Sara volvió de Canadá

Tuve la satisfacción de ser el primero que usó el culo de Sara, pero desapareció por treinta largos años....hasta que volvió y me contó el motivo de su ausencia.

SARA VOLVIÓ DE CANADÁ

Hay personas que pasaron por nuestra vida sin dejar rastros, luego se alejaron por eso nunca más supimos de ellas y también hay otras personas que casi nunca vienen a nuestra memoria, eso es lo que me sucedió con Sara.

A Sara la conocí unos treinta años atrás cuando estábamos haciendo el bachillerato, ella vivía con su familia en un cuarto piso de esos apartamentos antiguos que dan sobre la Rambla de Pocitos.

Comencé a ir a su depto. para estudiar pero al poco tiempo dejamos de ser solamente compañeros de estudios para ser lo que ahora se denomina "amigobios", no éramos novios pro éramos más que amigos.

Su familia me recibía muy bien especialmente su mamá que miraba la telenovela de la siete de la tarde y en ese espacio de tiempo nos dejaba tranquilos, tiempo en que aprovechábamos para estudiar o para hacer algo más que luego describiré lo que sucedía entre Sara y yo.

Teníamos en esa época 17 años, aunque creo que Sara tendría como seis o siete meses menos que yo, pero esos cálculos no interesan ahora.

Ustedes dirán por que se acuerda de Sara después de 30 años!!!

No sucedió súbitamente que me acordase de ella, sino que ella vino hacia mí de la forma más inesperada posible una noche en que yo estaba en un restaurante cenando con unos amigos y el destino la puso a ella también en ese mismo restaurante.

En una mesa cercana una mujer sola estaba sentada mirándome insistentemente como tratando de recordar de donde me conocía, aunque yo la miré algunas veces no reparé mucho en ella por lo entretenida que estaba la conversación con mis amigos.

La mujer pagó su cuenta y al pasar junto a nuestra mesa me encaró con acento extranjero diciéndome que le parecía que habíamos estudiado juntos.

Intercambiamos algunas palabras y a ir conversando con ella me di cuenta que era Sara aunque no me acordaba de su nombre, cuando le dije que me llamaba Omar, ella me dio un abrazo diciéndome que era la Sara de Pocitos que yo había tratado hacía tres décadas.

Acordamos que vendría a mí casa al otro día para charlar, solamente me dijo que había vivido esos años en Halifax, Canadá y que en una semana volvería a su país de adopción.

Esa noche pensé mucho en lo que habíamos hecho en esos años de estudiantes y en su misteriosa desaparición.

Éramos adolescentes pero no de los de ahora, de los de antes, teníamos sexo con limitaciones, por eso cuando la mamá miraba la telenovela nosotros nos besábamos en el balcón de su apartamento, eran besos de lo más calientes que a esa edad se pueden dar los cuales disfrutábamos en silencio para que su mamá no sintiese ningún gemido que nos delatase.

Sara era muy fogosa por eso su mamá le había puesto límites porque temía que la desvirgasen y que quedase embarazada, aunque conmigo le daba un poco más de libertad pero no la suficiente como para poder ir a una cama y dar rienda suelta a los deseos contenidos en esos meses en que nos excitábamos en el balcón.

Además de besos mis dedos recorrían sus pechos poniéndole los pezones muy duros, obligándola a gemir bajito pero no pasábamos de allí, aunque ella se mojaba teniendo unos orgasmos inaudibles con solo sentir que mis dedos le tocaban la vulva por encima del pantalón o de la bombacha, otras veces mis dedos traviesos se escurrían debajo de la tela de su bombacha tratando de delinear su abertura.

Alguna vez que le excitación llegaba a límites incontenibles, yo me bajaba la cremallera y metía la mano de Sara por la abertura de mi bragueta para que ella me masturbase al mismo tiempo que mis labios no se separaban de los de ella y mis manos apretaban sus nalgas para que llegase mi eyaculación, la cual salía tan violentamente mojando todo a su paso, entre otras cosas mi ropa interior y por supuesto la mano de ella que al sentir mi espuma caliente salía disparando hacia el baño par lavarse el rastro de nuestro "delito".

En invierno en Montevideo a la 7 de la tarde es de noche por eso íbamos al balcón a calentarnos hasta que una noche fatal y una de las últimas en las cuales vi a Sara, ella estaba apoyada en la baranda mirando hacia la calle con el culo muy levantado, ver ese culo redondito me excitó mucho por lo que le pedí a Sara que me dejase metérsela allí en el balcón porque no aguantaba más tantos meses de pajas y refregadas le dije que quería por fin cogerla aunque ella en otras veces había rechazado mis propuesta igual me animé a proponérselo nuevamente.

Me paré detrás de ella y la muy cachonda empezó a revolear el culo dejándome con la verga más dura de lo que ya estaba por ver tan hermoso panorama de la "Rambla de Pocitos".

Mis manaos apretaban sus tetas tratando de meterse por debajo de su pulóver, pero era imposible porque este era muy ajustado.

Finalmente Sara se excitó mucho con todos esos contactos y aceptó que se la metiese pero por atrás porque tenía miedo por lo que le había dicho su mamá por eso por atrás no veía problemas y me dijo que si le dolía parase.

-Mejor andá a ver que hace tu mamá y de paso te sacás la bombacha, después volvés con un vaso con agua para que no sospeche nada.

Sara entró al living mientras yo me acomodaba la verga la cual me dolía muchísimo, no la saqué por la bragueta porque tenía miedo de que se me enfriase por el viento frió que soplaba muy levemente pero viento al fin.

Al rato volvió Sara con el vaso de agua, me dijo que su mamá estaba muy entretenida con la novela y que le había dicho que entrásemos a tomar café porque con un vaso de agua yo me iba a congelar.

Yo me apoyé en la pared y Sara se puso delante mío, al fin pude tocar su concha y su culo sin el impedimento de la bombacha, luego comencé a pasar mi verga entre sus nalgas hasta que ella comenzó a gemir porque mi dedo le acariciaba el clítoris de una forma muy suave con todo el cuidado del mundo para que mis movimientos no fuesen violentos y le rompiesen el himen que su mamá le había encargado tanto de que lo cuidase.

Escupí mi mano, luego mojé mi glande que ya estaba bastante mojando por sus jugos, mi precum y la transpiración que tenían sus nalgas por el nerviosismo que teníamos los dos por lo que íbamos hacer aumentado por el miedo a que a su mamá le diese por venir a ver que sucedía en el balcón.

Con mis dedos abrí su agujerito, lo mojé un poco con el resto de la saliva que aun quedaba en mi mano, después apoyé la cabeza de mi órgano, presione y le dije:

-Quédate tranquila, atrás no hay problemas, no vas quedar embarazada y tu virginidad va a quedar intacta.

Se la metí completamente mientras Sara decía que era muy grande y que le dolía un poco pero después que mi pija se acomodó allí dentro con dos sacadas y metida mi verga que estaba desesperada acabó dejándole el recto lleno de leche calientita.

Sara se quedó quieta, no me dio la impresión de que había gozado con esa penetración y en realidad a mi no me dio mucho placer solamente descargué mi semen en sus entrañas y nada más.

Inmediatamente después de la descarga se la saqué y la guardé por miedo a que su mamá viniese hasta el balcón para ver que hacíamos, pero en eso Sara me dijo que sentía algo húmedo entre las nalgas por eso iría a lavarse porque a lo mejor se le había aflojado el esfínter y aunque no tenía deseos de evacuar sentía algo extraño.

Al rato apareció Sara diciéndome que le ardía mucho y que entre la leche que había caído en el inodoro había algunas gotas de sangre, cosa que no me tomó de sorpresa porque yo había experimentado esas sensaciones en algunas oportunidades con las conocidas perdidas de sangre producidas al estirar los tejidos sin lubricaciones previas o con escasa humedad de la parte afectada, por eso le dije que no se preocupara que con una pomada se le iba a pasar.

La mamá no sospechó nada de que a la nena le habían roto el culo y me invitó a cenar en una cena en la cual Sara estuvo bastante molesta, supongo que porque el esfínter reventado estaría luchando por volver a su lugar.

Al otro día en la clase me contó que le había salido otro poco de sangre en la noche pero que había lavado la bombacha para que su mamá no la viese aunque podía sospechar que eras sangre menstrual y no anal.

Después de esa vez nunca más tuve sexo penetrando a Sara porque estaba reacia a hacerlo aunque una vez más en el balcón accedió a pajearme mientras nos besamos apasionadamente.

Un día faltó a clases por eso la llamé a su casa, muy nerviosa me dijo que no podía ir pero no me dio ninguna explicación y no aceptó que fuese hasta su casa para verla.

A la semana de su ausencia en el aula llamé nuevamente pero nadie atendió por eso fui hasta su casa, como nadie atendió el portero eléctrico llamé a algunos vecinos los cuales me dijeron que hacia días que nos los veían y no me dieron más explicaciones.

Fue una desaparición de los más rara, pero en esa época, sucedían esas cosas...

Hoy tres décadas después me enteré por la propia Sara qué por razones políticas su papá se tuvo que "ausentar " del país y por eso habían huido hacia Canadá donde ella estudió y se había casado con un compañero de estudios.

Se había casado con un ingeniero, viviendo en Halifax hasta que quedó viuda y había decidido venir a conocer su país, pero en unos días volvería a su patria adoptiva donde tenía a sus hijos y nietos.

Por supuesto que no hablamos de sexo, ni de nuestra única experiencia, solamente hablamos de lo que habíamos hecho en estos treinta

OMAR

Como siempre espero comentarios en omarkiwi@yahoo.com