Se contuvo con la hija, pero no con la madre.

La madre una estudiante universitaria convence a su cuñado para que siga satisfaciendo a la chica sin llegar a penetrarla y se ofrece ella misma para aliviar al hombre que toma ventaja de la situación.

Esta historia es el tercer capítulo una saga con nombres únicos. Es mejor leerlos en orden.

El capítulo 1 es “No se pudo resistir”

El capítulo 2 es “Se dejó convencer y pasó a la ofensiva”


Nota del Autor: Después del  segundo capítulo la serie ha tenido algo más de aceptación. Agradezco a los generosos lectores y les comparto la tercera entrega.


José, el hombre de 43 años, ya había tenido dos encuentros con Micaela, su sobrina de 22. Uno de esos encuentros, facilitado por Mónica, la madre de Mica y cuñada de José, que veía en aquel desigual incesto la posibilidad de calmar sexualmente a su rebelde hija.

Para completar el cuadro de absurdidad, Mónica había puesto como reglas que José debía compartir con ella videos de los encuentros íntimos que filmaba la inadvertida muchacha. Y había además puesto como reglas absolutas que el maduro instructor de sexo no podía penetrar a la chica con su miembro, ni eyacular de forma alguna cuando estuviera con Micaela.

Aquello presentaba varios problemas. El primero era que Micaela se estaba volviendo insaciable y empujaba para ser penetrada y para que su incestuoso tío eyaculara sobre ella. Por otro, achicaba la cancha para José, del cual se esperaba cada vez (por parte de madre y de hija) una performance más atrevida. Después de haberla hecho acabar tocándola y penetrándola con la mano, comiéndole la vulva y fregándole la verga por fuera de los labios vaginales, lo único que parecía disponible era una penetración en toda la regla.

Pero el otro problema, el que más preocupaba a la madre era que con la calentura de frotamientos, lamidas y orgasmos brutales para Micaela, José no se pudiera contener y terminara acabando como un cerdo.

—Si esta pendeja lo hace acabar, sonamos, lo domina para siempre—Elucubraba la madre, que sabía que su hija usaba los mismos poderes de seducción que ella.

José, por otro lado, pensaba que ante el miedo de la madre a que él no pudiera contenerse y frente al hastío de la chica de nunca ser penetrada, ambas iban a aminorar el nivel de exigencias y perder interés en sus servicios.

Entonces, la oferta de la madre de alguna manera sorprendió a los dos: a José, y a la misma Mónica.

—Te hago acabar con la boca antes y después de estar con Mica, te lo prometo. Me dejo coger si es necesario. Lo que me pidas, pero por favor, no cambiemos el acuerdo que tenemos, te lo ruego— Había proferido la cuñada madura en un arrebato de desesperación.

La parte de hacerlo acabar con la boca había rondado la mente de Mónica desde que vieron juntos el primer video. Pero la de ofrecerse a ser cogida había sido un atropellamiento del momento que ella misma no supo comprender de donde había salido. Y para completar el cuadro de sorpresas para la MILF, José la había rechazado en el momento so pretexto que no necesitaba alivio en ese momento.

Luego de aquel momento caliente, los dos cuñados se retrajeron a sus mundos y cada uno revivió lo ocurrido. Mónica se cansó de ver los videos donde su hija acababa entre estertores de placer provocados por su tío. Especialmente miraba el de la ducha, donde la verga imponente del esposo de su hermana frotaba a su hija hasta hacerla chillar y sacudirse como una posesa.

José repasó mentalmente los momentos con Mónica y pensó en una nueva estrategia para deshacerse de la responsabilidad de estimular a su sobrina: comerse a la madre. Realmente disfrutaba mucho con la chica, pero la consideraba demasiado volátil y caprichosa para mantenerla como amante. En cambio, la madre debía ser una bomba sexual mucho más explosiva que la hija, y si bien a los casi-50 Mónica ya estaba pasada su pico biológico-sexual, lo que había era espectacular y más seguro emocionalmente.

La llamada de Mónica en el caller-ID dos días después del último encuentro no lo sorprendió. —debe querer escuchar alguna cosa de mis labios para pajearse— Asumió José.

Pero estaba equivocado. Primero Mónica le contó de lo bien que estaban las cosas con Micaela después del doble orgasmo recibido días antes. La madre se deshizo en elogios y agradecimientos, como si en vez de hablar con un tipo que chuponeaba y manoseaba a la hija para hacerla acabar, se tratara de un instructor de guitarra o un entrenador de atletismo.

En segundo término, Mónica pidió a José que se encontrara con Micaela aquella misma tarde en la casa de ellas. Ante la sorpresa del hombre, la madre explicó que no quería esperar a que su hija estuviera de malhumor para “calmarla”. Hasta la terminología que usaba la inescrupulosa madre era escandalosa. Después de una breve tira y afloje (más afloje que tira) José “se dejó convencer” y prometió estar en casa de Mónica a la hora indicada: 3 PM. En ese momento se vieron las verdaderas intenciones de la llamada.

—Y si venís a esa hora, tenemos tiempo que yo cumpla mi parte—Dijo Mónica con voz felina.

—¿Tu parte? —Simuló no entender José

—Claro, José. Te prometí “aliviarte” ANTES Y DESPUES— Insistió Mónica.

—Ahh… si… En realidaddd…—Intentó hablar José

—En realidad, lo prometido es deuda, cuñado, te espero a las 3 PM—Espetó Mónica y cortó.

José recordó intercambios anteriores y supo que si quería mantener la mano ganadora no debía dejarse apurar y empezó a pensar un plan que le provocó una erección de caballo.

Ser consultor legislativo de asuntos ambientales desde una oficina en el microcentro le permitía a José una libertad grande de horarios. Así que decidió que ese día dejaría la oficina a las 2 PM para pasar primero por un sex-shop y luego ir a casa de Mónica a “cumplir con su deber”

A las 3:08 estaba tocando el timbre y le abrió una Mónica con la cara desencajada. José era famoso en su familia por ser exactamente puntual. Y aquel retraso de 8 minutos había hecho caminar a Mónica por las paredes pensando que no acudiría o lo haría tarde sin dar tiempo a “ser aliviado” por ella.

La mujer lo hizo pasar y lo invitó a sentarse en el sillón de siempre. Estaba nerviosa y todas las cosas que había imaginado haría con su cuñado la hicieron atragantar y paralizar una vez que lo tuvo cara-a-cara.

José notó con beneplácito el bloqueo de Mónica y pasó a atacar.

—Sabés una cosa, Monique… he pensado en tu ofrecimiento de sexo oral para aliviarme antes de estar con tu hija. —Habló José notando la cara de pregunta de su cuñada—Y creo que va un poco en contra de mis principios

Aquello era inaudito, ¿de qué principios iba a habar un tipo que cometía incesto con la sobrina de su mujer, lo filmaba y luego miraba los videos con su cuñada y madre de la chica?

—¿A qué principios te referís? —preguntó Mónica perpleja

—Precisamente me refiero a que es inaceptable recibir sexo oral cuando yo no lo voy a dar. Es una cosa en la que no pienso negociar. De ninguna manera estoy dispuesto a gozar yo solo, Mónica—Argumentó absurdamente el cuñado

Realmente era un argumento fácil de voltear, pero Mónica, aturdida y encerrada en su propia calentura y en su propio pánico sexual lo tomó en la dirección incorrecta.

—Bueno… yo sólo pensaba dejarme coger por vos más adelante, no hoy, para hoy pensé que una mamada bastaba, pero si vos…— Mas que hablaba, balbuceaba la MILF.

José no daba crédito a lo influenciable que era aquella mujer que se creía sexualmente dominante y fatal. ¡¡¡Era más inocente que la hija a la cual doblaba en edad!!!

—No era eso lo que tenía en mente, Mónique—Alivió y a la vez sorprendió el hombre

—¿Ah no? ¿Entonces? —Preguntó Mónica temblando.

—Entonces, si la idea es hacerme una mamada ahora, para aliviarme, y vaya si lo necesito hoy, antes de ver a Mica—Confesó José—Vas a dejarme que te coma yo a vos primero

La mujer, atontada, intentó negociar infructuosamente porque en segundos se encontró a si misma colgada del cuello de su cuñado, besándolo babosamente mientras él le estrujaba las tetas y la desnudaba.

El tipo no le dio tiempo a nada y cuando ella quiso acordar se encontraba despatarrada con el cuñado comiéndole la concha como lo había hecho con su propia.

Mónica berreaba y jadeaba, empujaba la cabeza el hombre entre sus piernas y movía la cadera buscando el rozamiento íntimo. El hombre lameteaba, succionaba, besaba, e incluso dejaba la boca quieta para forzar a la madura amante a buscar su propio placer moviéndose y fregándose ella misma contra la boca del cuñado.

Los dedos de José no se hicieron rogar y penetraron brutalmente a Mónica que gritaba obscenidades y se retorcía sin demorar la llegada del orgasmo.

Una vez que la mujer se desplomó el cuñado la abrazó por unos minutos y luego comenzó nuevamente a besarla y sin hacerse esperar le indicó a lo que había ido.

—Mmmm Monique, qué espectáculo que sos. Te viniste de lo lindo, ¿eh? A ver si ahora vos hacés tu parte para aliviarme a mi.

La honestidad brutal de las palabras de aquel hombre confesando que lo único que esperaba es que lo hiciera acabar con la boca, no hicieron mella en el ego de Mónica, ella había prometido una mamada y le iba a dar la mejor mamada posible.

Casi muda, Mónica empezó a bajar besando el cuello del hombre hasta que la camisa la obligó detenerse para desabotonarla. Mientras hacia eso, José levantaba el culo y se bajaba de un saque pantalones e interiores. Mónica se arrodilló en el sofá con las tetas colgando fuera de su blusa y poniendo el culo en pompa para mamar a aquel hombre como si ella fuera una puta barata.

José la acariciaba y la alentaba hablándole dulcetemente al oído.

—Mmm…. Que rico lo hacés, Monique, me encanta—Confesaba el tipo—Y que estés haciendo esto por tu hija me parece fantástico, le da un gustito especial.

Mónica asentía mientras seguía recorriendo el pecho del tipo, temblando de emoción a medida que se acercaba al falo erecto de su cuñado.

Antes de llegar a besar el ombligo de José, la cabezota de la verga parada ya le hacia cosquillas en las mejillas. Ella lo tomó como una señal giró la cabeza, abrió la boca y engulló el mástil prohibido.

—¡SEEEEEE!!!! ¡ASIIII!!! —suspiró José empujando hacia abajo la cabeza de Mónica que de un solo golpe se tragó la pija hasta la base.

El tipo sólo pronunciaba sonidos guturales y de a ratos podía ordenar su cabeza y mal-pronunciar frases cortas.

—Asé. Sé. Sé. Cometegla todggghhh

Mónica no aflojó y siguió mamando y pajeando con urgencia, a sabiendas que debían apurarse y dejar tiempo suficiente para arreglarse para cuando llegara Mica. Decidió usar su lenguaje mas corrupto para apurar la acabada de José.

—!Esog! !SiiI!!! !Dame lecheeee! ¡Acabá en la boca de la mamá antes de aprochagdte de la nenaghhh!—balbuceaba con la cabeza de la pija a medio sacar de la boca, sabiendo que la invitación a acabar en la boca y la mención del incesto era la manera más segura de asegurar la eyaculación masculina.

Mónica comprobó que no estaba equivocada porque un rato más tarde José se vino copiosamente en su boca, pero tuvo que reconocer que su cuñado había requerido más esfuerzo y más comportamiento soez de parte de ella que el que estaba acostumbraba con su marido, que era de “gatillo fácil”.

Una vez tragada la mayoría de la leche, José morreó a Mónica, explorando con su lengua la enlechada boca de la cuñada y sorprendiéndola otra vez, porque no estaba acostumbrada a ese trato. Como solía decir su hermana Clarisa:

“Encontrar un tipo que te acabe en la boca es fácil, encontrar uno que quiera besarte luego de eso… mmm… no tanto.”

Mónica fue volviendo lentamente a sus cabales. El efecto intoxicante del orgasmo recibido se había prolongado en un efecto casi embriagante de sentirse diosa del placer de un hombre prohibido. La combinación era espectacular y sin percibirlo, antes de poder hablar ya estaba imaginando el próximo encuentro más que pensando en la instrucción pendiente de su propia hija.

—¡Ufff Monique! Sos genial. Ahora sí que me siento con fuerzas de hacer acabar a tu nenita sin caer en la tentación de empujarla a que ella me desleche a mi—Confesaba con crudeza el cuñado y volvía a cargar con palabras cuidadosamente planeadas—El peligro ahora no es venirme con Micaela, sino perder totalmente interés en ella, sabiendo que la mamá no solo puede recibir placer, sino dármelo de esta forma tan intensa.

Claramente, intentaba sembrar la semilla de la duda en la madre para que lo releve del compromiso de seguir estimulando a la chica.

—uhhh No se que decir, José, a mi también me desarmó esto, pero…—Dudó Mónica

José la miró con cara de lobo hambriento, pero no le habló. Se limitó a tironearse la verga como buscando mantener la erección que iba en decadencia.

—…eeemmm…. Yo lo hice por mica… Y por vos, claro… Y… qué te voy a mentir, por mi un poquito también. Mucho, bah, por mí. Pero… Mica necesita tu ayuda, José. ¡Toda la familia la necesita… o sea, ayyy…! ¡Estoy hecha un desastre! Todos necesitamos que ayudes a Mica, a eso me refiero—confesó nerviosamente la madre que por un momento creyó estar insinuando que su esposo y su hijita menor requerían los servicios sexuales del tío.

Riendo a carcajadas el cuñado abrazo a Mónica y la calmó. —Sé lo que quisiste decir, tranquila. Un trato es un trato y si vos lo pedís, lo voy a continuar. —

Luego se asearon separadamente y se juntaron en el living. José aprovechó a mostrarle el vibrador de siliconas que había comprado para jugar con Micaela y la madre quedó boquiabierta por el tamaño del falo y por el descaro del tío.

Convinieron que José no revelaría nada a Mónica para que pudieran ver la película juntos. Y acordó con José que les daría hora y media a solas y luego llegaría a la casa porque Micaela tenia que ir a jugar hockey. Mónica confesó que era todo muy vertiginoso y ponía a José en el compromiso de hacer todo muy rápido.

—Comprendo—Dijo José—No te preocupes, con Mica, es mejor no estirarlo mucho, calculo media hora a cuarenta minutos para hacerla acabar, un ratito para que se cambie y se recupere y después mejor apareces vos, o de lo contrario se va a volver a calentar y va a querer más.

La mujer hizo una nota mental de la frialdad con que su cuñado estaba planeando todo y sintió un escalofrío en la espalda. Estaban madre e hija en manos de un tipo insaciable.

—¿Y a qué hora llegan tu esposo y la pequeña? —Preguntó el tío fingiendo desinterés.

—ahhh… mucho mas tarde. Pasadas las 9 PM. Ella tiene varias actividades y Antonio le hace de chofer—Explicó Mónica.

—Perfecto—Dijo José—Es ideal para que vos cumplas con la segunda parte. Seguro voy a estar cargado otra vez después de estar con Mica.

Aquello era dantesco, El tío se calentaba con la sobrina y usaba a la madre para descargarse. Miles de dudas asaltaron a Mónica. No tanto existenciales sino de “logistica”, y atinó a preguntar humillada. —¿Con la boca otra vez?

—Mmm… no sé. Veamos lo que se me antoja. —Sentenció el cuñado dominante

Al poco rato llegó Micaela que se sorprendió de ver a su tío. La madre la esperaba cambiada y preparada para salir y simuló que José pasaba por casualidad.

—Hija! ¡Qué suerte que llegaste! Tu tío está de visita buscando una cosa para tu tía y yo no tengo tiempo de prepararle un cafecito, te ocupás vos, ¿mi amor?

—¡Claro, Ma! Yo le hago un cafecito bien cargado y con una gotita de leche, quédate tranquila—Dijo Mica con doble sentido.

Lo que siguió fue una vorágine sexual ni bien se cerró la puerta a espaldas de Mónica, que se alejó con el corazón palpitando. Intentó ir al mall y no podía estar parada. Se le aflojaban las piernas y le daban nauseas. Imágenes pornográficas flasheaban frente a sus ojos. Eran una mezcla de recuerdos de lo vivido, recuerdos de lo visto en la tele, e imaginación, todo mezclado.

El recuerdo de la lengua de José latigueando su concha se mezclaba con el sabor del semen que había probado e imaginaba a Mica con el consolador clavado en la concha mamando la pija del tío hasta sacarle leche. Se imaginaba ella en la ducha con José, pero en ese sueño diurno el hombre no se contenía como lo hizo con la sobrina, y le plastificaba la espalda a Mónica con sendos chorros de semen.

Después de deambular, Mónica se sentó a tomar algo mirando su reloj. Hacía tres cuartos de hora que había dejado la casa.

—Si a esta altura no la hizo acabar, debe estar por—Elucubró la madre y su mente nuevamente comenzó a ahogarse en un mar de sexo prohibido.

Imaginaba a “su nena” despatarrada en el sillón con el falo clavado en la concha mientras gritaba obscenidades a su tío pervertidor. Luego se la imaginó montada sobre la cara de su tío que le comía la concha. Y su pensamiento puso el virador a medio meter en el culo en pompa de la chica, sostenido por una de las manos libres del maduro amante. La imagen era tan vívida que un rayo de lujuria sacudió el cuerpo de la mujer forzándola a imaginar los gritos mas crudos de su pervertida hija pidiendo doble penetración.

Mónica intentó cerrar los ojos para calmarse, pero lejos de lograrlo ahora las visiones eran de un trio: José de espaldas en su cama matrimonial con la verga en ristre, Micaelita montada sobre él, cabalgándolo como una desesperada, y ella, Mónica, clavándole el vibrador en el culo mientras le gritaba que si quería doble penetración la iba a tener. ¡En la mente de la afectada mujer la chica sólo gritaba “Si! ¡Mami! ¡Gracias Mamita! ¡Sos la mejorrrr!”.

Y en ese momento Mónica se percató de dos cosas: 1) estaba dispuesta a cometer todo tipo de locuras con tal de recuperar el respeto y la admiración perdidos de parte de su hija, y 2) Debía apurarse a regresar a casa. Se le había pasado otra media hora imaginando esas locuras.

Al intentar pararse en el bar del mall, Mónica notó que tenía la vulva y la entrepierna totalmente encharcadas y rogó que al llegar a su casa su cuñado le “pidiera alivio” para ella poder también aliviarse.

Mónica llegó a la casa y se encontró con José y Micaela en la mesa del comedor mirando unos libros de química. Era aparente que el tío ayudaba a la sobrina con una tarea de la universidad.

Después de haber tenido sexo salvaje en su habitación, Micaela había pedido a José que se retirara de la casa antes que llegara la mamá, pero él la había convencido de simular una sesión de estudio en el comedor. La habían aprovechado para morrearse. Micaela había frotado insistentemente el paquete del tío intentando seducirlo y convencerlo a dejarse hacer más. Porque, otra vez, el tío le había proporcionado un orgasmo brutal a la chica, pero él se había negado a tener el suyo.

Para terminar de subyugar a su sobrina, el perverso tío había usado un vibrador para estimularla repetidamente, acercándola al orgasmo y haciéndola bajar caprichosamente hasta que finalmente le había permitido acabar y había guardado el vibrador sin lavar en un bolsito que traía el tipo.

Vanas fueron las suplicas de la chica que pedía el vibrador para usarlo mirando el video que pensaba editar.

—No, mi amor. Si querés gozar con este vibrador, vas a tener que llamar al tío—Sentenció José.

Micaela aprovechó el momento de la llegada de su madre para salir a casa de su compañera de hockey y pensó en su tío, en el vibrador y en su madre. Su madre tenia uno parecido, pero mas chico. Ella lo había visto una vez buscando algo en el cajón de la mesa de noche del cuarto matrimonial. Mica imaginó a su mamá metiéndose el falo mientras miraba uno de sus videos. Y luego se imaginó a su mamá gritando como una loca y a la tía clarisa llorando y se le fueron las ganas de pensar en eso. Pero el cosquilleo que le provocaba la idea de su mamá caliente con su tío y con ella misma fue una semilla plantada en su cerebro que poco iba a necesitar para germinar.

En la casa, solos, Mónica intentó preguntar sin informarse

—¿Y? ¿Cómo fue?  No. Dejá. No me cuentes, Espero al video.

—No te voy a contar detalles, cuñadita, pero te puedo confirmar que fue genial—Atizó José y luego fue a por la estocada—Fue tan pero tan bien que he quedado con una calentura tremenda. Sinceramente no me veo llegando así a casa, eh.

Mónica la cazó al vuelo y con una sonrisa de oreja a oreja y con cara de autómata atinó a arrodillarse frente al cuñado. Estaba imponentemente bella y su maquillaje era perfecto. Pero el cuñado, sonriendo la tomó de los codos y la hizo parar para comerle la boca. Mónica se le pegó como un parásito y comenzó a empujar la pelvis para fregarse. La picazón de su vulva la llevaba a hacer eso sin pensarlo.

José la separó riendo y de un brazo la dirigió hacia las habitaciones explicando fríamente sus intenciones.

—En el comedor no. Ya me mamaste la verga en el living y me beneficié a tu nena en su habitación. Una señora de tu estatus se merece lo mejor: te voy a coger en tu propia cama matrimonial.

Las palabras retumbaban en el cerebro de Mónica mientras caminaba atónita. —Me va a coger. Me va a coger. Me va a coger.

Una vez en la habitación de Mónica, José la puso en la cama y comenzaron a besarse. La concha de la cuñada supuraba jugos viscosos. Parte agua, parte aceite, parte miel. El cuñado se separó brevemente para tomar algo que había traído consigo: era un bolsito del cual sacó el vibrador que había usado con la hija de Mónica y se lo acercó a la cara. Estaba brilloso, pegajoso y despedía olor a sexo.

—Mirá con lo que se tuvo que conformar hoy tu nena, Mónica—Invitó el hombre mientras le restregaba el falo sintético por la cara.

Mónica instintivamente intentaba abrir la boca y el tipo a propósito se lo movía de un lado a otro mientras ella infructuosamente atinaba a tragarlo. En esa operatoria se lo restregó por la nariz y por los labios sin dejar que lo comiera y Mónica supo que los olores eran los de su niña.

La fatal madura, dejó entonces de intentar perseguir el vibrador y se limitó a relamerse los jugos empastados en su propia cara mientras el perverso cuñado ahora le fregaba el vibrador por encima de su blusa a la altura de los empitonados pezones.

—¿Ese es el sabor de mi Mica? —preguntó entre gemidos la mamá desesperada

—Si, Monique, sí. A que sabe dulce. No te imaginas como se vino cuando se lo metía vibrando en la conchita apretada que tiene. Cuando veamos el video no lo vas a poder creer, Monique— Invitó el hombre

Mónica asentía y redoblaba sus gemidos pidiendo a gritos que se lo metiera a ella también. Pero José tenía otros planes.

—Para qué querés una pija de goma, cuñada, eso es para tu hija, que no tiene alternativas. Para vos te puedo dar la de verdad, ¿Quéres? —Preguntó retóricamente José

—AGGHH ¡Sí! ¡SI! ¡!!COGEME JOSE!!! —imploraba Mónica.

José la desnudó mientras ella casi le arrancaba la ropa a él y se puso sobre ella en la tradicional posición del misionero, pero sin penetrarla. La verga apoyada sobre la vulva y el vientre de la entregada mujer no atinaba a meterse sino a rozar por fuera vulva, clítoris e incluso el vientre de Mónica que pedía a gritos ser penetrada.

José sentía que podía acabar en cualquier momento, y le advirtió a la cuñada.

—Si te la meto me vengo al instante. Entre vos y tu hija me arruinan el aguante, cuñada.

Aquello hizo enloquecer a la señora que comenzó a gritar que ella también se venía rápido, que sólo necesitaba ser penetrada.

Y las premoniciones se confirmaron cuando José arqueó la espalda para empezar a penetrarla, ni bien la cabezota encajó a la entrada de la concha de su cuñada, Mónica sintió el terremoto interior y gritó.

—Ya me vieneeeeee, métela a fonddoooooooo.

José empujó brutalmente y en el milisegundo que llevó perforar a fondo la concha de Mónica, las contracciones vulvares de la cuñada lo empujaron a una acabada fenomenal.

Fueron 4 o 5 contracciones orgásmicas de José, cada una acompañada de un latigazo eyaculatorio y de un ¡UHGG! gutural que parecía salir de la garganta del experimentado amante. Mónica reflejaba contracciones y empujones con sus propios movimientos especulares y con sus gemidos de placer.

Cuando los dos bajaron del orgasmo se desplomaron inertes. Mónica tenía la boca prendida del hombro de su cuñado y las uñas clavadas en la espalda. José tenía las tetas de ella estrujadas en sus manos con los pezones deformados asomándole por entre los dedos. Las respiraciones se fueron calmando hasta que los dos estallaron en risas.

—¿Más aliviado? —Preguntó Mónica como si en vez de haber cogido brutalmente le hubiera servido un vasito de agua al esposo de su propia hermana.

Dialogaron distendidamente sobre la cama y José confirmó que efectivamente, el alivio había resultado efectivo. Luego intentó avanzar su plan.

—Si seguís “aliviándome” de esta manera, creo que voy a perder interés en Micaela, Monique.

Mónica sintió que se le inflaba el pecho de orgullo. Su hija era una muchacha preciosa, atractiva, provocadora de 22 años, el sueño de todo hombre. Y su cuñado decía que la prefería a ella, una mujer de casi 50. Por un minuto los celos la empezaron a traicionar y pensó que podía tener a aquel macho para ella sola. Pero la realidad enseguida la despertó: Nunca sería para ella sola porque era el hombre de su hermana y además la razón de la calentura de José eran las restringidas sesiones sexuales con su nena. Es decir: era aquello una simbiosis sexual imposible de separar en partes sin romper el todo.

—Mmmm me alagás, José. Pero no es necesario que elijas, nos podés tener a las dos—Ofreció, cual madama proxeneta, la confundida madre.

—Me encanta hacer acabar a tu hija, pero poder venirnos juntos con vos es lo máximo, Mónica. Pensalo. Podríamos pasar mas tiempo juntos si me concentro en vos—Propuso el cuñado. —Pensalo bien y decidís después.

Mónica intentó cambiar de tema, preguntándole cuando creía que podían ver el video y luego insinuó que si necesitaba alivio después de ver el video, ella estaba dispuesta a ayudar.

Menuda viva se había vuelto Mónica, con la excusa de ayudar a su cuñado ella se aseguraba orgasmos para sí.

José bromeó que no era conveniente abusar, y que las calenturas que le provocaban los videos pensaba saciarlas con su esposa, la hermana de Mónica. La infiel cuñada sintió una punzada de celos y no pudo evitar un gesto delator.

José aprovechó a poner los puntos sobre las ies, reafirmando que su esposa era la “número 1” y recordando que, si se llevara a saber lo que ocurría, no sólo acabaría su matrimonio sino toda la familia resultaría destruida y arruinada. Mónica aceptó las condiciones, pero se negó a intentar terminar con nada de lo que ocurría.

Para cuando José dejó la casa de Mónica, los dos estaban sumidos en pensamientos e incertidumbres. Pero cada uno estaba decidido a seguir adelante con su plan.

Por la noche toda la familia Gonzani cenó en armonía. El plesiosaurio ideológico de Antonio aprovechó el noticiero de las 10 PM en que hablaban de atletas transgénero para intentar iniciar una pelea con su hija mayor. Pero para su sorpresa, la chica le contestó con calma y con argumentos contundentes. Primero lo puso en evidencia como ignorante al mostrarle que él no conocía la diferencia entre sexo biológico, orientación sexual y género. Luego le puso una serie de argumentos de jurisprudencia que lo dejó sin habla. Pero el punto que sorprendió a todos fue cuando Mónica se puso del lado de la hija:

—Antonio, en vez de hacer el ridículo hablando de lo que no entendés, ¿por qué no hacés un esfuerzo para aprender de Mica? Hija, ahora estoy re-cansada pero me gustaría que mañana me explique eso en el desayuno, necesito entender bien para tomar mi posición—Y luego largó la bomba mayor—Y vos, Antonio, si no querés aprender de tu hija, por lo menos, no digas cosas que la ofenden, que vos y yo sabemos que esto es importante para Mica.

A la mañana siguiente, Mónica notó con beneplácito que su hija mayor se quedaba a conversar con ella. Tuvieron una charla franca sobre diferencias de opinión en temas de género y Mónica pudo entender mejor la posición de su hija, pero se mantuvo firme en su posición conservadora. —No sé qué más decirte, hija, sé que no es racional, pero no me sale pensar como vos. Tal vez… No. Casi segura… Estoy haciendo el ridículo. Pero no puedo aceptar ESAS cosas.

—Está bien Má. Son puntos de vista. Gracias por escucharme y por no atacarme.

Se abrazaron y Mica, con cierta malicia, pero también con ternura intentó algo con su madre.

—Ma… hablando de temas “complicados de sexo no-tradicional”, tengo algo que contarte —Dijo con picardía Micaela encomillando palabras en el aire.

La intención maliciosa de Mica era darle a entender a su mamá que era bisex o lesbiana para después sorprenderla. Pero Mónica sabía perfectamente de lo que se trataba y su corazón comenzó a latir con fuerza. Tomó de la mano a su hija la miró a los ojos y la sorprendió con sus palabras.

—Podés confiar en mí, sea lo que sea, no te voy a juzgar. Te voy a apoyar si es lo que vos querés—Se sinceró Mónica.

Micaela intentó sembrar mas incertidumbre dejando fuera el género de la tercera persona, creyendo que su mamá imaginaría “lo peor”. —Es mucho mayor que yo, pero me da placer como nadie antes—

—Me alivia escuchar eso. Una mujer necesita un hombre que la haga explotar. La edad es lo de menos—Aseguró Mónica.

Mica estaba sorprendida que su mamá no se diera por aludida después de las conversaciones y que su engaño no resultara. Y ensayó provocarla.

—Qué sabés si es hombre, ma—Jugó Mica

Pero la madre sabía lo que su hija no sabía y aprovechó la certidumbre que tenía para jugar una carta de falsa tolerancia.

—¡ay! ¡Hija, disculpa! Es que me decís “alguien”, y en mi mente retrógrada me imagino un señor mayor, re-buen mozo, bien conservado, con mucho mundo. Pero bueno, mi amor, si es una señora, o una mujer, bah…. Emmm… ¡Y vos disfrutás de tu sexualidad con ella como con nadie antes, yo… ufff… yo… te felicito! Lo dije. Si. Te felicito porque la vida es muy corta como para no hacer lo que uno siente y goza.

Micaela estaba boquiabierta. Aquella no podía ser su mamá. Pero lo era. Y Mónica tuvo que contener su júbilo con todas sus fuerzas para mostrarse impasible.

La hija abrazó a su madre y se limpió una lágrima de los ojos, aquello era inesperado. La madre estaba ahora de piedra observándola y pensando si se le había ido la mano y entonces, Micaela siendo Micaela, empezó a reír y a empujarla.

—Noooo es un tipo. Tiene el doble de mi edad, está buenisimo y me vuelve LOCA, ¡¡¡¡MA!!!  —gritó Micaela.

Mónica no sabía si reír o llorar de la emoción. Micaela continuó.

—Pero no es solo la diferencia de edad. Hay algo más…

Mónica sintió un nudo en el estómago. No había pensado como reaccionar si Mica le confesara la verdad y ahora estaba entrando en pánico. Por suerte para ella, la cosa no fue por ese lado.

—Me hace acabar como una loca, me destroza, ma. Pero me deja filmarlo todo y editar videos…. Y encima de todo… él nunca acaba. Y si, ma. Si. Es casado—Micaela era un lio de confesiones, contando cosas inconexas, pero sin soltar toda la prenda.

—Uufff. ¿Video? ¿Casado? ¿Cómo QUE NO ACABA???? —Mónica simuló demencia y su actuación fue creíble 100%.

Se miraron en silencio y Mica confirmó todo:

—Si. Ma. Casado. No acaba y me deja filmar videos haciéndome acabar él a mí. Resumió Mica y le soltó la bomba—Ahora tengo que correr a la facu, pero… ¿¿¿Querés que cuando vuelva veamos juntas los videos???

Dicho eso, Mica se paró, estampó un beso en el cachete de su mamá y corrió a clase.

Mónica quedó muda repitiendo como una boba.

—Me va a mostrar los videos—


Nota del autor: pensaba terminarlo acá con final abierto, sin embargo creo que la serie puede dar un capítulo más. Estos tres capítulos estaban planeados, de acá en más ya no. Por ahora, disfrutemos estas tres entregas.