Sara, subyugada por Juani (2a parte)

Sara: amor incondicional y sumisión. Juani: Control total y castidad.

Capítulo III

Nos hicimos amigas.

Su habitación era grande, muy bonita y llena de estanterías con libros, más dos camas, una de matrimonio y la otra normal. Yo le dije -Es muy bonita y llena de libros, me encanta. Juani me sonrio y un tierno "gracias" salió de sus labios.

Ella se acercó al armario cogió un camisón ligero, corto, de encaje y muy bonito... De repente se subió el vestido y empezó a desnudarse. Yo me di la vuelta de inmediato, y aunque deseaba verla tenía miedo de que se diese cuenta de algo y se acabase esa noche de ensueño para mí. Terminó de cambiarse y pude verla con un camisón negro muy bonito. Estaba preciosa.

-Si que eres tímida y educada Sara. Ahora te busco uno para tí- hurgó en su armario, se giró y dijo -que tonta soy, no hay nada de tu talla aquí para tí y además en nada mío cabrían tus grandes pechos. Mmm...

Casi me muero de la vergüenza.

Prosiguió -En la habitación de mi hermana mayor habrá alguno, es de "talla" similar a la tuya aunque ella es un poco más baja. Espérame ya mismo vengo-. No tardó nada en regresar. Me tendió un camisón le di las gracias y me fui al baño a cambiarme. Tardé en salir. El camisón que era negro y semi transparente, solo me cubría cuatro dedos de muslo por debajo de la ingle y además se me podia ver entera como si estuviese desnuda, opté por dejarme mi bragita negra puesta y que no se me viese mi pubis, mi cosita, la que siempre se me veía como el de una niñita. Salí del baño y entré al dormitorio con los brazos cruzados tapándome los pechos.

De repente Juani me habló de una manera muy extraña. Fue como una orden tajante que no daba ninguna posibilidad a desobedecerla -¡Baja los brazos!-. Bajé inmediatamente los brazos y me sonrojé de nuevo. Ella me observó con detenimiento un buen rato y yo allí firme como un soldado. Me rodeó entera y al final rompió el silencio -Eres preciosa y que pechos tan grandes y bonitos tienes.

Yo colorada dije quedamente -No... No me gustan.

Juani abrió los ojos como platos -¿Pero que dices? Si son prefectos. ¡Mírate, qué mujer! Si yo tuviera tus pechos otro gallo me cantaría.

Yo Inocentemente dije -Yo... yo... A mí... A mí me gustan más los tuyos. Los mios solo me dan problemas: todos me miran, me cuesta una barbaridad encontrar ropa y son muy sensibles y cuando tengo la regla es aún peor y me tengo que poner toallitas humedas o algodones.

Juani puso una cara extraña y expresó -Bien. Digo ¡Vaya! Jamás me lo hubiese imaginado. De todas formas sigo viéndolos preciosos. Bueno será mejor que nos acostemos, ya son casi las tres-, se acostó en la cama grande y yo fui a la pequeña y buenas noches nos dijimos.

A oscuras intenté relajarme de esa noche intensa que llevaba, pero su "para amarte eternamente" del poema, mientras me miraba como si me lo estuvise diciendo a mí: me martilleaba la cabeza con fuerza y continuamente, estaba nerviosa y excitada.

De repente se encendió la luz y Juani me dijo -Sara ¿te importaría venir a mi lado y dormir conmigo? Es que no me gusta dormir sola cuando mi madre y mi hermana no están en casa.

Tragué saliva y dije -No, no me importa-. Ella se movió a un lado y me señaló el centro de la cama. Me tumbé hacia arriba y puse las manos sobre la cabeza. Juani se tumbó de costado a mi lado izquierdo, apoyó su cabeza en mi pecho, luego cruzó una pierna por encima de mi muslo y su brazo izquierdo lo puso justo por debajo de mis pechos. Y de nuevo las buenas noches.

Yo me quedé paralizada de inmediato, y luego no quise ni mover un músculo. ¡La chica que amaba estaba abraza a mí! Me estaba tocando y rozando, echando su respiración en mi pecho. Sentí su piel suave, tersa y tan, tan calida que me hizo sentir que estaba en el cielo. Y yo egoístamente me quedé despierta toda la noche sintiéndola, gozándola y rezando para que no se girara para el otro lado. Ni que decir tengo que no pegué ojo en toda la noche y que fue un gozo y una tortura para mí. A ratos me sentía culpable por esos sentimientos tan egoistas y carnales, por lo que tendría que confesarme más adelante ya que soy católica y me remordían mis terribles pensamientos egoístas.

Al día siguiente cuando entraba la luz de la mañana y Juani seguía dormida la miré y era un ángel caido del cielo justo a mi lado, estaba preciosa, serena, inocente y su boquita entreabierta era una tentación.

Se despertó y me preguntó que cómo había dormido y yo le dije -Regular, pero, pero supongo que extraño mi cama, y, y yo me lo pasé ayer genial.

Juani sonriente y medio desperezandose -Pues tendrás que dormir conmigo más veces y así no la extrañarás ¿no te importá verdad?- y acto seguido me dio un beso en la mejilla -Buenos días.

Ya me puse nerviosa de nuevo -No, claro que no.

Ella -Perfecto, pues este fin de semana lo pasaremos juntas todo el tiempo, día y noche ¿te parece?

-Sí- dije con cara de boba...

Pasé dos dias maravillosos junto a ella y volví a (NO) dormir junto a Juani. Desde ese fin de semana las dos nos hicimos muy amigas. Durante las siguientes semanas la pasamos todo el tiempo juntas, parecíamos novia ¡MÁS QUISIERA YO! Toda la mañana en la universidad y Juani dejó a todas esas moscas cojoneras (como ella las nombró) de lado. Comíamos en la cafetería y luego por las tardes estudiamos los exámenes finales y las dos aprobamos con las mejores notas; todo ello hasta final de curso. Fueron los mejores días de mi vida hasta entonces. La última semana de curso, ya sin exámenes, no podía más: me había enamorado locamente de Juani, la necesitaba con toda mi alma, no podía comer si no estaba presente, no podía ni respirar sin ella y además me hacía ilusiones engañosas de una vida a su lado: y ya no pude más. Decidí declararme, o bien aceptaba y salíamos juntas o me dejaba, pero ya no podía seguir viviendo de esa forma en constante emoción, disimulo y en parte pura mentira. Decidí declararme.

Capítulo IV

Una muy difícil y extraña declaración.

El último día de clase cayó en viernes y quedamos como siempre, yo estaba de los nervios, era el día que decidí declararme, si me decía que no al menos tendría todo el verano para llorar y calmarme y que ello no se manifestase en mis notas del próximo año.

Por la noche, tras una cena en su casa en la que no probé bocado. Me atreví a hablar aunque con un esfuerzo ímprobo y desde luego sentada.

-Juani... Yo quiero hablar algo contigo, pero tengo algo de miedo y además no quiero molestarte.

Ella se pueso seria y contestó -Ahora es cuando empiezas a preocuparme, dímelo, ¿no somos las mejores amigas?- se levantó y me cogió de las manos.

Yo nerviosa perdida -Es que... Es que me... me gustas, más que eso: me he enamorado de tí, yo soy... soy lesbiana - y cerré los ojos, creo que esperaba uma bofetada. Al rato y al no notar nada abrí los ojos y la miré. Fue un momento terrible, Juani tenía una cara que nunca la había visto, estaba visiblemente enfadada, cabreada quizá. Me señaló con el dedo y me gritó -¡Tú, tú no sabes una mierda lo que es el amor!

Me quedé a cuadros, estaba alucinada por su reacción y lo que es peor: no entendía nada. Ella se percató de mi perplejidad. Respiró hondo, varias veces seguidas. Luego me habló muy seria pero serena (yo estaba acojonada y confusa) -Tú no lo sabes, claro. Te contaré una historia...

Juani me narró: A mí siempre me han gustado las chicas. Conocí a una compañera de clase, era la chica más hermosa del mundo, era tetona como tú, de hecho te pareces mucho a ella salvo que era rubia y un poco más bajita que tú, y me enamoré perdidamente. Mi vida entera era Sonia e hice todo lo posible para arrimarme a su grupo y lo conseguí. Un día, a solas, le comenté que me gustaba, ella no me rechazó, pero me dijo que fuéramos poco a poco y en secreto, también era su primer amor. Yo era tan feliz por entonces. Cuando salíamos juntas yo era la que hacía todo lo que ellas querían, especialmente lo que Sonia me decía e incluso les pagaba todo, abusaban de mí pero no me importaba con tal de estar con ella. Tras varias peticiones mías de darnos un beso tras un año de salir con ellas, casi nunca estábamos a solas, un buen día me dijo de quedar un viernes y que por fin tendría mi beso. No te imaginas como me sentí y se me hizo la semana más larga de mi vida. Acudí a la cita en un pequeño parque una hora antes de lo acordado por pura emocion y nervios, allí la encontré, estaba con el resto de chicas. Me acerqué por la espalda ocultándome tras un árbol, quise darle una sorpresa y de repente escuche a Sonia hablar -Ja, ja, ja, ¿no va la estúpida retrasada mental de Juani y piensa que luego la voy a besar? Ja, ja, ja. Pero aunque le haya sacado todo el dinero que he podido ya no puedo soportar más a esa perra lesbiana babeando por mí. ¡Dios, si supiera que asco me da pensar tan solo en besarla, me dan ganas de vomitar!

Yo salí corriendo y nunca más volvi a hablar con Sonia. Ella me había tirado a una trituradora, pisoteado y escupido después, así me sentí: ¡todo mi cuerpo, toda mi alma estaba llena de dolor, no, de agonía! Entré en depresión e incluso pensé muchas veces en suicidarme. Por fortuna ese verano nos mudamos de ciudad por el trabajo de mi padre. Eso me ayudó a recuperarme. Pero después me hice un juramento por lo más sagrado: "NUNCA JAMÁS volvería a enamorarme, pero si por desgracia caía en ello por una estúpida debilidad mía, juro que nunca más volvería a sufrir por amor, que sería la otra quien cargase con todo el dolor y sufrimiento de esa relación".

Acabó sus desdichado relato y me miró severamente. Yo estaba llorando por todo el sufrimiento que tuvo que pasar ella e incluso me dieron arcadas y ganas de vomitar, se me partía el corazón por Juani.

Prosiguió -y ahora que tras tres años empezaba a calmarme, vas y apareces tú: la chica perfecta, guapa, culta, sincera, exenta de toda malicia, dulce, tímida, delicada y encima está tremenda y me respeta. Me empezaste a gustar, cada día me atraías más, como un imán, no, como la peor droga adictiva que exista. Por fortuna me percaté pero no pude resistirme ¡¡E incluso a veces te he odiado por ello!!...

«Yo no podia dejar de llorar, encima yo, la hice sufrir, lo sentía un millón de veces».

Juani estaba temblando -...Y cuándo parecía todo llevadero, medio normal y solo somos buenas amigas, vas y me sueltas la bomba. Tú, tú lo has estropeado todo. ¡¿Con lo dulce, delicada y tímida que eres te crees capaz de soportar TODO el dolor que produce el verdadero amor?! Ni te imaginas lo que es.

Ella me habló con ese tono autoritario del que empezaba a sospechar que me anulaba la voluntad -Vete de mi casa. No me llames, no vengas, no me escribas mensajes, ningún contacto. Solo esperas a me ponga en contacto contigo, tarde un día o un año. Ahora vete.

Me levanté como una zombi y me fui. Me dolía el corazón y estaba para darme un infarto, totalmente confusa, angustiada y no paraba de llorar. Me marché andando y llegué a mi casa, ni me acuerdo de cómo ocurrió. Solo me acosté y me tiré una semana entera tirada en la cama, deprimida y llena del más puro dolor del alma. No dormía apenas, no comía, vivía en un ensueño de pesadilla. Y para colmo adelgacé 6 kilos, lo que encima hacía que se me notaran aún más mis senos.

El viernes a última hora de la tarde recibí un mensaje de Juani, cuando lo vi, di un respingo y creo que se me paró el corazón. Al rato miré su mensaje que era muy corto y frió "A las 22:00 en mi casa". Me pusé nerviosa, ¿qué querría, cortaría definitivamente toda relación, era buena señal que me hubiese escrito? Pero el mensaje era seco y frío. ¡Argh!

Me lavé, estaba hecha un desastre. Me vestí por primera vez en una semana y me percaté de que la ropa del viernes pasado aún seguía tirada en el suelo, y yo soy muy ordenada. Buf. Me marché para su casa, no quería fallarla y llegar tarde aunque solo me temía lo peor.