Sara se ha pasado de la raya (1)

Me ha agarrado del pelo tirado con fuerza y me ha hecho apoyar las manos en la taza, seguía clavándomela mientras me tiraba del pelo, la penetración era más profunda y yo sentía que me partía el culo en dos, no ha sido rápido, él disfrutaba con cada embestida y viéndome temblando sometida a su voluntad. Mi ano se dilataba por momentos y se acomodaba al grosor de su polla,

Me gusta provocar, sí… no lo niego, me gusta que me deseen, que me desnuden con la mirada, que imaginen mi cuerpo a través de mi ropa, que me celen, sí….me gusta que me celen, me excita que un hombre se descontrole al verme con otro o que se enfade conmigo por mis actitudes de niña caprichosa, me gusta provocar, sí….

Después de la sesión de sexo con Ángel de esta tarde, hemos seguido mandándonos mensajes subiditos de tono, entre nosotros siempre ha habido una complicidad muy buena en la cama, con el tiempo no ha desaparecido, ha mejorado sin duda.

Quería verme esta noche pero había quedado con unos amigos para despedirse de uno de ellos que se va de erasmus a Italia, me ha invitado a acompañarle, al principio he dudado, pero sin mucha resistencia he aceptado, después podríamos seguir donde lo dejamos esta tarde.

Para esta ocasión he elegido otro vestidito corto palabra de honor, bastante ajustadito en negro, me he puesto mis taconazos y me he dejado suelto el pelo.

Cuando he llegado al restaurante donde nos habíamos citado he podido ver desde el ventanal de fuera a un grupo de chicos y chicas, buscaba con la mirada a Ángel porque no conocía a ninguno de ellos, no eran sus amigos del instituto de hacía 2 años eran gente universitaria y por lo que pude intuir algo mayores que él. Enseguida le he localizado, tomaba una caña hablando con una de las chicas muy animado, ella le sonreía sin parar, él la quitaba el pelo de la cara con cuidado y le reía las gracias también, la miraba cómo a mi esa tarde, descarado como es él.

No me ha sentado mal verle con otra haciendo lo mismo que conmigo, ha pasado mucho tiempo desde que lo dejamos y aunque no guardo malos recuerdos de él, no le quiero, por tanto no me duele. Pero algo en mi se ha encendido quizás pensando en hacerle rabiar, y se me a ocurrido provocarle, me excita provocar.

He entrado el restaurante, con mi mejor sonrisa, me he acercado a él y le he saludado con un simple “Aquí estoy”, él se ha quedado cortado, quizás no me esperaba tan pronto y creo que se ha temido por unos segundos que le hubiera visto tonteando con aquella chica. Me la ha presentado rápidamente y enseguida a sus amigos también.

Mis ojos se han centrado en uno de ellos, un chico alto y moreno, atlético y con una sonrisa de las que a mi me gustan, Sergio se llama, pobre Sergio que no sabe que papel va a representar en mi jugada de esta noche.

Si apenas mirar de nuevo a Ángel he comenzado a hablar con Sergio, rápidamente hemos conectado y la conversación era fluida, podía ver como Ángel me miraba de reojo mientras hacía que escuchaba a su amiga, las cañas en la barra desaparecían y la charla cada vez era más animada,  he soltado alguna carcajada para que pudiera escucharla él, que según pasaban los minutos tornaba la expresión de su cara y podía intuirle enfadado.

El amigo de ambos nos ha hecho pasar al comedor, y nos hemos ido colocando, Ángel me ha hecho un gesto con la cara para que me sentara en una silla libre a su lado, su amiga había tomado asiento en otra zona alejada de él, yo le he hecho caso omiso y cómo si no le hubiera visto me he sentado al lado de Sergio.

Ahora sí estaba enfadado, su gesto ha cambiado radicalmente, me miraba con rabia, le he dejado mal delante de sus amigos lo sé, quiero provocarle y esto es el principio.

Los primeros platos han ido entrando, con ellos mucho vino bueno, después de la segunda copa me notaba un pelin mareada, más divertida y más excitada ante aquel juego que trazaba. Sergio no se percataba de nada, seguíamos hablando, me daba a probar de su plato, yo le sonreía, me reía alto quería que Ángel lo escuchara. Me inclinaba hacia Sergio para que mirara mi escote y como buen chico perdía sus ojos en él, le tocaba una pulsera que llevaba en la muñeca mientras me contaba que era un recuerdo del verano anterior en Ibiza…así sin darnos cuenta llegaron los postres.

Ángel estaba fuera de si, su mirada me daba algo de miedo pero me excitaba verle celoso y enfadado.

Me levanté para ir al baño y me dí cuenta de que el vino había hecho estragos, estaba algo mareadilla, pero aun me tenía en pie….de momento.

No había cola y he entrado rápidamente, cuando estaba terminando han golpeado la puerta, “Ocupado” que dicho, han vuelto a golpearla “Ocupadoooo”, de nuevo otro golpe que me ha enfado y con el vestido a medio bajar he abierto la puerta y he sacado la cabeza para decirle a la tía insolente que llamaba que si estaba sorda.

Ahí estaba Ángel, que ha puesto el pie para evitarme poder cerrarla, la ha empujado para adentro y con ella a mi que he acabado sentada en la taza. Ha entrado y ha cerrado con pestillo. Se ha girado y me ha mirado encendido, estaba fuera de si y yo muy excitada.

Me ha cruzado la cara de un bofetón, y me ha agarrado del pelo levantándome de la taza, llevando mi oído a su boca y muy bajito me ha dicho “Sarita, no sabes lo que has hecho y la que te has ganado, aquí no voy a hacer nada porque no quiero montar un espectáculo pero cuando lleguemos a casa te vas a enterar, estupida caprichosa te voy a quitar las ganas de jueguecitos, te vas a arrepentir te lo prometo niña insolente”.

Me ha tirado más fuerte del pelo y me ha agarrado del brazo empujando mi cuerpo contra una de las paredes del baño, mi mejilla dolorida por el golpe ha quedado pegada contra la pared, uno de mis brazos doblado en mi espalda sujetado por su mano que me lo retorcía.

Sin mediar palabra he podido escuchar como se desabrochaba el cinturón y los pantalones dejándolos caer hasta sus muslos, a pegado su paquete contra mi culito que no sabía lo que le esperaba. Ha subido mi vestido hasta mi cintura y ha tirado de mi tanga rompiéndolo con fuerza.

Yo intentaba moverme pero el apretaba más mi cuerpo contra la pared y me retorcía con más fuerza el brazo, se ha bajado los calzoncillos y sin más miramientos ha buscado mi culo, ha puesto su polla en la entrada de mi ano y ha empezado a empujar, sin lubricación, no se ha molestado, quería castigarme y me iba a doler, así lo quería él.

El dolor era muy intenso, he comenzado a llorar, quizás me había pasado con el jueguecito de Sergio, él ha conseguido en dos empujones metérmela toda entera,  yo he gemido, me temblaban las piernas con cada embestida de su polla dentro de mi culito, seguía poniendo resistencia y el bombeaba más fuerte, me ha dicho q me callara que iba a ser peor si no colaboraba, yo no he obedecido, cada vez lloraba más alto, me ha agarrado del pelo tirado con fuerza y me ha hecho apoyar las manos en la taza, seguía clavándomela mientras me tiraba del pelo, la penetración era más profunda y yo sentía que me partía el culo en dos, no ha sido rápido, él disfrutaba con cada embestida y viéndome temblando sometida a su voluntad. Mi ano se dilataba por momentos y se acomodaba al grosor de su polla, con dos empujones profundos ha descargado su leche en mi culo, acto seguido se ha subido los pantalones y ha vuelto a la mesa.

Yo me he quedado unos minutos en el baño, sentada en la taza, mi ano palpitaba y sentía como salía su semen, no tenía tanga lo había roto él, me he limpiado y he visto que tenía un poco de sangre, me ha desgarrado el cabrón, he puesto un trocito de papel y me he bajado el vestido. En el espejo he retocado mi maquillaje corrido por las lagrimas, el bofetón casi no se notaba ya, seguía doliendo pero al menos no estaba rojo, también he vuelto a la mesa.

Con los humos bajados y humillada por esa follada forzada de Ángel, el resto de la sobremesa he buscado postura pero con ninguna dejaba de dolerme el culo.

Él me miraba satisfecho de su hazaña y perverso quizás pensando en cómo castigaría más tarde en su casa mi osadía con su amigo Sergio.

A las 12 y media hemos acabado de cenar y todos han quedado en ir a un pub cercano a seguir la noche con unas copas, Ángel a dicho que nosotros no íbamos que mañana tenía una reunión importante.

Nos hemos despedido y hemos ido en dirección a su coche, callados sin mediar palabra.

Sé que me espera una buena en su casa, pero esa os la cuento otro día.

Sara