Sara la comepollas

Joven veinte añera que disfruta del sexo con el novio de su madre y 5 amigos de él.

Sara la comepollas

Hola a tod@s. Mi nombre es Sara y soy nueva en todo relatos. El relato que paso a narrarles ahora le sucedió a una amiga mía hace un par de años. Le gusta contar sus hazañas sexuales y me ha pedido que lo publique yo con mi nombre para que no le vuelva a pasar lo mismo, ya que entonces publico ella una experiencia suya en una revista de esta temática y a raíz de aquello de sucedió esto. Ya que es la primera vez que mando un relato espero no cometer muchos errores y que les guste. Sin más explicaciones comenzare ya.

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El otro día me levante a las nueve de la mañana. Mi madre se había ido a trabajar y como no volvía hasta las nueve de la noche, hice lo que siempre hago cuando no esta ella, es decir, llevar únicamente unas braguitas tipo tanga para andar por casa.

A las nueve y media llamaron a la puerta. Me puse una camiseta que me tapaba hasta la mitad de los muslos y abrí. Era el compañero de mi madre, un tío 45 años con una planta estupenda y que siempre lo tenía babeando detrás de mí. Pasó, entro en la cocina y cuando estaba él tomando un café y yo un zumo, me soltó para mi sorpresa:

-. ¿Así que te gusta escribir a las revistas para contar tus guarrerías, verdad?

Al mismo tiempo saco de la bolsa que llevaba el ejemplar de la revista con mi primera historia. Me quedé helada pero, casi al instante, reaccione y suavemente le pregunte:

-. ¿Qué quieres… quieres que te la chupe?

Se levanto sacándose una buena, y me dijo:

-. Quiero saber si es verdad lo que cuentas aquí, pero quiero comprobarlo en vivo, así que… ¡chupa, zorrita, chupa!

Me metí aquella polla en la boca y me olvide de todo. Prácticamente me follaba la cara y lo hizo hasta que se corrió haciéndome tragar toda su abundante y caliente leche. Después de haberse corrido, me puso en pie, me quito la camiseta y las bragas quedándome desnuda completamente delante de él. Se desnudó y aquella polla seguía dura y amenazante. Cuando vio mi chochito afeitado, dijo:

-. ¡Que puta eres, Sara, llevas el coño afeitado como la zorra que eres, pero yo quiero comprobar otra cosita… te la voy a meter por el culo a ver si tragas tal y como lo cuentas!

Me puso a cuatro patas en el sofá y ensalivo mi ano empezando a meter primero un dedo, después dos, hasta que mi culito se abrió. Apoyó el capullo y me la metió de un golpe hasta los cojones. Mientas me follaba me decía:

-. ¡Venga zorrita… que guarra que eres, Sara… con veinte años y la de tíos que te habrán follado, pero yo te tengo guardada una buena, putita!

Aquel rabo entraba y salía de mi culito a toda velocidad hasta que me lo lleno de leche caliente. Me quede derrengada en el sofá y él, tras vestirse, me dio una tarjeta con una dirección diciéndome que fuera allí a las seis de la tarde, porque quería presentarme a unos amigos suyos. Le dije que no, pero él dándome una fuerte bofetada, añadió:

-. ¿Qué quieres, que le diga a tu madre que a tu edad te follas a los tíos de tres en tres? ¡Mejor que vengas por la cuenta que te trae!

A las seis de la tarde me presente en el sitio indicado. Me abrió la puerta un hombre de unos 50 años que me hizo pasar al interior del piso donde había cuatro hombres mas, entre los 40 y 50 años, además del amigo de mi madre. En total seis tíos que pretendían disfrutar, sin lugar a dudas, del cuerpo de una golfita como yo. Tres de ellos tenían aspecto de moros o árabes, como después comprobé cuando hablaron entre ellos, pero no por el tamaño de sus rabos, porque todos iban muy bien armados.

Me senté en un sofá y tras servirme una copa de cava, empezaron a rodearme mientras el amigo de mi madre les animaba diciendo:

-. Esa es la putita que os dije… ¿A que esta rica? Pues hoy nos la vamos a follar todos por sus agujeros que están pidiendo polla a gritos. ¿Verdad que si, Sara, cariño?

Aquello tíos me estaban sobando por todos sitios y en un momento estaba yo en bragas y dos de ellos desnudos, con sus terribles trancas completamente duras. Uno de ellos me la arrimó a la boca y empecé a chupar de aquel capullo, cuando otro se me acerco y también me daba a chupar su gorda polla. Los demás, también ya desnudos, seguían sobándome. Con todo eso, mis bragas habían desaparecido.

Abrí mis piernas todo lo que pude y una lengua empezó a lamer mi afeitado chochito, el cual empezó a destilar líquidos. Otro metía sus dedos en el agujero de mi culo haciéndome retorcer como una perra caliente mientras el amigo de mi madre animaba a aquellos tíos diciéndoles:

-. ¡Venga, que quiero ver como le llenáis la boca de leche a esta putita… venga, follárosla de una vez!

Cuando los de mi boca se corrieron, tragándome su espesa leche, me levantaron y uno de los moros se sentó en el sofá. Me sentaron encima y su enorme polla empezó a entrar en el agujero de mi culo hasta que los huevos hicieron tope. Me acomode como pude a aquella polla y entonces me levantaron las piernas para que otro tío me follara el coño.

-. ¡Que golfa eres, Sara! ¿Te lo pasas bien, zorra? ¡Con lo joven que eres y lo guarra que estás hecha… venga, abre la boca que te la voy a follar!

El que dijo esto fue el amigo de mi madre que empezó a follarme la boca al tiempo que sus amigos hacían un bocadillo conmigo. Creo que pocas chicas, a los veinte años, han sido folladas como yo, por el culo y por el coño, además de mi tragona boca.

Cuando uno se corría otros ocupaban su sitio y así, durante mucho tiempo, tuve llenos de polla el culo y el coño. Me estuvieron follando varias horas hasta que sus pollas no se levantaron más. Cuando acabaron todos, felicitaron al amigo de mi madre por lo guarra y tragona que era, ya que era la primera vez que veían a una chica de 20 años follar y comer como lo hacia yo.

Era la una de la madrugada cuando salimos de aquella casa. Yo tenia el cuerpo baldado de tanto follar pero el amigo de mi madre no me llevó a mi casa, sino a la suya. Una vez allí me hizo desnudar y haciendo él lo mismo, me dijo que se la chupara. La tenía morcillota. Sentándose en el sofá, yo me arrodille delante de él y empecé a comerle el rabo y los huevos. Él me acariciaba la cabeza hasta que, al poco rato, empezó a ponerse otra vez duro. Seguí chupando y llegué con la lengua hasta el agujero de su culo. Entonces su polla adquirió otra vez su máxima dureza.

Yo, a pesar de llevar toda la tarde follando chupaba con ganas, y es que me encantan las pollas con locura. Cuando me canse de comerle el rabo, me puse de pie y cogiéndoselo con una mano, lo puse en la entrada de mi abierto culo y de cara a él, me senté, metiéndomelo hasta los huevos. Empecé a subir y bajar, disfrutando como una cerda. Debido al folleteo de por la tarde, estuvo un buen rato fallándome el culo y yo corriéndome mientras me decía:

-. ¿No has tenido bastante con lo de esta tarde? ¡Si te viera tu madre, Sara, se moriría del susto!

Siguió follándome hasta que me dijo que se corría. Entonces me la saque del culo y me la metí en la boca para hacer una de las cosas que mas me gustan cuando estoy con un tío y que es beberme la leche que sale de su polla. Me la tragué toda y se la limpié con la lengua. Luego me dejo en la puerta de mi casa a las tres y media de la madrugada.

Como ves, a pesar de tener veinte añitos me gusta follar y chupar pollas, aun que ahora me he enviciado con los bocadillos.

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Espero que les haya gustado a los lectores y deseando que se calienten a mi salud. Si quieren hacer algún comentario déjenmelo en el e-mail: narcisa_80@hotmail.com Un beso.