-Sí, ya sé quien eres. Cómo estás?

-Me apetece verte. Qué tal si mañana tomamos un café?

-A qué hora?

-Te espero

Cuando aparece se sorprende a verme. Ha llegado antes de la hora y yo ya estaba allí. Una tímida sonrisa.

-Deberías sonreír más. Me gusta tu sonrisa.

-Gracias.

-Y tu manera de caminar.

-Gracias –me gusta como lo dice, sin mirar, con los ojos bajos.

Le hago una señal al camarero que nos trae los cafés al momento.

-Lo siento, no me gusta el café, me hace ir al baño –me dice un poco avergonzada.

-Qué quieres?

-No importa, me lo tomaré.

Definitivamente me gusta. Me cuenta que viene de una familia bien y que su novio es hijo de un amigo de su padre. Se conocen desde siempre y que las dos familias esperan que se casen.

-Tu no?

-No lo sé. Llevamos juntos mucho tiempo, no nos vemos mucho, no sé

De la conversación voy deduciendo que no tiene claro su futuro con él. Le falta pasión, romanticismo, misterio

-Perdona, tengo que ir al baño, ya te lo dije, el café

-Aguanta un poco y sígueme contando.

-Es que

-No te preocupes, te dejaré ir pronto, te lo prometo.

-De acuerdo.

No estaba seguro si iba a aceptar. Seguimos charlando. Me gustaba ver como trataba de aguantar y seguir contándome.

-Tengo que ir de verdad.

-Y si no quiero que vayas?

-Me dijiste que me dejarías ir.

-Me gustaría saber que no irás si no te lo permito. Serías capaz de hacértelo encima si no te dejo ir al baño?

-Me moriría de vergüenza.

-Tienes muchas ganas?

-Si, de verdad.

-Te dejaré ir pero antes tienes que tomarte un vaso de agua.

-Pero no puedo, me dará más ganas.

-Por eso, me gusta como te muerdes los labios para aguantar. Cuando te lo bebas podrás ir.

-Eres muy malo. Porqué me haces esto? –me dice en un tono exento de reproche, parece que es sólo curiosidad.

-Me gustaste desde que te vi. Pide el agua.

El camarero se demora un poco en traerla y ella se revuelve inquieta en la silla. Se la toma deprisa y me mira esperando que la deje ir. Como callo me pregunta:

-Puedo ir ya?

-Has hecho algo así alguna vez con tu novio?

-Estás loco? Cómo se te ocurre? Él no es como tú.

-Me puedo equivocar pero se me ocurre porque creo que te gusta.

-Déjame ir por favor.

-Respóndeme, te gusta?

Me mira, abre la boca para hablar. Calla y asiente agitando su cabeza.

-Qué te gusta?... Dímelo.

-Por favor, déjame ir, me lo voy a hacer encima.

-Y todos verían lo guarra que eres. Es lo que quieres? Que todos vean que eres una perra sucia?

Niega moviendo su cabeza.

-Entonces sólo quieres que lo sepa yo?

Vuelve a negar.

-Dime la verdad o no te dejaré ir.

-Por favor

-La verdad.

-Sí.

-Sí qué?

-Que soy… que tu sí… no sé.

-Qué eres?

-Porqué me haces esto? Deja que vaya. No puedo aguantar más.

-Entonces dímelo y te dejaré.

Me mira sopesando lo que me va a decir a continuación. Aparta la vista y entonces me lo dice.

-No sé, siento curiosidad y un cosquilleo cuando me hablas de esa manera y me obligas a hacer... Quiero saber más.

-Qué te gusta?

-No tengo ni idea, sólo sé que haces que me comporte así.

-Quieres seguir?

-Sí, pero no sé hasta donde llegaré.

-Ya lo iremos viendo.

-Y mi novio?

-Puedes seguir con él pero a partir de ahora serás mía, mi sumisa, mi perra. Quieres serlo?

Asiente.

-Dime que quieres ser?

Se toma su tiempo. Me parece bien, tiene que pensarlo. Me mira.

-Necesito ir al baño y no me dejarás hasta que te lo diga verdad? –Me sonríe levemente.

No tengo que responderle, tan sólo espero.

-Crees que lo haré bien?

Sigo esperando.

-Sí, quiero ser tu sumisa, tu sucia perra.

Ambos permanecemos callados unos instantes, dejándola para que tome conciencia de su declaración.

-Y te gusta serlo?

-Sí.

-Te gusta que te obligue serlo?

-Sí. Puedo ir ya, por favor?

-Puedes aguantar un poco más?

-Oh, no!

Se da cuenta que lo ha dicho en un tono alto y mira a su alrededor.

-Puedes?

-No sé. De verdad, no lo sé.

-Quieres intentarlo?

Asiente.

-Quiero que a partir de ahora me cuentes todo lo que piensas y lo que sientes sobre todo si eso hace que ambos disfrutemos más.

-Lo haré, te lo prometo. Haces que esté muy caliente.

-Quieres mearte un poquito?

-Aquí? –Me pregunta con los ojos abiertos por la sorpresa.

-Sí, aquí.

-Y si no puedo controlarlo? Por favor, déjame ir. Me da miedo no poder parar.

-Si te dejo ir me la chuparás luego?

-Sí.

-Quieres metértela en la boca?

-Sí.

-Te gusta chupar pollas?

-Sí. Aunque prefiero que me obligues a hacerlo.

-De acuerdo, luego haré que me la chupes pero antes quiero que te mojes un poco las bragas.

-Y si mojo los pantalones?

-Te haré pasear por todo el centro comercial para que todo el mundo vea lo guarra que eres.

-No puedes hacerme eso! Eres cruel.

-Claro que sí, si eres una puerca que se mea encima haré que todos lo vean. Además recuerda que eres mi perra.

-Sí, lo sé, por favor, lo intentaré pero no me hagas ir mojada si se me escapa el pipí.

-Para que no enseñe a los demás que eres una asquerosa me darás tu culo a cambio.

-No! Quiero ser tu perra pero no me gusta eso.

No sé como interpretar ese no, si como negación o como confusión.

-Me gustan tus ojos y tu cara.

-Gracias.

-Me gustará cuando me corra en ellos.

Veo como se estremece.

-Déjame ver algo más tus tetas.

Se abre un botón, se detiene, duda, se quita otro más mirando a su alrededor.

-Moja las bragas ya.

-Por favor, tengo muchas ganas.

-Hazlo.

Pone las manos para sujetarse a la mesa. Gime. Mira a ver si está manchada. Me mira avergonzada.

-Ya.

-Un poco más.

-Ya me he manchado los pantalones!

-Mucho?

-Un poco pero se nota.

-Estás excitada?

-Sí –me contesta arrastrando la i con deseo contenido.

-Quiero que me demuestres lo puerca que eres.

-Por favor.

-Lo harás?

-No podemos ir a otro lado? Si quieres me lo haré todo en los pantalones, te lo prometo.

-Entonces aquí también puedes hacerlo.

-Por favor no puedo aguantar más, tengo escalofríos, se me va a escapar.

-Si quieres que vayamos a otro lado enseñarás lo que te has mojado.

-Sí, sí pero vamos, no puedo aguantar más.

-Te estás portando como una buena perra.

-Gracias.

Me sonríe.

-Veo que cuando estás caliente te importa un carajo tu novio.

-Déjalo en paz, quieres que sienta remordimientos por serle infiel?

-Sí, me gusta saber que eres tan caliente como para eso.

-Eres un cabrón.

-Ja, ja, sí y tu una perra caliente.

-Tú me pones así. Me haces decir y hacer cosas que ni se me habían ocurrido.

-Mientes muy bien.

-Te prometo que nunca me había planteado mearme en un centro comercial.

-Otras cosas si?

-Sí.

-Llevas bragas o tanga?

-Tanga… rosa, muy bonito.

-Luego me lo enseñarás.

-Quiero hacerlo.

La hago ir hacia el baño del centro comercial. Su manera de andar denuncia su estado. Varias personas con las que nos cruzamos se dan cuenta. Ella camina con la cabeza agachada. Avergonzada. Cuando va a entrar al baño la hago pararse.

-No, aquí no. Eres una perra y las perras no utilizan los aseos.

Miro su cara de desesperación, va a protestar.

-Calla o te haré pasear por todo el centro comercial hasta que te hayas meado entera. Iremos al aparcamiento, allí lo harás. Te dejaré mear mientras me la chupas y te follas con los dedos.

No me contesta, tan sólo comienza a andar hacia los ascensores que llevan a los aparcamientos. Entramos en ellos.

-Cuando entremos en los aparcamientos quiero que orines cuando te lo ordene y te detengas cuando te lo diga.

-Sí –dice con su voz ronca de deseo. -Haré todo lo que quieras.

-Estás disfrutando?

-Calla.

La beso. Me devuelve los besos con tanta pasión que no puedo evitar excitarme.

-Te pone caliente ser tratada así?

-Sí.

La acaricio sobre el pantalón y noto lo mojado que está. Le paso la mano por la cara para mojársela de sus meados. A pesar de hacer el gesto de apartarse se deja impregnar la cara.

-Me gustas, puerca. Eres una perra muy puta.

-Sí.

El ascensor se abre.

-Comienza a mearte muy despacito.

Conforme andamos el pantalón se va empapando de sus meados.

-Deja de mear.

-Todavía tengo más ganas.

-Tendrás que aguantarla un poco más.

-Sí, si, lo haré, hijo de puta, haré todo lo que quieras –me dice sin poder dominar su excitación.

-Para y méate otro poco, despacio, quiero ver como te vas manchando.

Se pone las manos a la espalda y saca su pubis para que yo pueda verla bien. Se oyen unos pasos en el aparcamiento, mira inquieta.

-Por favor.

-Te da vergüenza ser tan inmunda?

-Si.

-Pero te calienta?

-Sí.

-Dime, por qué estás más mojada por el meado o por el incendio que tienes en tu coño?

-No sé, no sé.

Llegamos hasta el coche de donde saco un cordón con el que le ato las manos a la espalda sin que oponga resistencia. Vuelvo a besarla.

-Besas muy bien puta.

-Gracias, me gustas.

Meto la mano buscando su sexo. Ahueca su estómago para facilitarme la caricia. Le quito el cinturón. Le abro el pantalón. Jadea apoyándose en mi pecho. Le bajo el pantalón. Me ofrece su boca con su lengua afuera. No puedo desaprovecharla mientras meto dos dedos en su cueva que está inundada. La masturbo hasta que no puede controlar los jadeos.

-No sigas, me voy a hacer pipí en tu mano.

-Haré lo que quiera.

-Sí pero no quiero mancharte.

-Arrodíllate.

-Aquí? Pueden vernos.

La cojo del pelo y la obligo a ponerse en cuclillas. Me desabrocho el pantalón y busca mi polla con la boca. Le levanto la ropa sobre la cabeza para echarla para atrás, a su nuca, dejándola casi desnuda

-Fóllate con los dedos.

Noto como ajusta su cuerpo para poder hacerlo.

-Ahora mea.

Oigo su chorro golpear el suelo entre nuestras piernas.

-Qué diría ahora tu novio si te viera?

Hace un ruido que puede ser interpretado como una protesta.

-Sabes que esto es sólo el principio, no? -No contesta, sigue chupando con ardor.

-Te gusta saber que cuando le beses será sólo porque yo te lo permito? Quiero que tengas claro que eres una perra.

Gime suave, protestando?

-A partir de ahora te someteré hasta convertirte en una buena esclava.

Se saca la polla de la boca para contestarme:

-Sí amo, seré tu esclava, haré lo que me ordenes, por favor córrete en mi boca.

-A partir de ahora sólo se la comerás a tu novio, tu coño y tu culo quedan reservados para mí y para quien yo quiera.

Los ruidos que hace me ponen todavía más caliente.

-Creo que no solo voy a correrme en tu boca de puerca, quiero que sigas chupando hasta que me orine en tu garganta, quiero que te lo tragues todo.

Trata de escapar pero la tengo bien sujeta por la garganta y el pelo. Me follo su boca, gime, pero lo disfruta, no opone ninguna resistencia a pesar de las arcadas. Me mira sumisa.

-Deja de tocarte.

Su protesta aumenta de volumen.

-Tendré que adiestrarte hasta que lo hagas perfecto.

No replica, abre más la boca y trata de meterse más.

-Chupa puta.

Le doy con la polla en la cara y en la lengua que saca.

-Dame tu polla, dale tu polla a esta sucia puta.

Una pareja que pasa ve una escena difuminada por la poca luz del aparcamiento, entre dos coches parece que una mujer chupa a un hombre que la sujeta por el pelo para entrar en su boca con violencia.

-Te están mirando.

Trata de escapar. Tal como la sujeto no puede. Trata de mirar a su alrededor pero eso también se lo impido.

-Tal vez sean amigos tuyos o de tu novio y te están viendo de rodillas chupándosela a un desconocido en un charco de meados.

Le saco la polla de la boca y se adelanta buscándola.

-Eres una perrita bien puerca.

-Sí amo.

Después me confesaría que nunca se había sentido tan caliente.

Entro en su boca hasta su garganta provocándole una arcada.

-Vas a demostrarme lo puta que eres?

Asiente tratando de mirarme y ver quienes pueden ser.

Ambos se marchan hacia el centro comercial ya que la mujer tira de su pareja para alejarse de la escena.

-Saca la lengua.

Se ve que lo está disfrutando.

-Este sitio no me gusta.

La cojo del pelo y la hago salir de entre los coches. Ofrece bastante resistencia. Aunque la zona está poco iluminada y lejos del centro comercial podrían aparecer personas que regresasen de las compras o un coche que llegase al aparcamiento.

Solloza.

-Por favor.

-Si quieres correrte lo harás aquí. Después regresaremos entre los coches para que me sigas mamando.

-No, no quiero correrme.

-Estás segura?

-Por favor, me podría ver cualquiera, sería muy humillante.

-Y si quiero ver como te corres?

-Por favor, por favor –sus súplicas me enardecen.

-Hazlo y si aparece alguien te avisaré.

-Por favor, de verdad, no puedo.

Le paso una mano por el coño para comprobar que está caliente pero parece desesperada de verdad.

-Hazlo.

-No me hagas esto, por favor. No puedo moverme rápido si aparece alguien, tengo los pantalones en los tobillos y me estorban. Me moriría de vergüenza si me viesen como estoy, no lo comprendes?

-Lo comprendo pero pensé que eras más perra. No quiero forzarte a hacer nada que no te guste.

La miro en cuclillas en el suelo, sin atreverse a esconderse entre los coches a pesar de la situación tan difícil que está viviendo.

-Lo haré más adelante, déjame que me acostumbre y te prometo que lo haré. Todo lo que me estás haciendo hoy es muy fuerte, de verdad. Me gusta lo que me haces, me calienta mucho. No me importa ser una puta pero ve más despacio.

Me inclino a besarla. Siento como se afloja su tensión con ese beso. Se entrega.

-Me gusta verte en cuclillas ante mí. Sin tratar de esconderte entre los coches.

-Estás muy serio y no sabía si podía hacerlo. No quiero que me dejes por no ser bastante puta para ti. No quería arriesgarme.

-Qué quieres ahora?

-Me gustaría volver entre los coches y terminar lo que había empezado. Me gustaría que terminases en mi boca.

-Quiero que te la metas entera en la boca y me chupes los huevos, si te dan arcadas te aguantas.

-Yo también quiero hacerlo. Quiero hacer todo lo que me mandes. Quiero ser tu perra.

Por el aumento de la intensidad de sus frases comprendo que la excitación vuelve a subir en ella.

-Antes métete un par de dedos en tu coño, quiero oír como chapoteas.

Mira brevemente a su alrededor y lo hace. Saco el móvil y le hago una fotografía. Me mira o es a la cámara y aumenta la frecuencia de sus movimientos.

Le hago otra en la que tiene la lengua afuera reclamando mi polla. Se encoge sintiendo el orgasmo llegar. En ese momento se oyen los chirridos de un coche. La cojo del pelo y la arrastro entre los coches tal como le había prometido. Grita. Las puntas de sus zapatos quedaron destrozadas tal como luego me hizo notar.

Trató de volver a meterse los dedos para poder terminar. Se lo impedí.

-Si hubieses empezado cuando te lo dije ya te hubieras corrido. Entre los coches tu obligación es mamar.

-Llévame a donde estaba y deja que me corra. Estoy a punto, todavía lo estoy.

-No.

-Por favor –es la vez que más cerca está de llorar –por favor, por favor.

-Ahora cumple tu parte.

-Y luego dejarás que me corra? Harás que me corra?

-Tengo que hacerlo?

-No, no, puedes hacer lo que quieras pero por favor, anda, sí?

Me sitúo tras ella. La cojo del pelo y meto mi mano entre sus piernas por atrás. Puedo sentir su calor sin tener que tocarla. Acaricio sus glúteos. Ella permanece quieta, con la cabeza inclinada un poco hacia atrás, expectante.

Le toco el ano.

-No, por favor, está sucio.

Acaricio sus alrededores.

-Por favor amo, mi amo –qué pronto a aprendido a rogar, el tono adecuado, las palabras.

Pongo un dedo en él. Noto que no lo aprieta.

-Por favor amito.

Le meto el dedo de una vez. Grita en tono grave.

La vuelvo a besar y vuelve a entregarse en el beso. Voy rodeándola para ponerme delante de ella.

-Métete un dedo mientras me la chupas y date bien. Podrás correrte pero sólo dándote en el culo.

Me mira con los ojos muy abiertos y noto en su cara como lo hace. Mira mi polla y la mete entera en su boca, hasta la garganta. Las arcadas, las lágrimas, su insistencia. La saco un poco no quiero que se ahogue. Tose.

-Gracias amo.

Sigue agitándose su cuerpo al ritmo de su dedo. Se aproxima a mí recuperándose pero sin descuidarme, besándome y lamiéndome los huevos. Unos segundos después y sin que tenga que obligarla vuelve a metérsela en la boca hasta el fondo. A pesar de su disposición la sujeto del pelo para obligarla a más. Noto sus arcadas, su lengua buscando mis huevos.

-Así se lo haces a tu novio?

Niega con la cabeza sin dejar de chupar. Se la saca de la boca para decirme:

-Él no es mi amo.

Casi hace que me corra por como me lo ha dicho.

-No quiero que tu novio te de placer, sólo quiero que se lo des tu, que practiques para ser cada día una puta mejor. Lo harás?

-Sí.

-Tampoco quiero que te des placer a ti misma. Quiero tenerte muy caliente para obligarte a más cada día.

-Lo comprendo, me quieres siempre caliente, no? Como ahora.

Cada vez que acabo una frase se la saco de la boca para que pueda contestarme. Primero tose, jadea, contesta y vuelve a metérsela, aunque la empujo para que se sienta dominada, para que lo disfrute más. Me gusta su respiración agitada cada vez que se la saco, buscando aire.

No aguanto más. Me corro sobre un coche. Ella no duda cuando la agarro para obligarla a lamer. Saca su lengua y recoge cada gota de semen.

-No te lo tragues, quiero verlo en tu boca.

Me lo enseña.

-Traga –lo hace sin dudar aunque su cara refleja que no le ha gustado demasiado.

-Puedo correrme ya?

-Te correrás donde puedan verte?

-Sí, por favor, lo necesito.

-No.

-Cómo?

Me encanta su cara de sorpresa.

-Cómo?

-Te he dicho que no.

-Amo!