Se cogieron al viejo

“Gregorio que te ocurrió” a lo que él respondió: mujer vamos a la policía porque me han violado”.

La historia que les relato a continuación es una historia ocurrida en unos de esos pueblos donde reina la paz y la tranquilidad. Donde los atardeceres y los amaneres ofrecen la gracia divina de la creación de Dios. Quizás una vida ermitaña, quizás una vida de soledad, pero más que eso, una vida de tranquilidad donde se supone que nada terrible pueda pasar.

Cierta tarde, cuando los últimos rayos de sol golpeaban el horizonte de la extensa sabana que daba hacia la parte final de su casa, una vez cenado arepas calientes y mantequilla, elaboradas con el maíz y la leche de su propio conuco y hato, se dispuso a tomar una siesta, en el porche trasero de su casa. Se acurrucó en la hamaca y sentía como el aire caliente que es costumbre de las tierras orientales, rozaba su rostro y a sus 70 años no fue difícil sumergirse en las profundidades del sueño rápidamente, para según él, una hora más tarde despertar e ir con la vieja Josefina a caminar un poco por la sabana.

Se despertó al sentir que su agotado, flácido y escurrido pene, estaba siendo tocado por unas manos. Que pasa aquí? Y miró sobre su cara a dos mujeres. Una negra pelo tostón y otra menos negra cabellos negros y largos. Una, tapó su boca mientras apuntaba su cuello con la filosidad de un pequeño cuchillo, mientras la otra ya había penetrado su pene en su boca. Don Gregorio, trató de agitarse para dificultar aquello que por lo más sano no podía creer, le estaban chupando la verga, como desde hace muchos años no lo hacían, ni doña Josefina, ni alguna otra aventura, pero solo logró que la mujer que le tenía tapada la boca, hundiera un poco la punta de aquel filoso metal en su cuello provocándole un terror indescriptible, cuando sintió que corría sangre por su piel. Dejó entonces de forcejear. Temía miedo, le aterraba pensar que aquello que pasaba era realidad.

A pesar de sus temores, comenzó a sentir cosquilleos en su piel que hacía ponerle la piel de gallina, escalofríos recorrieron de cabeza a pies y su verga que tenía años sin placer se estaba endureciendo. Aquello le estaba gustando. La negra que le chupaba la verga, colocó las piernas de aquel viejito sobre sus hombros de manera que el culo de don Gregorio quedó a la altura de su boca y comenzó a chupar aquel culo hediondo sin el menor remordimiento. Mientras que la otra negra dejó de taparle la boca para comenzarle a besar sus labios y tragarse los rastros de sangre y a babosear su pecho con la saliva excitada que ya salía de su boca. Llegó a sus tetillas y le dio vueltas con su lengua a su alrededor y don Gregorio, comenzó a saborear la gloria de aquello que le parecía más bien un sueño. Ya no ponía resistencia siquiera mental, su mente se había elevado al éxtasis.

Ambas mujeres se colocaron en la parte íntima luego, mientras una chupaba aquel culo de una manera desquiciada, la otra saboreaba la verga de Don Gegrorio, imaginando que en sus años mozos, la debió tener monumental. Se montó sobre el viejecito que tenía la verga erecta y comenzó a realizar círculos y luego un sube y baja que cada vez se hacía más fuerte tanto que a la posición que estaba en la hamaca se estaban convirtiendo en un dolorcito Don Gregorio casi infarta con lo caliente de la vagina de aquella mujer. Pero sentía los recovecos interiores de la mujer cuando apretaba su pene contra sus paredes vaginales y lo ya lubricada y aguada que se encontraba la mujer, lo excitaba tanto que comenzó a mover sus caderas ayudando de alguna manera. Mientras la otra acariciaba su ano, y fue metiendo lentamente un dedo y luego dos y ya a la final eran tres, logrando el relajamiento total del viejo. Mientras se escuchaba la acelerada respiración de aquella mujer haciendo orgasmo y llenando las partes del viejo de ese líquido viscoso y divino.

En aquel siniestro silencio, solo se escuchaba a los mosquitos, las ranas y los pajarillos nocturnos, haciendo trinos orquestosos y los gemidos de aquellas dos mujeres teniendo sexo con don Gregorio. Se baja la que estaba encima y se concentra en su boca, diciéndole al oído palabras obscenas, cochinadas lingüísticas que Don Gregorio jamás usó en su pasiva vida. Mientras la otra se metía la verga hasta el fondo, subiendo y bajando, circulando y tratando a la vez remeter eldedo en el culo de viejo. "ya es la hora" dijo la mujer que montaba a don Gregorio. Siente como la otra, sube una de sus piernas dejando su culo al descubierto, y siente como en su culo lleno de líquidos vaginales se va introduciendo algún objeto duro que forzosamente entraba en su ano.

Mientras que la otra, pegó sus dos endurecidas tetas al cuerpo de don Gregorio, y besaba su boca, mordía sus labios y su lengua, lo que minimizaba el dolor anal. Aquel saca y mete del culo del viejo era impresionante y en la misma medida que entraba y salía aquel objeto de su culo, la mujer que se lo cogía consumaba un orgasmo demoledor que dejaba la verga del viejo irritada y con un grito macabro aaaaaaaahgggg terminó su tarea. Don Gregorio estaba extasiado de placer y de dolor, sentía como lo caliente de los líquidos vaginales recorrían su culo y también lo caliente de la sangre que brotaba de su culo. Pero él no había tenido ni siquiera un orgasmo. Se sentía ultrajado, violado. Pensó que había terminado todo, cuando una de ellas se acerca a su cara y le dice: "esta vez gollito, te toca chupar cuchara y lo vas hacer bien, porque sino lo castigaremos". Don Gregorio, sabía que no le iban a perdonar la negativa por lo que accedió. Trató de incorporarse a duras penas y miró la totona de unas de las mujeres, mientras la otra tomaba un látigo en sus manos por si no lo hacía bien, darle el necesario castigo.

Estaba asustado, pero a la vez excitado. Quería huir, pero a la vez quedarse, quizás la vida no le daría otra oportunidad como esta jamás. Comenzó a sentir aquel olor característico y recordó sus años de joven cuando aquello lo enloquecía, no con la misma habilidad pero si con el debido conocimiento, comenzó a besar aquellos negros labios vaginales y con sus manos fue abriendo camino para dejar al descubierto el clítoris de la mujer que ya comenzaba a retorcerse de ansiedad. La lengua de don Gregorio, recorría las junturas de la carnosidad vaginal, y de sopetón hundía su lengua en el clítoris de la mujer para luego abrirla completa y pasar casi a la angustia por todos lados, su lengua frenética e insaciable, llegando al culo de la mujer que se retorcía y gemía angustiosamente sobre la grama del patio. Comenzó a meter los dedos en el culo de la mujer, y sintió un latigazo en su espalda, que le bajó la verga a su estado inicial. " No te portes mal, gollito, te diremos cuando será, sigue chupando" . Gregorio, continuó menos entusiasmado, pero mientras aquel olor llegaba a su nariz mayor fuerza y ganas iba colocando a su labor, hasta lograr con un venturoso grito la mujer realizara un orgasmo fabuloso que parecía más bien una orinada. Se intercambiaron los papeles, esta tomó el látigo y la otra abrió su gorda cuchara en la cara del viejo que ya estaba cansado. "Ya va, podemos esperar un momento?" . Sintió otro latigazo que rompió su espalda. " Me urge una mamada, gollito trágatela".

El viejo, sin opción alguna, comenzó a darle el mismo tratamiento que a la otra. La castigadora pedía que le metiera los dedos, mientras chupaba. Gollo ya hacía un esfuerzo muy grande para chupar, meter y mover el dedo en la pepita de la mujer, sin embargo las embestidas de los latigazos no le eran de agrado por lo que se afanó mucho más, sintiendo en sus dedos como se convulsionaba las paredes vaginales y apretaban sus dedos. "gollito, cógeme" se subió sobre la mujer con la verga medio erecta y babosa, y con mucha lentitud fue moviéndose, mientras que la juventud exigente de aquella mujer exigía mucho más, y por castigo de tal lentitud otro desgraciado latigazo en su espalda que ya estaba adolorida y lastimada. Sus movimientos fueron un poco más rápidos y la mujer exigía mucho más, "más gollito, más, dame más fuerte gollito" y el pobre viejecito en un último intento sintió un temblor en su cuerpo que le elevó más allá de lo que veía y sentía. Había realizado un orgasmo conjunto y cayó como muerto sobre aquella mujer. Las mujeres se vistieron, lo amordazaron lo golpearon y luego se despidieron con un beso mordido que dejó su labio roto y la verga lastimada. A la media hora llegó su mujer, que al verlo: "Gregorio que te ocurrió" a lo que él respondió: mujer vamos a la policía porque me han violado".

La única verdad de esta historia es que dos mujeres violaron a un anciano de 70 años. Lo demás, son adornos literarios para hacer de la misma, algo más interesante.