Sara, Gina y sus compañeros de trabajo
Sara y Gina, un par de colegas y amigas son abusadas por un par de asistentes después de una fiesta.
Gina, Sara y sus compañeros de trabajo.
Hola a todos, estoy nuevamente por aquí para escribirles un nuevo relato, que tiene más de real de que lo que podría imaginarse, es la historia de una infidelidad, más bien de un par de mujeres infieles .
Sus nombres son Gina y Sara, quienes tienen ya una larga trayectoria juntas, asistieron a la secundaria juntas, que fue el lugar en donde se conocieron, cuando Sara, la más intrépida de ambas, salvó a Gina de una pelea con la clásica niña bravucona y mal intencionada, y a partir de ese momento se convirtieron en confidentes e inseparables compañeras.
Ese periodo, el de la secundaria, transcurrió con total normalidad, asistían a pijamazas juntas, hacían las tareas en equipo, asistían a la misma clase de ballet y en innumerables ocasiones dormían juntas en casa de alguna. Cuando entraron a la preparatoria, las cosas no cambiaron demasiado, eran chicas entregadas al estudio y rara vez asistían a fiestas y convivios con los compañeros, tuvieron cada una un par de noviecillos, pero nada formal realmente.
Gracias a su dedicación, ambas consiguieron entrar becadas a una muy buena universidad situada al poniente de la Ciudad de México, como era de esperarse obtuvieron de las mejores notas de su generación, pero fue ahí donde sus vidas tuvieron el primer giro, ahí conocieron a quienes se convertirían en sus futuros esposos, Carlos y Agustín, ambos jóvenes muy inteligentes y productivos, pero para su desgracia demasiado aburridos para el par de amigas, que hasta ese momento de sus vidas, no sabían lo aventureras que podrían ser.
Ambas procuraron, talvez en demasía, no dejar de frecuentarse ni que sus matrimonios se interpusieran en su amistad, todos los domingos se reunían ambas familias, asistían al mismo club, incluso iban juntos de vacaciones.
Lo interesante del asunto, y que aún no lo he relatado intencionalmente, eran los atributos físicos de ambas amigas, ya que hasta en eso eran más o menos parecidas, comenzaré a describirles a Gina, ella era un poco más alta que Sara, rondaba el 1.70 de estatura, largas piernas, bien formadas, cabello castaño muy claro, ojos grandes y de color verde, delgada, de facciones muy finas, sus nalgas eran firmes y de lejos parecían un grano de café por la forma, ambas compartían un atributo natural, sus bustos, eran realmente casi idénticos, amas estaban bien dotadas en este aspecto, estaban como vulgarmente se dice bien "pechugonas", cerca de los 110 cm.
Sara, era como les relataba, más baja de estatura, como 7 u 8 centímetros menos que Gina, no tenía las piernas tan largas como su gran amiga, pero eran más grandes, tenía un par de muslos prominentes, coronados con unas nalgas redondas y grandes, tenía ojos negros ligeramente rasgados, pero lo que más llamaba la atención en primer término era su cabellera, era muy abundante, casi como un look afro, muy esponjado y rizado hasta más no poder, pero lindo.
El motor para que ambas chicas estudiaran tanto y dejaran de lado tantas amistades y fiestas, era su interés en el dinero, particularmente soñaban con realizar un largo viaje a la Argentina, había algo de ese lugar que les llamaba tremendamente, sus maridos lo sabían y de antemano habían aceptado la idea de dejarlas ir solas, ya que era un plan que se traían entre manos desde la niñez.
No les fue difícil encontrar trabajo ya que eran un equipo, y precisamente consiguieron un trabajo que les permitía estar muy cerca, no precisamente en la misma área, pero aún debían coordinarse para realizar sus funciones.
El segundo giro en sus vidas se dio precisamente en el trabajo, ellas trabajaban para una famosa editorial en el área administrativa, y tenían entre las dos a su cargo 10 o 12 personas. Para este momento de sus vidas ambas tenían 32 años y 6 años de casadas, así que fue precisamente en enero del año que transcurre cuando tomaron la decisión de emprender su aventura a Argentina.
Durante los preparativos para el viaje, se apoyaron de dos jóvenes asistentes, un par de tipos realmente sin chiste, sin mucha educación, pero muy divertidos, Ramón y Ricardo, quienes estaban realmente locos por las dos hermosas gerentes. Ellos al estar preparando los arreglos para el viaje, estaban muy en contacto con Sara y Gina. Poco a poco fueron ganando su confianza y se ganaron el puesto de asistentes personales de cada una.
Un par de meses después, a mediados de marzo aproximadamente, una de las revistas que publicaban conmemoraba sus primeros 15 años, así que la fiesta no se hizo esperar y los invitaron a todos a la celebración, la cual tuvo lugar dentro de la misma empresa y fue propiamente privada para los empleados, así que los esposos de Sara y Gina no pudieron acompañarlas. Por el contrario, Ramón y Ricardo vieron la oportunidad perfecta para estar más cerca de sus enamoradas, y así fue como sucedió, durante 3 o 4 horas estuvieron bailando juntos, tomando y divirtiéndose durante la fiesta.
La oportunidad surgió cuando comenzó una serie de bailes lentos, en los que ambos muchachos no perdieron la oportunidad y sacaron a bailar a sus atractivas jefas, que se veían realmente sexys, luciendo escotes prominentes y vestidos entallados. Ramón y Ricardo se pusieron de acuerdo para que, durante el baile les propusieran que al finalizar el mismo, fueran todos a la casa de Ricardo a seguir con la fiesta.
Cuando llegó el momento justo, ambos se miraron, asintieron con la cabeza y comenzaron a bailar con Sara y Gina, quienes con ya algunas copas de más no pusieron resistencia a los toqueteos y acercamientos del par de impetuosos jóvenes. Al finalizar la pieza y una vez lanzada la propuesta, ambos se miraron estupefactos ya que, ambas habían aceptado la inusual invitación, quizá en gran medida, debido al efecto del alcohol.
Como es de suponerse, no pudieron esperar a que la fiesta terminara, se las llevaron a la primera oportunidad y menos de media hora ya estaban en el apartamento de Ricardo, durante el viaje en auto Ramón, que iba en la parte trasera con Sara, no tardó abalanzarse sobre ella, comenzó a besarle el cuello y a acariciar sus piernas, ella realmente no estaba precisamente consciente, más bien bastante tomada, por lo que no se opuso en lo más mínimo a los besos y caricias de Ramón. Por su parte, Sara también estaba tumbada en el asiento, y Ricardo no paraba de acariciar sus piernas. Obviamente la excitación de ambos estaba a tope, al llegar, las ayudaron a bajar y a entrar en el apartamento, pero una vez que Gina y Sara se sentaron en el sillón, se quedaron profundamente dormidas.
El par de mequetrefes, que no eran precisamente unos caballeros como les había comentado, las miraron ahí tumbadas, inconscientes, se sonrieron mutuamente y pusieron en práctica la segunda parte de su plan.
Primero tomaron a Gina, ella llevaba un vestido blanco, sin sujetador, una pequeña, realmente diminuta, tanga blanca y un par de tacones altos, blancos también por supuesto.
La llevaron hasta la recámara principal, ahí mientras Ramón la sostenía, Ricardo deslizaba el vestido de Gina hasta el suelo, después le quitó los zapatos y por último la tanga, la colocaron en una orilla de la cama y se desvistieron.
Acto seguido, se acercaron mientras tocaban sus penes que ya estaban más duros que una piedra, comenzaron a manosearla, tocaron sus pechos, mordieron sus pezones, lamieron sus piernas y su cuello.
Después Ramón abrió las piernas de Gina, tomó un poco de lubricante que Ricardo tenía guardado, se lo colocó en su sexo e intentó meterle su miembro, pero no lo logró, así que introdujo un dedo, comenzó a moverlo lentamente haciendo círculos, luego metió el siguiente y una vez que estaba lo suficientemente abierta le clavó el pene sin ninguna consideración, al principio lo hizo desenfrenadamente por la gran excitación que sentía, pero poco a poco fue bajando el ritmo, disfrutando del momento y de la cálida sensación que le brindaba el sexo de Gina.
Ricardo al ver la erótica escena, decidió no quedarse atrás y se sentó sobre el pecho Gina, le abrió la boca y le metió como pudo sus bolas en boca, después, comenzó a moverse lentamente mientras le restregaba el pene en la cara a la aún perdida Gina, lo hizo durante varios minutos, después se apoyó sobre sus rodillas y le metió el pene en la boca, comenzó a moverse de arriba abajo, cogiéndosela por la boca literalmente.
Primero se vino Ramón, lo hizo dentro de Gina, mientras lanzaba un grito de excitación, a los pocos minutos lo hizo Ricardo, él sacó su pene de la boca, puso de nuevo sus testículos en sus labios y masturbándose le dejo caer todo el semen en su cara. Le tomaron un par de fotografías y la limpiaron un poco y salieron de la habitación.
No tardaron mucho en recuperarse y la erección volvió, pero ahora sería el turno de Sara, ella continuaba tumbada sobre el sofá de la sala, inmóvil y totalmente expuesta.
Ricardo le comentó a Ramón lo mucho que le gustaba el culo de Sara, el por su parte le sugirió que entonces deberían romperle ese culito que ambos tanto habían anhelado, a Ramón le encantó la idea y pusieron manos a la obra.
No se tomaron tantas molestias como con Gina, solo colocaron su pecho sobre uno de los costados del sillón doblando sus piernas, de tal forma que quedaron totalmente a su merced las nalgas de Sara.
Ella llevaba puesta una falta más corta y una tanga negra de encaje que hacía juego con su vestido, por lo que desde esa posición, solo llevaron la falda hasta la espalda de Gina, bajaron su tanga y comenzaron a realizar comentarios sobre su redondo y ahora accesible trasero.
Ramón trajo de nuevo el lubricante, se lo dio a Ricardo y éste realizó el mismo ritual que su amigo, primero introdujo un dedo, comenzó a moverlo de adentro para afuera y haciendo círculos para aflojar la hasta ahora virgen cavidad de Sara, quien solo soltaba unos pequeños gemidos, después vino el segundo dedo y cuando estaba totalmente dilatado su ano, la tomó de la cabellera que tanto le gustaba y clavo su estocada directamente en el culo de Sara, nunca soltó su cabeza, daba pequeños tirones a su cabello mientras el bombeaba con más y más energía, hasta que tuvo suficiente y cedió su lugar a su entrañable amigo.
Ramón tomó su posición, y comenzó primero a acariciar las nalgas de Sara, le dio unas pequeñas nalgadas, las separó e introdujo su miembro muy despacio por su ano, él la tenía sujeta por las nalgas y cada vez que subía de intensidad, las golpeaba con la palma de su mano, pronto el par de hermosas nalgas estaban bien rojas, él saco su miembro lo colocó entre las nalgas y tuvo un fantástico orgasmo mientras veía su semen caer por ellas.
De igual forma que habían hecho con Gina, tomaron fotos de la escena, limpiaron un poco a Gina y esperaron a que despertaran, lo cual no ocurrió sino hasta la mañana siguiente. Primero despertó Sara y horrorizada por la escena fue a buscar a Gina, la encontró desnuda y tendida en la cama, la despertó de una bofetada, ambas se vistieron y se fueron de ahí volando.
Como es natural tuvieron un gran problema con sus esposos, pero la salvaron bastante bien diciendo algunas mentiras, pero, cuando llegó el lunes siguiente, fueron a reclamarles al par de jóvenes, quienes les mostraron algunas de las fotografías y les advirtieron de que si intentaban cualquier cosa, esas fotografías serían enviadas a sus casas, ellas lo comprendieron de inmediato y se tuvieron que tragar todo el coraje que llevaban por dentro.
Aunque de vez en cuando, el par de chantajistas utilizan las fotos para obtener algún favor o privilegio, sin contar, con que ahora tienen un par de esclavas sexuales, como ellos las llaman, por miedo a esas terribles fotografías.