Sara y Rosebud

Las cosas al final no se pueden controlar tan fácilmente, un juego siempre se complica.

Pasaban los días y yo no me podía quitarme esas imágenes de mi cabeza, la sensualidad de Ana me perseguía y se estaba convirtiendo en una obsesión.

Pero yo no era lesbiana, siempre me habían gustado los hombres y Juan era mi vida, mi amigo y mi amante.

Si es verdad que en nuestras fantasías y juegos de pareja siempre había estado otra mujer, pero sin cara, sin nombre y sin alma.

Ana me había escrito, y yo buscando cualquier excusa me deshacía de ella aunque mi cuerpo entero me pedía lo contrario.

Mi cuerpo era un volcán, y la única forma que tenía de calmarlo era con ella, sin ella pero con ella  me calmaba sin poder remediarlo, en los baños de la oficina, mientras caminaba por la calle e incluso llegaba a pensar que la boca de Juan era la suya.

Como una persona que apenas conocía me estaba turbando tanto, era tan solo mi imaginación, mi cuerpo ya no era ni mio.

Conseguí esquivar la más de un mes, pero el curso organizó una entrega de diplomas, además era algo público por lo que no me sería tan complicado salir ilesa, y para mayor seguridad me lleve a Juan.

Trague aire antes de entrar, me autoconvenci, sugestione y todo cuanto se pueda hacer para no dejarse llevar por las olas, no sirvió absolutamente para nada.

Nada más verla de lejos, mi corazón se puso a mil, mi cuerpo se tenso, yo ardía por dentro, y solo me había sonreído desde lejos. Para cuando me dio una casto beso en la mejilla, estaba con una adolescente en el cine, excitada, mojada y dispuesta.

Mis continuos rechazos habían conseguido que Ana, aunque cordial estaba distante  e incluso eso me atraía más.

La entrega de diplomas se fue convirtiendo poco a poco en algo mucho más social, no solo estábamos los del curso de fotografía, por lo que los grupos se iban fraccionando y mezclando. Yo por primera vez en mi vida me había convertido en lapa y no me despegaba de Juan. Ana al contrario era un espíritu libre y se mezclaba con todos,

No se como pero ese Twister acabó dejándonos a las dos solas.

  • Vas a dejar de esconderte de mi, me preguntó sin titubear

  • Yo, para nada, conteste sin creermelo yo misma

  • Mira Sara, me encanto y lo repetiria en cualquier momento, pero no me tomes por tonta.

Me senti más desnuda que aquel día en mi salón siendo devorada por ella, un escalofrío me recorrio. Por un lado queria decirle que no paraba de pensar en ello, que cada día me despertaba y me acostaba pensando en ello.

Pero estaba bloqueada entre el deseo y la mente, uno decia vamos y la otra decía para.

Mis labios seguían hablando con Ana, pero no decian lo que realmente querian decir, se refugiaban en excusas y tabues, mientras mi mente en otra dimensión se dejaba llevar por el deseo.

  • Sara, no te preocupes, si algún día tiene que ser, será. Yo como veo que eres muy difícil de ver te he comprado un detallito.

Me dio una cajita pequeña, y me apreste a abrirla.

  • No cariño, aquí no. Me dijo con una mirada cálida

Me dejo perpleja e intrigada.

  • Cariño aquí tienes tu bebida, me dijo Juan .. pero que es esto dijo tomando la caja de mi mano.

Ana me miro, yo la mire, Juan la abrió y Juan nos miró, no podía dar crédito.

  • Anda Juan dame eso, le dije retomando la caja

Con la excusa de ir al baño me fui a matar mi curiosidad.

Estaba nerviosisima, me temblaban casi las manos, seguro que era una chorrada pero estaba como una niña pequeña el día de reyes,

Me senté encima de la tapa del baño y abrí esa caja, era una joya muy personal y una nota:

“ Para que me puedas tener dentro sin que yo este”

Me puse roja, verde, amarilla y de todos los colores.

Tan solo el tono de llamada de mi movil me saco de ese trance, no me dio tiempo a cogerlo, era Ana, colgó a 5 toque, me dejo de nuevo perpleja y desconcertada.

Mi whasapp no dejaba de mandarme notificaciones, eran de ella.

Sara solo quiero que sepas lo mucho que disfrute contigo

Entiendo que quieras guardar las distancias

Pero permiteme que este siempre cerca de ti aunque sea en forma de joya.

Como veras me compre la misma.

Ana me mandó una foto de como le sentaba esa joya a ella, era un rosebud, se había apartado un poco sus nalgas para dejar ver perfectamente como se ajustaba.

Yo la llevo puesta ahora

Me temblaban las manos, me latía el corazón como un cortacésped, no podia dejar de notar como sus manos desde su whatsapp querían tocarme y yo que me tocase.

Respire profundamente, me puse de pie, moví mis bragas a un lado y lubrique el rosebud entre mis húmedos labios, jugando con el entre mi clitoris y mi ano.

Me sentia tan puta, allí en ese baño de bar, dejándome llevar por mis más bajos instintos y en esa intima compartida podia notar que aunque eran mis manos las que lo hacian en realidad era Ana y su maléfico influjo el que se apoderaba de mi.

Me recompuse como pude y caminado como sobre cristales conseguí llegar junto a Juan y Ana.

  • Todo bien cariño, me dijo Juan devolviéndome mi copa

Pues si cariño, me acabo de meter un rosebud en el culo que a regalado Ana, estoy que me follo encima, con ganas de levantarle el vestido a Ana y que me devore como el otro día mientras tu disfrutas de las vistas o me tomas como una perra, y todo esto en medio de toda esta gente.

Eso fue lo que pense pero opte por darle un beso que no le dejará ninguna duda que eso era lo que quería.

  • Bueno chicos creo que yo me voy, dijo Ana
  • Ana tu estas tonta, le dijo Juan, si piensa por un minuto que este beso era para mi, es que no te enteras de nada.

No se que entendi menos, si mis dotes telepaticos con Juan o su franqueza.

  • No se que regalo le has dado, pero te puedo asegurar que has dado en el clavo.

Juan no podia ni imaginarse como sono la palabra clavo,

  • Juan cariño deja de hablar y sacanos de aquí,

Me daba igual donde, pero me estaba quemando de placer, me daba casi igual como, el deseo era más fuerte que la razón, incluso con publico.

Nos medio despedimos sin despedirnos y antes de poder pensar estábamos en un taxi rumbo a donde fuéramos.

Las manos de Juan y Ana intimaron entre mis piernas sin previo aviso, tan solo la sonrisa del conductor por el retrovisor me dejo ver que esa intimidada era pública, y sus manos con esos juegos tan solo buscaban respuestas a sus preguntas.

Juan queria saber si ese beso contenía más deseo escondido entre ellas y asi lo comprobó, Ana buscaba inquieta mi regalo entre ellas y también lo encontró.

Sus manos a pesar de haber encontrado sus respuestas seguían buscando en mi interior, pero esas respuestas se las daba yo.

Todo cuerpo les contestó, desde mis pezones a mis ojos, pasando por mi caderas, había para todos y hasta el conductor tenía su parte.

No se ni como ni cuando mis bragas me dejaron y mis piernas se convirtieron en un abanico de placer, para todos, unos jugaban, otros miraban y yo disfrutaba sin pensar en nada más que en mi propio placer.

Un profundo beso me saco de ese sueño lujurioso e indecente, me despejo y me devolvió a una realidad ficticia.

Juan me besaba mientras Ana pagaba, en realidad habíamos pagado por darle la noche de su vida, esperaba poder  borrar esa sonrisa viciosa clavándose en mi y aun más que el no recordara la mia, la ciudada no era tan grande.

No tenia ni idea donde estábamos, yo solo me deje llevar, mis dos caballeros me tomaron uno por cada lado me guiaban hacia mi lado más oscuro.

Portal, ascensor y casa, algo así tuvo que ser. Tan solo recuerdo como mi vestido dejaba que sus manos, sus labios, sus caricias, sus deseos, sus vicios me fueran invadiendo suavemente, dejándome sin barreras ni físicas ni morales.

Ana y yo nos fundimos en un abrazo mientras Juan nos desnudaba a las dos, como si fuéramos adorables cachorritas cuando en realidad eramos dos perras en celo, peleando por su trozo de lujuria.

Mi boca devoraba sus pezones, mientras sus dedos indagaban en mi regalo, sus gemidos me llenaban de deseo y los mios pedian más de los dos.

Eramos dos ninfas en el paraíso, siendo azotadas por el más indecente deseo, dejando que el placer fuera la guia y el propósito. Sus dedos aprisionaban mis pezones sin piedad mientras los mios buscaban como torturar un poco más su clitoris.

Juan contemplaba la desnudez de ambas, el vicio de ambas y  el placer de ambas, con ojos perfidos y llenos de sensualidad, sus ojos pedian poder estar, sus ojos pedian poder ser parte, rogaban entrar en la partida.

Me miro, le mire, y note como Ana levantada su culo y hundia su boca entre mis piernas.

Su manos me habrian, sus labios me exprimian y su lengua me mataba, mientras con la poca consciencia que me quedaba veia como Juan separaba sus piernas y se aparestaba a meterse entre ellas, las manos de Juan entre sus muslos se convertian en las suyas entre los mios, la boca de Juan se convertia en la suya y me llevaba de pico en pico de esta montaña rusa, y la lengua de Juan hacia blanco en Ana clavandose ella en mi.

Sus placeres fueron los mios, los mios fueron los suyos, las dos lloramos de placer a golpe de mano y lengua, y sin poder ser de otra manera nuestros cuerpos se vaciaron, dejando un reguero de placer hasta lo más profundo de nuestras almas.

Sin aliento, con los ojos llorosos de placer, el cuerpo tembloroso y sin ser del todo consciente de lo ocurrido fui a dar consuelo a mi amor.

Quería que sintiera lo que yo había sentido, mi boca se aferró a él y  mis manos me ayudaban, mientras Ana extasiada como yo, se vestía con su mejor cara de puta y distante pero lasciva se unía a esta fiesta sin unirse.

Juan intentaba alargar la mano hacia ella para ayudarla en sus tocamientos, pero ella se resistía para tentarle aún más, yo notaba como ese juego hacia endurecer aún más su sexo.

No sabia si quería cruzar esta frontera, iba a dejar que mi chico comiera de mi plato?