Sara, la hermana de mi amigo

Sara es la madre de Sandra y hermana de mi amigo Santi. Arriesga todo en esta vida por sentirse... mejor dejemos paso a la historia.

SARA, LA HERMANA DE MI AMIGO

Hola a todos, la semana pasada les relate como mi amigo Santi ha convertido a su sobrina en su amante y como estos viven ahora una intensa relación de amor y sexo. En la historia de hoy, vamos a conocer un poco a la madre de Sandra y el motivo por el cual la niña acabó en brazos de mi amigo. Querría dar las gracias a todas las personas que me han escrito y los comentarios que se han hecho a los relatos que he publicado. Además para todos aquellos que me han escrito a mi email y me lo preguntan, sinceramente no esperaba tal respuesta, todo lo que escribo es real aunque lógicamente Santi no es el nombre real de mi amigo ni Sandra el de su sobrina. Por otro lado, para los que preguntan por Sandra, la semana que viene cumplirá dieciocho añitos por lo que Santi lleva casi cuatro años de relación con ella en este momento, espero que la licencia temporal que me he tomado no haya influido en la historia.

Por otro lado respecto a mi mujer Laura, dará a luz dentro de un mes más o menos.


  • Sí, ¿dígame?

  • Hola, Santi, soy yo Sara. ¿Cómo va todo?

  • Bien, Sara, estamos los dos bien. ¿Cuando vas a volver?

  • Pues, de eso se trata hermanito, no creo que pueda volver de momento. Espero que no te importe quedarte con la niña tanto tiempo, pero....., bueno, ya te contaré más detenidamente todo, ¿qué tal Sandra?, ¿está bien?

  • No te preocupes por nada, la niña está muy bien conmigo, ya sabes que cuando quieras hablar puedes hacerlo. Te paso con ella ahora mismo. Un beso.

Era genial, mi hermana no pensaba volver de momento y tampoco había dado ninguna fecha de una próxima vuelta. Aunque ella me había dicho que ya me contaría cuando volviese, la verdad era que ya sabía que era lo que sucedía y el porqué de su marcha tan repentina, cierto era que estaba separándose de Fernando y que estaba pasándolo mal pero había algo más. Pero vayamos por partes y comencemos la historia desde el principio.

Sara es la mediana de los tres hermanos que somos, físicamente su hija Sandra es muy parecida a ella y ha heredado de su madre los ojos azules y la misma cara. Sin embargo, mi hermana es mucho más voluptuosa que su hija, sin estar gorda no se podría tampoco decir que es delgada, a mí me recuerda mucho a Sofía Loren cuando era joven, de cintura estrecha, caderas anchas y un pecho muy llamativo, no tanto por lo grande, que lo es, sino porqué tiene unas aureolas oscuras de las que salen unos enormes pezones, y cuando digo enormes es que son grandes de verdad. Mi hermana y yo siempre hemos tenido mucha confianza el uno con el otro y nos hemos contado todo, supongo que debió de influir el que nuestra madre muriese cuando éramos unos niños de forma que fue ella la que me cuidaba, me daba de comer o me dormía de pequeños. Es más, de niño yo era muy enfermizo y pasé mucho tiempo en cama, al no poder salir a jugar y ver las cosas mi hermana me las contaba y se pasaba horas enseñándome historias y cuentos para que estuviese entretenido, de ese modo acabamos teniendo una confianza tremenda que incluso hoy mantenemos.

El caso es que por aquel entonces, y antes de que Sandra viniese a vivir conmigo, de manera casual, me enteré que Fernando se había negado a hacerse cargo de nada que tuviese que ver con ella, no tenía intención de pasarla manutención e incluso me confesó posteriormente que no quería seguir viéndola. En aquel momento me pareció algo increíble, ya que Fernando es un hombre fantástico en todos los aspectos, es culto, simpático, atractivo y encima tiene una buena posición económica, siempre había adorado a la niña y a su mujer y no entendía absolutamente nada, porque una cosa es dejar de amar a tu mujer y otra muy distinta no querer saber nada de tus hijos. El caso es que decidí ir a verle para ver si podía tratar de hacerle cambiar de opinión y que recapacitase sobre sus actos, fui a su despacho y ciertamente no estuvimos mucho hablando, me explicó que tenía motivos más que suficientes para actuar como lo estaba haciendo y que no tenía ni idea de que clase de persona era su querida hermana. De esta manera y muy preocupado me marché de su despacho pensando en que tenía que averiguar que es lo que pasaba y a qué se estaba refiriendo Fernando, pero como se suele decir el hombre propone y Dios dispone ya que a los pocos días mi hermana me llamó pidiéndome que me quedase con Sandra y los acontecimientos tomaron el rumbo que ya se conocen.

Sin embargo, todo ha cambiado desde que tengo el paquete, el viernes recibí en mi empresa un paquete sin remite del tamaño de un folio que la secretaría me dio con el correo de la mañana del departamento que dirijo (ya les contaré como conseguí el puesto). Cuando me fui a mi despacho abrí el sobre, dentro tenía un pequeño folio doblado por la mitad y escrito por una sola cara, una cinta de video con el nombre de mi hermana en la carátula y un sobre más pequeño cerrado. Leí el folio, en el cual únicamente ponía que viese la cinta y que a continuación leyese el contenido del sobre pequeño, lo firmaba mi cuñado Fernando. Fui a una sala de audiovisuales de la empresa, puse la cinta y al ver lo que contenía decidí que era mejor verla en casa, como Sandra estaba en el colegio a esas horas, inventé una excusa y regrese a mi piso.

Encendí el video y puse la cinta desde el principio, en seguida reconocí el dormitorio de la casa de mi hermana, estaba vacío aunque el micrófono de la cámara captaban risas y charlas de la habitación de al lado. De repente se abrió la puerta y vi a mi hermana riendo cogida en brazos por un tremendo negro de cerca de dos metros que se dirigía con ella a la cama. El negro en cuestión era Samuel, uno de los empleados del chalet de mi hermana, se encargaba de cortar el césped, mantener la piscina limpia, lavar el coche..... y por lo visto, también de mi hermana. Lo que viene a continuación es una trascripción fiel del contenido de la cinta y de los diálogos que mantuvieron ambos junto con algunos detalles más que a posteriori mi hermana me ha confesado.

LA CINTA

  • ¡Samuel!, por favor, ¡bájame! me vas a tirar.

Samuel obedeció y dejo a Sara encima de la cama. Se reincorporó y se quedó sentada en el filo de la cama con las piernas abiertas y el vestido subido por encima de las rodillas de manera que podía vérsela el blanco de las bragas. El brazo izquierdo lo tenía apoyado en la cama para que soportase el peso de su cuerpo. Con la mano derecha empezó a acariciar la cintura de Samuel.

  • No sabes cuanto he deseado este momento. - Le dijo Sara incorporándose más y abrazándose al imponente negro mientras dejaba su cabeza apoyada al vientre de éste. Samuel no decía nada, solamente se limitaba a acariciar el pelo de Sara, suavemente, sin prisa. Vestía un mono de color azul oscuro, que siempre se ponía cuando comenzaba su jornada laboral, como siempre debajo no llevaba más que los calzoncillos. Samuel era guineano, había empezado a trabajar en casa de Sara hacía cosa de tres meses, como muchos de sus compatriotas estaba en España en busca de una vida mejor para tratar de sacar adelante a su mujer y a sus dos hijos que continuaban en su tierra. Hacía tres meses y dos días, Fernando tuvo un problema con el coche cuando venía de viaje y se metió en un bar de carretera en busca de ayuda, en el bar trataron de robarle, se montó una pelea y Samuel que estaba allí le ayudó en la misma. Como agradecimiento Fernando lo contrató para que se encargase del mantenimiento diario de su casa. Y ahí empezaron los problemas.

Sara se sintió atraída por Samuel casi por casualidad, él estaba en el sótano colocando unas estanterías, tenía el torso desnudo y reluciente por el sudor debido al esfuerzo. Sara bajo a ver que tal estaban quedando y en ese momento oyó como un si saliese agua de un grifo. Pero no era ningún grifo, era Samuel que estaba meando sobre el desagüe. Sara pudo ver el enorme aparato que tenía, en reposo debía de medir cerca de veinte centímetros y era muy gruesa. Noto como se le endurecían los pezones y como casi por instinto se ponía mojada. Samuel no se había dado cuenta de que Sara lo miraba y cuando terminó y alzo los ojos se encontró con los de ella, él no dijo nada y continuó trabajando. Sara se dio la vuelta y volvió por donde había venido, al llegar a su cuarto comprobó que estaba temblando.

Y es a partir de este momento cuando Sara no volvió a ser la misma, la imagen de aquel tremendo pene la tenía hechizada, cada vez que hacía el amor con Fernando, no era con él con quien lo hacía sino con Samuel. Al principio trataba de evitarlo y procuraba no pensar en él, pero el deseo era más fuerte que ella y cuando estaba sola en la casa, lo espiaba tratando de ver en algún descuido aquel fenomenal instrumento, en definitiva se convirtió en una obsesión y poco a poco fue dejando de lado a

Fernando, primero fueron cosas tontas, como no sacarle la corbata que se pondría para ir al trabajo u olvidarse de llevarle un traje al tinte, después empezaron las jaquecas y los dolores premenstruales que duraban cada vez más por lo que hacían el amor más de tarde en tarde, en fin, las excusas, olvidos y mentiras se fueron convirtiendo en el pan nuestro diario de Sara, no es que no quisiera a Fernando, de hecho me ha confesado que no puede vivir sin él y que es el gran amor de su vida, pero no podía quitarse a Samuel de la cabeza o mejor dicho su pene. El caso es que a medida que se alejaba de su marido se acercaba más a él, primero con encontronazos casuales, luego con ropa más provocativa, roces descuidados..... para que seguir

Sara trataba de calentarlo por todos los medios, pero Samuel estaba muy agradecido a Fernando y se resistía hasta que el día de la cinta de video, Samuel se encontraba fumigando el césped, cuando acabó se fue a la ducha que tienen para el personal situada en el garaje, y fue el momento que mi hermana aprovechó. Cuando Samuel salió de la ducha y se estaba poniendo un mono limpio, Sara se colocó detrás de él y comenzó a besarle la espalda y a tocarle el vientre. Samuel se dejó hacer, y dejó que

Sara cogiese su pene flácido y lo acariciase. Se dio la vuelta y dijo:

  • Señora, esto no está bien. Su marido.....

  • ¡Calla y bésame! - Sara se abrazo a su cuello tratando de meter su lengua dentro de la boca de Samuel, éste estaba como una estatua completamente inmóvil, los brazos caídos, la mirada al frente, los labios cerrados....

  • ¡Samuel, por Dios!, ¡bésame!, ¿es que no te gusto? - Sara continuaba tratando de provocarlo, cogió una de las enormes manos del negro y se la puso en el pecho, comenzando a masajearla por encima del vestido. Samuel reaccionó.

  • ¡No señora!, ¡le he dicho que esto no está bien! - Trato de apartarla pero Sara estaba fuertemente abrazada a su cuello, y continuaba besándolo.

  • ¡Por favor, apártese! - Dicho lo cual empujó un poco más fuerte y Sara calló al suelo. La mirada de ésta era autentica furia, Samuel trató de ayudarla a levantarse pero ella se puso de pie de un salto y se dirigió hacía él. Antes de que Samuel pudiese decir o hacer nada, le soltó una tremenda bofetada en la cara.

  • ¡Tú!, ¡tú no eres un hombre!, ¡no eres nada! - A la vez que continuaban sus insultos, le abofeteaba una y otra vez, hasta que en una de las veces Samuel cogió su brazo en el aire, se lo dobló hacía atrás con lo que Sara dio un pequeño grito de dolor, y la acercó para sí acercando su boca a la suya y empezando a besar a Sara.

  • ¡Ahhh, si!, ¡eso, bésame, ahhhhh......!

  • Usted no es más que una puta.....

  • ¡Sí, lo soy! - Metió su mano por dentro del mono y del calzoncillo y agarró el pene a Samuel, este se estremeció, cogió a Sara en brazos y se la llevó a su dormitorio.

En el dormitorio, Samuel tocaba el pelo a Sara, se puso de rodillas y comenzó a besar su cuello, lo hacía lentamente y sin prisas, la tumbó en la cama y se puso encima de ella. Continuó besando su cuello, pero en cada beso descendía un poco más, después del cuello, vino el pecho, donde se recreo largo rato mientras que los pezones de Sara se ponían más y más duros por momentos. Después vino el vientre...., el ombligo....., las piernas....., así hasta que llegó a los pies. Mientras que Samuel besaba cada poro de Sara, ésta se quitó el vestido y se quedo solamente con las braguitas, era tal el estado de excitación de mi hermana que podía verse como sus bragas mostraban una tremenda mancha de flujo en medio de ellas. Samuel, cuando finalizó su sesión de besos en los pies, comenzó a repetirlos pero en sentido contrario, primero los pies, luego las rodillas, donde hizo que Sara abriese las piernas completamente. Cuando llegó al pubis, en vez de seguir subiendo lo que hizo fue empezar a dar besitos por encima de las bragas. Cuando se canso de hacer esto, lo siguiente que hizo fue pasar su lengua arriba y abajo, estaba masturbándola pero sin quitarle las bragas, así siguió hasta que era tal el volumen de saliva y flujo que éstas tenían que decidió apartarlas hacía un lado. Sara ni se movía, desde que había empezado a masturbarla de esta manera lo único que hacía era gemir, había iniciado una cadena de orgasmos consecutivos y estaba como en otro mundo.

Mientras Samuel seguía a lo suyo comiéndose el clítoris de mi hermana, me llamó la atención un detalle que obviamente jamás la había visto y es que al igual que los pezones, mi hermana tenía un clítoris muy grande, yo diría que el triple de lo normal, tal y como lo enfocaba la cámara podría haber pasado por un pene chiquitín, de hecho a medida que Samuel lo lamía, éste salía un poquito más dándole un aspecto sumamente apetecible.

Sara no volvió al mundo real hasta que se dio cuenta que Samuel se había desnudado completamente y estaba tratando de meterle su tremenda verga en la vagina, no exagero al decir que debía de medir cerca de 35 cm., no sé si se cumplirá o no en todos los caso el tópico de que los negros la tienen muy grande pero desde luego, en el caso de Samuel, grande era decir poco. Para ayudar en ello estaba mojándose el glande en los flujos de mi hermana, ésta al verlo en esa guisa, abrió un cajón y sacó una caja de preservativos que dio al negro.

  • Ponte uno, no me estoy cuidando y estoy en mis días más fértiles.

Samuel cogió la caja y la hecho hacía un lado.

  • ¡No querías rabo!, pues yo te lo voy a dar, ¡puta! - Dicho esto, comenzó a meter la punta del glande dentro del coño de Sara que al ver que Samuel se la quería coger a pelo, trato de zafarse de él.

  • ¡Estas loco!, ¡te he dicho que te pongas un condón! - Gritó Sara, mientras se incorporaba y cerraba las piernas. Samuel no dejó que continuase, al ver que se estaba quitando la agarró fuertemente de las piernas y la atrajo contra si. Sara comenzó a forcejear con él, intentando en vano quitárselo de entre sus piernas.

  • ¡No cabrón!, ¡a pelo no me la metas! ¡a pelo noooooooo......! - No pudo decir más, con su enorme corpulencia Samuel se puso encima de ella, puso su pene en la entrada y apretó las caderas contra Sara. El tremendo glande desapareció en el coño así como la mitad del pene de Samuel. Mi hermana al notarle dentro, comenzó a pegarle más fuerte y a moverse convulsivamente tratando de sacarle de dentro de ella, con esto lo único que consiguió fue que Samuel perdiese el equilibrio y todo el pene que aun quedaba fuera se hundiese completamente dentro de su vagina. Sara dió un grito de dolor.

  • ¡Aaggghhhhhhh!, ¡cabrón......!, ¡sácala, por favor!, ¡me estas...., me estas partiendo por dentro! - Comenzó a llorar.

Samuel, se quedó quieto por unos instantes, como tratando de calibrar lo dentro que estaba de ella y el posible daño producido, sacó un poco su pene hasta casi la mitad, se volvió a quedar quieto y a continuación comenzó un suave bamboleo en círculos, como tratando de hacerse hueco en la dilatada vagina de mi hermana para que su herramienta no tuviese problemas en entrar y salir. Repitió la operación varias veces, metiendo más o menos su rabo dentro de la raja de Sara. Ésta, seguía llorando pero muy débilmente, estaba muy quieta y parecía resignada a aceptar lo que Samuel quisiera hacerla, al fin y al cabo ella había provocado esta situación. El dolor que había sentido cuando la penetró fue horrible pero su vagina parecía que se estaba adaptando al gigantesco intruso, Samuel comenzó a moverse dentro de ella, sacaba gran parte de su herramienta y luego la volvía a meter, primero lo hizo muy despacio pero a medida que su excitación aumentaba también lo hacían el ritmo de sus embestidas, así continuó hasta que en una de sus acometidas Sara noto como el pene de Samuel se hinchaba y que éste se pegaba más a ella y empezaba a eyacular, era tal la cantidad y la fuerza con la que salía que Sara involuntariamente empezó a tener un orgasmo y agarró a Samuel del culo atrayéndolo más hacía sí. Cuando éste acabó de correrse lo beso en los labios. A partir de ese momento, mi hermana ya se olvidó por completo de si la montaba o no a pelo, se pasó lo que quedo de tarde follándose a Samuel, éste todavía se corrió una vez más dentro de ella y otra vez en su boca. Cuando la cinta acabó, yo iba ya por mi tercera paja. Joder con Sara. Me acordé de que todavía no había leído la carta de Fernando, así que la abrí y leí lo siguiente:

"Como ves tu hermana no ha tenido ningún tipo de miramientos a la hora de serme infiel. Ella a visto el video y obviamente no ha podido negar nada pero hemos llegado a un acuerdo, debido a mi posición no me interesa que el video salga a la luz pero tampoco voy a permitir que se quede con nada mío siendo una zorra, de hecho ella sabe que lo usaría sino acepta mis condiciones, que son muy simples, se marcha de casa y renuncia a todo. Por otro lado, de Sandra no quiero saber nada porque tampoco es hija mía, después de esto me he hecho un análisis de semen y sorpresa de la vida, soy estéril. No quiero saber quien es el padre, ni como, ni cuando ocurrió. En cuanto al niño que va a tener, solo le he puesto la condición, que no aborte ya que va en contra de mis principios, le he dado una suma de dinero para que viva durante el embarazo y luego que haga con el crío lo que quiera, que lo de en adopción o que se quede con él."

No ponía nada más, no decía ni como había conseguido la cinta de video, ni que había sido de Samuel, pero desde luego ahora estaba todo muy claro. Sara me contó a posteriori que el padre de Sandra era un compañero suyo de trabajo y que decidió hacerlo debido a que no eran capaces de tener un hijo. Por lo visto, Fernando se hizo unas pruebas de esterilidad que recogió Sara y le mintió diciendo que estaban bien. Le pregunté por Samuel y me explicó que después de aquello se marchó de la casa y que estaba en la zona sur de España trabajando como jornalero.

Pero de lo que no cabe duda es que mi hermana ha demostrado ser una manipuladora de tomo y lomo. Lo que más gracia me hace de todo esto es que mi hermana sigue diciéndome que no puede vivir sin Fernando, ver para creer.


Respecto a esta historia cuando Santi me la contó me quedé flipado porque conozco a Sara personalmente y nunca me imaginé que una mujer como ella pudiese ser capaz de hacer lo que hizo, y es aquí donde hago un punto y aparte para que alguna mujer pueda explicarme esto, por que ninguna de mis amigas, ni siquiera mi mujer me lo quiere explicar. ¿A qué me refiero?, pues a que estoy cansado de oír que el tamaño del pene no importa, que una medida estándar es mejor que un aparato enorme, que a las mujeres les da lo mismo, y sin embargo no es el primer caso que conozco de mujeres que abandonan o se juegan el todo por el todo con tal de sentir un pene descomunal dentro de ellas, ¿en qué quedamos entonces? ¿importa el tamaño o no importa? Me gustaría recibir sus comentarios sobre este relato y sobre esta cuestión como siempre en mi email: eltoronegro@terra.es.

Hasta la próxima.