Sara y Erica 2

Las dos amigas van al pueblo de Sara.

A la mañana siguiente Érica se levanto sobre las 11. Había dormido desnuda en la cama de Sara. La fiesta del día anterior la había hecho acostarse casi a las 7 de la mañana, pero sabía que los padres de Sara llegarían sobre las 12. Quería apurar el reloj, para que a Sara no le diera tiempo a anular nada, la soltaría sobre las 11:30, para que se duchara rápido, se arreglara y así marchar.

Cuando entro de nuevo en su cuarto, se encontró a Sara aun durmiendo, y la cama todavía húmeda de los restos de flujo vaginal. Procedió a quitarle el arnés lentamente, en lo que Sara se despertó, para después quitarle las esposas. Sara estaba completamente entumecida por haber pasado toda la noche con las manos esposadas a la espalda, y Érica la ayudo a levantarse con cuidado, la llevo al baño para que se duchara y la dijo la hora que era, avisándola de que sus padres estaban al caer y que debía prepararse rápido. En la ducha Sara empezó a rememorar lo que había sucedido la noche anterior, y no pudo evitar sentir un pequeño picor en sus partes. Se empezó a tocar un poco, pero pronto se dio cuenta de que no tenía tiempo para esas cosas en ese momento. Realmente se dio cuenta de que se había quedado con las ganas de correrse el día anterior, y que se había calentado con mucha facilidad y rapidez.

Una vez terminada la ducha, se seco el pelo, se maquillo un poco y salió del baño. Sus padres ya estaban en casa, hablando con Érica. Procedió a vestirse en su habitación, se puso un tanga negro liso, unos vaqueros y finalmente una camiseta de tirantes que dejaba ver las tiras de su sujetador. Y salió a reunirse con todos.

El viaje duraba aproximadamente una hora, y Sara estuvo pensando en todo lo que había pasado la noche anterior. Érica hablaba con sus padres, acerca de la universidad, de algún profesor que sin tener ni idea estaba dando clases, y de cosas en general acerca de la vida cotidiana de ellas. La miraba de vez en cuando, buscando alguna mirada de complicidad, o buscando alguna señal que la arrancara la incertidumbre que había en sus pensamientos: ¿Por qué Érica había decidido tener sexo con ella? ¿Por qué de esa manera? ¿Iban a cambiar las cosas entre ellas? La verdad es que sentirse dominada la había hecho excitarse como nunca, y todavía se sentía excitada, ya que no había logrado un orgasmo. Solo de pensarlo se sentía humedecerse otra vez, y volvía a cambiar de tema en sus pensamientos para que no se le notara.

Llegaron al pueblo, y Sara y Érica ayudaron a la madre de Sara a preparar la comida. Después de la comida estuvieron un rato haciendo sobremesa y jugando a las cartas. A eso de las 6 era cuando los jóvenes del pueblo se empezaban a juntar en la plaza, para ir a comprar la bebida para la noche, y empezar el botellón, pero los amigos de Sara en el pueblo tenían un pequeño garaje habilitado cerca de la plaza, donde se reunían. De camino, las dos amigas por fin solas empezaron a hablar:

-Esto…Érica, ¿a que vino lo de ayer? ¿Me quieres convertir en tu exclava sexual o algo así?

-No Sara, no. Aun es pronto para que lo entiendas, pero es algo que quería que sintieras porque cuando yo lo viví me cambio la vida. Sé que te gusto mucho lo que viviste ayer, es solo sexo, pero es más intenso que un polvo normal. Ahora sé que compartes eso conmigo, y quiero que confíes en mí, porque hoy nos lo vamos a pasar genial, ya lo veras.

Cuando llegaron al garaje, todos los chicos pasaron a fijarse en que Érica había ido a las fiestas. La observaban vestida con unas botas altas, una falda hasta las rodillas y una blusa que apretaba sus pechos. Todos estaban babeando ante las historias que habían oído de ella, además de que realmente la joven rubia era una chica muy sexy. A ella realmente no le interesaba ninguno de esos babosos, pero le encantaba tenerlos ahí a sus pies. Si quería bebida, alguno se la preparaba, y si quería un buen sitio para sentarse, rápidamente lo tenía.

Así pasaron las horas entre bromas, risas y alcohol. Después Érica salió a hablar por el móvil y cuando regreso, le dijo a Sara de dar un vuelta a ver que había. Sara sabia que algo se estaba tramando así que decidió acompañar a Érica. Tan solo la mirada picara de Érica la hizo sentir otro cosquilleo en su entrepierna.

Se dirigieron a uno de los graneros que había en las afueras del pueblo, y allí se encontraron con Javi y otros dos amigos de este, Rodri y Manazas. Los dos eran de la misma edad que Javi, mayores que Sara y Érica. Rodri era un chico normal como Javi, de 1,80 mas o menos de estatura, complexión tirando a atlética y en el fondo dos jóvenes del montón. Manazas sin embargo era el más bruto, criado por sus padres en el pueblo, se dedicaba a cuidar de ganado y a cuidar de sus tierras. Ancho de espaldas, 1,70 de altura, y un poco gordito, aunque lo más llamativo de el eran sus manos grandes e hinchadas por el trabajo en el campo. Sara se quedo sorprendida cuando vio a Érica besarse con Javi, después la aparto con un cachete en el culo.

-Bienvenidas a nuestro chamizo. No pensaba que vendríais las dos. Nunca creí que te expondrías a nosotros de esta manera.-dijo Javi mirando a Sara.

-No sé muy bien lo que está pasando aquí, pero Érica me pidió que confiara en ella y así lo hare.- En realidad Sara estaba completamente entregada a lo que fuera a suceder. La noche anterior había despertado algo en ella, y después de todo Érica ya sabía de qué iba todo aquello. ¿Qué podría temer?

-Bien. Pero lo que tienes que tener claro es que una vez que cruces la puerta de entrada al granero, nosotros mandamos, y tú vas a tener que obedecer al 100%. No podrás salir si no te lo ordenamos nosotros. Eso sí, fuera es fuera y nosotros no te podemos obligar a nada. Si intentas escapar y no lo logras te castigare. Si escapas serás libre, pero si volvieras a entrar por alguna casualidad……Manazas tiene ganas de probar ciertas cosas.

Todos rieron menos Sara. Manazas no era un mal chico, y tampoco era tonto, pero tenía fama de muy bruto, y de que su padre se lo tuvo que llevar de putas para que perdiera la virginidad, ya que debía de tener un pene enorme y mucha falta de delicadeza en el trato a las mujeres por la falta de control de su fuerza. Tampoco había visto nunca a Javi como algo que no fuera un amigo, y con Rodri casi nunca había hablado. Pero aun así se sentía excitada por saber lo que pasaría. Estaba deseosa de tener un orgasmo, y su mente no la dejaba pensar en mucho más.

Una vez dentro vio dos cuerdas colgadas del techo, unas mesas, unas sillas, una nevera, botellas de ron y vodka, y un puesto de herramientas en una de las paredes, con herramientas variadas para hacer los típicos arreglos a la maquinaria de pueblo.

-Muy bien señoritas. Quítense la parte de arriba de sus ropas. ¡Queremos veros esas tetas¡

Las dos procedieron a quitarse la parte de arriba, Sara la camiseta de tirantes y el sujetador, mientras que Érica se quito la blusa. Llevaba como dos pequeñas copas en los pezones para no marcar pezón en la blusa, pero también se las quito. Después las llevaron a las sogas que estaban colgadas en mitad del granero y las ataron las manos, dejándolas con las manos en alto, pero sin levantarlas a ellas. En esa posición ya no podían evitar que los chicos las empezaran a meter mano, pellizcar sus pezones y en el caso de Érica que la metieran mano por debajo de la falda.

-¡Hostia Javi¡ ¡Esta ha venido sin bragas ni nada¡

-¡Normal¡ ¿Para que las quiero si luego me las vais a quitar igual?

Rodri le dio una bofetada, y después la recrimino la insolencia de la pregunta. Después Manazas fue a la pared de las herramientas, y se trajo una pistola de aire comprimido, unos piercings y algodón. Sara se empezó a asustar al ver lo que se estaba tramando, pero miro a Érica que estaba muy tranquila y sonriente, y decidió estarse quieta y callarse. Primero mojaron con vodka los algodones, se los pasaron por los pezones y después procedieron a hacerle los agujeros y a ponerle los piercings. Apenas habían sentido dolor mientras se los pusieron, pero sí que se dieron cuenta de que ahora les notaban especialmente sensibles. Cada piercing tenía una bolita al final del mismo, que de repente empezó a vibrar. Al parecer se activaban cada cierto número de minutos, lo cual haría que se excitaran al notar el roce del metal moviéndose.

Los chicos entonces empezaron a beber, a reírse y hacer bromas. De vez en cuando se acercaban a las chicas y las daban de beber, o se lo tiraban por los pechos, lamiéndoselo después. Ellas notaban el picazón del alcohol en sus heridas recientes.

Sara estaba tremendamente excitada, y al cabo de pocos minutos decidió pedirle a Javi que la quitara ya los pantalones, y que se la follara. Este accedió a la petición en principio, pero solo le quito los pantalones y el tanga, dejándola completamente desnuda. Después la acaricio un poco su sexo mientras la besaba, pero después se aparto, cogió un trapo limpio de la zona de herramientas y se lo puso de mordaza.

-Así que Sarita la recatada que no se quería follar a nadie del pueblo, ahora quiere que se la follen. Me he hecho unas cuantas pajas pensando en ti, pero creo que ahora mismo no me apetece darte lo tuyo. Aquí mandamos nosotros, y tu placer y tu frustración no nos importan.

Se echaron a reír los 3 chicos, y justo después Javi tuvo una idea. Los 3 chicos hicieron un corro y empezaron a hablar entre ellos en voz baja. Después se fueron dejando a las chicas como estaban. Érica empezó a hablarle a Sara:

-Joder Sara, ¡estas más caliente que yo¡ Yo también estoy deseando que me follen un rato, o que me lo coman un poco o lo que sea.

Sara estaba realmente excitada, y cada vez que sentía la vibración en sus pezones se humedecía más y más. Ya notaba como le caían pequeños regueros a través de sus piernas, pero ella solo podía notar el aire fresco que corría acariciando su sexo.

Cuando los chicos regresaron, volvieron con compañía. Habían vuelto con 6 chicos más, entre ellos Luis, algunos más mayores y alguno más pequeño. Estaban flipando con el espectáculo: era de verdad que tenían a Sara y a Érica atadas y bien dispuestas para ellos.

La fiesta comenzó en ese momento, y mientras algunos se llenaban las copas, otros las manoseaban por todo el cuerpo sin ningún pudor. Se iban turnando al principio, para después pasar a hacer juegos con ellas. El que primero acababa una copa tenía derecho a masturbar un poco a la que quisiera, o si alguno se tomaba un chupito de ron o vodka a palo seco este podía dar unos azotes a una de las dos. De vez en cuando también las daban de beber. Estaban las dos tremendamente cachondas. A Érica la habían estado masturbando varias veces, aunque no había logrado correrse, pero los azotes le habían estado cayendo a Sara. Si era algo para relajar la excitación sexual le caían siempre a Érica, mientras que a Sara le caían más bien los castigos.

Los chicos al cabo de un rato estaban ya muy alterados, así que Javi saco una ristra de condones de uno de los cajones, y decidió empezar la ronda de polvos. El iba a ser el primero por supuesto. Iban a ir de uno en uno, y cada uno de ellos iba a escoger a una de las dos para follarsela, o que ella le follara. Agarro una de las mesas y la puso debajo de Érica de tal forma que ella quedaba subida a la misma. Javi se bajo los pantalones y exhibió su pene que ya estaba bien duro. Se tumbo en la mesa y se puso el condón. Después ayudo a Érica ponerse encima de él, de rodillas, de tal forma que ella pudiera ayudarse de la cuerda para subir, bajar y moverse encima de él. Sara los miraba deseosa de que llegara su turno. No podía pensar en otra cosa que en el pene que acababa de ver, y las ganas que tenia de sentir uno dentro de ella, y de correrse de una vez. Cuando Javi acabo, los chicos le ayudaron a salir de debajo de Érica, que había tenido su primer orgasmo. Después fue Rodri, que también escogió a Érica, aunque apenas aguanto un minuto antes de correrse.

Fueron pasando uno a uno cada uno de los chicos, y todos fueron escogiendo a Érica. Ella ya estaba realmente roja y sudorosa del esfuerzo, pero al final se había corrido un par de veces. Sara no podía dejar de mirarla con envidia y frustración. Su hora no acababa de llegar. Hasta Luis escogió a Érica, y fue de los que mejor la supo follar. Érica gritaba y gemía como una loca poseída mientras Luis acompañaba sus movimientos, todos los chicos les miraban con la boca abierta.

Finalmente le llego el turno a Manazas, que había estado esperando el último, y se estaba frotando las manos.

-Yo escojo a Sara.-Sara le miro, pero no sabía si con alivio o con que. Manazas era muy bruto y quizás la haría daño, pero por otro lado quizá con esa polla tan grande valdría por la de los demás- Pero quiero follarte por la boca, nunca me la han chupado, y me han dicho que sabes hacerlo muy bien.

Sara sintió un vuelco en todo su ser. Ni Manazas se la iba a follar como dios manda. Peor aún. Ahora tenía que chupar esa enorme verga. Soltaron un poco la cuerda de Sara y esta se arrodillo ante la mayor polla que había visto en su vida. Cuando se la metió se dio cuenta de que casi no le cabía. Ante los gritos de todos, se esforzó en hacerle una buena mamada, a pesar de tener las dos manos atadas por una cuerda. Al menos agradeció cuando Manazas se fue a correr y se la saco de la boca, para llenarla el pecho con una gran cantidad de semen.

Después de limpiarse, todos llenaron sus copas, y se marcharon hacia la verbena del pueblo, no sin antes dejar a las dos colgadas del techo por sendas cuerdas.