Sara, subyugada por Juani (3a parte)
Sara: amor incondicional y sumisión. Juani: Control total y castidad.
Capítulo V
El comienzo.
Llamé a su puerta. Abrió con semblante serio y secamente dijo -¡Tenemos que hablar! Sube al dormitorio-. Ahora yo me asusté y subí como una corderita. Aquella frase siempre es preludio de cosas malas. Entré y vi una silla recia en medio de la habitación que antes nunca estuvo allí, me senté en ella, el mal trago mejor sentada.
Juani entró y se colocó de pie frente a mí. Me miró y habló en un tono más sereno y menos duro -Sara, creo que fui muy brusca contigo el otro día, perdóname. Tú no tienes ninguna culpa de lo que me pasó... Y tan poco la tienes de ser tan maravillosa como eres.
Sonaba a disculpa y eso me tranquilizó un poco, pero seguía tensa y en alerta.
Ella continuó -Ahora creo, no, sé que ya estoy preparada para una relación, mi corazón ha cicatrizado, pero no puedo romper la promesa que me hice, ni quiero... Yo podría tener una novia de nuevo, pero ésta debería ser muy obediente y dejar que yo llevase el control total de la relación. Además, ella debe aceptar cargar con todo el dolor y el sufrimiento que salga de la relación. Todo. Yo no pienso volver a sufrir ni una gota de dolor por amor, que le quede bien claro.
Me miró con intensidad y le salió una sonrisa tímida, la cual nunca le había visto antes -A mí, a mí me gustaría que fueses tú. Pero... No puedo pedírtelo, precisamente por que te amo no puedo hacerte cargar con ese terrible peso y que además tú lo sufras todo por las dos y más aún siendo tan dulce, sensible y buena. Por lo que creo que será mejor no volvernos a ver jamás.
Ahí llegó el hachazo mortal. Lo que me estaba esperando. Mis lágrimas cayeron por mis mejillas y me invadió el dolor y la angustia. Pero la amaba con toda mi alma inmortal, tanto que haría lo que fuese por estar con ella, por hacerla feliz. Si tenía que cargar con todo el dolor yo sola: lo haría. Recuerdo que entonces pensé que en mi Fe sacrificarse por la felicidad de los demás es lo más bonito del mundo y ello me serenó, me dio la paz. La miré. Sonreí con dulzura y paz -Acepto Juani. Tú llevarás el control de nuestra relación, yo seré buena y obediente y cargaré con todo el dolor que pueda surgir de nuestro amor librándote de él. Te amo.
La cara de Juani cambió, abrió los ojos, se le veía esperanzada, anhelaba que lo que yo dije fuera verdad. Duda. Temblando habló -Pero tú no podrás soportarlo y...
-He dicho que acepto, lo entiendo y lo deseo- dije con una seguridad pasmosa, nunca antes en todo mi vida había hablado así.
Juani se sentó en mis muslo y me abrazó llorando, yo también lloré. Liberamos los nervios y toda la tensión acumulada. Después ella me miró. -Eres mi novia. Lo deseaba tanto Sara-. Yo me estremecí de placer.
Ahora Juani me habló distinto, en un tono autoritario -Ahora eres mía y me perteneces completamente ¿te queda claro?
Yo, tranquila y extrañamente segura (algo impropio de mí) -Sí. Soy tuya. Te pertenezco, puedes hacer conmigo lo que tú quieras.
Juani se incorporó y me dedicó una sonrisa maliciosa -Ya hemos hecho el idiota lo bastante y perdido mucho tiempo... Amor Mío.
"Amor Mío" me dijo. Yo me derretí. Me ablandé y noté que se fue "a tomar por saco" la seguridad que tenía en ese momento. Volvió la Sara de siempre, romántica, tímida y totalmente insegura. Juani es ahora mi primera novia.
Con severa y estricta voz autoritaria me dijo -Ahora desnudate, vuelve a sentarte y ¡No te muevas!
Me quedé estupefacta, no llevábamos ni cinco minutos como novias y ya quería que me desnudase. No entendí para qué... ¡¿No iríamos a intimar nuestra primera noche como novias?! Tragué saliva. Pero cuando Juani me dio esa orden, en ese tono de absoluta seguridad de que la iba a obedecer ciegamente, de que no tenía voluntad ante ella y de que me rompía toda defensa yo sentí un extraño estremecimiento en el bajo vientre. Creo que me excité por romper mis barreras y sentirme completemente entregada a Juani para que me usase como quisiera y hacerla feliz.
Así que la obedecí rápidamente y me desnudé, me dio mucha vergüenza y me ruboricé totalmente, me ardían las mejillas y mis orejas. Me senté y no me moví. Me sentí como un pajarillo asustado e indefenso.
Me quedé en el sitio, ella fue y tomó algo detrás de mí. Se acercó y me preguntó sugerentemente -¿Confias en mi?
-Sí... sí. Car... Cariño.
Mi novia sonrió satisfecha y me ordenó de nuevo -Pues no te muevas y no hables hasta que te lo vuelva a permitir-. Asentí nerviosa.
Juani me puso las manos por detrás del respaldo y noté como me las ataba fuertemente al mismo. No comprendía qué estaba pasando, qué me hacía, pero no me atreví a hablar. Después me separo las piernas y me ató los tobillos a las patas traseras y para ello yo tuve que adelantar mis caderas un poco y me quedé sentada en la mitad delantera de la silla. Luego trajo otra silla, la puso delante mía a escasos centímetros y se sentó frente a mí. Ella me miró durante mucho tiempo fijamente y sin decir nada, como si observase ganado para comprar. Yo me sentí incómoda y al máximo avergonzada, y también sumisa ya que no me atreví a decir nada.
No sé cuanto tiempo pasó pero a mí me pareció una eternidad de pura vergüenza. Luego comentó -Soy tan dichosa. Tengo la novia más guapa del mundo (mas vergüenza) Y la más tetona (eso era la puntilla). Pero lo que nunca me habría imaginado es que te depilases el coñito (Jooo).
Creo que toda mi sagre estaba en la cara en ese momento y yo me moría de vergüenza -Yo... yo, no me depilo... No me crece ahí, de siempre.
-¡Uy, perfecto! Tiempo que ahorraremos. Pues que sepas que a mí me encanta tu coñito de niñita virgen (¡Por dios! Si lo que quería era matarme lentamente de vergüenza: lo estaba logrando).
Luego Juani me observó intensamente a mis pecho y con deseo -¿Sabes lo primero que me llamó la atención de tí?- No tenía ni idea y tampoco es que pudiese pensar muy lúcidamente en aquel momento. -Tus enormes tetas. Recuerdo que pensé que me gustaría tenerlas algún día, aunque fuesen solo para un rato. (¡Que me de la puntilla de una vez¡) Y lo he logrado, ahora me pertenecen, son mías, para siempre. (Ya lo que me faltaba: ahora tenía una novia absesionada con mis tetas).
Juani con cara del que consigue su meta más deseada y de lujuria, acercó sus manos a mis pechos y empezó a acariciarmelos desde la base a la punta de mis pezones, pero no llegó a alcanzar los mismos. Unas extrañas cosquillas que no había sentido jamás y una oleada de placer estremeció todo mi cuerpo. Ella volvió a hacérmelo vacias veces y yo temblaba cada vez.
-Tenías razón, sí que tienes los pechos sensibles, me encantan, son tan adorables. Y veo además lo mucho que te gusta esto (Basta. Por favor. No sigas, pensaba).
-Yo... No...
-¡OH, SÍ! Ten encanta. Mira lo erectos, duros y firmes que se te han puesto tus puntiagudos y lindos pezones.
Me miré. Juani tenía razon. Además empezaba a notarlos más hinchados.
Se acercó y de repente me dio un lametón en mi pezón derecho. En apenas un segundo yo sentí un placer intenso en mi pecho que transmitió una descarga de placer que llegó a mis partes más íntimas, eché la cabeza hacia atras y solté un involuntario gemido de placer que agradó sobre manera a Juani. Qué me pasaba, cómo era ella capaz de hacerme sentir tantas extrañas y nuevas cosas. Estaba abochornada.
Juani -Es hora de disfrutar de tí-. Besó, lamió y chupó mis dos pechos. Yo no paré de suspirar y de gemir, de sentir un placer inmenso tanto en mis tetas como en mis partes íntimas. Gemía sin control. No sé cuánto tiempo estuvo Juani enganchada a mis tetas pero para mí fue una eternidad de tortuoso goce. Luego en un momento dado cuando ella me succionaba los pezones noté como mi pelvis iba de atras hacia adelante sin control. Me asusté un poco y le pregunté -¿Qué, qué me pasa Juani?! Ella me liberó de la succión me miró y se rió -Ya casi estás a punto- y se paró un rato.
-¿A... A punto de qué?- Pregunté desconcertada.
No me respondió, se levantó, se estiró y dijo con sorna -Aguarda aquí, ahora vuelvo, no te vayas a marchar Cariño- (más desconcierto y frustración, yo no entendía nada y ¿por qué Juani no me lo explicaba?). Se fue del dormitorio pero regresó más rápido de lo que imaginaba. En su mano traía un baso de agua fresquista.
-Anda, Cariño, bebe-. Y yo lo hice, lo necesitaba, me di cuenta entonces que estaba sudando y de cuánto calor tenía. Acabé todo el vaso y le di las gracias. Ella lo depositó en la mesa. Tomó asiento y volvió a manosear mis pechos, a lamer y chuparme los pezones. Vuelta a la vergüenza, al placer y a los gemidos. No tardé mucho en volver a esos espasmos pélvicos desconcertantes.
De repente y sin avisar sentí un dolor tremendo y punzante, grité y me retorcí, lo poco que podía. El dolor en mis pechos no cejaba y cuando bajé la cabeza para mirar vi que Juani me había clavado las uñas en mis ahora hipersensibles pezones y los estaba retorciendo. No sé cuánto duró la tortura pero yo chillaba, cuando me soltó mis pezones sentí otro fuerte dolor punzante. Luego sentí, poco a poco, cierto alivio, pero después una dolorosa hinchazón y ardor en mis aureolas y pezones. Lloré y miré a Juani con los ojos llenos de lágrimas. Me percaté de que perdí mi excitación y ya no tenía esos movimientos pélvicos.
Ella tenía una mirada de satisfacción irreconocible. - Lo que me imaginaba, eres una "perra en celo" por naturaleza.
Me sentí completamente abochornada, avergonzada y humillada. -¡Yo, yo no... yo no soy, eso..! - a medida que decía eso mi el volumen de mi voz decreció.
Ella -¿Cómo que no? Tus movimientos de caderas expresaban tus suplicas por el deseo de correrte, por tener un orgasmo. Eres una jodida pervertida.
Hablé bajito -No. No puede ser. Yo, yo nunca he tenido uno. Ni siquiera sé lo que se siente. ¿Cómo iba a desear algo que no compren...do?
Juani -Que dulce e inocente eres mi Amor. Quizá no lo entiendas pero está claro que todo tu cuerpo lo pedía a gritos. Te lo demostraré- me cogió del pelo y me inclinó la cabeza al máximo ¡Mira tu coño mojado, te chorrea como el de una perra en celo, ¡Si hasta me has mojado el suelo!
Deseaba morirme. Lo peor, lo peor de ese momento es que no podía discutirle nada, Juani tenía razón. Me tiró del pelo para atrás. Muy seria e intimidantemente dijo -¡Miénteme si te atreves anda, dime lo que eres, dímelo!
Deseaba que se me tragase la tierra, pero Juani tenía razón -Yo, yo...soy... una perra...
-¡Dímelo- Gritó.
Tragué saliva -Yo soy una perra en celo.
-¡Más alto!
-¡Yo soy una perra en celo!- Y NO podía negarlo.
Juani satisfecha -Muy bien Cariño, lo has hecho muy bien- Y me dio una toba con fuerza en un pezón. Yo hice un sonido extraño con la boca, era un pequeño grito mezclado con un gemido de placer. Dolor y placer a la vez, otra de esas cosas nuevas raras que me estaba haciendo mi reciente novia.
Ella -¿Te darás cuenta, como te dije, que el amor aunque es maravilloso y es dulce, tierno, romántico y placentero; también es doloroso y terrible- volvió a la carga. A usar y abusar de mis tetas. Y a pesar del dolor de antes, ahora regresó la excitación de nuevo y mis senos me daban dolor y placer a la vez (no lo entendía), poco a poco fue ganando el placer y empezó ese desconcertante movimiento de mi cadera (¿¡qué significaba eso!?).
De nuevo apareció ese salvaje dolor en mis pezones. Volví a llorar y a gritar. Juani volvía a retorcermelos (¿Por qué?). Frenó mi excitación en seco otra vez.
Juani -Para que no te quepa la menor duda, mi preciosa perra en celo, mira tu coñito-. Lo hice. Ahora parecía como si me hubiese reventado varios huevos en mi entre pierna, estaba empapada, brillante y pringosa, además noté un fuerte y excitante olor raro. Prosiguió -Eres encantadora Cariño, me tienes loca por tí (mi corazón brico de felicidad) te amo, vaquita mia (Trallazo, Juani era una experta en dar una de cal y otra de arena).
-Yo no... yo no soy una vaca- . pensé que sí podía ser una perra en celo, o al menos comportarme como una, al fin al cabo me lo había demostrado, ¡pero una vaca ni hablar, bastante complejo tenia por mis pechos para que ella me humillase de esa manera!
Con sarcasmo Juani -¿Ah no? ¿Tendré que demostrártelo también? Mira lo grande e hinchadas que tienes las tetas, eso ya no parecen tetas parecen ubres. Si te ordeño un poco más seguro que vas a dar leche- me sujetó con los dedos pulgares e índices mis respectivas aureolas y pezones, los apretó con mucha suavidad y a la vez tiró hacia ella, despacito, con mucho tacto y luego los volvió a su posición natural, repitió este movimiento continuamente. Sentí rápidamente el regresó de mi excitación, placer en mis pechos y descargas intensas en mi parte más íntima. Ese movimiento reiterativo y suave me volvió loca de placer, gemía ya ruidosamente.
Juani triunfadora -¿Ves? Te ordeño las ubres y muges como una vaquita feliz.
Juani tenía razón de nuevo. Y otra vez ese movimiento pelvico maldito, era humillante y para colmo no entendía muy bien por qué.
Ella -¿Quien es una vaca aquí? Dímelo- mientras hablaba no paró de "ordeñarme".
Entre gemidos, perdón, mugidos y ya totalmente humillada -Yo, yo soy una vaca.
-Bien, veo que vas entendiendo. Veamos, tu eres una maldita perra en celo y una vaca lechera de grandes ubres. Pero que te quede bien claro, eres MI perra en celo y MI vaca ¿Estamos o no estamos?
-Sí, Juani. Yo... Yo soy tuya.
-Repítelo.
-Yo soy tu perra en celo y tu vaca lechera. Soy toda tuya-. Yo no entendía nada de todo esto. Me sentía avergonzada, excitada, humillada, excitada, confusa, excitada...
Ella -Muy bien Amor Mío. Como al final has sido muy buena...- dejó de ordeñarme. Se levantó, cogió algo de la mesita de noche, creo. Se acercó y vi que llevaba un tubo, lo abrió y se untó en sus dedos uma crema. Luego me la untó en los pezones y aureolas. Poco a poco empecé a sentir alivio del dolor y del ardor de mis pezones.
Juani sonriente -Sé que hay cosas que no entiendes Cariño. Pero debes de confiar en mí Amor Mío-. Cuando ella me decía cosas como Cariño y Amor Mío yo me derretía...
Se levantó. Me desató. Frotó con esa misma crema las zonas de las ataduras, muñecas y tobillos. Se sentó a horcajadas sobre mí y me dijo -Has de saber que hay dos cosas imprescidibles para que nuestra relación funcione, a parte de la promesa que ya me has hecho. La primera es que jamás me mientas, nunca en tu vida ¡Jamás! Pase lo que pase.
Yo -Pero y si se me escapa o es una pequeña tontería.
Juani me miro de una manera tan dura y fría que me asusté de verdad. Dijo taxativa y glacialmente -Yo que tú procuraría no hacerlo, te juro que te arrepentirás durante el resto de tu vida.
«Glub»
-Y la segunda y también muy importante: no debes tocarte, masturbarte o tener un orgasmo sin mi permiso. Sé que ahora no lo comprendes, ni tampoco lo entenderías aunque te lo explicase, no te preocupes ya lo entenderás más adelante. Y ahora vamos mi dulce y tetona virgen. (Alá, otra vez).
Me tomó de las manos con ternura y me ayudó a levantarme, lo cual me costó lo mío, mucho rato sentada y atada. Noté mi tremenda excitación y unas dolorosas molestias en mi vagina. Juani me estaba destrozando y volviendome loca.
Me condujo al baño, me senté e intenté orinar pero no podía, por un lado Juani me estaba mirando y por otro no era fácil mear entre la excitación y el dolor vaginal. Ellla dijo -Más vale que te acostumbres a hacer tus necesidades delante mía, ahora somos novias y pasaremos mucho tiempo juntas, eso incluye el baño. Además solo te estoy vigilando. No quiero que te toques el coñito por que estás chorreando como la perra en celo que eres y sabes que te lo acabo de prohibir (¡Otra vez!).
Al rato ya pude orinar. Juani sonrió. Yo tomé el papel higiénico y ella se acercó rápido y me paró la mano -¿Qué te dije de no tocarte? Yo lo haré.
Yo me avergoncé. Limpiarme después de orinar era demasiado íntimo y personal. Ella tomó el papel, lo preparó para limpiarme y mientras yo le pregunté -¿Pero y si tengo que orinar y tú no estás cerca?
-Pues te pones las bragas y ya te cambiarás cuando puedas. A veces haces unas preguntas que pareces tonta, Cariño... Aviso si te dan ganas de cagar puedes hacerlo y limpiarte, pero ay de tí si te tocas tu cosita. Y acto seguido me empezó a secar ahí abajo (me ruboricé otra vez) y lo peor es que podía sentir su dulce y tierna mano a través del papel. Intenté no gemir ni suspirar al sentir su mano y creo que lo logré.
Juani -Vamos a la cama que ya es tarde y aún tienes que hacer algo por mí-. Fuimos al dormitorio, me señaló el lado derecho de la cama y yo me tumbé y coloqué las manos sobre mi cabeza, costumbre. Ella sonrió y dijo -Cierra los ojos y no los abras pase lo que pase (asentí). Ella se movió y se acercó a mis manos. Oí tintineos metálicos, un sonido de carraca y un clic. Una presión en mis muñecas. ¡¿No jodas que me había esposado a la cama?! Y lo mismo hizo en mis tobillos pero antes me separó las piernas, sentí un escalofrío cuando para ello tocó mis muslos.
-Abre los ojos.
Lo hice y efectivamente me había esposado a la cama con las piernas separadas. -¿No entiendo. Por qué me haces esto?
Ella me ignoró y se sentó a horcajadas sobre mi pierna izquierda, por debajo del muslo. Con sus manos se aferró a mi muslo. -Como buena perra en celo, eres tremendamente egoísta (no comprendo), yo he estado una hora dándote placer en tus grandes tetas y haciéndote gemir, perdón digo "mugir" Vaquita Mía. Y tú sin embargo ni has tenido el más mínimo amago de dedicarme una sola palabra cariñosa, por no decir el corresponder a una sola muestra del cariño y del placer que te he dado, ni una triste caricia. Aunque ya me imaginaba que eras una maldita perra en celo no pensé que eras tan egoísta- puso cara triste.
- Lo siento mucho Juani, perdóname tienes toda la razón... Es que estoy aturdida... Es mi primera vez: en todo. Estoy abrumada. Y yo... yo quiero hacerte feliz, pero no entiendo nada de lo que pasa, de lo que me pasa. No me reconozco. Y no sé cómo corresponderte.
Juani dulcificó su cara -Está bien, lo comprendo. Si quieres corresponderme solo tienes que quedarte quieta hasta que te diga.
-Está bien. Haré lo que me pidas.
-Perfecto pues.
Juani empezó a mover su entre pierna sobre mi espinilla. Sus movimientos eran sensuales, lentos, excitantes. El vaivén de sus perfectos pechos pequeños me volvieron loca, para remate, sus suspiros y gemidos tenían un efecto embriagador y excitante. Noté cuánto placer tenía mi amada y entonces yo me sentí dichosa por ella. Luego empezó a gritar y se cayó rendida sobre mí. Me dolió el pezón izquierdo. Creo que eso era un orgasmo pero si un orgasmo es placentero por qué Juani gritaba así.
Al rato ella se tumbó de costado a mi lado, apoyó su cabeza entre mi hombro y pecho, como las otras noches, pero esta vez no puso su pierna entre las mías. -Te amo Cariño (Temblé de emoción). Ha sido genial y te perdono tu seca actitud (Vergüenza). Ya es hora de dormir. Buenas noches Amor mío.
Yo sobre excitada y nerviosa -¿Por qué me dejas esposada? No lo entiendo.
Juani -Está muy claro. Estás sobre excitada Perrita Mía y si te dejó suelta esta noche estoy convencida de que acabarás tocándote y una vez lo hagas no podrás parar y te recuerdo tu promesa de no tocarte, masturbarte ni correrte; además sabes que a tu iglesia no le gusta la masturbación, es un acto edonista que te lleva al egoísmo y éste a la maldad.
Tenía toda la razón, no debía tocarme.
Ella -Sé que no lo entiendes y estás confusa, más adelante lo comprenderás te lo aseguro. Buenas noches- sentenció.
Yo me pasé toda la noche en vela sobre excitada, pensando en todo lo que había pasado. Me sorprendía a mí misma: unas veces pensando en el placer y las atenciones que me había proporcionado mi Novia (sonrisa boba), en cómo me había revelado Juani y sacado a la luz la perra en celo que llevo dentro y otras sintiéndome culpable por ser tan terriblemente egoísta. Y para colmo noté como múltiples veces mis manos querían ir a mi sexo y deseaba tocarme. ¡Juani tenía razón en todo y es tan inteligente. También me dio tiempo a reflexionar un poco.
Continuará...