Se calentó la guerra fría
La calentura llega y la razón se va.
Faltaba medio año para los juegos olímpicos de invierno y ya podía sentir la adrenalina en mi torrente sanguíneo al saber que participaría por primera vez, tenía el puesto de defensa en el equipo de Hockey estadounidense femenino, y entonces la lanzadora comenzó a fallar sus tiros.
Faltando dos meses para viajar a Rusia la capitana anunció un cambio rápido, yo sería lanzadora y aquella chica la defensa, los nervios comenzaron a consumirme a partir de ese momento.
Entonces llegamos a Rusia, una magnífica pista de hielo nos esperaba, pero la competencia no se haría hasta los últimos días, así que fuimos por todas las otras pistas mirando las modalidades.
El día 8, extendíamos una bandera roja, azul y blanca en la competencia de Skeleton femenino, a nuestro lado se encontraba un grupo de rusas agitando la bandera de su país y gritando muy alto, nos estaba fastidiando, hasta el punto que una de mis compañeras dijo sonoramente “Shut up” y las rusas que al parecer entendieron del inglés se giraron para observarnos, debimos empezar a temblar, las chicas eran enormes, con el rostro muy blanco y el cabello rubio la mayoría con ojos grises como la nieve sucia, tenían aspecto de ser rudas y nos observaban con desprecio.
-¿qué pasa con ustedes, putas amerricanas? –saltó una en un gutural inglés
-Dejémoslas, no deben ser más que unas campesinas rusas que están felices de que su inútil pueblito salga por primera vez en televisión- respondió una de mis chicas, que lastimosamente viene de Jersey
Las rusas estaban a punto de lanzarse sobre nosotras a golpes, hasta que una dijo tranquilamente
-Entiendo que estén asustadas, somos el equipo femenino de Hockey y en esa pista las haremos polvo-
Intercambié mirada con varias de las chicas y comprendí que todas estábamos sorprendidas, de todas las rusas del mundo nos dio por pelearnos con nuestras contrincantes.
-Eso lo veremos, tenemos una excelente lanzadora este año-y diciendo esto, me agarró del hombro y me puso al frente, las rusas hambrientas comenzaron a mirarme y a reírse, no podían creer que yo, una chica menuda, tímida y la evidentemente menos interesada en el conflicto fuera su peor pesadilla.
Al final, luego de que yo les diera un humilde “que gane la mejor” nos retiramos, la ganadora del Skeleton no resultó ser ni rusa ni americana, era inglesa, y la única forma de callar a las del otro equipo era dar lo mejor en el hockey.
La última noche antes de nuestro partido contra Rusia, no podía dormir, el abdomen se apretaba con fuerza bajo mi remera, intentaba pensar en otra cosa, pero luego recordaba a las enormes chicas rusas del otro equipo y me estremecía… ¿y si me mataban?
Me aseguré de que no hubiera nadie cerca y bajé al restaurante, era tarde pero había alguien atendiendo, pedí un jarabe dulce típico de Rusia y me senté en una silla a contemplar la noche por la ventana e intentar tranquilizarme, una persona entró también y pidió algo en el restaurante, no la observé a pesar de que sabía que estaba ahí hasta que se sentó en frente mío en la mesa y me miro con media sonrisa.
Su rostro blanco, sus ojos grises, aunque su cabello era negro, sabía quién era… una de las chicas rusas del equipo de hockey, suspiré para mis adentros, no podía tener peor suerte
-¿nerrviosa?-preguntó suavemente, entonces pensé que tal vez no venía a intimidarme, pero no iba a dejar que me viera débil
-no, es sólo que no me acostumbro al cambio de horario- respondí cortante, alcancé mi bebida y seguí consumiéndola
-¿ah sí?... bueno, crreo que estás en una clarra desventaja con nosotrras-
-no lo estoy, puedo no parecerlo pero soy muy capaz de patearles el trasero a ustedes-me sorprendí al decir esto, porque ciertamente no creo que sea cierto
-entonces si estás tan confiada-deslizó su mano y tomó la pajilla de la bebida, comenzó a darle vueltas con ella, no lo sé pero esto me estaba poniendo nerviosa y el calor estaba entrando en mi rostro- vamos a hacerr una apuesta- me miró directo a los ojos con una ceja alzada, yo tragué saliva, no sé si eso fue una afirmación para ella pero continúo como si tal- si ganamos nosotrras, tú… irrás a hacerrme una pequeña visita a mi habitación-diciendo esto sonrió
¿Visita? ¿habitación? ¿yo? ¿qué?
-¿y si yo gano?-pregunté, no estaba ni remotamente segura de a qué se refería con lo de la visita a su habitación, pero tal como pensaba antes, no quería parecer ni más débil ni más tonta.
-tendrrás tu prremio… el que quierras-yo no sabía que responder, ella volvió a dar vueltas con la pajilla a mi bebida y se puso de pie- no sabe bien si el dulce se queda en el fondo.
Y salió del restaurante.
Yo quedé en la silla con una gran “¿qué demonios?” en la cabeza.
Cuando reaccioné había terminado de poner los petos en mi abdomen, y metía el protector de dentadura en mi boca
-5 minutos- dijo una voz y mi corazón reaccionó zumbando
-¡A ganar!-gritamos y los patines bajo mis pies me guiaron a la pista.
Nadie creería nunca lo muy jodidamente nerviosa que me encontraba, me palpitaban las sienes, y al salir al hielo duro sin rayones en medio, los vítores de la gente no me calmaron mucho, banderas por todos lados, unas para Rusia otras para USA, la antigua guerra fría más literal que nunca, y la carga cayendo por completo a mis espaldas, cámaras de televisión yendo y viniendo, una enfocada de lleno en mí, entendí que estarían hablando sobre la nueva lanzadora del equipo estadounidense, pero lejos de halagarme me aterraba, casi podía escucharlos diciendo “tan pequeña que luce ¿no estará muerta de miedo?” claro que lo estaba, pero iba a dar lo mejor de mí.
Nuestros uniformes rojos, los de Rusia azules, entre los cascos no podía encontrar a la chica, y me di cuenta de que la estaba buscando, decidí alejar el pensamiento también por el hecho de que un pitido anunciaba el inicio del juego.
Comencé a desplazarme al norte de la pista, esperando el momento oportuno para el ataque de mi equipo, pero estaban todas bloqueadas, las enormes rusas no se despegan de al menos una integrante y al notarlo me enteré que yo tenía a mi propia bloqueadora justo detrás de mí
-¿pudiste dorrmirr?-preguntó bajo su casco y mi corazón comenzó a latir incluso peor, ¿cuánto me falta para un infarto?
-maravillosamente- respondí entre dientes, era mentira
-qué bueno oirr eso- y justo en ese momento se desplazó al inicio de la zona de Rusia y bloqueo el disco que se dirigía a mí, me maldije mentalmente, las otras integrantes de mi equipo me miraban bajo su casco con ira… estaba cayendo en la trampa de la rusa bonita.
Decidí ignorarla y fue mi mejor idea, comencé a desplazarme energéticamente de un lado para otro a espera del disco, casi nunca lo tocaba y cuando lo hacía era firmemente bloqueada por una defensa rusa, comenzaba a sentir la frustración de no poder hacer nada.
Llegó el medio tiempo y arrastrando los patines salimos a los vestuarios
-¿qué mierdas te pasa?-me preguntó la ex lanzadora del equipo lanzándome contra la pared, sabía que estaba jugando realmente mal esta vez, y a pesar de que gracias a nuestra excelente arquera no nos llevaban puntos de ventaja, ya mismo estaríamos rebasándolas si no fuera por mi culpa.
El medio tiempo terminó y salimos de nuevo a la pista, ni bien empezó el partido una atacante rusa logró distraer lo suficiente a la arquera como para que la lanzadora introdujera el disco hasta la red del arco, maldije con más fuerza y una voz pasó susurrando por mi lado “habitación 1142”
Y esto me despertó, sacó el disco la portera y lo lanzaron a una chica cercana a mí, le hice señas pero parecía que meditaba si sería buena idea pasármelo, al final lo hizo, y la rusa pelinegra que me quiere en su cuarto salió al ataque como las otras veces, pero con una barrida en círculo la desvié quedó detrás de mí y sólo quedaba la portera que se ponía en posición de esvástica en el arco, amagué a un costado y lo lancé al opuesto. Gol.
Las cosas comenzaban a mejorar, el bloqueo hacía mí pasó a ser de dos chicas, ya comenzaba a acabar el partido, estábamos en tiempo extra y era casi imposible que el disco pasara de la mitad de la pista, salí a una gran velocidad y alcancé a robarlo, las dos rusas estaban detrás de mí a mayor velocidad me iban a alcanzar, así que lancé y cerré los ojos. Un grito de muchas personas me regresó al partido el disco estaba en el fondo del arco y las chicas de mi equipo corrían hacía mí para abrazarme, el juego había terminado y para mi sorpresa, vencimos.
El resto de la tarde fue un sueño, con nuestro oro colgando del cuello comimos, bebimos y nos divertimos, llegada la noche una última felicitación y todas partimos a nuestros respectivos cuartos, no me extrañaba que al tocar la almohada se desvanecieran todas pero yo… tenía otros planes, y una hora más tarde salía en silencio por el pasillo del piso, hacia el ascensor, dejando un rastro de olor suave y agradable, el cabello en un peinado prolijo y unos pantalones estrechos, con la camisa del equipo de hockey estadounidense azul, roja y blanca.
Bajé del ascensor y caminé hasta detenerme en una puerta que tenía marcado con letras doradas los números “1142” y golpeé dos veces.
Un rostro pálido, con un hermoso cabello largo y negro, los ojos grises decepcionados y entristecidos me recibieron, en cuanto me vio la sorpresa, la confusión y una sonrisa se instauró en su rostro
-vine por mi premio- dije suavemente, ella me tomó por la camisa de hockey y me entró a la habitación, cerró la puerta y me apoyó contra ésta acercando su rostro al mío
-qué olorr… tan agrradable- dijo con voz ronca y sensual, comencé a desesperarme y desear sus labios, poco después estaba saboreándolos mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo sobre la ancha camiseta
-espero que valga la pena-dije suavemente
Ella clavó sus ojos con fuerza en los míos, la respiración se le aceleró notablemente y en su cara distinguí una mirada sádica y enloquecida, me tomó por el borde del pantalón y me llevó hasta su cama donde se sentó mientras me tenía en frente suyo con mi ombligo a la altura de sus labios, levantó la camisa lentamente y dejó descubierto mi abdomen para besarlo, yo temblé y pensé que tal vez no podría soportar lo que la chica buscaba hacerme, pero estaba enloquecida en excitación tomó con la punta de sus dedos los bordes del pantalón y comenzó a bajarlo lentamente, a medida que dejaba expuesto un trozo de piel lo besaba, hasta que llegó a mi monte de venus y le dio un último beso por encima de la ropa interior de encaje, antes de bajar de un tiró despacio el pantalón hasta mis rodillas, estaba ardiendo en expectativas, acarició mi piel por los bordes de la prenda y ronroneó unas palabras en ruso que no entendí, la proximidad y la espera me estaban matando
-do it- susurré cogiendo su cabeza suavemente con sus manos, sus ojos se clavaron de nuevo en los míos
-do what?-preguntó en otro ronroneo
-fuck me-al pronunciar esto sus fuerzas emergieron, tomó por los bordes la ropa interior y la deslizó por mis piernas, hasta llevarla a los tobillos junto con mi pantalón, de un rápido movimiento me deshice de ellos, y ahí estaba únicamente vestida con mi camisa de hockey frente a ella, mi sexo totalmente expuesto y sus ojos lamiendo cada parte de mi cuerpo a su vista, me tomó por el trasero y me acercó más a ella, sus labios se cerraron sobre el monte de venus y descendió muy lentamente hasta que sentí mi clítoris dentro de su boca, cerré los ojos viendo estrellas escurriéndose dentro de mis párpados, no me enteré en que momento había apoyado el pie en la cama y el otro en sus hombros mientras sus manos me mantenían estrechamente sujeta por los costados de mi cuerpo, me movía copiosamente contra sus labios y recibía la fuerte descarga de sensaciones con los ojos cerrados y la boca abierta
-vas a hacerr que venga todo el grrupo de hockey a averriguarr qué pasa-dijo un momento apartándose, tenía grandes hilos de mi humedad cayendo por su barbilla pero una sonrisa satisfactoria al escuchar mis grititos entrecortados que expulsaba cada vez que su boca hacía contacto con mi cuerpo
-oh... tienes que seguir- dije ignorando su comentario, no me importaba que viniera todo el hotel a ver qué pasa, sólo necesitaba acabar… impulsé mi cuerpo hacia adelante y caímos las dos sobre la cama, yo sentada en su rostro, descontrolada, no podía dejar de moverme, mi cuerpo me exigía que introdujera más adentro esa deliciosa lengua, mi clítoris se estimulaba fuertemente contra su rostro y sus manos trataban de calmar mis temblores tomándome por la cintura
-fucking… coming- dije al sentir como comenzaba a venirme en contra de mi voluntad, e inevitablemente liberar toda mi excitación en bufidos y gemidos entre suspiros por cada contracción de mis paredes vaginales exprimiendo su lengua, fue demasiado y me desvanecí sobre ella, muerta de placer con la cabeza a rebosar de endorfinas que me aseguraban que acabé de sobrevivir a algo fantástico… de haber sabido que este era mi premio les habría ganado 100 a 1
Unas palabras guturales pero lentas me regresaron a mi cuerpo
-¿qué dijiste?-pregunté con los ojos cerrados
-dije que no puedo crreerr lo herrmosa que erres- me giré para mirar sus ojos grises y sinceros, sus labios se chocaron con los míos y yo desnuda de la cintura hacia abajo la abracé con mi cuerpo al corresponder su beso
-¿no hay…- se separó para mirarme y hablar más bajo aún- prremio de consolación?
Entonces sonreí comprendiendo su urgencia, me puse sobre ella y besándola ocasionalmente la desprendí de cada trozo de tela que traía puesto, su piel blanca como la nieve se me antojaba preciosa y una vez estuvo toda ella desnuda comprendí que tenía que calmarme a mí misma también de alguna forma, quité por completo mi camiseta y junté su sexo con el mío, ella suspiró y se acomodó entre mis piernas
-a scissor-girl, uh?- dijo sonriendo mientras saboreaba el placer, yo ignoré todo cuando me apoyé en sus piernas para iniciar el movimiento que sería mi perdición, sus piernas fuertes y trabajadas me mecían a su gusto estableciendo un ritmo con una fricción insoportable, que apenas aguanté unos cuantos segundos que me indujeron de otro orgasmo delicioso que me obligó a arañar sus piernas mientras suspiraba intermitentemente y ella se detenía para dejarme acabar
-ganaste el parrtido… perro aquí ya llevas dos derrrrotas- su sonrisa me derretía y me lancé a sus labios rojos y fríos, lamí sus pechos, su cuello, su abdomen y al llegar a su sexo, lanzó varias frases en ruso y argumentando que me estrangularía con sus piernas, me volvió a poner en posición y mis arremetidas contra su cuerpo se volvieron a iniciar y sentí como ella empezaba a perder, su cuerpo se contraía mientras apretaba las sábanas, se aferró a mi cuerpo, abrazándome con sus brazos temblorosos y exhalando fuertemente el aire de sus pulmones mientras sus caderas se movía copiosamente, lanzó un gritito muy suave pero muy cargado de sensaciones y cayó sin fuerza sobre mí, miré su rostro y sentí una sensación intensa en mi estómago, cerré los ojos y la abracé.
Unas palabras lejanas en un idioma incomprensible, se repetía una y otra vez a mi alrededor, entonces comencé a sospechar que me habían raptado los extraterrestres y me asusté mucho.
Abrí los ojos y descubrí que su nave espacial era muy parecida a una habitación de hotel de lujo, y a mi costado una hermosa marciana dormía tranquilamente, la puerta reclamó mi atención ya que al parecer era ella la que emitía las palabras raras.
Entonces decidió abrirse.
Un grupo de unas 8 chicas muy blancas, altas y con cabellos y ojos claros se hallaban del otro lado de la puerta mirándome como si yo fuera la marciana
-oh…- exclamaron a una voz en una sorpresa increíble y yo no podía hacer más que mirarlas fijamente como el día anterior hicieron ellas conmigo mientras levantaba el oro en mis manos.
He decidido volver a escribir, tal vez no recuerden más mis relatos, pero espero que les haya gustado este.