Se abrio la caja de Pandora

El dueño del apartamento donde vivo abusó de mi. Con el descubri el placer de ser sumisa

Mi amiga quería hablar conmigo, me reuní con ella en casa al salir del trabajo y me dio la mala noticia, bueno mala para mí y buena para ella. Se iba a vivir con su novio. Me alegre por ella, pero eso me dejaba en mala situación, estaba feliz en ese apartamento que no podía pagar sola. Tendría que buscar una solución, porque me gustaba esa ciudad y me encantaba mi trabajo.

Los siguientes días los pasé buscando un sitio nuevo, me daba igual donde seguro que no sería ni tan bonito ni estaría tan cerca de mi trabajo; no encontré nada que pudiera permitirme. Me rendí dos semanas después e intente encontrar a alguien conocido para compartir, tampoco quería meter a según quien. Nada casi a punto de finalizar el mes y no tenía una solución, me decidí a ir hablar directamente con el casero a ver si podíamos encontrar una solución.

Llame al teléfono de contacto y su secretaria me concertó una cita para el día siguiente, pedí permiso en el trabajo. Me arregle y salí hacia el sitio, llegue algo pronto y la señora del teléfono me hizo esperar.

Diez minutos después me hizo seguirla me dejo ante el despacho del que supuse era su jefe. Pensé que los alquileres los llevaría una inmobiliaria y no directamente el propietario, me extraño. Pensaba en eso cuando al abrirse la puerta, pase a un gran despacho.

Un hombre hablaba sentado detrás de la gran mesa, pero al estar girado no podía verle, tenía una voz profunda y pausada, pero sobre todo autoritaria. Empezó a olerme mal la cosa, sería difícil tratar de darle pena al dueño de esa voz, de repente la silla se movió y le vi. Era un hombre de mediana edad, corpulento y muy serio.

-hola, usted dirá

-buenos días, me llamo Alma y vivo en uno de sus apartamentos

-bien, no sé muy bien cómo va la cosa, de eso se ocupaba una inmobiliaria, pero he tenido algún problemilla y estoy pendiente de que la nueva se haga con todo, hasta la semana que viene no estará todo en orden, es urgente?

-pues vera si

-dígame pues, veré en que puedo ayudarle

-no puedo pagar lo que vengo pagando hasta ahora

-señorita… Alma verdad?

-si

-no sé qué pretende que haga en ese caso?

-la verdad es que creo que ha sido un error

Le dije levantándome, estaba al borde de ponerme a llorar allí mismo, cuando me levante tropecé y me torcí el tobillo.

El vino a mi lado y me ayudo a incorporarme, me ayudo a sentarme y me dijo:

-ahora mismo llamo a mi secretaria, le duele?

-sí, pero sobreviviré

Intente levantarme y no podía apoyarlo, me caí en la silla de nuevo

-Alma estese quieta, deje que vea ese tobillo

Solo quería salir de ese despacho, necesitaba pensar que hacer para no perder mi casa.

-ya no me duele casi, me voy a casa.

Salí cojeando del despacho, con la mayor dignidad que pude, llegue a casa y me senté a llorar en el sofá, me dolía el tobillo y tendría que volver a casa de mis padres si no encontraba algo pronto.

Me di una ducha y me puse un jersey gordo, con mis calcetines hasta arriba de las rodillas con borlitas a ambos lados, eso junto con mis botitas de borreguito, no solo era de lo más gracioso, parecía una niña grande, sino que además era de lo más calentito. Me arrope en el sofá con mi bandeja de la cena y me dispuse a comer mi ensalada.

Cuando oí el timbre me sobresalte, me levante dejando la bandeja a un lado y me dispuse a ver quién era. Casi me caigo de culo al ver por la misma al dueño. Le abrí enseguida sin pensar que iba con ropa de estar por casa, muy graciosa sí, pero el jersey por ejemplo era demasiado corto. No pensé en nada.

-hola –le dije haciéndome a un lado-

-hola señorita, me sentía en la obligación de pasar a ver como estaba su tobillo

Me dijo eso paseando su mirada seria por todo mi cuerpo, haciendo que fuera consciente de la pinta que debía tener. Me hice a un lado dejándole pasar, le invite a sentarse en el sofá y le ofrecí una copa que no rechazo.

-alma ha arreglado el problema que la llevo a mi despacho?

-no tendré que irme, tendré que dejar el trabajo y volver a casa de mis padres y volver a ser una carga para ellos.

Volví a sentir ganas de llorar, el me miro con ojos de lobo y me dijo fríamente

-hay una manera de no tener que hacerlo, si de verdad lo deseas, te puedo ofrecer un trato

-cual?

Pregunte con un hilo de esperanza en mi voz

-tu deseas quedarte y yo te deseo a ti

-que?

-es fácil Alma desnúdate y podrías quedarte

-no soy una puta

-lo se

-no puede pedirme eso, no estoy dispuesta

-pues nada, de todas maneras encantado de haberla conocido

Se levantó y se dirigió a la puerta

-espere, que tendría que hacer?

-de momento desnudarte, luego ya iremos viendo

-no

Termino de recorrer el camino que le separaba de la puerta y se fue. No dormí en toda la noche y al amanecer había tomado una decisión, dejaría que ese capullo me tocara un poco si con eso reducía el alquiler considerablemente.

Pedí el día libre y me presente en su empresa, al decir mi nombre la secretaria, le dijo que me llevara a su despacho.

Estaba sentado tras la mesa y sonreía.

-hola Alma, que se le ofrece?

No le conteste, me acerque y poniéndome ante su mesa empecé a desabrocharme la camisa. Él se levantó, paso por mi lado y echo el pestillo a la puerta.

Se sentó a mi lado

-sigue

-espero que al menos usted lo disfrute

-tú también terminaras disfrutando

-no apueste por ello.

Me quite la camisa y desabroche mi falda, dejando caer al suelo. Me quede en braguitas y sujetador.

-solo voy a dejar que mire y toque un poco

Se acercó a mí con esa sonrisa en su rostro y acerco su mano a mi vientre, acaricio mi piel desnuda, subió hacia mis pechos y el agarro sobre el sujetador, tras amasarlos, volvió a bajar y toco mi pubis sobre las braguitas. Me sentía humillada, miraba hacia otro lado cuando note que agarraba el elástico de mis bragas y las bajaba a medio muslo, metió la mano dentro y busco mi raja, pasó por ella sus dedos y con la otra mano la metió bajo mi sujetador y pellizco un pezón fuertemente, note como mi cuerpo me traicionaba y me moje.

-ves no es tan malo dejar que te toque, estas mojándote

-su mujer sabe de sus juegos con las inquilinas?

-no juego con las inquilinas solo contigo Alma

-porque yo?

-porque te deseo desde que entraste en mi despacho y necesito poseerte

-pues tendrá que conformarse con esto.

Froto mi rajita, mientras se reía y volvía a friccionar mi pezón, hasta conseguir que me corriera en su mano.

-vístete, la cosa esta de la siguiente manera. Quiero verte y tocarte un par de veces a la semana, si quieres te rebajo el alquiler a la mitad. Creo que es una buena oferta.

-acepto

Le dije mientras me vestía y salí de allí menos digna que el día anterior. No supe del hasta el viernes, que estando viendo la tele, sonó el timbre de casa, me levante y le vi por la mirilla.

-hola Alma

Le deje pasar y se sentó en el sillón, al llegar a su altura agarre el bajo de mi jersey y lo saque por mi cabeza, quería que fuera lo más forzado posible. No llevaba sujetador y me quede en braguitas y con mis calcetas iba descalza, fui a bajarlas y me paro.

-déjatelas puestas

Cruce mis brazos en mi pecho y sin acercarme me dijo

-quita los brazos, quiero verte bien.

Me quede quieta con los brazos a los lados y entonces él se acercó, se puso detrás de mí y me agarro las tetas, notaba su erección en mi trasero.

-notas como me pones?

-sí, me alegro que al menos usted lo disfrute.

Note que le había sentado mal mi respuesta, me soltó las tetas, metió la mano en mi braga y rápidamente noto la humedad de mi sexo. Paso una sola vez dos dedos y me penetro con ellos. Se me escapo un suspiro.

-no te engañes estas cachonda aunque no quieras estarlo.

Me siguió penetrando sin piedad con dos dedos hasta que me corrí en silencio, sé que lo noto, porque entonces saco los dedos, yo no me moví. Ni siquiera cuando oí como se desabrochaba el pantalón, se sacó la polla y empezó a meneársela con una mano, mientras con la otra friccionaba de nuevo mi clítoris, lo pellizco fuerte y lo soltó varias veces y de nuevo me corrí sin poderlo evitar al notar como se semen se estrellaba en mis muslos por detrás, dos fuertes chorros calientes bajaban por mis muslos. Oí la cremallera y al segundo la puerta.

En toda la semana no supe nada de él. Me alegraba? No lo sé sinceramente. Era una situación tan extraña que no sabía que pensar.

El sábado volvió, le abrí y le ofrecí una copa de vino, la acepto y fui a la cocina a por una copa, se la di y se sirvió de la botella abierta en la mesa.

-pensé que no estarías, pero al pasar vi luz.

-en la entrada está el sobre del alquiler, pensé que no debía ingresarlo por si acaso.

Mientras le decía eso le puse el sobre enciende su maletín y me desnude, esta vez llevaba pijama, me quite el pantalón y luego la camiseta. Él se acercó con la copa y el volvo sobre mis pechos, empezó a lamerlos. Echaba unas gotas y las capturaba con sus labios, pero se quedaban ahí, su lengua lamia y sus labios me succionaban fuerte.

Luego volvió a ponerse detrás de mí y esta vez note su polla en mi trasero, se la había sacado y la frotaba. Sus dedos ya abrían mis labios y se paseaban por mí ya mojada vulva. La situación era tan surrealista que me llenaba de morbo haciendo que mi excitación subiera.

-te has convertido en una droga, me he pasado la semana deseando tocar tu piel

Yo no le contestaba, desde que mi ropa desaparecía, también dejaba de hablarle. Quería que fuera frio, no quería alternar con él, solo era un sacrificio para mí, por más que mi cuerpo me contradijera.

-lo siento Alma

Me echo hacia adelante y tuve que apoyarme en la mesa para no caer. Me abrió las piernas con las suyas y enseguida note su polla en mi rajita.

-no, no

-si Alma necesito poseerte

Me agarro fuerte y yo luchaba por soltarme, pero cuanto más me movió más se colocaba en medio de mis piernas, ya no podía cerrarlas y su polla empujaba en mi entrada.

-no quiero, no me penetre, no, esto no entra en el trato.

-lo se Alma, lo se

Empujo y entro la cabeza, yo seguía moviéndome, pero ya no podía escapar, me agarro fuerte de las caderas clavándome los dedos en la carne y de un golpe me penetro hasta que sentí sus testículos golpear. Note como mi vagina se amoldaba a esa polla y se rendía al placer. Empezó a moverse lentamente, apretaba fuerte mis caderas y me llenaba tanto que un fuerte cosquilleo me sacudía cada vez que penetraba bien adentro, era lento, pero tan profundo que casi aullaba de placer al sentirle. No podía saber el placer que me daba.

-que locura Alma, que gozada penetrarte, poseerte y notar como tu vagina me aprieta la polla.

Se apoyó en mi espalda haciendo que mi pecho se pegara a la mesa, le cogió de los brazos y empujo, empujo hasta que algo exploto en mi interior y recorrió todo mi cuerpo incendiándolo por dentro, jamás había sentido nada parecido, me mordí los labios para no gritar al sentir ese orgasmo.

Siguió penetrándome alargándolo, dejando que pequeños coletazos sacudieran mi cuerpo, cuando este se relajó empujo una vez más y salió, note sobre mi culo un chorro caliente, luego otro y otro.

Callo un momento sobre mí, manchándose también de semen, se incorporó mientras me decía:

-lo siento Alma, pero no me arrepiento

-vete

Le dije tan solo, sin girarme, sin mirarle. El creyó que por enojo, pero no era así, ahora no podía enfrentarle, tenía que analizar calmadamente lo que acaba de pasar. Cuando pude recomponerme vi el sobre del alquiler y a pesar de sentirme como una puta, lo recogí, lo guarde y en la ducha metí mis dedos donde su polla había estado y me corrí bajo el agua. No podía dejar de pensar en lo mucho que me había excitado que abusara de mí, que me follara a pesar de que le dijera que no.

Me proporciono un placer desconocido para mí y me sentía diferente, anhelante y desesperada por volver a sentir lo mismo.

El miércoles al salir de trabajar, me pare a tomar un refresco frente a su oficina, quería verle tuve suerte y le vi en la misma cafetería.

Levanto la vista y me vio, iba con otro hombre de su edad más o menos, el otro me sonrió, el no. Note que el otro le decía algo de mí, pero el evitaba mirarme. Salió de la cafetería y se dirigió al edificio donde trabajaba, le seguí y entre con él en el ascensor.

Solo entonces me miro, yo le mire y sin decirnos nada se acercó a mí, saco la camiseta de mis vaqueros y metió las manos debajo, busco el borde de mi sujetador y tiro de él dejando mis pechos fuera. Busco mis pezones y los pellizco con dos dedos. Yo no me moví, ningún gesto por mi parte delatando, placer o dolor. Eso pareció encenderlo más. Llegamos a la planta y presiono un botón, note que el ascensor bajaba, no volvió a tocarme. Saco su móvil y llamo a alguien a quien le dijo textualmente: -cancele todas mis citas, si llama mi mujer dígale que me ha surgido un  problema con un cliente, nos vemos mañana Aurora-

Antes de salir solo me dijo:

-estaba preparado hasta para una denuncia, no sabía a qué atenerme, por haber abusado de ti más allá de nuestro pacto, pero no esperaba que me siguieras sumisa y mucho menos que me dejaras volver a tocarte, pero realmente me has sorprendido Alma.

Salimos al garaje, no me miro, no me hablo más, se dirigió a un coche negro y enorme y yo le seguí, entramos y fue hasta mi casa, entonces yo salí y fue el quien me subió a un metro, entramos en el ascensor y se puso tan lejos como pudo, entramos en mi casa y solo entonces me dijo:

-desnúdate Alma

Me desnude lentamente ante sus ojos, estaba chorreando. Mi excitación estaba por las nubes.

-Alma acércate, saca mi polla y métela

Me acerque, desabroche sus pantalones y por fin vi por primera vez su polla, ya sin verla me gustaba, ahora la adoraba.

-ahora Alma, penétrate, fóllate. Obedece YA

Me había calado, en algún momento en ese ascensor noto lo que me había llevado a seguirle y estaba completamente en sus manos.

Me subí sobre su polla y agarrándola la guie a mi rajita encharcada y me deje caer sobre ella, chille, jadee y gemí al sentirla de nuevo en mis entrañas.

-calla Alma y muévete. Quiero ver lo que estas dispuesta a darme.

-si señor

No sé si jadeo por la frase o porque empecé a mover mis caderas, a apretar ese miembro con mi vagina. Estaba enloquecida, solo podía pensar en el placer que me daba que ese hombre abusara de mi cuerpo a su antojo, sin cariño y sin ningun sentimiento, solo por deseo y placer. Me empujo sobre el sofá, se levantó y abriéndome de piernas me penetro de nuevo fuertemente.

-Alma, dime que eres completamente mía y seguiré follándote.

Nunca imagine que tan solo tenía que forzarte para tenerte a mis pies.

-sí señor, hágame suya, poséame.

-si Alma voy a poseerte completamente, hasta que solo pienses en obedecer mis deseos.