Sara se ha pasado de la raya (2)

He empezado a llorar acallando mis gritos y sollozos en uno de los cojines del sofá, eso me permitía hacerlo ya que le no lo llegaba a oír. Los golpes con el cinturón han sido brutales, con cada uno sentía un dolor tan intenso que me hacía dar un brinco y clavar mi cabeza en el cojín para gritar con más fuerza, sentía que el culo me ardía

“Sube al coche Sara” se ha limitado a decirme Ángel mientras agarraba con fuerza mi brazo y me empujaba dentro. Yo he bajado la cara y le he obedecido, quizás intentando enmendar mi actitud altiva de esta noche. El castigo que me esperaba lo intuía duro, él ya me había avisado de que pagaría por mi osadía y si algo no es Ángel es exagerado.

Durante el viaje a su casa ambos hemos permanecido callados, intentaba mirar fuera para no cruzarme con sus ojos que me miraban con rabia y me tenían asustada, estaba realmente enfadado, el correctivo del baño no ha sido suficiente para él pese a que mi culo a pagado las consecuencias de mis actos, aun le notaba palpitar de dolor por las embestidas de su polla.

Hemos llegado al garaje y con el mismo silencio ha aparcado y hemos esperado el ascensor. Vive en un noveno, el trayecto ha sido largo, yo seguía sin mirarle a la cara y llevaba la cabeza agachada, ha abierto la puerta de casa y al verme parada en el rellano me ha pedido que entrara, en ese momento me han dado ganas de salir corriendo escaleras abajo quizás hubiera sido lo más sensato, al verme inmóvil me ha vuelto a agarrar del brazo con fuerza y ha tirado de mi hacia adentro, sin soltarme ha entrado conmigo y ha cerrado con llave la puerta de entrada.

Me ha llevado al salón y me ha empujado haciéndome caer en el sofá donde esta tarde le cabalgaba yo a él.

“Que voy a hacer contigo Sarita?? Veo que sigues siendo una niñata de colegio, una niñata caprichosa, insolente y osada. Y a mi las niñas así no me gustan, a las niñas como tú hay que enseñarlas la lección para que no vuelvan a hacer las mismas tonterías”

Después de decir esto ha ido a su habitación, ha abierto un cajón y ha vuelto con un uniforme. “Póntelo” ha dicho. Enseguida lo he reconocido, era mío, del colegio, de los que llevaba cuando empezamos a salir, se componía de una camisa blanca, una faldita a cuadros rojos cortos y unos calcetines blancos que llegaban hasta casi las rodillas.

Sin rechistar por lo que pudiera pasar he obedecido y me que quitado mi vestido negro, no llevaba tanga, él lo había roto, me puse la camisa, la faldita y los calcetines.

El contemplaba la escena divertido sentado en un sofá relax, me ha mirado y me ha indicado con la mano que fuera a su lado, -“Túmbate en mis rodillas” ha dicho, -“No Ángel déjate de jueguecitos que no voy a pasar por el aro” le he contestado.

-“Sara, no te lo voy a repetir, ven aquí y túmbate”,  - “Olvídame que me voy a mi casa”.

Se ha levantado y me ha dado un bofetón, yo se lo he devuelto no sé ni de donde he sacado el valor la verdad, su mirada se ha encendido y ha vuelto a cruzarme la cara, esta vez con más fuerza que antes y yo humillada he vuelto a pegarle para devolverle el golpe.

Me ha agarrado mis muñecas con una mano y con la otra me ha cogido del pelo, ha conseguido tumbarme en sus rodillas, con una pierna ha sujetado las mías y con una mano mis manos en la espalda.

Ha levantado mi faldita y la ha dejado a la altura de mi cintura, me ha dado un azote con todas sus fuerzas, yo he gritado y al ver mi reacción me ha dado otro aun más fuerte, y otro, mientras me propinaba la azotaina me he sentido completamente humillada y expuesta a su voluntad, cada azote me hacia más daño, cada manotazo caía sobre otro ya dado y hacía el dolor insoportable, sentía como me ardía el culo, me picaba cada golpe y el excitado no bajaba el ritmo, he empezado a patalear y a gritar muy fuerte, me ha agarrado del pelo y tirando hacia detrás me ha dicho –“Cállate Sara, te estoy dando una lección y esto es solo el principio, alguien tendrá que enseñarte educación”- “Como sigas chillando te voy a dar más fuerte aún”, los azotes seguían, he intentado no gritar pero en uno de ellos se me ha escapado un grito que le ha hecho enfurecer.

Me ha agarrado del los pelos de nuevo y me ha hecho levantarme, me ha puesto de rodillas en el sofá, apoyada en el respaldo con los brazos, dejando mi culo expuesto para él y mi castigo.

Se ha quitado el cinturón de su pantalón y lo ha doblado, -“No Ángel por favor, con el cinturón no, te prometo que no gritaré pero no me pegues con el cinturón” – “Cállate niñata” ha dicho mientras me daba el primer golpe que me ha dejado sin respiración.

-“Ahora vas a estar calladita mientras te doy tu castigo, cada grito o llanto que oiga vas  a recibir 10 cinturonzazos extras por niñata, hoy vas a aprender una buena lección Sara, que conmigo no se juega, que te gusta demasiado provocar y que todo tiene unas consecuencias”.

He empezado a llorar acallando mis gritos y sollozos en uno de los cojines del sofá, eso me permitía hacerlo ya que le no lo llegaba a oír. Los golpes con el cinturón han sido brutales, con cada uno sentía un dolor tan intenso que me hacía dar un brinco y clavar mi cabeza en el cojín para gritar con más fuerza, sentía que el culo me ardía y aunque no lo veía sabía que más de un golpe de aquellos me dejarían las nalgas marcadas y algo peor, el orgullo herido, con el uniforme del colegio y ante el castigo que estaba recibiendo me sentía una cría pequeña a la que pegan por sacar malas notas, o contestar a su padre. La paliza continuaba, las lagrimas resbalaban por mis mejillas, apenas me movía para no enfadarle más y que acabara cuanto antes. Por fin me dio el último que fue tan fuerte que me hizo estremecer al sentir el cuero en mi piel.

Me quedé tumbada boca abajo en el sofá, llorando con el cojín en mi cara para que no me regañara, mis nalgas me palpitiban y escocían tanto que me molestaba hasta el roce de mi falda.

El ha venido a mi lado, se ha sentado y me ha incorporado.

Me ha pasado la mano por la cara secando mis lágrimas y me ha dado un largo beso, después se ha levantado y me ha mandado seguirle, me ha desnudado poco a poco, y él también se ha desnudado.

Nos hemos metido en la cama, no sabía que quería hacer conmigo después de la paliza que me había propinado, solo me ha agarrado por detrás y me a ha susurrado al oído que hoy era tarde y mañana seguiríamos.

-“Descansa princesa”.

-“Que pasará mañana” he pensado.

CONTINUARÁ….

Sara