Se convierte en perra en un centro comercial (2)

No tuvo bastante con la sumisión experimentada el día anterior, quería seguir explorando ese camino. Estaba dispuesta a más, necesitaba más. (Estaba esperando que volvieses de las vacaciones para publicarlo)

Al día siguiente recibo una llamada.

-Hola, soy…, puedo hablar contigo?... No quisiera molestarte

-No me molestas, si lo hicieras te lo diría.

-Creo que eres capaz. Quisiera hablar de lo de ayer.

-Qué es lo de ayer?

Permanece callada unos segundos, me da impresión que está molesta.

-Pero cómo qué es lo de ayer? Es que no pasó nada entre nosotros? Eres un cabrón, no sé porqué hablo contigo

-Perdona pero no sabía quien eras, no había reconocido tu voz. Porqué te pones así?

-Cómo que porqué? Es que no has visto mi número?

-No, lo he cogido sin mirar.

Siento su irritación al otro lado. Me concede el beneficio de la duda.

-Está bien, perdona. Quisiera hablar de lo de ayer.

-Dime.

-Yo no soy así.

-Así cómo?

-Como me comporté ayer. Además tengo novio y no quiero hacerle esto.

Cuántas veces he escuchado algo similar. Porqué les cuesta tanto reconocer sus deseos? No comprenden que no tienen que justificarse? Me gusta su deseo, es lo que me seduce de ella y que me lo ofrezca a mí.

-Dónde estás? –Le pregunto.

-En mi casa.

-Dame la dirección, voy y lo aclaramos.

-No, no puedes venir, mi novio podría venir.

-Si quieres que lo aclaremos dame la dirección.

Se queda callada unos momentos.

-Es en

-Y tómate un café.

-Estás loco? No pienso hacerlo.

-Es mi condición para ir.

-Además mi cafetera no funciona.

-Pues ve a un bar y te lo tomas.

-Por favor.

-Quieres que vaya?

-Sí, tenemos que hablar, me siento mal, necesito aclararlo contigo.

-Te lo vas a tomar?

-Está bien pero ven rápido.

-En cuanto cuelgue ve a tomar el café, no creo que tarde más de media hora pero puede que tarde menos.

-Media hora?

-Hasta ahora.

Al abrir la puerta ya está impaciente por ir al baño. También noto el aroma a café. Sonrío al comprobar la pequeña mentira que puso como excusa.

-Menos mal que has llegado. Has tardado más de media hora.

-He tenido que parar para comprarte algo antes.

-Que me has comprado?

-Ahora te lo enseño.

-Qué es? Puedo ir ya al baño?

Me pregunta cruzando las piernas sin disimulo. Me gusta cómo va vestida y maquillada. Tiene un bonito cuerpo y su cara pero sobre todo su expresión me encanta.

-Gira despacio, quiero verte bien.

Me mira un segundo antes de dar una vuelta para que pueda verla a mi antojo.

-Da otra.

Pone cara de fastidio pero gira coqueta.

-Tienes muchas ganas de ir al baño?

-Pues claro.

-No te dije que no podías ir al baño.

-Oh, yo pensé… Qué cabrón eres! –me dice sin mucho enfado al ver mi sonrisa.

Va hacia el baño pero la detengo.

-Ven.

Se vuelve con aire compungido.

-Qué quieres ahora? –Pone cara de niña contrariada pero deseosa de hacer una travesura.

-Tal vez sea mejor que hablemos antes, tu novio podría llegar.

-Oh!... Yo… No sé.

-Ven y te daré el regalo.

Se va acercando lentamente.

Su cara refleja el deseo de orinar pero también deseo de algo más.

-Qué es? –Me pregunta en un tono que no llega a ser mimoso pero si coqueto.

Con un dedo recorro con suavidad su cara. Tiene una piel suave. Ella mueve la cara como haría un gato para aprovechar la caricia. Bajo mis dedos, despacio, con tranquilidad, por su cuello, su escote. Ella se deja acaciciar.

Cojo la bolsa y saco un collar de perra.

-No, no, estás loco! No puedes ponerme algo así, no quiero –me dice pero sin rechazar mi caricia.

Vuelvo a meter el collar en la bolsa. Ella mira la bolsa preocupada como si el collar fuese a salir mágicamente.

-Está bien hablemos.

-Gracias.

-Desnúdate.

-Qué no! Por favor!

-Tú quieres que hablemos y yo quiero que te desnudes.

-Pero porqué tengo que hacer siempre lo que quieres?

Me gusta. Es preciosa y las expresiones de su cara me provocan deseo y ternura.

-Tengo que responderte a eso?

Ambos sabemos que no es necesario. A pesar de eso niega con la cabeza con una triste sonrisa. Aún luchan dentro de ella el deseo y la fidelidad a su novio. Se pone de pie para hacerlo, con lentitud, mirando el suelo.

-Date la vuelta cuando te quites los pantalones y las bragas.

Al inclinarse puedo ver el estado de su vulva, preparado. Vuelve a girarse ya desnuda. Se queda frente a mí, esperando con las piernas cerradas para contener su deseo de orinar.

-Acércate.

No levanta la vista del suelo.

-Inclínate.

Acerca su cara pensando que voy a besarla o tal vez acariciarla. Le meto los dedos en la boca y los lame sin que tenga que decirle nada. Su cara refleja cierta contradicción entre su deseo y su mente que le dice que no lo haga.

Cuando saco los dedos su mentón está lleno de babas. Cada vez su cuerpo refleja más el deseo. Saco de nuevo el collar.

-No, no quiero que me lo pongas, no soy una p

No llega a terminar la frase.

-No puedes negar que te gusta ser una perra. Eres una perra verdad?

-Tú haces que lo sea. Tú me pones así pero no quiero ponerme eso, es humillante.

-Coge el collar, pásatelo bien por el coño para empaparlo con tus jugos y luego te lo pones.

Su respiración se vuelve agitada. Coge el collar con una mano por delante y otra por atrás. Lo mueve hacia adelante y hacia atrás. El roce con su coño la excita.

-Te calienta tu collar de perra?

-Sí. Mi novio

-Qué ocurre con él?

-Puede venir.

A pesar de eso sigue dándose apretando un poco más el collar contra su coño inflamado. Con el collar separa los labios de su vulva que salen abultados por los lados. Me mira solicitando permiso porque está empezando a sentir el orgasmo.

-Ponte el collar.

Gime protestando.

-Estabas dispuesta a correrte con el collar mientras te miraba?

Asiente.

  • Me da vergüenza pero pensé que era lo que querías.

-Y lo que tu deseabas. Te tocas para tu novio?

-Él no es así, ya te lo he dicho.

-Pero tú prefieres ser tratada como una puta.

Me mira con cierto aire ofendido. Se lo piensa mejor cuando me contesta que sí, que lo prefiere.

-Me dejas ir al baño?

-Sabes que no. Todavía no has hecho nada por mí.

-Quieres que te la chupe?

-No, si acaso te follaré la boca y la garganta, quieres que lo haga?

Todas las cortinas están echadas, me gusta la penumbra pero

-Sí.

-Y si viene tu novio?

-Porqué me haces esto? Porqué eres así?

-Quieres mear?

-Sí, por favor.

-Quieres que te folle la boca?

-Sí.

-Entonces porqué no lo pides?

Me mira desconcertada, no sabe lo que quiero que haga.

-Por favor fóllame la boca. Dios mío! Eres un hijo de puta, porqué tengo que humillarme y pedirte que me folles la boca?

-Qué quieres que te haga?

Una sombra de tristeza y pena cruza por su preciosa cara.

-Por favor, fóllame la boca.

-Antes que ir a mear?

-No, como ayer. Mearé mientras me la follas.

-Qué prefieres primero?

-Que me folles por la boca, aguantaré.

-Y si viene tu novio tendré que cortar?

-No, no, le diré que se vaya.

-Ves lo perra que eres?

-Sí, lo sé pero es que estoy muy caliente. Me pones así.

-Abre las cortinas.

-Pero podrán verme!

-Quiero tu culo.

-No!

-Hoy me darás tu culo.

-No, por favor.

-Y luego te follaré la boca.

-Eso es asqueroso!

-Ya estabas pensando que te la iba a meter en la boca directamente de tu culo? Sin limpiarme?

-No lo vas a hacer acaso?

-Me estás cansando puta. Necesitas que te ponga el culo rojo antes de obedecer?

-Es que no me gusta!

-Te gustará, lo sabes, sabes que ser tratada como una escoria hace que tu coño de sucia perra se moje. O no es verdad?

-Sí, cabrón, sí.

La frase, dicha entre dientes confirma su estado. Se dirige a la ventana con firmeza para abrir las cortinas. Se apoya en la ventana y se inclina hacia ella, mostrándome su culo y su sexo empapado con las piernas muy abiertas.

-Esto es lo que quieres?

-Joder qué pedazo de puta estás hecha. Te gusta que te humille, eh perra?

-Sí, lo sabes.

-Qué harías ahora para que dejase que te corriese?

-Por favor! Qué quieres que haga? No es suficiente ya?

-No, quiero tener la certeza que te pida lo que te pida serás una perra obediente y lo harás. Te follaré en la ventana, sobre todo cuando sepa que viene tu novio. Así si mira podrá ver lo puta que eres.

Lloriquea un poco pero permanece apoyada en la ventana.

-No me gustan los pelos en el coño. Vamos a que te depilen –le digo.

-No puedes hacerme eso!

-Ven aquí, quiero chuparte las tetas.

Se acerca, mimosa, tratando de convencerme.

-Tengo que orinar antes. Podría mearme mientras me depilan –me comenta como tratando de evitar así que la lleve.

-Es un riesgo que tendrás que correr, quiero ver como meas delante de una mujer.

-Estás loco! Sólo se te ocurren barbaridades.

-Calla y déjame que te chupe las tetas en paz.

Me las acerca con aires de decirse: Qué lo voy a hacer? Este tio no tiene solución. Contengo la sonrisa que me provoca su cara. Le paso la lengua ensalivándola que al paso del aire le hace sentir frío obligándola a estremecerse.

-No me lleves así, por favor –me dice apretando sus muslos para controlar los deseos de orinar.

-Así cómo?

-Tengo la vulva hinchada y estoy chorreando.

Creo que me lo dice para que la obligue a ir así, humillándose más aún. Me apasiona, tiene detalles en los que me provoca la risa, otros en los que me pone hasta demasiado caliente. Tengo que recurrir a todo mi autodominio para no dejar traslucir mucho de lo que hace sentir.

-Irás así pero antes, cuéntame lo que sentiste ayer.

Tiene un estremecimiento.

-Nunca había hecho una cosa así. No sabía que era capaz de sentir algo así.

Saco unas muñequeras.

-Póntelas.

Lo hace sin dudar mientras frota las piernas para evitar mearse.

-Camina a cuatro patas, como una perra, quiero verte.

Me mira al arrodillarse, disfrutando de hacerlo. Camina exhibiéndose, aunque parándose en ocasiones para apretar las piernas e impedir orinarse.

Me gusta su tímida sonrisa.

-Me gusta tu cara de puta, perra le digo a cambio.

Le coloco una correa al collar y la llevo caminando por el piso. Ella me sigue obediente. Me acerco a la puerta del piso en algunas de los paseos. Una de las veces la abro. Ella se echa para atrás y me mira suplicante. Tiro de ella para hacerla salir. Ofrece más resistencia pero sin ponerse en pie. Al final la hago apenas salir y volver a entrar.

Le acaricio el coño, gime. No ha perdido su excitación, incluso creo que la ha aumentado.

-Vas a ser ahora una buena perra y vas a ir sola hasta la puerta del piso de enfrente?

Gime y se mece a cuatro patas.

-No me hagas esto. Podría verme cualquier vecino o venir mi novio.

Me sitúo detrás de ella y la acaricio. Le meto los dedos y los agito hasta que comienza a sentir el orgasmo acercarse. Me detengo. Gime protestando pero sigue esperando lo siguiente que quiera hacerle. Se la meto sin apenas moverme dentro de ella.

-Por favor fóllame, no, no lo hagas, no sé si podría aguantarme y no quiero mearme en ti.

-Seré bueno contigo, saldrás al pasillo y mearás un poco como una perra.

-No, no.

Tendré que arrastrarte o calentarte el culo para convencerte?

-No me hagas hacer una cosa así, me moriría de vergüenza si me viese un vecino.

Le vuelvo a meter los dedos en el coño y le doy. A esto no se niega. Cuando empieza a estremecerse se los saco. La llevo hasta la puerta y la abro. Se echa para atrás pero un cachete, no muy fuerte, en el culo la sorprende y la hace dar un respingo.

-Tengo que continuar o saldrás?

Duda.

-No comprendes que no puedo hacer todo lo que tu quieras? Tengo una vida, unas amistades, vecinos. No me importa hacer contigo lo que quieras. Me mearé en el piso si lo quieres pero no deseo que participen otros.

-Vas a negar que te pone caliente comportarte como una auténtica perra meando fuera de tu casa?

-Sí pero es una fantasía. Si lo hiciera y un vecino me viera cómo podría después seguir cruzándome cada día con él.

-Te gustaría que te viesen?

-Sí. Ayer sentí un gran calor cuando me dijiste que me miraban. Me sentía humillada y avergonzada pero esa sensación de calor

-Si tu vecino sale y te ve, te gustará?

-Eres un cabrón. Si sintiese lo mismo que ayer sí.

-Y crees que lo sentirás?

-No, no lo voy a hacer, de verdad, no puedo.

Le doy otro cachete en el culo, en su culo precioso.

-Vas a salir o prefieres que te obligue?

-No serías capaz, verdad? –Me pregunta no sé si muy preocupada.

Para que lo comprenda le doy otro. Se mueve hacia adelante.

-Si te tengo que obligar, cuando salgas cerraré la puerta del piso y te haré permanecer a cuatro patas como una perra hasta que alguien te vea.

-No serías capaz!

-Porqué no?

Me mira para que mi expresión le confirme mis palabras.

-Está bien, lo haré.

-Pero no me irás a decir que lo haces por los toques que te he dado en el trasero, dime porqué lo haces.

-Porque soy tu perra y me calientas hasta que no sé lo que hago maldito hijo de puta.

-Anda, puta, sal y mea en la puerta de enfrente pero no lo hagas todo, guarda para más tarde. Quiero ver tu cara mientras lo haces.

Mira para ver si no hay nadie y camina deprisa a cuatro patas. La oigo gemir al soltar su orina, puedo ver en su cara el miedo y el morboso placer que siente. Me gusta como me mira mientras lo hace. Cuando corta mira cuanto ha hecho. Ha dejado un gran charco. Regresa. Con la puerta abierta se la meto en la boca para follarla hasta la arcada. La hago entrar.

-Te ha gustado?

-Me he sentido como una puerca pero he disfrutado sí. Pensar que podía llegar el ascensor o que apareciese algún vecino casi hace que me corra. Vas a follarme hoy? Por favor, lo necesito… mucho.

-Lámeme los pies para agradecerme como una perra que te haga disfrutar tanto.

Me saco los zapatos y lame los pies a lengüetazos. Cuando levanto los dedos lame la planta y chupa los dedos como haría con una polla. Me gusta su mirada mientras lo hace.

-Qué perra eres!

-Tu me haces serlo amo.

Sonríe y sigue chupando moviendo su culo.

-Quiero tu culo. Cuántos te han follado por el coño? No hace falta que contestes. Míralo, se ve que está muy usado.

Ella se mira e incluso se lo abre para verlo mejor.

-Cómo lo sabes?

-Métete un dedo en el culo y ve preparándolo.

-Ya lo hice anoche.

-Cuenta.

-Quise probar lo que podría sentir y me metí un dedo. Ya sé que no es igual pero me dolió y no me atreví a más. Estuve dándome un rato para acostumbrarme.

-Te dolió mucho?

-No, no era dolor, bueno un poco sí, era raro, una molestia. Pero no me gustaba, es sucio, cuando saqué el dedo estaba sucio. Prefiero que me la metas hasta la garganta aunque me den arcadas y me llene de babas, es asqueroso también pero no tanto.

-Me gusta cuando te dan las arcadas y sigues mamando.

-Es lo que tu quieres, no?

-Sí, me gusta tu sumisión.

-A mí también me gusta que me obligues pero no me pegarás verdad?

-Lo haré si no eres suficientemente obediente. Una puta como tú está hecha para obedecer. Porque lo disfrutas verdad?

-Sí. Ayer, cuando me dejaste tirada como una perra...

La miro.

-Sí, ya sé que es lo que soy pero allí en el aparcamiento lo comprendí. Desnuda, en el suelo, sobre mis propios orines y con la cara manchada de tu semen. Necesitaba correrme. Y no me toqué, lo necesitaba pero no lo hice porque era tuya. Mi cuerpo es tuyo… y mi deseo también.

Esta última frase la dice en un tono más bajo, como si fuera una confesión, una entrega. Y lo es. Lo disfruto.

-Luego, después de depilarte, te sacaré a pasear como la perra que eres y mearás en la calle.

-No, eso no. Podría verme cualquiera. No puedes. De verdad.

-Si te portas bien, podrás ir caminando hasta el parque y allí en un sitio discreto mearás como una perra. Dependiendo de cómo te portes caminarás a cuatro patas más o menos tiempo, por un sitio más o menos discreto y lo harás más o menos a cubierto de posibles miradas.

-Me portaré bien, te lo prometo, haré lo que me digas pero llévame a un sitio donde no puedan verme.

-Aunque te portes de manera excelente, te llevaré a un sitio donde tal vez alguien pueda verte. Incluso es posible que busquemos a alguien en concreto que te vea hacerlo.

-No.

-Y tú te desnudarás para que pueda ver tu cuerpo a su gusto. Y después te llevaré caminando a cuatro patas para que vea lo perra que eres. Le darás la espalda y con las piernas bien separadas te abrirás para que vea como mea una buena perra.

Mientras hablo veo como su respiración está alterada.

-Y además, con la cara apoyada en el suelo, lo mirarás para que veas como disfruta o como te mira con asco al ser tan puerca. Y permanecerás así hasta que yo te ordene que vengas a mí para que te use a mi antojo.

-Vas a hacer que me corra si sigues describiéndome la escena.

-Sin tocarte?

-Sí, mira como estoy.

Apoya la cabeza en el suelo y se abre con las manos, tal como haría con el hombre en el parque.

-Así quieres que me ponga?

-Sí.

Veo como su coño estirado por sus dedos se abre y se cierra.

-No quiero defraudarte, quiero hacerlo tal como quieres.

-Entonces prepara tu culo.

Gime con una pequeña protesta.

-No te estás portando bien. Tal vez te tire una pelota para que vayas a recogerla con la boca.

-No sigas de verdad, no puedo aguantar mucho más.

Es verdad, un hilillo de su jugo le cae por las piernas.

-Como eres una buena perra te dejaré que uses lubricante para tu culo.

-No, no. Soy tuya, soy tu perra. Hazlo como tú prefieras. Me va a doler mucho?

-Cómo te sentirás más perra?

-Dios mío! Úsame como si fuera una cosa, sin preocuparte de mí, de lubricarlo, si me duele o si grito.

-Eso te calienta más?

-Sí. Mi culo es tuyo, yo soy tuya o no lo sabes todavía?

-Pero te va a doler mucho si entro en ti de una vez y hasta el fondo.

-Lo sé pero tal como estoy puede que incluso me corra. Luego me arrepentiré pero ahora estoy muy caliente, mucho, no creo que pueda evitar correrme me hagas lo que me hagas.

-Te voy a trabar las muñecas al collar para que no puedas ofrecer ninguna resistencia.

-Así no podré abrirme para que puedas entrar mejor. Quiero que comprendas que me ofrezco a ti en serio. No lo hagas, aguantaré todo el dolor que me provoques para que sepas con certeza que soy tuya.

-Bien, de todas maneras te trabaré con las muñequeras si tratas de resistirte. Te voy a poner una mordaza para que puedas gritar si lo deseas.

-Gracias.

-Me la llevaré luego al parque por si decido volver a usar tu culo.

-Tu culo, tu coño, tu boca, recuerda que soy tuya.

-Entonces prepárate porque voy a mear en ti y quiero que te extiendas el meado por todo tu cuerpo, quiero que todos con los que nos crucemos puedan saber que eres una cerda.

-Eso es asqueroso. Voy a parecer una puerca. No puedes llevarme así a que me depilen. Porqué quieres humillarme tanto?

-Quiero que veas hasta donde puedes degradarte. Y además quiero que disfrutes cada escalón que bajes para convertirte en una depravada. Porque te gusta verdad?

-Como puedes ser tan tortuoso y tan cabrón?

-Porque disfruto viendo como te calientas hasta convertirte en una viciosa y sabiendo que buscarás cada vez más este tipo de morbo. Pon las manos en la espalda, quiero follar tu boca.

Se la meto hasta que se tensa por la arcada.

-Te das cuenta? Hace un par de días apenas si eras capaz de beberte la leche de tu novio. Hoy entro hasta tu garganta y mañana lo harán todos los que yo desee.

Mueve su cabeza para sacársela y protestar. La dejo.

-No quiero eso.

-Ahora no lo quieres pero me lo pedirás. Me pedirás que haga de ti una puta caliente.

-Soy una puta caliente para ti.

-Y luego lo serás para el hombre del parque.

-No, a él me mostraré porque lo deseas.

-Y si deseo que te folle? No te das cuenta que eres mucho más puta de lo que crees?

-No quiero que me hagas esto. No quiero ser una puta para todos.

-Déjate llevar por la fantasía. Imaginártelo te calienta, verdad? Pues disfrútalo, ya veré si después convierto las fantasías en realidad.

Recojo sus babas con la polla y se la paso por la cara impregnándola.

-No te das cuenta lo puerca que eres? Escupe en mi polla.

Después de hacerlo se la paso por la cara, el pelo, las tetas.

-Ves como te gusta?

-Me gusta imaginarlo, me calienta pero me da miedo.

-Ahora te da miedo, hoy tal vez, mañana no lo sabes.

Al tiempo que le hablo paso la manos por su sexo ardiente.

-Haz lo que quieras conmigo cabrón.

Le escupo directamente en la cara y le extiendo la saliva. Apenas un pequeño quejido.

-Chupa todas tus babas de mi polla y mis huevos.

Lo hace ansiosa.

-Por favor deja que me corra, lo necesito.

-Si no fuera por lo bien que utilizas la boca te pondría la mordaza ya. Me pone muy caliente lo perra que eres.

-Pues entonces córrete ya en mi boca, en mi garganta.

-Quieres mi leche, perra?

-No me gusta, es amarga pero al tomarla para satisfacerte me siento como una perra. Como si yo fuera sólo un recipiente donde la echas para tu placer, da igual que me guste o no.

-Pues entonces no te la tragues, saboréala para que seas más consciente de lo depravada que eres. Llena cada rincón de tu boca de su sabor y disfruta lo puerca que eres. Es difícil encontrar una cerda como tu.

-Lo sé. Quiero ser la más asquerosa, para que no olvides nunca como puedes usar mi boca para tu placer, y como grito cuando me usas por el culo sin que te niegue nada. Y cómo dejas mi coño chorreando sin usar. Necesito correrme amo. De verdad, lo necesito, me voy a volver loca.

-Puede que un día de estos te lleve con un ama amiga para que vea lo puerca que eres.

-No, no puedes hacerme eso. No quiero… Y qué me haría?

Es preciosa por cómo se ofrece, por estar dispuesta a obedecerme incluso antes de saber que le ocurrirá.

-Amo por favor, no puedes follarme y dejar que me corra nada más?

-No. Quiero que desees comerle el coño o lamerle el culo.

-Noooooo, es asqueroso.

-Ábrete bien el coño y métete la mano pero no se te ocurra correrte.

-No podré aguantar! Me correré y me mearé y no quiero. Quiero que me lleves a depilar estando caliente, muy caliente, para que quien me depile vea que soy tu perra.

-De verdad lo quieres así?

-No, claro que no. Me sentiré como una cualquiera pero tú haces que lo desee.

Está a punto de llorar. La tensión la está venciendo.

-Voy a follarme tu boca y quiero que mantengas el sabor de mi leche todo el tiempo, quiero que la esteticista pueda olerla. Tú harás que pueda olerla. No sólo quiero que sepa que eres mi perra, quiero que sepa lo puerca que eres pero antes te tomarás otro café.

-Oh, no! No podré aguantar! Ya casi no puedo.

-Pues no pienso dejarte entrar en ningún aseo. Te lo harás en la calle.

-Dios mío! No puedo hacer algo así. Y si lo hiciera me correría mientras me muero de vergüenza.

Es maravilloso cuando te confiesan sus deseos más íntimos mezclados con su humillación.

-Haré que mires a todos los que se crucen contigo para que vean en tu cara el placer de poder mear al fin, tu vergüenza y lo que disfrutas tu humillación. Es hora que vayas preparando tu culo. Quiero que la esteticista lo vea roto cuando lo depile.

-El culo también? Me dolerá!

-Lo disfrutarás, lo sabes. Cuando te depilen, si lloras sabré que no serán lágrimas de dolor sino de placer.

-No, serán de dolor.

-Puede que algunas sean de dolor pero también las habrá de placer, no?

-No quiero que las haya de placer!

-Pero las habrá y lo sabes. No quieres correrte mientras la chica te depila y yo observo tu rostro? Ábrete ya!