Saúl, el semental que me desvirgó a mi también

La obsesión de Carola al saber que su padre y su mejor amiga estaban juntos la acabó llevando a descubrir el sexo por primera vez.

SAÚL, EL SEMENTAL QUE ME DESVIRGÓ A MI TAMBIÉN

Hola lector o lectora. Me llamo Carolina, pero desde siempre, he sido Carola para todos. Debido al relato de mi amiga Tiffany ( Saúl, el semental que me desvirgó ), yo quiero contar mi versión de lo sucedido entre los tres: ella, yo…y Papá(para que veáis quien soy aquí os mando una foto mía. Papá me la sacó un día que estaba pensando en él. ¿Que les parezco?).

Todo ocurrió cuando decidimos trasladarnos de ciudad, por motivos de trabajo. Yo, recién llegada, me encontraba muy sola, y solo tenía a Papá, o al menos, así fue hasta que conocí a Tiffany. Vivía cerca de mi casa en una de esas zonas residenciales con casas muy parecidas las unas a las otras, lejos del murmullo de la ciudad. Fue debido a un trabajo de naturales, en clase, por lo que la conocí, y prácticamente, hasta el día de hoy, pese a todo, hemos sido inseparables. Fue muy bueno para mí el conocerla, ya que salí del asfixiante ambiente de estar siempre en casa al no tener amigos. A través de ella, fui conociendo a más gente y paulatinamente, integrándome en mi nuevo hogar.

Poco tiempo después, ya era una más en aquel lugar, pero Tiffany seguía siendo el centro de mi universo. Fue mi primera amiga, y eso nunca se olvida. Tanto es así, que decidimos pasar los carnavales juntas: disfrazarnos, ir a la ciudad a divertirnos y pasarlo lo mejor posible. Mientras ella se decantó por ir de colegiala, yo opté por ir de hada madrina, con alitas incluidas. Esa noche, mientras yo me estaba arreglando, toné que llamaban al timbre, y le dije a Papá que fuera a abrir, que aún no podía bajar. A los pocos segundos noté que abrían la puerta y un murmullo como si estuvieran hablando. Terminé de vestirme y cuando bajé, encontré a Tiffany en brazos de Papá, mientras él esbozaba una sonrisa triste. Me extrañó algo aquella estampa, pero teniendo en cuenta que Papá llevaba ya tiempo arrastrando una mala época, no le di importancia.

Carraspeé un poco, y ella se apartó de él con naturalidad, lo que me hizo saber que no había malicia en aquel abrazo. Papá nos dijo que fuéramos a la calle y que él nos llevaría en coche hasta la ciudad, y que luego nos recogería horas después. Durante el viaje, noté que Papá miraba mucho por el espejo retrovisor, y al preguntarle, él me decía que no quería perder detalle de la carretera y los otros coches, pero lo cierto es que le vi muy interesado. Cuando me giré para ver a Tiffany, que iba en la parte trasera, estaba ligeramente tumbada sobre el asiento. Le dije que tuviera cuidado que casi lo enseñaba todo al tener la falda muy subida. Ella se limitó a sonreír algo avergonzada y se la bajó un poco. Pasamos una noche sensacional, y a la vuelta, fue subirme al coche y dormirme a la primera. Ocasionalmente me despertaba y por el rabillo del ojo, notaba que Papá volvía a mirar por el espejo retrovisor. Aquello me dejó intrigada, ¿qué sería?.

Tiempo después, me eché un novio, Joaquín, un morenazo de ojos pardos que me volvió loca desde la primera vez que le vi. Deseaba estar con él a solas, y Carmela, una amiga común(un auténtico zorrón de la que se decía se cogía a medio instituto con derecho a tirarse al otro medio), se quedó sola en casa, invitando a algunas amigas y a sus parejas para que tuvieran un momento a solas. En cuanto supe de eso, acepté de inmediato, y Tiffany se mostró más encantada de la habitual. Había algo en ella que no supe descifrar. Estaba más alegre que yo, y eso me hizo sospechar. Aquella tarde estuve en una habitación con Joaquín besándome y haciéndonos todo tipo de caricias. En un momento dado, me tocó un pecho, y por ese instinto de ser la primera vez que estaba así, me asusté y me aparté de él. Joaquín ensombreció de golpe y le dije que no pasaba nada, pero que era la primera vez que aquello me ocurría. Él me sonrió con mucha ternura y me abrazó para quitarme el miedo. Lo cierto es que no hicimos más aquella tarde.

La llegada a casa estuvo marcada por un extraño olor que percibí nada más llegar. Un olor dulzón en el aire, no sabía a que. La casa tenía un olor extraño que nunca había olido. Encontré a Papá en la cocina, absorto como pocas veces en él. Estaba tomando una tisana, algo que hacía años no le veía hacer.

-Hola Papá, ¿te encuentras bien?.

-¿Mmmmmm?. Oh, hola mi flor-siempre me llamaba así-. Sí, me encuentro bien. Es que me apetecía tomar algo. ¿Qué tal la tarde?.

-Muy bien. He estado en casa con unas amigas toda la tarde y nos hemos divertido mucho.

-Te veo algo sonrojada. ¿Seguro que estás bien?.

-Sí claro-dije avergonzada y asustada de que me descubriera-. Es que en aquella casa hacía mucho calor. Al final acabamos todas en pijamas del calor que hacía. No te preocupes Papá, eran pijamas largos.

-No lo hago. Seguro que lo pasasteis muy bien y yo me alegro. Ahora es tarde. Es mejor que nos vayamos a dormir. Yo tengo trabajo y tu clase. Buenas noches mi flor.

-Buenas noches Papá-dije dándole un beso en la mejilla-.

Subimos juntos las escaleras, y noté una extraña sonrisa de felicidad en él. No sé que le habría pasado, pero parecía que le había hecho feliz, y me sentí feliz por eso, muy feliz. En los meses siguientes, tanto Tiffany como Papá estaban muy alegres. Todo parecía ser maravilloso y todo parecía andar bien, hasta un fatídico Lunes en que, sola en casa, decidí mirar al viejo álbum de fotos. Es una costumbre cada vez que me encontraba algo triste el mirar el álbum para ver a Mamá(la cual murió pocos años después de nacer yo. El que estuviera buscando el álbum era por la ruptura entre Joaquín y yo debido a mi negativa a hacer algo más que besarme con él, pero me entraba un miedo tan grande que no podía superarlo). Mirando entre fotos y fotos, encontré algo que dejó tan sorprendida, como enfurecida, y extrañada. Era una foto de Tiffany, desnuda, a lomos de un hombre, dejándose coger por él.

No hizo falta mucho esfuerzo para saber, pese a que su cara estaba oculta, que era Papá el hombre con quien ella estaba gozando. Y entonces, en un flash, todo comenzó a tener sentido: la obsesión de Papá en carnaval por mirar por el espejo retrovisor, la alegría de Tiffany cuando me fui con Joaquín a casa de Carmela, el extraño aire de satisfacción de Papá cuando llegué a casa esa misma noche…Me negué a creerlo, pero la evidencia, la foto, estaba en mis manos, delante de mí. Recuerdo que estuve mirándola no menos de 20 minutos incrédula, como buscando algo que negara la realidad de que mi mejor amiga y mi padre estuvieran follando, pero no fue así. Lo primero que hice fue llorar. Lo segundo, enfurecerme, y lo tercero, asumirlo.

Papá no supo que les descubrí, y fingí que nada había pasado. Necesitaba verlo con mis propios ojos, de modo que un día le dije a Tiffany que iba a ir con una amiga a dar una vuelta toda la tarde, y la invité a venir. Ella se negó, por supuesto. En cuanto salí de casa me fui a un rincón oculto. No tuve que esperar mucho. Veinte minutos después, Tiffany fue a mi casa y picó. Papá, nada más llegar, la besó en los labios con un fuerte abrazo y cerró al puerta. Me acerqué para verles, y les vi, les vi perfectamente, con mis ojos abiertos de par en par. La sangre me ardía, en parte de rabia y en parte de excitación, ya que eso yo nunca lo había hecho. Estaba decidida a ponerle fin, y días después, al poco de salir de clase, paré a Tiffany en la calle.

-¿Puedo preguntarte algo Tiffany?.

-Sí claro-dijo con total naturalidad-. ¿Qué quieres saber?.

-¿Cuánto hace que te follas a mi padre?.

La cara fue de pura sorpresa y estupefacción. Se le desencajó del todo, y quedó más blanca que la cal. Le lancé una mirada de odio y rabia que ella agachó la cabeza, pero no por mucho tiempo.

-Hace unos meses-me contestó-, desde la tarde que fuiste a casa de Carmela.

La confirmación de aquello hizo que me echara a llorar delante de ella.

-¿Por qué?....¿por qué lo has hecho?...maldita zorra...¿¿¿¡¡¡POR QUÉ!!!???.

-Carola yo no puedo responderte. Fue en Carnaval, cuando nos llevaba en coche. Él me miró, yo me excité un poco, le incité moviendo las piernas…Simplemente ocurrió.

Me quedé muy callada. Yo tampoco sabía que decir a eso.

-Quieres que sepas que no lo lamento Carola. Saúl me quiere y yo a él. E incluso tienes que ver lo mucho que ha mejorado desde entonces. Tu padre ha vuelto a vivir desde entonces. ¿No lo has visto?.

-Eso es lo peor-le dije-. Claro que me he dado cuenta, y me encanta verle tan bien. Y yo….yo

-Dime….¿que pasa Carola?...¿que ocurre?.

-Que muchas veces-sollocé-….que muchas veces pensé que ojalá una chica le hiciera vivir de nuevo, que ojalá una chica formal y decente le sacara del mal trago y le devolviera la pasión que tenía cuando Mamá vivía. Y algunas veces, cuando le vi muy mal, deseaba que fueras tú, por lo buena y amable que eres con todos.

-Pues ya ves que ocurrió-dijo con una sonrisa tierna-, pero eso no debe cambiar la relación entre nosotras. Te sigo queriendo mucho Carola, y a Saúl también. No llores ¿vale?. No quiero verte llorar Carola, que me pones muy triste. Además, no tienes porqué llorar: Saúl es feliz, yo lo soy a su lado y tú también al verle bien.

Me abrazó y yo me derrumbé en sus brazos. Lo cierto es que, en mi corazón, me alegraba: mi mejor amiga, una chica sensacional y de buen corazón, había conseguido salvar a mi padre de sí mismo y las depresiones por las que pasó tanto tiempo. A partir de ese momento, para mi se hizo algo normal el llegar a casa y encontrarles en pleno baile amatorio. A veces me extrañaba, pero sabía que los tres estábamos bien y eso era lo que importaba, pero llegó un punto en que tenía que hablar con Papá, y en cuanto pude lo hice. Fue una tarde de Sábado, un día que Tiffany estaba de viaje con sus padres.

-Quiero hablar contigo Papá. ¿Tienes tiempo?.

-Sí claro. Dime que te ronda esa cabecita mi flor.

-Necesito preguntarte algo. ¿Tanto placer te da Tiffany cuando lo hacéis?.

-¿A que viene eso-preguntó extrañado-?.

-Es que…a veces, cuando os veo…bueno, cuando os veo así-tragué saliva-…yo me pregunto si tanto gozáis…yo…yo nunca he hecho esas cosas…y verlo tan de cerca hace que me pregunte cosas…me enciende mucho veros así

-¿Nunca has estado con un chico?. Pero si tenías novio hace meses. No me creo que en verdad aún seas virgen.

-Sí, Joaquín, pero nunca llegamos a…es que me daba miedo cuando me tocaba. La tarde que tú y Tiffany estuvisteis por primera vez, en realidad estaba con Joaquín, y quiso llegar a más, pero no pude. Eso me da mucho miedo Papá.

-Es normal mi flor, pero has de superarlo. Si no, no sabrás lo que es gozar de verdad con el ser amado. Te pierdes lo mejor de la vida.

-Gracias Papá. Gracias por ser tan bueno y sincero conmigo.

Le abracé, y lo cierto es que la charla me había encendido. Me excité un poco, y mientras me abrazaba, comencé a darle pequeños besos en el cuello. Papá no me dijo nada, por lo que seguí besándole, hasta que le besé en la boca, con una pasión que creí me iba a abrasar. Realmente estaba muy caliente.

-Papá, ¿tu me quieres?.

-Claro que sí mi flor. Te amo profundamente.

-¿Y no ves mal lo que hago?.

-Claro que no. Solo le demuestras a tu padre cuanto le amas. Ven aquí.

Me cogió de los brazos, me atrajo hacia él y volvió a besarme. Su lengua buscó la mía y ambas luchaban por enredarse. Ni yo misma me estaba creyendo que fuera a hacerlo por primera ve con Papá, pero lo cierto es que la idea no me desagradaba del todo. En el fondo, ¿quién me iba a amar más, que mi propio padre?. Yo estaba en éxtasis, y no tenía miedo. Me subió en brazos y me llevó al dormitorio. Me sentía como una novia en su noche nupcial. Me echó con mucho mimo y siguió besándome y acariciándome. Me desnudó y se detuvo a contemplarme un buen rato

-Eres bellísima mi flor. Pareces un ángel. Te amo mucho mi vida.

-Yo también te quiero Papá. Te quiero con locura. Ámame, ámame

Papá se tumbó a mi lado y su mano, poderosa y fuerte, comenzó a acariciarme el pecho, jugando con mis endurecidos pezones para excitarme. Yo solo me limitaba a jadear y dejarme hacer. Su mano fue bajando y jugando con mi blanca tripita, hasta llegar a mi entrepierna. Di un fuerte gemido cuando me acarició ni impoluta rajita, que mimaba y acariciaba con una dedicación que me calentaba todo mi cuerpo. No podía ser más feliz en ese momento, ni disfrutarlo más aun.

-Ven aquí mi flor. Quiero que la pruebes.

Acercó su taladro a mí, totalmente duro y ardiente, al que acogí en mis manos.

-¿Cómo la pruebo Papá?:

-Como si fuera una golosina mi flor. Saboréala con tu boquita de cielo.

Pidiéndomelo así, no podía negarme. Le pegué unas buenas lametadas antes de acogerlo todo en mi boca. Mmmmmmm que delicia de verga tenía Papá. Su sabor era muy rico, me encantaba. No negaré que mamársela, pese a todo, era un placer que me comenzó a obsesionar de ese día en adelante. Papá me follaba la boca con una pasión enloquecedora. Su dureza y sabor era algo nuevo y maravilloso para mí. Le chupaba tan fuerte que me la tuvo que sacar de la boca diciendo "Ufffff, casi me haces gozar. Te paciencia que aún nos queda mucho que hacer". Me dijo que separara mis piernas, yo obediente lo hice, y Papá metió su cabeza entre ellas, pasando su lengua humeda y deliciosa por todo mi labio vaginal.

-Aaaaah aaaaaah aaaaaaaah aaaaaaaaaaaah…Ay Papá que rico…que rico se siente…no te pares…me encanta lo que me haces….no te pareeeeeeessssss….

-Mmmmm mmmmm mmmmm…que bien sabes…sabes a helado de fresa…eres deliciosa mi flor…Me encanta el sabor de tu sexo…te lo voy a comer todo

-Ay sí Papá…dime más, hazme más…Dame placer…vamos dámelo

Se volvió a hundir entre mis piernas y a lamerme con más fuerza aún. Mi cuerpo entero se derretía a sus caprichos, quería que me hiciera de todo y no quería que aquello acabara. Cuando se dio por satisfecho me levantó y me dijo "Ahora siéntate sobre mi y cabálgame mi flor. Quiero que sepas cuanto se disfruta".

-¿Me dolerá Papá-pregunté con total inocencia?.

-Sí amor. Dolerá un poco al entrar. No tengas miedo, luego todo será placer.

Papá se echo a la larga y yo sobre su taladro. Comencé a sentarme poco a poco, hasta que, al final, lo tuve entero dentro de mí.

-Aaayyy-gemí-…aaaaaaayyyy aaaaaayyy ayayayayayy Papá me duele me duele mucho…aaaaaaayyyyy aaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyy me dueleeeeeeeeeeeeeee

-Ya pasó mi amor-me dijo acariciándome-. Ya no te dolerá nunca más. Ahora mueve un poco las caderas y muévete sobre mi pene. Muévete mi flor.

-Vale Papá….mmmmhhh…mmmm…aaaaah…aaaaahhh…aaaaahhh…Ay Papá que bien me siento…me duele, pero me gusta…aayyy Papá que rico…Papá te quiero

-Sí amor. Yo también te quiero. Te quiero mucho.

Sus manos apresaron mis tetas y jugaron con ellas a su antojo. Luego, con una maestría envidiable, me puso a cuatro patas mientras él, detrás de mí, me bombeaba con un ritmo de enamorado que me tenía completamente ida. Mi boca abierta gemía sin parar y sus manos, aún cogidas a mis tetas, las amasaban como si fuera pan caliente. Que placer mi padre cogiéndome con todo su amor. De pronto, algo comenzó a bullir en mi interior, pequeño al principio, que iba creciendo poco a poco. No sabía lo que era y me estaba volviendo loca de placer. Creí que me iba a partir en dos.

-Papá….algo me viene Papá….ay que bueno….aayy Papa que me vengo…Papá me vengo…que rico Papá…que ricoooooo

-Ya verás como gozas toda mi flor…Vas a gozar como yo gozo ahora…Ay mi amor…mi niña…mi mujercita…goza conmigo mi flor….goza….gozaaaaaa….

-Sí Papá…voy a gozar….a gozar contigo…Sí Papá….gocemos….gocemos tu y yo…aaaaaah aaaaaaaah aaaaaaaah aaaaaaaaaaah aaaaaaaaaaaaaaaaa síiiiiiiiiiiiiii….

-Mmmmmm mmmmmm mmmmmm mmmmmmm mi flor me vengo, ya me vengo…aaaaaaaah aaaaaaaaaah me vengooooooooooooooooo….

-Yo también Papá….yo tambiéeeeeeeeeeeen aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah….

Con sus últimos esfuerzos, Papá acabó y gozó dentro mío. Mis fluidos y los suyos se entremezclaron en un paroxismo enloquecedor. Fue un clímax que duró por lo menos 15 segundos o más. Mi cuerpo se rindió y caí a la cama, y Papá a mi lado, acariciándome el pelo y la cara, que era, en ese momento, la viva expresión del placer. Con nuevas fuerzas, de nuevo nos amamos como si de enamorados se tratase, yo sentada encima de él, está vez de espalda a él, para cabalgarle a base de bien.

Luego me puso inclinada y me cogió por detrás de nuevo. También me dijo que me lo hiciera yo misma, que aprendiera a gozar yo sola de mi propio cuerpo. Todo ese día, Papá me amó y yo lo amé con todo mi corazón. Desde entonces, Papá, Tiffany y yo hemos convivido como una unidad. En algunas ocasiones incluso nos peleábamos por subirnos para cabalgarle. Por supuesto, para Tiffany era algo distinto, ya que ella, si Papá no tenía puesta la artificial, no quería saber nada.

Yo la probé en un par de ocasiones, y entendí la obsesión de Tiffany por la doble penetración: te hace sentir mujer, mujer de verdad. Nuestra unión está algo separada ya que, hace poco, me he ido a vivir con una amiga, Joanna, para empezar a independizarme, pero cada dos ó tres días, vuelvo a mi hogar donde Papá y Tiffany me reciben con los brazos abiertos y donde gozamos como amantes que somos. Espero que os haya encantado mi historia. Aquí os dejo con un par de imágenes más para vuestro deleite, del amor que Papá me tiene(por cierto, de cuando se tomaron estas fotos, se ha de notar el cambio físico de Papá, nada que ver con el de las fotos que Tiffany mostró. Incluso se quitó los tatuajes que llevaba).

Amo a Papá como él a mi y siempre le amaré. Ojalá hubiera tanto amor en todas las familias. Ha sido precioso hacer memoria con ustedes. Disfruten, y hasta más ver