Se busca empleada I

Microrelato. El jefe de una prestigiosa compañía dedicada a la moda, busca una empleada, los requisitos son exigentes: Años de experiencia laboral, buenas recomendaciones, una excelente presentación y especialmente, estar dispuesta a todo por la empresa.

-Buenas tardes, ¿señora...?

-Me llamo Maria, buenas tardes.

-Bien, señora Maria, mi nombre es Hernan. Su curriculum es impresionante, dos años aqui, tres años alla, otros dos años aqui,

siempre excelentes recomendaciones, siempre un impecable historial, siempre elogios de sus ex-empleadores, solo un pequeño

detalle.

-¿Digame?

-Tiene ya 45 años, y al ser una empresa dedicada a la moda, cuidamos mucho el mantener siempre una buena imagen.

-...

-Es usted hermosa Maria, no me malinterprete, pero nos interesamos mas en las jovenes promesas cuyo corazon este mas

dispuesto a darlo todo por un lugar en esta codiciada empresa, cuya imagen sea atractiva, digna de representarnos frente al

cliente...

-Entiendo, pero, ¿acaso una niña de 20 años podria tener siquiera la mitad de mi historial?

-Mmmhhh... es usted muy habil Maria, sabe usar su lengua y dar en el clavo. Eso es algo que hace falta en esta empresa, una

lengua habil.

Hernan le guiño un ojo, Maria se puso nerviosa pero ignoro la seña.

-Quiza exista la posiblidad de encontrarle un lugar en nuestra empresa.- Hernan se levanto, camino hacia la ventana y miro

atraves de ella. -¿que esta dispuesta a hacer por el trabajo?

Maria estaba confundida, la pregunta era simple, si se limitaba a entenderla como una pregunta profesional, pero habia algo

en el tono de Hernan que sonaba extraño, sin embargo, necesitaba el trabajo, de modo que respondio lo primero que le vino a

la mente.

-Lo que sea necesario.

-¡Excelente!, ese es el tipo de respuesta que buscamos.- Hernan dio media vuelta y camino hacia la puerta, poniendo el seguro

tras de si. Maria sintio un frio recorriendo su espalda en cuanto escucho el pestillo sonar "click", entonces las manos de

Hernan se apoyaron sobre sus hombros.

-Bien, Maria, creo que es hora demostrar cuan interesada estas en realidad por este trabajo.- Dijo Hernan, sentandose frente

a ella, sobre la mesa.

-¿Co... como dice?

-¡Vamos Maria!, tiene 45 años, es una mujer hermosa, no se haga la que no entiende.

Maria entendia, entendia a la perfeccion lo que le pedian, pero en 45 años de carrera, nunca, jamas, ni siquiera una vez,

habia tenido que hacer nada que fuera en contra de su moral para obtener algo y, segun creia, tampoco estaba dispuesta a

hacerlo ahora, si bien, necesitaba el empleo mas que nunca. sin embargo, bajo la cabeza antes de responder.

-Yo, yo no soy ese tipo de mujer- dijo y, tras levantar la mirada, pudo observar a Hernan sobre la mesa, con las piernas bien

abiertas, mostrando su miembro flacido frente a ella.

Maria se echo hacia atras, se levanto inmediatamente y dio una sonora bofetada a Hernan, quien casi se cayo de su escritorio,

revolviendo montañas de papeles. Maria quito el seguro y salio a toda prisa, dejando tras de si una larga fila de chicas

jovenes, hermosas y sorprendidas, que aguardaban para una entrevista.

Hernan, con el orgullo herido, se limito a sobarse la mejilla y a llamar a su secretaria.

-Consuelo

-Si señor

-Solo una entrevista mas, ya no estoy de humor para recibir a nadie

-Entendido señor

-Procure seleccionar a la mas hermosa de todas y mande alguien a que ordene mi oficina

-De inmediato señor

Hernan se abotono los pantalones de nuevo, fajandose la camisa y acomodandose la corbata, la bofetada de Maria casi le habia

volteado la cabeza, pero no daria por perdido el dia sin saciar su sed de sexo, de modo que se movio a la sala de juntas

mientras reordenaban su oficina. Alli recibio a la siguente aspirante. Nada mas verla entrar, su libido comenzo a aumentar en

forma descontrolada. Una pelirroja con el cabello color fuego, pechos grandes y firmes, caderas anchas, cintura fina, piernas

largas y carnosas, pantorrillas anchas y pies pequeños, ligeramente perfumada, con el rostro mas hermoso que jamas hubiese

visto, entro como si de una pasarela se tratase a la sala de juntas.

-Bue... buenas, buenisimas tardes señorita...?

-Vanina, me llamo Vanina, buenas tardes señor Hernan.

-Vaya, que hermosa tarde la de hoy, lo digo sin haber visto el clima.

-Jaja, gracias por el halago.- contesto Vanina, devolviendole una sonrisa picara.

-Bien, veamos que tenemos por aqui. Hmmm... bueno, veo que aun no tiene experiencia, de hecho, no tiene ningun trabajo serio

en su curriculum, sinceramente veo muy dificil que...

Y, sin advertirlo, Vanina salto sobre el, besandolo, hundiendo su lengua dentro de su boca con una habilidad increible, al

tiempo que, con una mano, abria si bragueta, tomaba su miembro y comenzaba a masturbarlo, bucando su ereccion, mientras con

la otra, ella misma se sacaba la ropa rapidamente.

En menos de un minuto, se encontraba ya tan solo en ropa interior, una muy seductora ropa interior, de encaje blanco, que

realzaba aun mas su blanca piel y su cabello rojizo.

Hernan estaba mas duro de lo que podia recordar en su vida, no habia podido pronunciar ni la mas minima palabra, pues la

pelirroja se habia adueñado de su lengua durante varios minutos para luego empujarlo contra la silla y arrodillarse a sus

pies. La joven quedo frente a frente contra su pene, mirandolo como si no hubiese para ella un manjar mas apetitoso, lo tomo

con una mano, mientras con la otra, apretaba el grueso muslo de Hernan. Saco el glande de su capullo de piel, estirandolo

hasta el limite en que su elasticidad lo permitia, luego, con su fina, calida y rosada lengua, comenzo a rodear la gruesa y

palpitante cabeza de su pene, acariciandole el glande en cada movimiento, humedeciendo de a poco su miembro y haciendo gemir

a Hernan como un joven en su primera vez.

De repente, Vanina se detuvo de golpe.

-¡Por favor!, ¡No pares, ¡sigue!

Vanina se levanto, se solto el cabello y se acerco a su oido. Hernan podia sentir su calido aliento, el delicioso aroma de su

perfume y la sedosidad de su roja cabellera junto a el, mientras Vanina le decia:

-¿El trabajo es mio?

-¡Si, ¡si, por favor, claro que lo es, por favor continua.

-Entonces firma, no estare a prueba, quiero la plaza.

Hernan busco entre los papeles y firmo de inmediato, Vanina reviso el documento, sonrio y saco un preservativo de su bolso,

lo coloco sobre el pene de Hernan y, haciendo a un lado su ropa interior, se lo introdujo lentamente en la vagina.

La sensacion era indescriptible. Hernan sentia con locura como su miembro entraba milimetro a milimetro a traves de la rosada

y calida vagina de Vanina, cada rose lo estremecia, cada beso lo enloquecia y entonces Vanina se saco el brasier y apretujo

su rostro contra sus enormes y suculentos pechos, embriangandolo en su olor a mujer, en su perfume y en su suavisimo tacto.

Hernan se prendio de sus pezones con pasion, pequeños, erectos y rosados, comenzo a mamarlos con desesperacion, al tiempo que

Vanina movia sus caderas como una yegua en celo.

Hernan se volvia loco, se tomaba de sus grandes y carnosas nalgas, de sus generosas caderas, apretujaba sus senos, hundia sus

manos entre su cabello, le acariciaba los muslos, habia perdido el control de sus sentidos y ahora estos pertenecian a

Vanina, quien lo dominaba completamente, cabalgandolo con una pasion digna de una amante.

Sin poder soportarlo mas, Hernan comenzo a gemir y a eyacular, Vanina le clavo un beso que no termino hasta que todo el

contenido de sus testiculos se hubo vaciado.

Hernan estaba exhausto, extasiado como nunca antes y satisfecho de la vida, Vanina se puso la ropa de nuevo y le planto un

ultimo y pequeño beso en los labios.

-Nos vemos el lunes, jefe.

-Hasta el lunes Vanina.

Contesto Hernan con la voz entrecortada, pues le faltaba el aliento. Vanina era una diosa de piez a cabeza, una mujer

voluptuosa y bella en extremo, de esas que son tan bellas y vivaces que pueden matarte, pues tanto pueden manipularte como

provocarte un infarto con sus caderas, sin embargo, nada en el mundo valia mas la pena que morir por una mujer asi, penso

Hernan, mientras la veia dirigirse a la salida con ese caminar sensual, meneando sus caderas bajo ese vestido entallado.