Saw
¿perdonarias a los que te dieron la espalda?
Inés era una joven de veinticuatro años que estaba a punto de entrar en una gran empresa, después de acabar sus estudios y mostrar sus tesinas, impresionó al presidente de la compañía que la contrató de inmediato, estaba ilusionada por ocupar su puesto de directora de la sección de desarrollo, hasta que vio a sus subalternos.
La miraban con curiosidad, como si les sonara de algo.
Es que Inés tenia un secreto, fue actriz porno, tenia que hacerlo para pagarse sus estudios, hizo prácticamente de todo, hetero, eyaculaciones faciales, creampie, lesbianismo, sado incluso zoofilia, si alguien averiguaba su secreto, no quería ni pensarlo.
Inés demostró ser una jefa muy eficaz, impartía disciplina y no toleraba la haraganería, eso molestó a Javier, un empleado que ansiaba su puesto.
Javier era obeso, calvo, tenía cuarenta y cinco años y muy pocos escrúpulos, optaba siempre por la vía fácil y robaba los meritos de los demás siempre que podía.
“me perteneces puta, todos tus agujeritos me pertenecen” pensó Javier.
Le sonaba su jefa, rubia platino, pechos grandes y naturales, cara aniñada, cintura de avispa, culo prieto y firme, piernas largas y torneadas, estaba buena, Javier deseaba follársela, tenerla como su gatita particular, se la imaginaba atada en la silla mientras el se la metía en su boca hasta correrse dentro para ver como le salía el semen a través de sus labios, como la protagonista de su peli porno favorit….
Entonces supo de que le sonaba Inés.
Al día siguiente, Inés llamó a Javier para recriminarle por haber bajado películas porno a través del ordenador de la empresa, pero Javier, lejos de avergonzarse, se bajó los pantalones y le ordenó que se la chupase.
Inés quedó sorprendida, le soltó una bofetada que resonó por todo el despacho.
-¿Cómo se atreve? Cerdo – dijo Inés furiosa.
-¿cerdo? Curioso viniendo de alguien que jugaba en la granja de Dick – decía Javier.
Inés empalideció, la granja de Dick era el titulo de una de sus películas, lo hizo con distintos tipos de animales de corral, en especial cerdos.
-además, no bajaba películas, bajaba su “currículo” – decía Javier.
Inés comprobó su ordenador, efectivamente, eran películas suyas, más de doscientas.
-bien nena, ¿Qué tal si cada día abres la boca para mi polla y yo en cambio cierro la mía? – decía Javier con una sonrisa con las manos aproximándose a los pechos de Inés.
Inés le respondió con otra sonora cachetada y le dijo.
-señor Javier, aquello ya pasó y nunca más volveré a ese mundo, de modo que las películas se las baja en su casa, puede pajearse hasta gastársela si quiere, pero aquí, lo quiero trabajando, que es para lo que pagamos, lo dejaré pasar por esta vez, pero debe saber que su pobre talento es muy fácil de reemplazar.
Javier no se esperaba eso, esperaba que le suplicara de rodillas que no lo hiciera, pero le amenazó con despedirle ¡despedirle! Una zorra cuyos agujeros han conocido todo tipo de pollas la ha amenazado, su orgullo no le permitía que quedasen las cosas así, no señor.
Al día siguiente, todo el edificio supo de su secreto, videos de su vida anterior circularon entre sus empleados, los cuales ya tomaron poco en serio a su jefa, cuando pasaba le tocaban el culo, le soltaban piropos de camionero y alguno intentó abordarla, Inés no podía probar que Javier había enviado esos videos, de modo que no podía despedirle, tampoco podía imponer la disciplina en sus empleados ¿Quién tomaría en serio a una chica que se disfraza para que la follen en cámara?
Su peor golpe fue la carta de despido, sus jefes no querían tener en su empresa a una chica con un pasado tan escandaloso, con lágrimas en los ojos, tuvo que irse.
Tantos esfuerzos, tantos sacrificios, tirados al retrete por un malnacido, ojeaba la sección de empleo en su casa, la mayoría eran trabajos malos, presa de la rabia, arrancó una a una las hojas de los periódicos y las tiró por todas direcciones, decidió darse una ducha, después de sacarse la ropa se miró en el espejo, era bonita, pero en su interior se dijo.
“te hiciste puta y siempre serás una puta”
Le horrorizaba convertirse en prostituta de lujo, pero era el único camino que le podía permitir su pasado, maldiciéndose, rompió a llorar y se dirigió a la ducha cuando entonces, escuchó algo.
Alguien había entrado en la casa.
Se envolvió nerviosamente una toalla y cogió unas tijeras, seguro que era un violador que sabia de su pasado, salió temblando, en ese momento, un hombre con mascara de cerdo la agarró y le puso un pañuelo de cloroformo en su cara.
Asúmelo Inés, ahora te darán el uso que tienes, pensaba Inés antes de desmayarse.
Inés se despertó, esperaba estar en su cama con signos de haber sido violada, pero no estaba en su cama, ni si quiera estaba en su casa, ni nadie la había tocado.
Estaba desnuda en una habitación aterradora, había un dispositivo que contenía una botella con un peso, estaba dentro de un cubo de cristal a prueba de balas.
Unas luces se encendieron y mostraron a sus ex compañeros, a varios accionistas de su antigua empresa y al presidente, estaban atados y amordazados en sillas con un dispositivo amenazante rodeando sus penes, reconoció a Javier entre los atados, había una silla con un muñeco atado, el muñeco parecía tenebroso.
De repente el muñeco se movió, giró la cabeza en dirección a Inés y habló.
-hola señorita Inés, quiero proponerle un juego, no esta obligada a jugar, de hecho a su espalda esta la puerta de salida junto con ropa para que pueda salir, pero sellará el destino de sus ex compañeros, pero si desea jugar, le explicare las reglas.
-Su objetivo es usar sus habilidades para sacar liquido de los demás participantes y llenar la botella, solo así se liberaran, pero si falla, el dispositivo que tienen entre las piernas los castrará y morirán desangrados.
Esas últimas palabras desataron el pánico entre los atados que se retorcían en lágrimas en un vano intento de salir.
-pero recuerde señorita, por mucho que lo intente, no puede salvarlos a todos, tiene dos horas para llenarlo, que empiece el juego – dijo el muñeco.
Inés estaba tentada en abandonarlos, pero… muchos de sus ex compañeros eran padres de familia, los padres de Inés murieron en un accidente y sabía lo difícil que era crecer sin padres.
Se colocó frente a uno de sus compañeros y se sentó encima de él, frotó su concha con su pene mientras le decía.
-tranquilízate, saldrás de aquí, podrás abrazar a tu hija Laura, pero quiero que me mires, quiero que todos me miréis.
Inés notó como el pene se volvía erecto, no era gran cosa comparado con lo que tuvo en el pasado, se puso de rodillas y lo envolvió dulcemente con sus labios, sus manos acariciaban los testículos del amordazado mientras su lengua recorría la dureza masculina, sacó el pene de su boca y lo masturbó diciéndole.
-¿vas a darle la leche a tu a tu niñita? Papi, tu niñita ha sido buena.
Le avergonzaba soltar esos comentarios, pero tenia que sacar el semen del hombre que jadeaba placenteramente, Inés volvió a chupar con ganas y movió la cabeza más efusivamente.
El hombre no tardó en correrse, llenando la boca de Inés, la cual, se fue corriendo al dispositivo y escupió el contenido de su boca en el tubo que conectaba la botella, rápidamente corrió hacia su siguiente compañero, el cual lloraba desesperado, el miedo no le permitía tener una erección.
Inés agarró su cabeza y la puso entre sus pechos, el suave tacto de las tetas de Inés acariciaba el rostro con barba de tres días de su compañero.
Los pechos de Inés recorrieron el torso del atado hasta llegar al pene que ya estaba erecto.
-te sacare de aquí, pero antes has de darme tu lechita ¿serás bueno y me la darás? ¿Si? ¿Le darás tu leche a tu nena? – decía con voz sexy mientras frotaba la verga entre sus pechos.
El hombre se tranquilizó y empezó a sentir placer.
-no te contengas, quiero tu lechecita, si, tu gatita quiere tu leche caliente y rica mmmmm – decía Inés mientras sus pechos se movían sobre la dureza de su amante.
En cuanto notó que se iba a correr, envolvió rápidamente su polla en la boca y succionó todo su contenido, se levantó y tiró el contenido en el tubo y corrió hacia el siguiente, Era Javier, le odiaba, pero necesitaba llenar la botella.
Pero al acercarse, vio que ya había eyaculado, le pegó una cachetada al grito de imbécil y se dirigió a otro, este iba a ser padre, su hijo nacería en dos días, se sentó sobre el y acarició el pene con su concha mientras le decía.
-le veras nacer, estarás ahí, pero yo también quiero un bebe, quiero un bebé tuyo, macho mío, eres mi macho y yo soy tu hembra deseando que la llenes de tu lechita, demuestra que eres muy macho dejándome preñada, lléname papi, lléname y hazme mami ¿me imaginas con mis pechos llenos de leche? Dame tu leche y yo te daré la mía – decía Inés sensualmente mientras iniciaba un mete-saca muerta de vergüenza.
El hombre no tardó en correrse, llenando el útero de Inés, ella lentamente se levantó y concentró los músculos de su vagina para cerrarse y no dejar escapar una gota, se puso de rodillas frente a tres accionista y mientras masturbaba a dos, al tercero le succionaba la virilidad, sus manos acariciaban los tallos y los glandes y sus labios masajeaban toda la virilidad.
En cuanto empezaba a eyacular el de la boca, succionó como una posesa con miedo a tragárselo, siguió tocando a los otros dos, dando más placer a uno que al otro.
En cuanto se empezó a correr, metió la punta del pene en la boca y lo exprimió con la mano poco después hizo lo mismo con el otro.
Corrió hacia el dispositivo y escupió todo el semen en el tubo, luego se puso encima del mismo y echó el contenido de su útero dentro del tubo.
Pero faltaba media hora y solo había llenado un cuarto de litro, necesitaba otros tres cuartos de litro para liberarlos, no había esperanza, pero entonces recordó la frase.
No puedes salvarlos a todos.
Se dirigió a Javier y se puso de rodillas, Javier eyaculo de nuevo al primer toque, pero Inés abrió la boca y dentelló el pene de Javier que gritaba de dolor.
La verga de Javier no era grande, era la más pequeña de todas, la que tenia menos carne, la más fácil de arrancar, aplicó la máxima fuerza en sus mandíbulas y tras varios tirones la arrancó y luego escupió el trozo de carne.
Como ella esperaba, de la herida manaba abundante sangre, Inés llenó su boca de sangre y corrió hacia el tubo para echarla dentro, volvió corriendo y lleno su boca de la sangre y también sus manos con tal de abarcar el máximo liquido que podía.
Tras varios viajes, el dispositivo de la botella liberó de las ataduras a los cautivos, todos huyeron salvo Javier, que ya estaba moribundo por su falta de sangre, Inés quería ayudarlo, pero sabia que no podría salvarlo, se fue corriendo del lugar con miedo de que el psicópata volviera.
Una semana después, tras interrogatorios de la policía, recibió una llamada de su anterior jefe, ofreciendo su anterior puesto.
Inés se quedó cohibida, pero acepto, deseaba trabajar en algo que no sea sexo y menos el sexo que hizo hace una semana, antes de colgar, su jefe le dijo una cosa.
“gracias por salvarnos la vida, nunca más se mentara de su pasado”